Capítulo 56. Otra discusión
---- NARRADORA OMNISCIENTE ----
Llegó la noche y todos estaban presentes en la mansión de los Fainello. Melanie se notaba tan tranquila, sentada junto a la señora Berenice. Se encontraban en la gran sala.
—Familias, tengo un grato anuncio que darles. —llegó de pronto, Quinn, con el sobre de los resultados en la mano. A su lado, estaba Matteo.
—Hija, no nos digas que también estás por casarte con alguien. Todavía no asimilamos que Matteo se haya comprometido tan rápido. —bromeó la señora Berenice.
—No, madre. No me casaré con nadie. Pero la noticia que traigo, tienen que saberla todos. —dijo Quinn muy firme. —Melanie, hermanita, levántate por favor. —le pidió de forma sarcástica a ella.
—¿Por qué? —preguntó Melanie.
—Porque es una sorpresa para ti. —respondió Quinn, con una sonrisa fingida.
Melanie se levantó del sofá, muy contenta, pensando que Quinn le daría alguna sorpresa para ella, y así era, pero no imaginaba lo que le esperaba.
—Ya dinos la sorpresa, querida. No podemos esperar más. —comentó la madre de Matteo.
—Está bien. —dijo Quinn. —Madre, padre... —se dirigió a sus padres. —Aquí les entrego los papeles de los resultados de ADN que le hice a Melanie sin que se diera cuenta, comparado con nuestras muestras. —le entregó los papeles a su padre, y éste los abrió para verlos junto a su esposa. —Resulta que Melanie no es mi verdadera hermana ni tampoco su verdadera hija. —soltó Quinn y Melanie quedó en shock.
Los padres de Quinn vieron aquellos resultados en los papeles, los cuales, confirmaban lo que ella decía.
—Es cierto... Melanie no es nuestra hija. —comentó el señor Miranda.
—No le crean, está diciendo mentiras porque no me quiere. De seguro mandó a alterar los resultados. Tiene dinero y pudo pagar a algún laboratorio para que hiciera eso. —exclamó Melanie, con cierta firmeza en sus palabras, pero por dentro, empezaba a temer por lo que pasaría.
—Melanie, deja de mentir. Si no creen en los resultados, entonces llévenla ustedes mismos a realizarse otras pruebas, y verán que Quinn dice la verdad completamente. —mencionó Matteo, de forma seria.
—Melanie, ¿Cómo pudiste hacernos esto? Te hiciste pasar por nuestra hija y en realidad nos mentiste todo el tiempo. —dijo la señora Berenice, casi llorando. —Te traté como mi hija, te quise como tal, y aun así, continuaste mintiendo.
La señora Berenice se desmayó de la impresión, y su marido alcanzó a tomarla entre sus brazos.
—¡Bere! —gritó preocupada la madre de Matteo.
—Melanie, lárgate de nuestras vidas ahora mismo. No quiero volver a verte cerca de nosotros. —exclamó él señor Miranda, muy molesto.
Melanie quería correr para irse de la mansión, pero llegaron unas personas a detenerla.
—¿Quiénes son ustedes? —preguntó ella muy asustada.
—Son del hospital psiquiátrico. Los llamé porque es obvio que necesitas ayuda, independientemente que seas o no mi hermana. Ahora irás con ellos. No me agradezcas el favor. —comentó Quinn.
—¡No! ¡No me pueden hacer esto! ¡No estoy loca! ¡Ahhh! —gritó Melanie, mientras le ponían una dosis de un medicamento tranquilizante y se la llevaban.
Por otra parte, Farah seguía en su departamento, sola, contemplando las fotos de Matteo con ella, mientras bebía otra botella con alto contenido de alcohol.
—Matteo, ya va a ser año nuevo en unos días y aún no estás conmigo. Estás con esa tipa que se metió en tu vida. Pero no me preocupa, porque haré que vuelvas a mi lado. No puedes casarte con ella, me perteneces. Eres mío, sólo mío. Aunque no te entregaste a mí en cuerpo, pero eres mío. —decía en voz alta, como si hablara con él. —Eres mío. —rio como una loca.
Abigail se había enterado de que la señora Berenice estaba hospitalizada por el desmayo que le provocó la impresión de saber que Melanie no era su hija. Abi acudió al hospital, junto con Nara, para apoyar a Quinn. Se encontró con Matteo, quien también estaba ahí.
—Quinn, lamentamos lo que pasó. Espero tu mami se recupere pronto. —Abi la abrazó.
—Gracias, chicas. Me hacen sentir querida por venir a acompañarme. Aunque no hace falta. Mi papá está conmigo. —respondió Quinn.
Después de unas horas, Matteo regresó a la mansión, y Abi lo acompañó. Entraron y se sentaron en la cocina. Las sirvientas estaban limpiando la sala y las recámaras. Él le contó todo lo que había pasado con Melanie.
