Capítulo XIII

Seguí a mi hombre de traje a uno de los gigantes edificios que nos rodeaban, tenía más de 25 pisos y sus ventanas relucían a pesar de estar el día algo nublado.

Lo seguí tras su espalda, obviamente sin dejarme ver por él, tomó un ascensor al quinto piso y se encerró en su departamento.

Quise entrar junto con él, pero unos ruidos del departamento contiguo llamaron mi atención, unos gemidos. Entré y vi la gloriosa escena, casi como una acosadora y lo fui, supongo.

Una pareja de no más de 28 años se encontraba teniendo relaciones brutalmente, casi como una película, los ahogados gemidos de la muchacha, unos jalones a unos cabellos rojizos y unas nalgadas sonoras me excitaron muchísimo.

Me quedé unos minutos ahogándome entre su lujuria. No les mentiré, las ansias que tenía de unirme a ellos me brotaban a más no poder y la humedad entre mis piernas lo comprobaba, pero mi objetivo era otro y luego de esa hermosa y sexy escena, quería mucho más tomar a mi próxima víctima.

Me alejé de la lujuria que esa pareja irradiaba a buscar a mi hombre de traje que se encontraba con un teléfono muy grande en su oreja.

El departamento se veía muy lujoso y todo brillaba con un extremo cuidado, una Tv ancha y gruesa se mantenía apagada y unas frutas sobre una mesa decoraban la vista frente a ésta.
Sin duda me llevaría algo de ahí como una vil ladrona, nada me lo impediría, yo supuse, así que solo seguí mirando embobada a mi hombre de traje.

Se había sacado su sombrero, tenía un cabello castaño muy corto y la falta de su chaquetón mostraba una pequeña panza muy poco notoria, pero su rostro, no demostraba más de 35 años.

Soltó maldiciones mientras se quitaba la correa y sus pantalones negros perfectamente planchados.

No era muy atractivo físicamente sin ropa, pero con traje se veía hermoso y agregando la vista de la escena anterior, no me importó nada, quería sexo y mi alma rápido.

Su cuerpo al desnudarse despedía un olor muy particular, no desagradable ni a sudor, tampoco a perfume pero bastante peculiar. Se impregnó en mi nariz en cosa de segundos y era relativamente fuerte, decidí no prestarle importancia, pero nunca más olvidé ese olor.

Entró a una habitación con una cama enorme y ordenada. Me posé delicadamente y con mucha calma sobre ella a observarlo detenidamente.

Abrió las puertas de un closet escondido o "camuflado" entre la pared color pastel y parecía escoger entre el montón de ropa de todos colores que tenía ahí dentro.

Me daba la espalda y tarareaba palabras, como hablando consigo mismo cuando escuche:

—¿Qué haces aquí? Yo no he invocado ninguna sucia súcubo —su voz sonaba congestionada y apenas se oía.

Quedé totalmente asombrada, no quise aparecerme frente a él aún porque quería averiguar más, ¿Cómo logró verme? ¿Y por qué dijo "invocar"?

Ese no era un simple humano como los demás, pero la sorpresa más grande me la llevaría muy pronto.

Deje pasar su comentario como un error de novata mío al mostrarme, quizás la escena anterior me distrajo un poco y me descuidé, así que seguí mi cometido. Gran error.

—¡Hola caballero! Al parecer eres muy intuitivo ¿No?

—¿Qué haces aquí?

—Vine a hacerte pasar un momento divertido —me acosté de espaldas en la cama pasando coquetamente mis dedos por mis pálidas piernas.

—Ustedes son sinónimos de peligro, no diversión.

—Podríamos decir que un poquito de ambas, además de mucho placer —contesté coquetamente y me senté en el borde la enorme cama.

Saqué uno de mis cigarrillos y un encendedor negro de entre mis botas largas de plataforma y lo encendí con suma calma.

Me miro con rabia, se acercó amenazantemente, pero su marcha se detuvo cuando prestó atención a mi cigarrillo.

—No se puede fumar aquí, apaga eso.

