Capítulo XX
Al parecer no nos vio porque salió a regar las flores despreocupadamente.
—¿Cómo nos acercaremos a ella? —Preguntó Ignon.
—No, no lo sé —respondí.
—Quizás debem...
La voz de la mujer que sonaba rasposa y envejecida interrumpió a Ignon.
—¿Qué hacen aquí unos desterrados? —se dio la vuelta soltando la regadera amarillenta —¿Quién los envió?
Se acercó con suma lentitud a nosotros, tenía cabello castaño hasta su cintura con unos rulos algo desarmados y su piel era morena.
Mantenía un vestido color café rasgado al final que tapaba sus pies descalzos y un cráneo que yo supuse era de un ave sobre su cabeza amarrada con una cinta cual sombrero.
—Necesitamos tu ayuda —Salí por entre los arboles con cierto temor a que pudiera pasarme cualquier cosa. Tras de mi salió Ignon y el caballero huesudo.
—¿Qué ayuda de una simple humana como yo necesitarían unos demonios desterrados? —su voz rejuveneció repentinamente y miraba casi embobada a Ignon.
—No eres una simple humana y sabemos que es lo que quieres —me acerqué más a ella con lentitud y le lancé el reloj plateado al suelo junto con unos collares y anillos brillantes.
Se agachó al suelo y los recogió oliéndolos y observando cada detalle de ellos, para luego guardárselos bajo el vestido.
Más cerca de ella note que sus dientes estaban podridos y sus ojos tenían un lindo color celeste.
—¿Qué es lo que sus negros y malévolos corazones desean?
—Un portal —Respondí. Me miró abriendo sus ojos de un celeste maravilloso resplandeciendo —Un portal al infierno.
Se dio la vuelta dándome la espalda con seriedad.
—Puedo darles lo que desean, pero deberán pagarme con algo más que cosas brillantes.
Me sentí algo confundida en ese momento y al parecer Ignon también, su pálido y algo pecoso rostro tenía un hermoso brillo mañanero.
—¿Qué sería?
—A él —se volteó con rapidez y apuntó a Ignon.
¿Para qué rayos quería a Ignon? La verdad en ese momento no lo entendí, pero lo averiguaría de una manera muy extraña.
—No puedo dártelo —respondí —él es crucial para el plan.
Ignon empalideció más aún, ya veía que se volvía transparente y se camuflaba con el lugar. Al parecer no tenía mucha experiencia con las mujeres.
—Solo lo quiero por un rato, no para siempre —su coquetería me llevo a calcular para que lo quería.
—Danos el portal primero —soltó Ignon con voz ruda totalmente diferente a su apariencia.
La extraña humana entró a la cabaña y cuando salió traía consigo 2 extraños frascos transparentes que tenían una viva flama dentro de ellos, pero uno era más grande que el otro.
Estiré mi mano para recibirlos, pero al parecer mi expresión fue tan dudosa ante los frascos que llevó a la mujer a que me diera una pequeña demostración del portal.
La mujer soltó el frasco más pequeño al piso, éste se rompió en pedazos y la llama dentro abrió un círculo en el piso que se expandió lentamente, dejando caer la tierra sobre el mar de sangre casi chapoteando.
Logré divisar dentro de ese agujero el hermoso mar de sangre que tanto extrañaba y al agacharme un poco más, note el mismo lugar por donde había entrado y me había encontrado con Ignon.
El agujero se cerró en unos 15 segundos o un poco menos, desapareciendo el fuego y volviendo a convertirse en un piso de tierra con hojas y ramitas crujientes.
Miré sorprendida a Ignon y el huesudo, no podía creer como una humana podía tener un portal al mismísimo infierno y que pudiera tener tanto poder para tal cosa, aunque con esto definitivamente, ella no era una simple humana y lo dejó más que claro.
—Ahora me llevare lo mío por un ratito —comentó con firmeza estirándole su morena mano a Ignon.
—Espera, espera ¿Cómo sé que este portal durará más que el otro?
—Es mucho más grande demonia —me respondió haciendo muecas con la boca y arqueando las cejas.
