Capítulo 30. Necesito tu ayuda


---- MATTEO ----

Mi mamá invitó a su amiga, la señora Berenice a vivir con nosotros un tiempo, junto con Quinn y la molesta de Melanie. Aún no podía creer que Melanie estuviera aquí, era realmente frustrante. Aunque yo no estaba de acuerdo, mamá cedió en brindarles un espacio en la mansión, ya que la casa de ellas estaría en remodelación.

Me di una ducha antes de ir a la cama, pero escuché un ruido en mi habitación. Me sequé rápidamente y me coloqué una toalla en la cintura. Giré la manija de la puerta del baño y al salir, ahí estaba Melanie, queriendo entrar a mi baño.

—¿Qué haces aquí? —pregunté firmemente.

—Sólo quería visitarte en tu habitación. —respondió con una sonrisa.

—Melanie, ¡Lárgate de mi habitación, ahora! Estás invadiendo mi privacidad. Ni siquiera tocaste la puerta antes de entrar. —levanté la voz. Estaba muy molesto.

—Tienes unas buenas abs, y un cuerpo excelente. —dijo ella, mirando de forma morbosa mi torso desnudo. Me sentía tan incómodo.

—¡Sal de aquí, ahora! —grité. La tomé de los brazos y la saqué a la fuerza de la habitación. Cerré la puerta con seguro.

No era la primera vez que Melanie se comportaba así conmigo. Desde que trabajamos juntos en la serie, ella siempre me ha acosado, y más ahora que vivimos en la misma mansión. Temía que llegara al extremo de su acoso. Ella estaba obsesionada conmigo de alguna forma, y eso no era sano para nadie. Tenía que encontrar la manera de sobrellevar que ella esté aquí. Y sabía cuál era.

Me dirigí por la noche a buscar a Abigail. Conduje hasta su apartamento. Me abrió la puerta una chica de tez morena y cabello pintado.

—¡Buenas noches! Busco a Abigail. —comenté.

—¿Tú no eres algún famoso? Siento que te he visto antes. —preguntó, viéndome detenidamente al rostro.

—Sí, soy Matteo Fainello. Pero por favor, no grites, porque no quiero armar un escándalo en el edificio. Busco a Abigail.

—¡Oh por Dios! Pasa. Abigail todavía no llega. ¿Me darías tu autógrafo? Y no te preocupes, no gritaré. Me gusta cómo actúas y las canciones de Quinn Miranda que tú has compuesto, pero no eres mi tipo. Por cierto, soy Paulina, la roomie de Abi.

—Excelente, gracias. Te daré mi autógrafo.

Entré al departamento y Paulina corrió por pluma y papel para darle mi autógrafo. Encontré a Nara con otro chico, sentados en el sofá, viendo la televisión.

—¡Buenas noches, chicos! —saludé.

—¡Hola, Matt! —dijo Nara.

—Veo que estás ocupada, con tu amigo. —comenté.

—Te presento a David. Es nuestro roomie. David, él es Matteo Fainello, el de las series que nos gustan. —dijo ella.

—¡Hola, amigo! Soy David. —saludó aquel chico con una sonrisa. Nos estrechamos la mano.

—Vengo a ver a Abigail. Me dijeron que aún no llega. ¿Sabes a dónde fue y por qué no llega a esta hora? —pregunté.

—Ella se quedó limpiando unas cosas en el trabajo. Pero no tarda en llegar. —respondió Nara, con cierto nerviosismo.

—La esperaré aquí. —dije, sentándome en la pequeña mesa que había.

Tocaron la puerta y la abrieron. Era Abigail llegando del trabajo. Se veía diferente con su uniforme del cine.

—¡Hola a todos! Ya llegó por quien lloraban, o quizá no. —saludó.

Venía entrando y dejó sus cosas sobre la mesa, después me miró y se percató que yo estaba ahí sentado. Me miró impresionada. Desde hace dos semanas no la veía.

—Matteo... ¿Qué haces aquí? —preguntó.

—Quiero hablar contigo.

Salimos al jardín del edificio. Nos sentamos cerca de la fuente que había.

—Necesito que me ayudes. La familia de Quinn se ha ido a vivir un tiempo a la mansión. Y no soporto a Melanie. —dije seriamente.

—¿No te cae bien? Ella es bonita. —dijo Abigail.

