Capítulo 35. El secreto de Melanie
---- ABIGAIL ----
Después de otra jornada laboral, Nara me acompañaba esta vez a la mansión. Tenía estrictamente prohibido llevar a mis amigos a la casa de los Fainello, sobre todo si yo tenía amigos fanáticos de Matteo o de alguno de sus padres, quienes fueron famosos desde hace años. Pero Nara era de mi entera confianza y aunque ella admiraba a Matteo como actor, no era fan de él ni de sus padres.
—Lo que no me gusta de estar en los dulces y palomitas, es que termino oliendo a mantequilla. Al principio me gustaba, pero ahora me fastidia. —platicaba Nara, mientras llegábamos a la mansión.
Entramos por el jardín trasero de la casa. Casi llegamos al mero jardín, pero escuchamos la voz de Melanie, quien estaba hablando por celular. Nara y yo decidimos ocultarnos entre los arbustos, para escucharla.
—Sí, hermana, no te preocupes. Nadie se ha dado cuenta de la verdad. Matteo se fijará en mí, y no me importa si tengo que seguir fingiendo ser la hija perdida de Berenice. —rio —Si vieras cómo me tratan. Ya me gané a todos, incluyendo a la familia de él. Ya sólo falta que logre sacar a la estúpida de Amanda, que no tardará en irse de la mansión. Tengo que ser la esposa de Matteo Fainello, así, además de que me quede con él, seremos ricas, y lo tendremos todo.
Nara y yo nos quedamos viendo en silencio al escuchar a Melanie. Ella colgó el celular y se dirigió al interior de la mansión. Nara y yo nos esperamos diez minutos para entrar también.
—No puedo creer lo que escuchamos, amiga. Es un chisme enorme. ¿Deberíamos decirle a alguien? —preguntó Nara, mientras entrábamos a la casa. Íbamos hablando en voz baja.
—No, amiga. No hay que decirle a nadie. Mejor que esto que escuchamos, quede entre nosotras dos. Si decimos algo, podemos meternos en problemas. Además, ese no es nuestro asunto. —respondí, mientras ambas entramos a la cocina.
—¿De qué están hablando? —preguntó Matteo, quien estaba detrás de nosotras. Venía acompañado de Giovanni y su amiga.
—De nada, un chisme del trabajo, ¿Verdad, Abi? —preguntó Nara, evadiendo lo que pasaba.
—Así es. En el trabajo hay muchos chismes. Pero nada importante. —respondí.
—Hola, Nara. —saludó Giovanni.
—Hola. —respondió Nara, ocultando sus celos por la amiga de Giovanni.
—Abigail, ¿Podemos hablar en privado? —preguntó Matteo.
Él y yo fuimos al jardín para platicar. Me sentía avergonzada con él, por lo que pasó la noche anterior con Melanie, y también por haber dormido juntos.
—Mañana me acompañarás a una conferencia de prensa. Hablaremos de nuestro noviazgo y del compromiso. —habló Matteo.
—Está bien. Ahí estaré. —respondí nerviosa.
—Otra cosa... ¿Cómo estás después de lo de anoche con Melanie? ¿Te sientes mejor?
—Eh... bien. Ahora tengo miedo de dormir en la habitación, por si a Melanie se le ocurre acuchillarme a media noche, pero dentro de lo que cabe, creo que estoy bien. —respondí algo sarcástica.
—No tengo problema en que duermas en mi habitación. —dijo serio y mirándome a los ojos.
—No te preocupes. No quiero incomodarte.
—No me incomodas. Anoche dormimos bien. Aunque, cuando desperté, ya no estabas. Saliste muy temprano y no me di cuenta.
Recordé lo de esta mañana, eso de amanecer con Matteo abrazándome, me daba cierto escalofrío otra vez.
—En serio, no me da miedo dormir sola.
—Está bien, pero si tienes algo de miedo, puedes llamarme y dormiré junto a ti otra vez.
—Gracias. Me tengo que ir. Invité a Nara y no quiero dejarla sola. —dije, retirándome del jardín.