Lo miré algo exaltada, no me gustaba su actitud, pero lograría que fuese mío a como dé lugar. Burlescamente exhale una bocanada de mi cigarrillo y expulsé el humo a su rostro aportando a su molestia.

—¿Cómo puede ser que rechaces a un súcubo cariño? No tendrás otra oportunidad como esta ¿Lo sabías?

—Las súcubos son odiosas, unas locas, unas zorras. Y tú no eres la excepción.

—Creo que varias veces me lo han mencionado, pero ya no me molesta, les tome a esas palabras cierto... Gusto.

—Fuiste humana ¿verdad?

Su pregunta me dejó descolocada ante la situación, ¿Cómo podía saberlo? Ese hombre me intrigaba mucho y le sacaría información antes de matarlo, y follarmelo claro.

—No lo sé, deberías saberlo ¿No?

—Vete de aquí, no me interesa tener tratos carnales con una asquerosa súcubo.

Me dio la espalda nuevamente poniéndose unos feos pantalones de tela lisa con los tobillos agrandados y algo rasgados.

—Si estas tan informado como supones, sabrás que no puedo irme sin mi alma.

—Búscate a otro idiota para matar. Yo, no estoy dispuesto.

—Mientras más me rechaces, más dolorosa será tu muerte.

Se dio la vuelta y se acercó a mi rostro, sentí su calor y ese olor que expelía se volvió más fuerte. Boté mi cigarrillo al suelo y lo pise con suma coquetería.

—Eres una novata, una ilusa, no creas que porque eres hermosa, coqueta, con unos pechos prominentes y una vagina lubricada me acostaré contigo.

—¿No es lo que todos los hombres quieren? ¿Una mujer dispuesta a lo que sea para complacerlos?

—Eres una ignorante, además de ninfómana.

—Me gustó lo de ninfómana.

—Toda aquella súcubo —Su voz se tornó amenazante —que ha querido tomarme, ha terminado desterrada o "muerta".

Esa frase me llegó a lo más profundo de mi mente. ¿Morir? ¡Se supone que no puedo morir!

Al parecer mi ignorancia era más grande de lo que creí. ¿Cómo un simple humano puede saber tanto? Me asuste muchísimo, no sabía cómo reaccionar.

—¿Invocaste a alguna súcubo? —mi voz sonó quebrada, empecé a sudar pensando que en cualquier momento ese hombre podía matarme.

Solo en ese minuto logré entender el porqué de los "poderes de defensa", sí fuese inmortal no los necesitaría, fui una total ilusa.

—Nunca las invoqué, ellas llegan a mí por algún motivo —sonó algo engreído —pero siempre termino rechazándolas, aunque se me haga algo difícil.

—Sigues siendo un hombre cariño, el espíritu es fuerte, pero la carne es débil.

Por un segundo su mirada se desvió a mis pechos que relucían tras mi polera con transparencia, se sonrojó un poco, sabía que él lo deseaba tanto como yo, pero controló su instinto de una forma increíble.

—¡Vete!

—¡No me iré sin mi alma! ¡Y esa debe ser la tuya!

Lo tomé con una de mis alas, era ligero para verse grueso y lo recosté con fuerza sobre la cama sujetando sus manos.

Me tumbe encima de él, quería tocarlo, pero su incansable lucha me lo impedía.

Su lucha disminuyó luego de unos minutos, parecía resignado y mis tocaciones no demoraron en endurecer su miembro. Desabroche su pantalón con rapidez, al fin podría sentirlo dentro mí, tocarlo, lamerlo, conocer su sabor, mis ansias estaban casi a su límite, cuando una voz dentro de mi cabeza interrumpió mi cometido.

—¡Demonia! ¡Sal de ahí! ¡Ese no es un simple humano!

Mi consternación al escuchar a Ignon en mi mente hizo decaer toda mi excitación.

—Te avisaron ¿cierto?

—¿Qué rayos eres tú? —le solté las manos rapidamente dejándolo libre.

—El motivo de tu real perdición —abrió sus ojos cafés con tono burlesco y se enrojecieron de furia.

Maldije a mis adentros como nunca en mi vida, el volver a mi preciado infierno se convertiría en mi verdadero fin.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top