Capítulo 48. Matteo enfrenta a su familia


---- ABIGAIL ----

Estuve dándole asesorías de algunas materias a David. Nara nos miraba sonriente, como insinuando algo.

—Fui con Giovanni a la feria y comimos mucho. Estoy exhausta. ¿Cómo te fue con Matt? —preguntó ella.

—Ya no salimos hoy, pero quizás salgamos mañana. —respondí.

—Pensé que irían al cine hoy.

—Llegó Neal y ya sabes, casi se pelearon.

—Se te juntó el ganado. —rio.

—Tampoco es para tanto.

Por la mañana siguiente me dirigí a la mansión, pero no entré. No quería volver a sentirme encerrada en ese lugar. Decidí mandarle un mensaje a Matteo.

"Hola, Matt. Estoy afuera de la mansión. Vine para verte". Escribí.

"Mi amor, realmente me sorprendiste. Apenas iba a ir a tu departamento. Ahora mismo salgo". Respondió él.

Esperé unos minutos y salió él, dibujando una sonrisa al verme. Venía vestido de forma casual. Con cualquier prenda era guapo.

—Amor... —habló él, acercándose a mí para darme un abrazo.

—Matt, te extrañé. —sobé su espalda.

—Yo te extrañé más. Te amo tanto. —me dio un beso en la mejilla.

Me sonrojé y me alejé un poco. Me sentía extraña. Estaba tan acostumbrada a ver a Matteo tan serio y frío, que me era raro verlo sonriente y alegre conmigo.

—¿Qué te pasa? —preguntó.

—Es que... aún no creo que todo esto esté sucediendo. Pienso que estoy soñando o algo así. Es decir, tú y yo juntos. Nunca me lo habría imaginado.

—Pues créelo, porque es verdad. Esto es real, mi amor, lo nuestro es real y también lo que sentimos. —él tomó un pequeño mechón de mi cabello y lo colocó tiernamente detrás de mí oreja. Después, puso su frente contra la mía. —Quiero protegerte siempre y amarte como lo mereces. —me abrazó fuertemente.

—Te quiero, Matt. —dije, mirando su rostro.

—Yo no te quiero. Te amo. —me dio un beso en los labios.

De pronto, llegó la señora Berenice, quien nos vio besándonos afuera de la mansión y no dudó en soltar su veneno.

—No puedo creer que prefieras andar con una muchacha grosera como ella, en lugar de mi hija Melanie. Sin duda estás ciego, Matteo. —habló ella.

—Mis asuntos personales no le incumben en lo absoluto, señora Berenice. —respondió Matteo. —Ni usted ni nadie, ni siquiera mis padres pueden obligarme a querer a otra persona.

—Mi hija Melanie es mucho mejor persona que tú. —la señora se dirigió a mí.

—Será mejor que me vaya. —respondí, pero Matteo me tomó de la mano.

—No, tú no te irás, amor. Acompáñame. —comentó él, llevándome a la mansión.

—¡Escuchen todos! —gritó Matteo dentro de la mansión, aún me tomaba de la mano. —¡Familia Fainello y todos los que viven aquí! Voy a darles un anuncio importante.

Pronto bajaron sus padres, su hermana Isabella, Quinn, Melanie y las sirvientas salieron de la cocina.

—¿Por qué gritas así, hijo? Tu padre debe descansar. —dijo la señora Fainello.

—Quiero que todos se enteren que estoy enamorado de Abigail y nunca voy a soltar su mano. —respondió Matteo en voz alta, levantando nuestras manos entrelazadas. Debo admitir que me moría de la vergüenza. —Y no me importa lo que todos ustedes piensen, porque no dejaré a Abigail. La amo y deseo estar a su lado siempre. Y no permitiré que la insulten, ni en mi presencia, ni mucho menos cuando yo no esté presente. ¿Entendieron?

Podía sentir las miradas de todos encima. Realmente me moría de la pena. Era obvio que yo no era bienvenida.

—Basta, Matt. No obligues a tu familia a aceptarme. De verdad no tengo problema con eso. —le susurré.

—Estoy harto de que te traten mal. Si no permití que tu madre te tratara peor, tampoco permitiré que mi propia familia lo haga. Te defenderé siempre, mi amor. —respondió él.

—Matteo, hijo. Este no es momento de venir y revelar lo que sientes así como así. Recuerda que tu padre aún está delicado de salud y no queremos afectarlo más. —habló la señora Fainello. Se notaba un poco molesta.

—Yo acepto tu relación con Abigail, hijo. —respondió el señor Fainello, con una sonrisa leve.

—Yo también la acepto. —dijo Isabella muy contenta.

—Yo también los apoyo. Son una linda pareja. —mencionó Quinn, igual de contenta.

Las únicas que no dijeron nada al respecto, fueron la señora Fainello, la señora Berenice y obviamente, Melanie.

Matteo y yo comenzamos a salir formalmente como novios. Me había alejado de Neal, tuve que decirle que había elegido estar con Matteo. Neal se molestó al principio, pero después, lo aceptó y continuamos siendo amigos, sólo que, sin salir, para evitar malos entendidos.

Mi novio me había invitado a desayunar a la mansión. Aunque obviamente no me sentía bien estando en ese lugar, acepté sólo por él.

Todos estábamos sentados, desayunando tranquilamente hasta que, la señora Berenice soltó su veneno, como siempre.

—Mi querida Melanie va a interpretar una canción en las audiciones para la escuela de música. Me encantaría que estuvieras presente para apoyarla, Matteo. —habló ella, dirigiéndose hacia él.

—Creí que ya estaba estudiando comunicación. —respondió él, algo indiferente hacia lo que le habían dicho.

—Sí, pero me di cuenta de que me gustaría estudiar música, al mismo tiempo. Dos carreras son mejor que una. —dijo Melanie, tratando de presumir.

—Cada carrera es pesada de estudiar, ¿Segura que podrás con ambas? —preguntó Matteo, después de masticar un bocado.

—Pero por supuesto que podrá. Mi hija es muy inteligente. —respondió la señora Berenice, adulando a su hija.

—Lo siento, Melanie. Tengo otros planes que hacer. Le prometí a mi novia salir con ella hoy. —habló Matteo.

—No seas grosero, hijo. Melanie nos necesita para apoyarla. ¿No crees que tu cita puede esperar para otro día? Dedícale hoy a Melanie. Se lo merece, se ha esforzado mucho. —habló la señora Fainello.

Matteo me miró y yo hice lo mismo. Era obvio que él no quería acompañar a Melanie, pero yo tampoco podía impedirle nada, a pesar de ser su novia.

—Tu mamá tiene razón, no deberías ser grosero con Melanie. Acompáñala. —me limité a decir.

—Está bien. Iré un rato. —dijo Matteo. —Y mañana saldremos. —me dijo.

—Me da gusto que vayas a ir conmigo. Seguramente me vas a dar buena suerte, Matteo. Serás mi amuleto, mi hermoso amuleto. —comentó Melanie. Ella y su madre estaban contentas, al igual que la señora Fainello.

A Isabella y Quinn no les agradaba la idea de que Matteo fuera a acompañar a Melanie. El padre de Matteo no dijo nada, sólo se limitó a comer.


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Nota: ¿Quién más odia a Melanie? Esperemos no se salga con la suya. 

-Lau De Nu'est

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