Capítulo 50. Noche de karaoke
---- MATTEO ----
Llegué a la mansión junto con Hanna, mi nueva compañera protagonista de la nueva serie que haríamos. Papá insistió tanto en invitarla. Todos entramos a la casa y Quinn se acercó a mí, antes de que pudiera entrar a la sala con los demás.
—Matt... tu novia está aquí en la mansión. —habló ella.
—¿Abi está aquí? —pregunté, buscándola con la mirada.
—Sí, ya tiene mucho tiempo esperándote. Está sentada en el jardín trasero. Dijo que quería venir a cenar contigo. Le dije que estabas ocupado, pero vendrías más tarde.
—Gracias, Quinn. Iré con ella.
Mi corazón se aceleró al saber que mi novia había venido a verme. No quise ir directamente al jardín trasero, me dirigí a la parte de la casa, donde se podía ver ese jardín a través de una pequeña ventana. La miré, ella estaba sentada, mirando al cielo. Nuevamente hacía esos movimientos con sus manos al aire. Me daba curiosidad saber qué era lo que hacía con eso. Hasta su amigo sabía, excepto yo, y eso me ponía celoso. Me dirigí hacia el mero jardín. Al llegar, ella se había levantado y se dirigía caminando hacia la puerta trasera de la mansión.
—Abigail, ¿A dónde vas? —alcancé a preguntarle, y ella se detuvo y giró para verme.
—Matt... —dijo seria.
—Quinn me dijo que has estado esperándome desde hace unas horas aquí. ¿Y ya te vas?
—Sí, lo que pasa es que, recordé que tengo otra tarea pendiente. Entonces ya me voy. Pero me da gusto verte.
—No quiero que te vayas, Abi. Ven, acércate. Quiero que hablemos.
Ella me miró un poco cabizbaja y se acercó hacia mí. Quedamos frente a frente.
—Hace unos minutos, te vi por la ventana. Estabas haciendo unos movimientos con las manos hacia el cielo, y tengo curiosidad. ¿Por qué haces todo eso? —pregunté.
—Es algo muy tonto. Mejor no te digo. Sonaría muy inmadura. —respondió.
—¿Entonces yo no puedo saberlo, pero tu amigo sí?
—¿Cómo?
—Abigail, ayer fui a tu edificio. Te vi con ese chico y los vi haciendo los mismos movimientos. No puedo creer que no me quieras decir qué significa eso, a mí que soy tu novio, pero él sí lo sabe.
—¿Estás enojado?
—Estoy celoso, Abi. Y sí, estoy enojado también, porque llevamos algunas semanas siendo novios y no puedo creer que todavía no confíes en mí. Apenas te veo, y cuando lo hago, me sigues tratando de la misma manera que antes. Eso me duele. No soy un extraño, ni soy tu amigo, soy tu novio.
—Lo siento, Matt. No sabía que todo eso te lastimaba.
—Así es, me duele que me trates así. Me gustaría que me dieras mi lugar como tu novio, que soy.
—Quinn me dijo que aceptaste el protagónico de la serie.
—No trates de cambiar el tema. Estamos hablando de nosotros.
—No soy muy cariñosa, Matt. Ni con Neal fui tan cariñosa ni melosa. Así que, no esperes eso de mí. No soy tan buena novia.
—Entonces tendré que enseñarte a ser un poco más así. —dije, tomándola por la cintura, acercándola más a mí.
—Oye, tus padres nos pueden ver...
—No me importa, somos novios, no tenemos por qué avergonzarnos de las muestras de cariño que nos demos, incluso delante de todos.
Tomé su rostro con la otra mano, la besé en los labios profundamente. Ella ni se esperaba ese beso. Continué saboreando sus labios hasta que, ambos nos quedamos sin aliento y sin respiración.
—Wow... eres muy brusco para besar. —comentó ella, apenas pudiendo respirar.
—Estuve aguantando varios días para besarte.
Ella se sonrojó y yo me sentía aliviado. Luego de unos segundos, ella me abrazó, rodeando mi cintura con sus brazos. Correspondí ese abrazo, acariciando su cabello y su espalda. Le di un beso tierno en la cabeza. Ella realmente me encantaba y me hacía sentir tan bien.
Quería que ella se quedara a cenar conmigo en la mansión, pero tuvo que irse al departamento.
—Me da gusto que Matteo haya aceptado el protagónico y a tu lado, ambos serán tan perfectos juntos en la pantalla. Harán un éxito de la serie. —comentó papá muy entusiasmado.
—Haremos nuestro mejor esfuerzo en la serie, señor Fainello. —respondió Hanna.
