Capítulo XII
Al ver a ese infernal íncubo, supe que las teorías con respecto a ellos son totalmente falsas.
Ellos suelen ser representados como seres horribles, con garras y dientes afilados, con cuernos, piel arrugada y con aspecto de "Hobbit".
Pero yo los conocí, y esos dichos o "teorías" no son más que mentiras para denominarlos demonios y opacar su verdadera belleza.
Los íncubos en realidad tienen una belleza muy particular, físicamente la única diferencia que noté en el íncubo a un humano, fueron unas enormes alas alargadas de color negro con unas pequeñas garras escondidas bajo el bordillo de estas. Todo lo demás era netamente humano.
Tenía un cuerpo grande que decoraba con una alargada sotana negra que arrastraba por el suelo, carecía de polera y llevaba unos pantalones camuflados junto con unos bototos negros de caña alta.
Sus alas estaban bajas y parecía algo molesto.
Tenía el ceño fruncido y mordisqueaba su labio inferior con ímpetu, sus ojos cafés con su moreno tono de piel mezclaba a la perfección.
La expresión de su rostro cambió totalmente cuando se dio cuenta que yo le observaba detenidamente, me sentí algo avergonzada en ese momento, se dio cuenta que lo miraba descaradamente.
Se acercó a mi ventana caminando lentamente, pero se detuvo de golpe a unos 6 o 7 pasos de distancia.
—¡Hola! ¿Eres nueva? —Su voz grave y rasposa me recordó mucho a la del Master, por un momento pensé que sería algún tipo de prueba, así que pensé mis palabras muy bien antes de hablar.
—Sí, lo soy.
—Bienvenida —agachó su cabeza con amabilidad, soltando su cabello del cuello de la sotana y pegándose en sus mojados labios.
¿Un demonio amable? Eso no era normal, tal vez fui algo paranoica o exagerada, pero las instrucciones de Ignon eran explícitas, y era mi responsabilidad seguirlas al pie de la letra. Ignon era el único en quien confiaba.
—Gracias —le respondí seriamente.
–Llevo suficiente tiempo aquí como para notar que eres una súcubo ¿Verdad?
—Sí, y tú ¿eres un íncubo?
—A ya veo, te estás adaptando recién.
—Acabo de comentarte que soy nueva.
—Sí, lo lamento estoy algo distraído.
—No te preocupes, ¿Puedo comentarte algo?
—Claro ¿Y yo puedo acercarme?
Asentí con algo de temor, pero estaba preparada para cualquier imprevisto.
—Creí que los íncubos tenían otra apariencia.
—Bastante equivocada estabas si creías que éramos como los demonios. En algún momento dejaras de pensar como una humana.
—Eso espero, porque la verdad al verte me sorprendí.
—Por eso me mirabas de esa manera —Me dedicó una coqueta sonrisa, como queriendo decirme algo entre líneas.
—Si, lo lamento mucho —creo que me sentí algo sonrojada en ese momento, él íncubo era realmente guapo.
—Hay algo que los humanos no han captado del todo bien con respecto a nosotros los íncubos.
—¿Qué sería...?
—Los íncubos son seres exclusivos para féminas, como muy bien sabes, las féminas son más complicadas y selectivas con respecto a sus gustos en hombres, por la misma razón nosotros debemos ser atractivos a la vista.
En cierto modo tenía muchísima razón, bastante diría yo, me sorprendí mucho al no haber analizado la situación de esa manera antes.
—No lo había pensado de esa manera.
Asintió con la cabeza arqueando una ceja y movía constantemente un anillo grueso que decoraba su dedo anular.
—A todo esto ¿Cómo te llamas? —posó su codo suavemente en el bordillo de mi ventana.
—Me llamo Sarah.
—Pero ese es tu nombre humano.
—¿Humano? ¿Debería tener otro nombre? —Me sentí algo consternada ante esas palabras.
—Obviamente súcubo ¿No te lo habían comentado?
—No, la verdad no.
—Tienes una nueva misión entonces.
Un ser redondo color verde musgo y velludo pasó frente a nosotros, tenía pies pequeños de color rojo con solo dos dedos redondeados, alas pequeñas de abeja y 4 brazos que salían de sus costados entre la enorme capa de pelo.
Soltó una especie de zumbido, y el íncubo a mi lado le saludó amablemente levantando su mano y con una gran sonrisa.
Al parecer la amabilidad existía entre los seres del infierno, solo que yo la desconocía.
—¿Y cuál sería tu nombre? —pregunté con suma curiosidad.
—En vida Nicholas, ahora, Treek.
—¿Qué rayos significa eso? —pregunté burlonamente.
—Nada —me respondió entre risas, sus dientes eran perfectamente blancos y derechos –mezcle unas cuantas letras y eso salió–
—Que profundo —mi tono burlesco apareció nuevamente.
—Eres ruda, me agradas.
—Gracias, pero solo sigo un consejo que me dieron.
—¿Quién?
—El demonio que me trajo aquí.
—¿Cómo se llama?
—Ignon.
Abrió sus ojos irradiando miedo, una gota de sudor apareció en su frente y se rascaba maniáticamente el dedo donde mantenía el anillo.
Nunca creí ver a un demonio asustado, se suponía que eran valientes, rudos, malévolos y sin temor de nada. Pero este íncubo reaccionó de una manera totalmente extraña.
