Capítulo 28. Gira cancelada
---- MATTEO ----
Permití que Quinn Miranda se quedara en casa de Isabella, junto con nosotros. Ella sería la nueva coach de Abigail. También viajaría con nosotros.
Faltaban unas horas para partir a España, pero hubo tormenta eléctrica y se retrasaron los vuelos. Nos quedaríamos unos días más en casa de mi hermana. Le llamé a Farah para salir con ella.
—No me esperen a la cena. Estaré fuera. —mencioné a la hora de la comida.
—Oye, hermanito, sales muy seguido últimamente. ¿A poco tienes mucho trabajo? —preguntó Isabella.
—Lo que pasa es que una artista italiana quiere que escriba una canción para ella, y me pagará muy bien. Así que estoy viendo eso. —mentí.
—No necesitas tanto dinero. Ya tenemos mucho. —respondió Isabella.
—Pero yo amo escribir y componer canciones. Así que lo haré. —Me levanté del asiento y le di un pequeño beso en la frente a Isabella. —Hasta luego chicas. —me despedí de todas en general.
Nuevamente me vi con Farah. Me sentía tan bien a su lado. Ver su rostro me alegraba el día. Como siempre, salimos a comer y pasear por varios lugares de Roma. Ella también se sentía tan bien conmigo. Nos encontrábamos abrazados en el parque. Ya estaba oscureciendo.
—Se que estamos haciendo mal al vernos a escondidas, pero realmente me gustas mucho, Matteo. —dijo Farah, mientras apoyaba su cabeza en mi hombro y yo acariciaba su cabello.
—También me gustas mucho, Farah. —respondí y suspiré. —pero si queremos seguir viéndonos, debemos hacerlo a escondidas de todos.
—Neal no sospecha de nada... ¿Qué hay de Amanda?
—Ella tampoco sospecha nada. Sabe que estoy saliendo por trabajo.
—También le dije lo mismo a Neal.
Después de pasar tiempo con Farah, la dejé cerca del hotel donde se hospedaba. Me dirigí a casa. Tenía una llamada perdida de Isabella. Pensé que era algo urgente, así que le regresé la llamada.
—¿Qué sucede, Isabella? —pregunté por el manos libres, mientras iba conduciendo.
—Sólo quiero preguntarte si tu novia y Nara están contigo. Lo que pasa es que salieron después de comer y dijeron que iban a pasear, pero no han regresado. Me quedé con Quinn en casa. Ninguna de ellas responde el celular.
—¿No dijeron a dónde irían? ¿Cómo es posible que salgan solas? No conocen Roma. —dije molesto.
—Sólo dijeron que estaban aburridas y querían conocer la ciudad.
—Está bien, ahorita llego a casa. Cualquier cosa me avisas.
Colgué y conduje más rápido. Traté de comunicarme con Abigail, pero no respondió, al igual que Nara. Empezaba a preocuparme. Llegué a casa, y sólo estaban Quinn e Isabella.
—¿Cómo es posible que todavía no lleguen? —pregunté molesto.
—Ya hasta es hora de dormir y todavía no sabemos nada de ellas. —respondió Isabella, quien también estaba igual de preocupada.
Después de unos minutos, iba a salir a buscarlas por Roma, pero la puerta se abrió y ambas venían entrando muy sonrientes, con unas bolsas de centro comercial.
—¿Dónde estaban? ¿Por qué llegan a esta hora? —les pregunté molesto, lo que hizo que borraran sus sonrisas.
—Tranquilo, padre, ya estamos aquí. —respondió Abigail, burlándose de la situación.
—¿Te parece muy gracioso? Les dije que no salieran solas, porque no conocen la ciudad, y me desobedecieron. Mínimo respondan sus teléfonos. —grité.
—Oye, tranqui, Matt, ya estamos aquí. No grites, te escuchamos perfectamente cuando hablas normal. —respondió Nara.