—Era de esperarse la impresión que tuvieron los padres de Quinn. Ellos estaban seguros que Melanie era su hija, porque estuvo mintiendo muy bien. Sí que es buena actriz. —comentó Abi, al respecto.
—Así es, amor. Pero lo bueno es que toda esta mentira ya acabó. Sólo espero que Quinn encuentre a su verdadera hermana lo más pronto posible. Ella merece ser feliz, después de todo lo malo que vivió por culpa de Melanie. —comentó Matteo.
—Yo también espero que la encuentre. —dijo Abi, sabiendo todo por dentro.
—Soy un grosero. Te traje conmigo a la mansión, y no te he ofrecido nada. ¿Quieres algo de tomar o comer? Lo puedo preparar.
—Sólo quiero un té de manzana con canela, por favor, cariño. —sonrió ella.
—Entonces ahora vuelvo, lo prepararé.
Mientras Matteo preparaba la bebida, Abi se mensajeaba con Neal, para ver cómo seguía él, en cuanto a su ánimo. Su novio volvió con una taza de té caliente.
—Aquí tienes. Disfrútalo, amor. —dijo Matteo, poniendo el plato con la taza en la barra donde ella estaba sentada.
—Gracias, Neal. —soltó ella.
Matteo borró su sonrisa al escuchar a su novia llamarlo por otro nombre, la quedó viendo directamente. Mientras tanto, Abi se sentía tan avergonzada por haberle llamado "Neal" a su novio. También lo quedó viendo, llena de vergüenza y miedo por haberle dicho eso. No tenía palabras para disculparse.
—¿Cómo me llamaste? —preguntó Matteo de forma seria.
—Perdón, Matt. No fue mi intención llamarte así. —Abi se levantó del asiento, para disculparse.
—Es que... es increíble, Abigail. —sonrió sarcástico, pasando una mano por su cabello. —Llevamos saliendo un tiempo y es increíble que todavía estés pensando en ese tipo. —dijo serio.
—No fue mi intención, Matt. Discúlpame. Se me salió decir su nombre. Lo hice sin pensar.
—Claro que sí estabas pensando, en él. Y me lastima que aún no puedas sacarlo completamente de tu vida.
Matteo se iba a retirar de la cocina, pero Abi lo tomó del brazo.
—Matt, ¿A dónde vas? No me dejes. —ella se aferró a su brazo, como si su vida dependiera de ello.
—Creo que, necesito estar solo, Abi. No me hables por ahora. No quiero ser grosero contigo y decir cosas que nos pueda lastimar a ambos. Déjame solo, por favor. —mencionó él, quitándose las manos de su novia, y yéndose de la cocina hacia su habitación.
Abi se sentía terrible con todo eso, había lastimado el corazón de su novio, o mejor dicho, su prometido.
Ella salió de la mansión y caminó sin rumbo alguno. Las horas pasaron y ella había llegado a un parque pequeño. Se sentó en una banca, mientras veía a los niños jugando y riendo, junto con sus padres y otros niños.
—Desearía ser niña nuevamente. Así no tendría los problemas que tengo ahora. —comentó para sí misma. Empezó a sollozar.
De pronto, llegó Farah, a donde Abi estaba. Farah se veía terrible, vestía casi como una indigente, sólo que traía unos lentes oscuros. Se acercó a Abi. Notó que ella lloraba.
—¿Qué sucede, Amanda? ¿Matteo te dejó? —Farah se sentó junto a ella, burlándose de su estado.
—¿Farah? —preguntó Abi, reconociendo la voz de ella, pero estaba impresionada por cómo lucía su aspecto ahora.
—La misma, querida. Veo que estás llorando. De seguro Matteo ya se hartó de ti. ¿Te dijo que todavía me ama?
—No estoy llorando por él. —mintió.
—A mí no me engañas. Él todavía me ama. Se muere por mí. Tú nunca serás suficiente para él. Y para que me creas que él me ama de verdad, te mostraré mis fotos con él. —sacó su celular.
Farah le mostró a Abigail, todas las fotos que se había tomado con Matteo, desde Italia hasta los Ángeles. Había muchas fotos de ambos, siendo felices, compartiendo tantos momentos y también besándose. Abigail comenzaba a sentirse mal, al ver lo feliz que lucía su novio a lado de Farah.
—Si quieres más pruebas, entra a su habitación, y encontrarás un oso de peluche tipo panda que compramos juntos en Italia. El osito que está en esta foto. —señaló la pantalla de su celular. —Todavía lo tiene, porque le recuerda a mí. Si no me amara de verdad, no lo tendría. Incluso puedes revisar sus fotos del celular también, no ha borrado nuestras fotos. —Farah sonrió. Sabía que eso le dolería a Abigail.
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Nota: ¡Upsi! Abigail cometió el gran error de nombrar a Matteo erróneamente. ¿Cuánto le costará ese "pequeño" error? No se pierdan los últimos capítulos.
-Lau De Nu'est
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