—Yo, yo no debería estar hablando contigo —su voz se entre cortó y se alejó apresuradamente de mi ventana.
—Oye, pero...
Traté de impedir que se fuera pero su vuelo no se interrumpió por más que le grité, hizo caso omiso a mi petición y no sería nada conveniente acosarlo, mi intención de sacarle información sobre el infierno falló totalmente.
Su miedo notorio al nombrar a Ignon, lo hizo desaparecer de mi vista casi al instante.
¿Qué rayos hacía Ignon para que otro demonio temiera así de el?
Era extraño, no pude creer en ese momento que un íncubo irradiara un temor tan grande hacía un ser de su misma calaña.
Al parecer Ignon guardaba más secretos de los que yo creía e ignoraba totalmente, y eso provocó un gran interés en saber más de él, sería una dura misión, ya que el bello y particular carácter de ese demonio era muy difícil de conllevar.
Pero por un momento me sentí privilegiada por ser exigida por un demonio tan temido y respetado como él.
Aparté con dificultad la idea de mi mente para enfocarme en mi objetivo: mi siguiente alma.
Tenía la hermosa idea de decorar mi nuevo lugar en el infierno con cosas del otro lado. Si podía traer cigarrillos ¿Por qué no alguna chuchería que me gustara? Haría el intento sin dudarlo.
Salí por mi ventana y subí esas escaleras oscuras que me llevaban al "primer piso" del infierno, todo parecía normal, pero vi algo que me sorprendió bastante.
Una luz blanca resplandeciente sofocó mis ojos por un momento, apuntaba hacia el mar de sangre y no muy lejano a ella, se encontraba el Master sentado en su trono y riendo fuertemente de forma burlesca.
Un montón de cuerpos caían al mar de sangre sonoramente y parecían chapotear luchando por salir de ahí. Esa lucha más de 15 segundos no duraba, porque sus cuerpos se derretían dejando una masa pegajosa que se hundía en la sangre y sus huesos quedaban flotando encima como una muy poco sutil decoración de halloween.
Al mirar hacia arriba noté que había unos demonios flotando en el aire rodeaban esa luz cual polilla.
Estiraban sus brazos y recibían de golpe algún cuerpo, cualquiera tenía la posibilidad de caer en sus brazos para ser lanzados con una fuerza descomunal hacia abajo provocando que el cuerpo se hundiera hasta lo más profundo del mar, sin darle tiempo siquiera para luchar su salida.
Y uno de esos bellos demonios malévolos que disfrutaban torturar, era Ignon.
—¡La danza de la muerte! ¡La danza de la muerte! —esa frase se repetía constantemente desde las bocas de los demonios.
No logré entender que significaba hasta que Ignon me lo explicó.
Al parecer esos cuerpos eran de los caídos que mantuvieron vida después de su muerte en el otro lado sin propósito alguno.
En pocas palabras, eran fantasmas que deambulaban por el otro lado pidiendo ayuda para su descanso eterno, y al no obtenerlo, terminaban cayendo en un fin doloroso y brutal.
Me dijo que tuve mucha suerte al poder apreciar tal maravilla, porque ocurría muy escasas veces. En el largo tiempo que llevaba el ahí, había podido vivir el ritual "la danza de la muerte" tan solo 2 veces, y en su rostro de felicidad se notó que era verdad lo que me dijo.
De cierta manera la vista era increíble, pero yo debía seguir con mi trabajo, así que solo pedí a mi collar que me llevará a mi próxima alma.
Aparecí en una gran ciudad, edificios departamentales enormes repletos de publicidad cubrían la vista con miles de personas que caminaban apresuradamente con móviles grandes en sus orejas.
Me sentí algo frustrada de ver tanta gente acumulada y junta casi como robots, agregándole tambien que no tenía idea cuál era mi próxima alma a conseguir.
¿Un alma de trabajador? Quizás, pero era un inútil desperdicio de un espacio tan valioso en el trono de Satán, así que solo seguí mi instinto y busqué alguna víctima con suma paciencia.
Me pareció haber divisado a lo lejos otra hermosa súcubo que observaba detenidamente hacia abajo, tambien en busca de su víctima, al parecer no había notado mi presencia, vi como se lanzó en picada al suelo para luego desaparecer entre la multitud.
Un hombre en traje tipo mafioso de color negro con un sombrero al capone, que llevaba consigo un brillante maletín plateado captó mi atención inmediatamente. Parecía muy despreocupado a diferencia de los demás y caminaba a paso corto y lento.
Pero el peor error que pude haber cometido fue ese, haber fijado mi atención en el hombre de traje, haberlo tachado como mi objetivo, haberlo buscado y perseguido para convertirlo en mi próxima alma a entregar.
Sin quererlo, desaté una horrible situación que se saldría de mis manos en poco tiempo y que saldría perjudicada de la peor manera posible.
¡Hola lectores!
¡Nuevo aviso!
¡1k leídos! ¡Yupiiiii! (Inserte aquí emoji de celebración)
Además de que la historia ganó su segundo concurso en Terror/Paranormal, pero ahora en segundo lugar, ¡estoy súper extra contenta por haber ganado*0*! ¡es increíble! :3
¡Millones de gracias y besitos para ustedes!❤
By:Demona
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