—Entonces no me hagan enojar. —grité nuevamente.
Ambas subieron a la habitación. Estaba irritable. Mi hermana y Quinn trataron de tranquilizarme. Después todos nos fuimos a dormir.
Al día siguiente, me levanté temprano, se escuchaba ruido en la sala. Bajé a ver quién era la que estaba ahí. Vi a Nara y Abigail, limpiando desde las casi siete de la mañana.
—¿Qué hacen? —me acerqué a preguntar.
—Estamos limpiando la casa. Ya terminamos con la cocina, ahora sigue la sala. —respondió Abigail. Traía puesto un short y una blusa de manga corta. Su cabello estaba atado.
—¿Por qué lo hacen? Isabella contrata a una sirvienta por las tardes para que venga a limpiar.
—Bueno, en vista que ayer nos portamos mal, hacemos esto para quedar bien con ustedes. —respondió Nara.
—Además, sabemos hacerlo. No por nada soy la hija de la sirvienta. —comentó Abigail, aspirando el piso.
En cuanto ella comentó eso, me sentí mal por lo que había sucedido antes, con su madre. Esos golpes que Abigail recibía por parte de ella y la manera en que la lastimó física y emocionalmente.
—Deja de decir que eres la hija de la sirvienta. Ahora eres una Fainello. Nos tienes a nosotros. Somos una familia. —comenté tranquilamente.
—Nada ha cambiado. Yo nunca seré de tu familia. Y estoy orgullosa de ser una García, como mi padre, que en paz descanse. —respondió Abigail.
—Pero yo sí quiero que seas de la familia. Agradezco tener una hermana como tú. —mencionó Isabella, bajando las escaleras. Se acercó para abrazar a Abigail.
Recibí una llamada del mánager de Diamonds...
—Matteo, habla Jack. Una miembro del grupo se lastimó el tobillo mientras ensayaba una coreografía en el hotel, y no podrá estar en el concierto de España.
—¿Cómo? ¿Quién se lastimó?
—Carolina, la vocalista principal del grupo. No es que las demás chicas no puedan hacer bien las partes de Carolina en las canciones, pero la mayoría de los fans quieren verla a ella. Además, sigue la tormenta eléctrica en España. Es difícil llegar. Tendremos que suspender la gira.
—Está bien. ¿Mi papá sabe de esto?
—Ya le avisamos al productor Fainello. Él está de acuerdo con que nos regresemos a California nuevamente.
—Le avisaré a las chicas. Gracias por llamar.
—¿Qué sucede, hermano? —preguntó Isabella.
—La gira de Diamonds se va a suspender. Regresaremos a California. —respondí.
—Pero, ¿qué pasó? —preguntó Nara.
—Carolina se rompió el tobillo ensayando en el hotel. Mi papá dio la orden de regresar a California. La gira se suspende por eso y por las continuas tormentas eléctricas en España. —mencioné.
—Bueno, no importa. Espero que Carolina esté mejor. Me da gusto que regresemos. En parte extraño a mi madre y a mi hermanito —comentó Nara.
Estuvimos un día más en casa de Isabella. Empezamos a empacar nuestras cosas. Ella realmente me sorprendió al haber decidido acompañarnos a California, aunque tenga que dejar su trabajo como modelo aquí en Italia.
Subimos todos al avión. Jalé a Abigail del brazo, ya que vi que se sentaría con Nara.
—Se te olvida que debemos sentarnos juntos. —le susurré. Nara se sentó con Quinn y mi hermana se sentó con Giovanni. Él también quiso venir con nosotros a California.
Abigail y yo nos sentamos juntos. Después, subieron Farah y Neal. No dejé de intercambiar miradas con Farah, mientras se sentaba en el lado contrario a nosotros.
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Nota: vengo a actualizar mi novela, después de mucho tiempo. Les agradezco la espera. :3
-Lau De Nu'est
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