—Ella podrá ser una miss universo, pero no aguanto más su acoso.

—¿Su acoso? No entiendo.

—Melanie está obsesionada conmigo. Desde que grabamos la serie juntos, no para de acosarme. Y ahora que vive en la mansión, incluso ha llegado a meterse a mi habitación mientras tomo una ducha. Ha querido entrar a la ducha. Me siento hostigado por ella.

—Vaya. No puedo creer que ella sea así. Se ve diferente.

—Las apariencias engañan. Tienes que ayudarme a alejarla de mí.

—¿Y yo en qué podría ayudarte?

—Eres mi novia. Aunque sea falso, eres mi novia ante todos. Necesito que te vayas a vivir conmigo a la mansión, sólo el tiempo en que Melanie esté ahí. Si ella ve que vives conmigo, seguramente se alejará.

—No puedo hacer eso. Deberías decirle a la madre de Quinn lo que está pasando con su hija Melanie. Seguramente ella podrá ayudarla o algo así.

—No puedo ni decirle a mi propia madre lo que pasa. Melanie es una excelente actriz. La primera vez que intenté acusarla con mi madre, ella inventó que yo era el que la estaba molestando, y mi madre no me creyó en lo absoluto. Melanie sabe mentir convincentemente.

—No puedo. Lo siento. —Abigail se levantó de la fuente.

—Abigail, te lo pido casi suplicándote. —la tomé del brazo. —Eres de las pocas personas en que confío. Ni siquiera le he comentado esto a Quinn. Ella está feliz por haber encontrado a su hermana menor. No quiero quitarle sus ilusiones con todo esto.

—Está bien, te ayudaré. Pero con una condición. Quiero ser libre en esa mansión. Quiero venir a visitar a mis amigos al departamento, quiero salir a pasear cuando yo quiera sin que tú me detengas. Y sobre todo, salir con quien yo quiera sin que me cuestiones.

—Está bien. Será como digas. Estoy tan desesperado, que acepto cualquier cosa con tal de que me apoyes. A partir de ahora, no voy a cuestionarte nada de lo que hagas. Lo prometo.

Abigail sonrió levemente.

Después de un par de días, ella se mudó un tiempo a la mansión. Pude notar la sorpresa de toda mi familia y la de Quinn. Sobre todo noté los celos enfermizos de Melanie en su rostro.

—Mi niña hermosa, por fin estás aquí otra vez. —mamá llenó de abrazos a Abigail. Ella aceptaba los abrazos de todos, pero era poco cariñosa y casi no correspondía ninguno.

—Así que trajiste a tu novia... —comentó Melanie en mal modo.

—No puedo estar sin ella, porque la amo. —respondí.

—Ya veremos.

—A partir de hoy, mi novia estará viviendo en la mansión conmigo. Se quedará en la habitación que está a lado de la mía. —dije en voz alta a todos.

Las sirvientas acomodaron las cosas de Abigail en su nueva habitación.

Como todas las tardes, decidí salir con Farah. Siempre nos veíamos cerca de la playa. Sólo Quinn y Giovanni sabían de esto.

Farah y yo nos encontrábamos en ese lugar, fuera del auto.

—Neal me preguntó del ensayo otra vez. Me da miedo que sospeche de nosotros. —comentó Farah.

—Tranquila, nadie va a sospechar. Todo lo tenemos bajo control. —respondí.

—Cada vez me enamoro más de ti, Matteo. —dijo Farah, dándome un beso en los labios. —Deberíamos ir a un lugar más privado, quizás un hotel. Ya sabes... te deseo. —dijo ella, susurrando cerca de mi oído, acariciando con sus manos mi cuello.

—Farah, ya te dije que no quiero faltarte al respeto. —me alejé un poco.

—No me digas que eres virgen todavía. —rio. —Apuesto a qué ya has estado con algunas chicas. Eres muy atractivo, como para que no hayas tenido alguna experiencia sexual con alguna de ellas.

—Quiero que lo de nosotros sea especial. No me interesa estar contigo en la cama, sino estar conectados desde el corazón. Simplemente me siento satisfecho con tu compañía.

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Nota: la pregunta aquí es, Si tiene tanto dinero, ¿Por qué Matteo no se fue a vivir a un depa y le pidió ayuda a Abi? jajaja. 

-Lau De Nu'est

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