Ignon me tomó de un brazo con fuerza, al parecer temía de la mujer, lo vi sudando y agitando su pecho, pero una tierna caricia a su mejilla de mi parte lo dejo algo más tranquilo.
—Sacrifícate por el equipo, no durará mucho cariño —le susurré al oído acariciando su cabello.
Tomó la mano de Ignon, entraron a la cabaña casi destruida, y quedé a solas con el huesudo.
—¿Qué crees que pasará? —me preguntó bajando del caballito.
—No lo sé, pero definitivamente no irán a jugar cartas señor huesudo.
—Me llamo Sclauss.
—Lo lamento, la verdad nunca tuve oportunidad de preguntarte.
—Lo sé.
—Te recuerdo, te vi saludando a una especie de huevo rodante que al abrirse se convertía en un ave huesuda.
—Él es Moon, ese ser es lo más amable que encontrarás en el infierno.
—Era hermoso, a mí me encantó.
—No creo que consigas algo con él, no le gusta la carne —me dijo sonando siniestro.
—Que lástima —comenté —yo tengo demasiada carne.
Soltó una pequeña risa que seguí con él.
—Eres guapa demonia, no te subestimes.
Agaché mi cabeza algo sonrojada, ese caballero huesudo me provocaba escalofríos brutales en mi espalda y mis piernas, en realidad sentía una gran admiración por él.
—Aunque me fascina más tu apariencia ¿Eras humano?
—No, nunca lo fui, soy un ser infernal puro.
—¿Y tú misión?
—Soy el espíritu posesivo de la guerra, o lo era.
—¿Espíritu... posesivo?
—Si.
—Ah —no entendí muy bien pero solo asentí —¿Por qué te desterraron?
—Emmm... hubo una especie de lucha revolucionaria no muy lejos de aquí, el fuego, las armas y la destrucción me invocaron a ese lugar para que atribuyera al desastre, pero me dejé ver por unos segundos y en cosa de minutos aparecí en cada noticiario siendo expuesto al mundo.
—Complicado el tema.
Asintió agachando la cabeza con una demostración de lamento.
—¿Y a ti? —me preguntó.
—Traté de follarme un Ríks.
—¡Oh mierda! Eso es mucho peor.
—Lo sé —asentí cruzándome de brazos.
Un grito ahogado de Ignon proveniente de la cabaña nos interrumpió bruscamente.
Corrí y de un empujón eché abajo la maltrecha puerta dejándome ver lo que estaba pasando. Lo más bizarro y extraño que pude ver alguna vez en la vida, y no diré que no he visto demasiadas cosas raras en mis vidas.
Ella se encontraba tumbada de espaldas con sus morenas piernas abiertas sobre una mesa con muchos más frascos extraños encima de ella, e Ignon se encontraba frente a ella penetrándola con fuerza mirando hacia el frente embobadamente, casi hipnotizado y robótico. Un hilo de baba recorría su pecho desnudo y carente de vello.
Mientras la humana tenía unas especies de tenedores en sus manos que rasgaban el estómago de Ignon en cada penetración.
Las heridas sangrantes de Ignon con forma de garras y junto con sus gemidos, no sé si de dolor o placer, me enfurecieron a mil.
La muy idiota aún explicándole que lo necesitábamos le hizo daño igual, y conmigo no se la llevaría fácil.
Sclauss entró con firmeza y tomó a Ignon subiéndolo al caballo y dejando todo su pálido trasero al aire junto con los pantalones colgando en sus tobillos.
Entre mi furia y mi impulso por matar, tomé unos de los frascos y se lo lancé a la humana en su desnudo estómago. Éste en cosa de segundos carcomió su piel dejando un agujero que parecía atravesar su cuerpo dejando una sustancia rosa viscosa alrededor de él.
—¡Maldita desterrada! ¡Esto llegara a oídos del mismísimo diablo! ¡Ya verás!
—Eso no pasará —respondí con voz desafiante y mucha rabia.
Corrí hacia afuera con ella tras de mí, me tiró un frasco transparente que parecía tener un humo grisáceo dentro que Sclauss detuvo con su espada reluciente.
