Perú - Lunes 30 de Marzo

   
La situación empeoraba cada día más, tanto en la capital como en las provincias aparecían cada vez más infectados, y eso debido a que la mayoría de la población no respetaba y obedecía las medidas que el estado había tomado, lo que por un lado era entendible ya que la mayoría de personas del país tenía un trabajo informal y trabajan para comer del día a día, sin embargo aquello solo había causado que el estado de emergencia se extienda treinta días más convirtiéndose así en una cuarentena en toda regla desde la tarde anterior.

Alejandra y yo nos las arreglamos para abastecernos nuevamente con lo necesario para poder vivir al menos los próximos quince días, nuevamente.

El trabajo de mi novia había sido reducido ya que no muchas empresas privadas estaban contratando campañas publicitarias de la compañía donde ella trabajaba como diseñadora. Mi trabajo por el contrario había aumentado ya que al trabajar para una editorial los textos que me enviaban para corregir llegaban como el aire que respiraba.

Fue en la noche de ese día en el que me encontraba corrigiendo uno de los textos que me habían enviado cuando tocaron la puerta del departamento donde vivíamos, Ale pensando que era un vecino pidiendo azúcar o sal, algo común en estos días, fue a abrir poniéndose una mascarilla por precaución.

Cuando sentí que tardaba demasiado en volver fui a buscarla sin esperarme para nada la imagen frente mío.

Ahí frente al umbral de mi puerta estaba parada mi mamá con un bolso y maleta a sus pies mirándome fijamente.

— Decretaron cuarentena y ya no puedo quedarme en mi casa. ¿Puedo quedarme contigo? —preguntó mi progenitora dejándome sin palabras y con muchos recuerdos invadiendo mi mente.

"No nos busques nunca en tu vida" había dicho mi papá antes de empujarme a calle y mi madre había apoyado su palabras diciendo que ya no era su hija.

Sin embargo ahí estaba ella y contra todo pronóstico me buscaba y pedía quedarse conmigo.

Ah... Ironías de la vida.

— La situación en donde vivo es precaria y peligrosa por la infección ¿Me recibirás o me echarás?

Podía sacarle en cara sus palabras pasadas y el poco apoyo que me había mostrado hace seis años como excusa para no recibirla pero no estaba en mí ser así y si algo había aprendido en el tiempo que llevaba con Alejandra era que yo era mejor persona de lo que habían sido las personas que me dieron la espalda.

— Pasa —dije esperando no equivocarme en el recibirla en mi hogar.
     

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