Mientras caminaba de nuevo a la cocina para ver a Nara, empecé a sentir cierta emoción. Era una alegría inexplicable, como si los músculos de mi cara me forzaran a sonreír como tonta. Sonó mi celular, me había llegado un mensaje de Neal.
"¿Podemos vernos hoy?"
Ya era casi la hora de la cena, pero me hice un tiempo para ver a Neal. Fingí acompañar a Nara hasta su casa, aunque, en realidad, a ella la había venido a recoger su madre.
—¿Vamos a otro restaurante? —le pregunté, mientras él conducía.
—No, vamos a un lugar especial para mí. —respondió con una sonrisa.
Después de un par de horas, llegamos al viejo vecindario en el que vivíamos. Me sorprendió que Neal viniera a este lugar, es decir, que al ser famoso, aún viniera hacia sus orígenes. Bajamos del auto y nos dirigimos a una pequeña barda grafiteada. Sabía muy bien lo que significaba estar ahí. Una sonrisa se dibujó en mi rostro al recordar todo lo que viví en ese lugar, a lado de Neal. Él y yo nos subimos a la barda para sentarnos.
—Es una linda noche. Hay muchas estrellas para que dibujemos. —habló Neal, admirando el cielo nocturno, lleno de estrellas hermosas.
—Sí, es muy lindo. Vamos a dibujar otra vez. —dije animada.
Neal y yo levantamos nuestra mano derecha y empezamos a imaginar cosas para dibujarlas con las estrellas que veíamos. Después de un largo rato, entre dibujos imaginarios y risas, quedamos en silencio otra vez.
—¿Te acuerdas cuando tu madre casi me mata cuando nos descubrió besándonos en esta barda? —preguntó Neal, con una gran sonrisa en su rostro.
—Cómo olvidarlo. Fue épico. —respondí riendo. —Pero te perdonó cuando le dijiste que eras del mismo vecindario. Y al final, te quiso como un hijo.
—Me costó ganarme su confianza. Pero valió la pena. —sonrió.
—Mi madre es muy estricta.
—Por cierto, ya no la he visto, y mis padres ya no han hablado con ella.
—Hay muchas cosas que todavía no sabes, Neal. Ella está en prisión.
—¿Qué? Pero ¿Por qué? —se sorprendió.
—Los Fainello la denunciaron porque... ella me maltrataba. —respondí con cierta vergüenza.
—¿Qué? ¿Por qué nunca supe de eso? —preguntó preocupado.
—Ella siempre ha sido así conmigo. Desde que tengo memoria. Nunca te dije nada porque, no quería estropear tu carrera con mis problemas.
—Pero, Abi. Eso es algo muy serio. No debiste ocultármelo. Tal vez, yo te habría ayudado. Hubiera estado más contigo.
—El "hubiera" no existe. Mejor ya, dejemos de hablar cosas tristes. No quiero mencionar el pasado. —dije mirando al cielo nuevamente.
De pronto, sentí una mano sobre la mía. Voltee a ver a Neal. Ambos nos miramos a los ojos.
—Abi, una vez más, me siento arrepentido por cómo fui contigo cuando éramos novios. No sabía por lo que pasabas en ese momento. Fui muy egoísta y sólo pensé en mí mismo. No tomé en cuenta tus sentimientos. Quiero que me perdones.
—No hay nada que perdonar, Neal. Elegiste tu camino. No íbamos a estar juntos siempre. Algún día ibas a conocer a alguien mejor que yo, por ejemplo, a Farah o cualquier otra chica parecida.
—Ahora me doy cuenta, que no hay ninguna chica mejor que tú, Abi. Eres maravillosa.
Neal bajó su mirada a mis labios y se acercó a ellos, depositando un beso. Cerré los ojos para disfrutar ese beso, pero, no se sentí lo mismo que antes. Algo había cambiado y no sabía exactamente qué era.
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Nota: Vaya vaya, Neal tratando de reconquistar a Abi. Y Matteo confundido. :D
-Lau De Nu'est
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