Le quité su espada de las manos con suma rapidez, para verse tan enorme no era demasiado pesada, y me di vuelta hacia la humana que tocaba el agujero de su estómago con ambas manos.
—No te atreverías —me dijo desafiante y furiosa poniéndose roja de rabia.
El desafío siempre fue parte de mi vida y me encantaba tomarlos, aunque fuesen algo imposible. Pero no puedo negar que sentía algo de temor el enfrentarme a alguien sin mis poderes.
Fue como volver a enfrentarme a mí padre cuando me humillaba por mi talla o trataba de golpearme en forma abusiva, pero recordar tal cosa solo me hizo enfurecer más. Mi rabia junto con mi adrenalina creció y brotó dentro de mi cuerpo como un sudor pegándose en mi rostro.
Corrí hacia ella con ligereza a pesar de andar con tacones altos con la espada hacia el frente. De suerte logré esquivar un pequeño frasco azul que saco de detrás del cráneo de ave que mantenía en su cabeza, éste al caer al piso lo derritió soltando humo y dejando una masa viscosa color azul.
Estiré mis brazos con la espada y lo introduje de lleno en su estómago haciendo que su sangre decorase el filo y cayera a mis manos. Me miró burlescamente
—Eres una tonta —me dijo con ojos abiertos y mostrando una risa de locura. Sus asquerosos dientes tenían una mezcla de color azules, verdes y amarillos —Tu ascendencia al infierno —escupió un poco de sangre —será el fin del mundo como se le conoce.
Mi adrenalina junto con mi rabia no me dejó analizar esas palabras, quizás solo fueron algunos dichos para hacerme sentir temor, así que solo ignoré y seguí con mi asesinato.
Jalé con fuerza hacia arriba cerrando los ojos.
Sentí gotas tibias sobre mi rostro y mi pecho, y al abrir mis ojos vi que la espada la había partido a la mitad cual mantequilla.
Sus huesos y carnes con diferentes tonos de rojos quedaron al aire y una ligera capa de grasa color blanca con amarilla se veía brotar de sus mitades. Su cerebro decoraba su cráneo partido con un lindo color rosa pálido que parecía palpitar deteniéndose de a poco.
El cuerpo ya muerto cayó de espaldas al piso haciendo rebotar hojitas secas dramáticamente.
No sé porque, pero la espada se tornó pesada de un segundo a otro. Tenía 2 opciones para eso, Sclauss la manejó todo el tiempo, o yo con mi adrenalina no sentí su real peso.
—¡Bien hecho demonia! ¡Quién diría que te vería en acción! —me gritó Sclauss a unos pasos tras de mí.
—¡Y no has visto nada! —respondí agradeciendo su extraña felicitación a mi acto —¡Pero necesito... —Apunté hacia la espada que mantenía afirmada con ambas manos para que no cayera al piso.
Cabalgó hacia mí y la tomo con extrema facilidad.
—¿Crees que fue una buena idea matarla?
—¿Te preocupa? —me preguntó Sclauss zamarreando la espada tratando de quitar la sangre que quedaba en ella.
—Sí, un poco.
—Nadie salvará a una idiota como ella, además Satán la mataría con sus propias manos al saber que regala portales al infierno.
Sus palabras me calmaron bastante, ese ser infernal sabía mucho más que yo, así que solo asentí.
Me devolví a la cabaña para luego salir y subirme al caballito infernal con Ignon colgando de su lomo.
Levanté su cabeza jalando de su cabello y seguía aún embobado mirando a la nada y con sangre sobre su rostro, le di unas palmadas en el rostro, pero nada pasaba.
Ya estábamos cercanos a la salida del bosque, compraría un par de cosas para sanar a Ignon con el dinero que le robó al viejo del quiosco, pero todo se fue a la basura cuando escuchamos las sirenas de la policía.
¿Cómo explicar un cuerpo desangrado colgando como cadáver sobre un caballo con restos de carne faltante que manejaba un esqueleto con armadura encima?
Todo se tornó demasiado difícil y parecía que el plan se destruía en pedazos, no estaba nada preparada para lo que se me venía.
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