Capítulo 20. Preocupado por Abigail
---- MATTEO ----
Estaba desesperado por encontrar a Abigail. La buscaba en cada rincón del Coliseo, pero este era demasiado grande como para encontrarla. No me perdonaría si ella no apareciera. Llamé a la policía italiana y reporté a Abigail como desaparecida en el Coliseo. Inmediatamente llegaron un par de patrullas a buscar. Me puse a buscar con ellos. En mi cabeza sólo estaba lo que ella me había dicho «¿De verdad crees que me conoces? —rio —Tú no me conoces realmente. No sabes cómo soy, no sabes lo que siento. No sabes nada».
—Matteo, tranquilo, amigo. Estás hasta sudando y eso que hace frío. Tranquilo, la vamos a encontrar. No pudo ir tan lejos, y no creo que haya salido del Coliseo. —Giovanni trataba de calmarme un poco.
—No puedo simplemente tranquilizarme. Llevo más de dos horas buscándola. Ya cerraron el Coliseo. Ella no responde su celular, ni siquiera le responde a su mejor amiga Nara. —pasé una mano por mi rostro, y di un gran suspiro, me llenaba de preocupación.
—Debes calmarte un poco. Abi va a aparecer. Nosotras no conocemos el lugar, así que ella ha de estar aquí todavía. Y en cuanto a su celular, ya recordé que lo olvidó en casa de tu hermana, lo dejó cargándose. —habló Nara, quien también estaba preocupada, pero se notaba más tranquila que yo.
Asentí cerrando los ojos. Me sentía en medio de una pesadilla. De pronto, sonó mi celular. Era una llamada de Isabella.
—¿Hermano? —preguntó.
—Isabella, ¿Qué sucede? —respondí.
—Oh, nada. Es que, me enteré que estás buscando a Abigail, pero ella está aquí, llegó hace unos minutos a casa.
Mi cuerpo volvió a recuperar un poco de energía al escuchar a mi hermana decir esas palabras.
—¿Qué? ¿Hablas enserio? ¿Abigail está en casa? —pregunté.
—Sí, está conmigo. Así que ya no se preocupen, ya pueden venir también a casa. —respondió Isabella.
Colgué el celular. Sentí como si mi alma volviera a mi cuerpo nuevamente.
—¿Qué pasó? —preguntó Nara.
—Abigail está en casa, con Isabella. —respondí contento. Una sonrisa salió de mi boca.
Nara también sonrió al igual que Giovanni. Le avisé a la policía que ya habíamos encontrado a Abigail. Todos nos subimos al auto directo a casa. Giovanni conducía rápidamente.
Después de un tiempo, llegamos a casa de mi hermana. Fui el primero en bajar del auto. Los demás me siguieron. Toqué el timbre, y mi hermana abrió la puerta.
—Que bueno que ya llegaron. Hace mucho frío afuera y más a esta hora. —dijo Isabella.
—¿Dónde está Abigail? —pregunté, entrando.
—En la sala...
Entré rápidamente hasta la sala. Abigail estaba ahí de pie. La miré y ella hizo lo mismo. Me acerqué casi corriendo hacia ella, abrazándola fuerte. Puse una de mis manos en su cabeza y la otra en su espalda. Tenía ganas de llorar por haberla encontrado, y a la vez, me sentía contento por verla de nuevo. Pude percibir su aroma a frutos rojos de su cabello, seguramente utilizaba ese shampoo. Simplemente al abrazarla, me sentí conforme y tranquilo.
—Oye, me lastimas. —se quejó Abigail.
Me separé de ella. Noté que todos nos estaban viendo.
—Me alegra que te encuentres bien. Estuvimos buscándote por todo el Coliseo. No quiero que vuelvas a hacer algo así, ¿Entendiste? —la regañé.
—Entiendo. Bueno, seguiré ensayando arriba. Nos vemos. —respondió Abigail, yéndose a la habitación y Nara fue tras ella.
—Hay algo que no entiendo, ¿Cómo llegó Abigail a casa, si ella no conoce este país, ni Roma?—preguntó Giovanni.
—La trajo un amigo suyo. —respondió Isabella.
—¿Un amigo? —pregunté.
—Sí, un tal... —quedó pensando unos segundos. —Neal Harrison. Él fue quien la trajo a casa. Dijo que él estaba en el Coliseo, y de pronto se encontró a Abigail y ella le dijo que estaba perdida y que no los encontraba a ustedes. Así que él se ofreció a traerla a casa. —respondió Isabella.
En ese momento, sentí algo extraño dentro de mí. Algo que nunca antes había sentido. Por alguna razón, me molestaba que Neal hiciera cosas por Abigail, después de todo lo que le había hecho en el pasado.
—Entonces Abigail tuvo mucha suerte al encontrar a ese chico. Afortunadamente la trajo a casa.—mencionó Giovanni.
—Sí, es lo que le digo a Abi. —dijo mi hermana.
—Bueno, ya debo ir a casa. —Se despidió Giovanni de nosotros. Isabella lo acompañó a la puerta.
—Hermano, ¿Estás bien? —preguntó Isabella.
—Sí, ¿Por qué preguntas? —respondí.
—Es que ya no dijiste nada después de lo que te conté, de ese chico, Neal. Te quedaste callado.
—No es nada, Isa. Estoy muy cansado. Fue una tarde agotadora. Iré a mi habitación. Te quiero. —le di un beso en la frente a mi hermana.
—¿No estarás celoso de Neal? —preguntó antes de irme a la habitación.
—¿Por qué estaría celoso de Neal?
—Bueno, Abigail es tu novia, así que podrías estar celoso porque Neal la encontró antes que tú y la trajo a casa. Yo que ella, le hubiera pedido el celular a Neal para llamarte y decirte que estaba bien. Pero por lo visto, no lo hizo.
—Abigail es libre de elegir a quien ella quiera. No importa si elige a Neal. Las personas no somos objetos. Ella es mi novia, pero no por eso es de mi propiedad. Si un día decide elegir a alguien más, está en total libertad de hacerlo. —respondí y me dirigí a mi habitación.
Esa noche no pude dormir, a pesar de que estaba muy cansado de buscar a Abigail. Las palabras de mi hermana estaban en mi cabeza «Bueno, Abigail es tu novia, así que podrías estar celoso porque Neal la encontró antes que tú y la trajo a casa. Yo que ella, le hubiera pedido el celular a Neal para llamarte y decirte que estaba bien. Pero por lo visto, no lo hizo.»
Abigail no pudo hablarle a Neal. Eso sólo fue casualidad. Sólo se encontraron y él quiso hacerse el súper héroe con ella, y traerla a casa. Después de ser un patán con ella, quiere limpiar lo que hizo de alguna forma. Pero, ¿Por qué me importa tanto lo que pasa en sus vidas? No soy nada de ellos.
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-Lau De Nu'est
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