Todos estaban contentos por mi nuevo proyecto, pero en realidad, yo no quería aceptarlo. Sólo lo había hecho porque me había molestado con Abi, y acepté sin pensarlo. Ahora no tendría más tiempo libre para dedicarle a mi novia.
Llegó el viernes por la noche. Invité a mi novia a la mansión. Habría noche de karaoke entre todos nosotros: Giovanni, Quinn, Isabella, Nara, Abi y yo. También algunos amigos de Isabella y Quinn. Nos encontrábamos en la sala. Mis padres no estaban, y la señora Berenice se había ido a cenar fuera con Melanie. Sólo estábamos nosotros.
—¿Te estás divirtiendo? —me acerqué a Abi, rodeándola por la cintura.
—Obviamente. Me encanta la noche de karaoke. Aunque no se vale, tú ya tienes una linda voz, nos ganas a todos. —respondió ella, muy contenta.
—Tú también cantas precioso. Además de que eres muy hermosa. —le di un beso en la mejilla.
Durante varias horas, nos divertimos mucho cantando, haciendo bromas y riendo, hasta que, llegó la señora Berenice junto con Melanie. Nos quedaron viendo y Giovanni detuvo la música.
Abi estaba sentada en mis piernas, mientras yo la detenía por la cintura.
—¿Qué es todo esto? —preguntó la señora Berenice, se notaba molesta.
—Buena noche, señora. Es que, estábamos haciendo una pequeña reunión. —respondió Isabella, quien estaba bailando con uno de sus amigos.
—Entonces, ¿Sólo esperaron a que mi hija Melanie no estuviera en casa para no invitarla? —preguntó la señora, aún más molesta.
—Madre, no exageres. Tú quisiste llevar a Melanie a cenar fuera de la mansión, y no te dijimos nada para no interrumpir ese momento madre e hija. —respondió Quinn.
—¡Eres una mala hermana, Quinn! —exclamó Melanie, también estaba molesta.
—Oye, no te permito que le hables así a Quinn. —dije molesto.
Abi se levantó de mis piernas y me acerqué a Melanie.
—Todos son tan malos conmigo. Siempre me excluyen de todo. Nadie me quiere en esta casa. Ojalá nunca hubiera encontrado a mi verdadera familia. —dijo Melanie en voz alta, para después echarse a correr hasta su habitación.
—Eres un egoísta, Matteo. Y todos son unos egoístas con mi hija Melanie. Sigan con su estúpida fiesta, yo iré a consolar el corazón roto de mi hija. —habló en voz alta la señora Berenice.
—Madre... —trató de detenerla Quinn.
—Y tú, ni siquiera quieres a tu hermana. Después de años buscándola, no te importa nada. Ella tiene razón, eres una mala hermana. Y también una mala hija. —respondió la señora Berenice, casi gritándole a ella. Después, subió las escaleras.
Quinn había quedado destrozada con las palabras de su madre. Me llené de rabia por escuchar a esa señora hablarle así a ella. Quinn se cubrió el rostro, dándonos la espalda. La tomé del hombro.
—Quinn, ¿Estás bien? No lo dijo enserio. —dije y ella se echó a correr por la puerta de la cocina. Fui detrás de ella.
La alcancé hasta que llegó al jardín trasero. Se sentó en la banca a llorar. Me senté junto a ella y la abracé. Ella sollozaba, mientras hundía su cabeza en mi pecho.
—Mi madre no era así conmigo antes... —habló ella entre sollozos. —Pero desde que encontramos a Melanie, ha cambiado mucho. Se ha vuelto más dura conmigo. Ya ni siquiera hablamos como antes, siempre está molesta, pero con Melanie es un amor. No estoy celosa de mi propia hermana menor, pero yo no merezco esos malos tratos. Siempre me he esforzado por ser buena con ellas.
—Lo sé, Quinn. No te preocupes. Eres una excelente persona, amiga y hermana. Lo digo enserio, eres la mejor amiga que pude tener. —le acaricié la cabeza, para tranquilizarla.
—¿Sabes? A veces siento que Melanie no es mi verdadera hermana. No se lo he dicho a nadie, pero, siento que ella es tan distinta a mí y a mis padres. No tenemos nada en común.
—Yo también opino lo mismo que tú. A veces las veo a ambas y, no puedo creer que sean hermanas.
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Nota: Llegamos a la recta final de ésta historia. Últimos capítulos. Gracias por leer hasta aquí mi novela. Espero que les siga gustando tanto como a mí. :3
-Lau De Nu'est
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