Capítulo 31. La disculpa de Neal


---- ABIGAIL ----

Tenía una semana viviendo en la mansión. En realidad no me sentía cómoda en ese lugar, pero tenía que ayudar a Matteo. Melanie me odiaba y Quinn era muy linda conmigo, al igual que Isabella.

Matteo se había ido todo el día a quién sabe dónde. Realmente no me importaba. Me dirigí al jardín trasero de la mansión, me senté en la banca. Me quedé pensando en lo que él me había dicho: «Eres de las pocas personas en que confío». ¿Enserio Matteo confiaba mucho en mí? Una sonrisa ligera se dibujó en mi rostro. De pronto, vino Melanie a interrumpir la paz del jardín.

—Escúchame muy bien, Amanda o Abigail, como te llames. Sé que Matteo está contigo, pero no por mucho tiempo. Él será mío y yo siempre obtengo lo que quiero. —comentó parándose frente a mí.

—¿Me estás amenazando? —pregunté con una sonrisa.

—No te rías. Matteo se casará conmigo, porque yo lo vi primero. Tú sólo debutaste como cantante de quinta, y creo que vienes de la basura, por eso la madre de Matteo te adoptó por lástima. No vales nada, y Matteo no querrá a una pordiosera como tú.

Me quedé en silencio con la misma sonrisa. Melanie se molestó porque no le respondí y se fue. Me llegó un mensaje de Neal, diciendo que quería verme, como siempre. Salí por la puerta trasera de la mansión.

—Abi... —dijo Neal al verme y me abrazó cálidamente.

—¿Qué sucede?

—Farah sigue mintiendo otra vez. Realmente me engaña. Sigue diciendo que va al ensayo de Diamonds.

—Vamos a descubrir con quién te está engañando. Te ayudaré.

—Abi, fui un idiota contigo en el pasado. No valoré el amor que me diste. Realmente lo siento. Te quiero mucho. —dijo volviendo a abrazarme.

Pude apreciar la disculpa sincera de Neal al abrazarme. Acaricié su espalda mientras lo hacía. Algo dentro de mí cambió un poco, y era que, mis ganas de venganza se iban al carajo cada vez que veía a Neal. Ahora él estaba sintiendo lo que yo sentí alguna vez cuando supe que él me engañaba con Farah. El karma sí existía.

—No llores, Neal. Me parte el alma verte así. —dije, limpiando sus lágrimas con mis dedos.

—Pero... tú no eres tan sensible. Nunca demostraste ser así cuando fuimos novios.

—Lamento no haber sido tan cariñosa antes. Me cuesta mucho expresar mis sentimientos. Pero eso no importa. Te ayudaré a descubrir quién es el amante de Farah.

—Abi, no sé cómo agradecerte todo esto. No olvidaré tu ayuda. Si algún día tienes un problema, sólo llámame y estaré ahí para ti. Te lo prometo.

Neal y yo seguimos platicando hasta que se oscureció y regresé a la mansión. Entrando, pasé por la cocina y volteé a ver hacia dentro de ella. Ahí estaban Matteo, Quinn, Isabella y Giovanni. Los cuatro voltearon a verme.

—¡Hola! —saludé de lejos para subir a mi habitación.

—Abigail... ¿Dónde estabas? Te estuvimos buscando. Ni siquiera avisaste a mi madre dónde irías. —habló Matteo.

—Vaya, creí que ya habíamos quedado en que no te meterías en mis asuntos. Salí con unos amigos del trabajo.

—Oye, ¿Y Nara? —preguntó Giovanni.

—Ah, ella está en el departamento. Creo que tiene que hacer un proyecto y yo también, por eso me iré a terminarlo ahora. Nos vemos. —dije para escabullirme de esa conversación incómoda.

Me encerré en la habitación. Estaba feliz por pasar tiempo con Neal. Me recosté sobre la cama y miré al techo. Sonó mi celular, pensé que era Neal el que hablaba.

—¿Hola? ¿Abi? —sonó la voz de David.

—David, hola. ¿Necesitas algo?

—Disculpa que te llame tarde, pero quisiera pedirte un enorme favor.

—¿Cuál es?

—Me gustaría que fueras mi tutora. Realmente no me está yendo tan bien en la escuela. ¿Podrías ayudarme, por favor?

—Claro que sí, con gusto. Pero no será gratis. Tienes que llevarme a comer algo delicioso. —sonreí.

—No importa, te llevaré a donde quieras, pero sólo en quincena.

—No te preocupes. No tienes que darme nada a cambio. Te ayudaré.

—¿Podríamos comenzar mañana?

—De acuerdo.

—Nos vemos mañana en el departamento. Te quiero.

—Hasta mañana, David.

Colgué la llamada. Me sentía más que feliz. Salí de la habitación y me dirigí al jardín trasero. Me recosté sobre el césped, se veían las estrellas brillantes en el cielo, me dieron ganas de dibujar imaginariamente con ellas. Empecé a dibujar con mis dedos. Creo que sin darme cuenta, escribí el nombre de Neal con ellas.

—¿Qué haces? —preguntó Matteo, venía llegando al jardín.

—Nada. —bajé la mano derecha.

—Estabas moviendo los dedos hacia arriba. Estabas haciendo algo. —se acercó a sentarse a mi lado.

Me levanté del césped para sentarme también. Matteo me miraba a los ojos.

—No lo entenderías. —respondí viéndolo también.

—Quiero entenderlo, por eso te pido que me expliques.

—Si te explico, dirás qué estoy loca o que soy muy tonta para pensar así.

—No me gusta juzgar sin antes conocer.

Sólo Neal sabía el significado de dibujar con las estrellas. No planeaba compartirlo con nadie más, y mucho menos con Matteo, quien no me consideraba ni como su amiga.

—Olvídalo, no estaba haciendo nada. —respondí.

Me levanté del suelo y Matteo hizo lo mismo.

—Nunca me quieres decir nada sobre ti. Eres como una caja con candado, y no tengo la llave para abrirte y ver lo que hay dentro. —comentó él.

De repente, vimos que Melanie se acercaba al jardín. Matteo me plantó un pequeño beso en los labios que ni siquiera vi venir.

—Lamento interrumpir su nido de amor. —dijo Melanie, obviamente molesta por lo que vio.

—¿Qué quieres, Melanie? Estamos ocupados. Mi novia y yo necesitamos un poco de privacidad. —comentó Matteo.

—Sólo vine a avisarles que ya está servida la cena y los estamos esperando para empezar.

Melanie me asesinaba con la mirada. Realmente Matteo tenía razón. Ella estaba obsesionada con él. Tuve que aguantar toda la cena con ella. Al terminar, subimos cada quien a su habitación. La mía quedaba cerca de la de Matteo. Vi que Quinn le susurró algo a Matteo y se fue a su habitación.

—No deberías besarme de repente. —dije en voz baja, en el pasillo.

—¿Por qué? Quedamos en que seguiremos fingiendo ser novios, para quitarme a Melanie de encima. —respondió Matteo.

—Pero no me gustaría que Quinn nos viera. Por respeto a ella.

—¿A qué te refieres, Abigail?

—No tienes que fingir conmigo. Ya sé que Quinn y tú tienen algo. Y de verdad hacen una hermosa pareja. —sonreí pícara.

—Espera, ¿De verdad crees que Quinn y yo estamos en una relación?

—Ya te dije que no finjas. No es nada malo. No sé preocupen, guardaré su secreto. —sonreí y entré a mi habitación.

Salí temprano para verme con David. Era domingo por la mañana. Llevé algunos apuntes conmigo para prestarlos a él. Al llegar al departamento, sólo estaba él. Tanto Paulina como Nara habían salido.

Estuve tres horas explicándole a David algunas cosas. Noté que él me miraba mucho y que casi no prestaba atención a lo que le decía.

—¿Por qué me miras así? —pregunté con una sonrisa tímida.

—Es que luces muy hermosa hoy. Bueno, siempre eres hermosa. —comentó. —Me gusta cómo explicas, te entiendo mucho mejor que a mis profesores.

—No me considero buena profesora, pero trato de explicar lo mejor que pueda.

—Por cierto, no sabía que eras novia de Matteo. Vi el vídeo del concierto de Diamonds en Italia. El anuncio de su noviazgo antes del concierto, tiene casi veinte millones de reproducciones y la aprobación de los fans.

—¿Enserio? Ni siquiera he visto mucho las redes sociales.

—Deberías, eres famosa. Incluso tienes tu propio club de fans. —me mostró su celular.

—Pero... no soy tan buena cantando.

—Quizá no, pero todos te adoran por salir con Matteo Fainello. Eres su ejemplo a seguir.

—Salir con un famoso no es ningún logro. Además, ni siquiera soy su novia real. —solté.

—¿Qué quieres decir con eso?

—Promete que no le dirás a nadie.

—No le he dicho a nadie que tú eres Amanda, la chica de Diamonds. Tus secretos estarán a salvo conmigo y con Paulina.

—Matteo y yo sólo fingimos salir. En realidad no somos novios. Lo hacemos sólo por publicidad. Si ahora soy famosa, es gracias a él.

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Nota: David parece un chico muy lindo. ¿Qué pasará?

-Lau De Nu'est

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