Capítulo 13. Mi noche arruinada
--- ABIGAIL ----
—Gracias por dejarme quedar en tu departamento. —sonreí parada en la puerta del departamento de Dylan.
—Sabes que no es molestia. Adelante... —dijo Dylan con una sonrisa leve, abriéndome la puerta y haciéndose a un lado para que yo entrara.
Dylan vivía en un edificio muy elegante. Era de esperarse, ya que su familia tenía dinero y él trabajó desde adolescente, no por necesidad, sino por querer ser independiente, lo cual, admiraba de él.
Entré a su departamento lujoso. Me senté en el sofá.
—¿Quieres cenar? Puedo prepararte algo rápidamente. —me preguntó.
—No, gracias. No tengo tanta hambre. Estoy bien. —respondí sonriéndole.
Me quité la mochila y la puse a un lado, en el mismo sofá.
—Lamento que no tengas dónde vivir. Mi depa siempre será tuyo. —se acercó a mí, dándome un beso pequeño en los labios.
—Gracias, eres un amor, por dejarme vivir contigo. —respondí, tomando su rostro con mi mano.
—Vamos a la habitación...
Él se levantó y me ofreció su mano. La tomé y me levanté también. Ambos subimos unas pequeñas y estrechas escaleras, hacia la habitación de arriba. Todo alrededor era hermoso. Él abrió la puerta, para que yo pasara.
—Me dijiste que no trajiste maletas con ropa. Así que me tomé la molestia de comprarte algunas cosas. Incluso te elegí una pijama. —comentó al entrar. Me señaló unas bolsas de centro comercial, las cuáles estaban sobre la cama.
—No tenías que comprarme algo. Te quiero... —le di otro beso en los labios.
—Puedes cambiarte si quieres. Estaré abajo, voy por unos bocadillos.
Dylan me dejó sola en la habitación. Me puse rápidamente la pijama que me compró, la cual era color azul marino y letras blancas. Me había encantado. Revisé lo demás que me había comprado y estaba hermoso, incluso me compró zapatos. Definitivamente no sabía cómo pagarle tanto.
Después de un rato, él regresó a la habitación, con una charola de bocadillos.
—Gracias por todo... —dije emocionada, abrazándolo.
—Te quiero. —respondió él, correspondiendo mi abrazo.
Comenzamos a besarnos, primero en los labios, después Dylan bajó sus besos al cuello. Me sentía emocionada y extraña al mismo tiempo, era la primera vez que estaba con un chico a solas, y más aún, que viviría con él. No estaba tan preparada para todo esto. La vida en pareja no la tenía planeada.
—Esa pijama te queda espectacular, pero te verías más hermosa sin ella. —susurró él, justo en mi oído, mientras me tomaba por la cintura.
Sabía lo que eso significaba. Es decir, ahora que viviríamos juntos, podíamos hacer lo que quisiéramos. Entre eso, tener sexo. Aún no me sentía del todo lista, pero, otra parte de mi quería experimentar eso. Ni siquiera con Neal lo había hecho.
—¿Quieres que me quite la pijama? —pregunté sonriendo y nerviosa a la vez.
—Me gustaría, pero, si no te sientes lista, no voy a obligarte. —Dylan se alejó un poco, tomó mis manos con las suyas. Me miró serio.
—Me siento lista. —lo miré a los ojos y sonreí.
—¿Estás segura?
—Completamente.
Él me sonrió, se acercó a un cajón y sacó unos preservativos. Ambos nos miramos y comenzamos a besarnos nuevamente. Empezaba a sentir mucho calor, por el momento. Dylan se quitó la camisa blanca que tenía. Él poseía un cuerpo espectacular, digno de admirar.
Me tiré a la cama y él subió lentamente para quedar encima de mí. Nos seguimos besando. Podía sentir su lengua en mi boca, sabía a fresas con crema. De pronto, ambos escuchamos un ruido.
—¿Qué fue eso? —pregunté.
—No lo sé, pero hay que seguir. —respondió él, besándome nuevamente.
De repente, escuchamos otro ruido aún más fuerte y cerca de nosotros. Nos separamos para ver que habían tirado la puerta de la habitación en la que estábamos. Cuando menos sentimos, entró Matteo para quitarme a Dylan de encima.
—¡Eres un imbécil y un aprovechado! —exclamó Matteo muy furioso, sosteniendo a Dylan por el cuello. Después lo tiró al suelo.
Detrás de Matteo, había entrado Nara, quien inmediatamente se acercó a mí. Me cubrí con la sábana, aunque en realidad no estaba desnuda, pero me sentía como tal.
—Amiga, ¿Estás bien? ¿Te hizo daño? —preguntó Nara algo preocupada.
—No, no me hizo daño. Al contrario. Pero, ¿Qué hace Matteo aquí? ¿Y qué haces tú aquí, también? —pregunté desconcertada.
—Lo siento, tuve que decirle que tienes novio y me obligó a darle la dirección de Dylan. —me miró triste.
—Escúchame, te crees muy hombre por aprovecharte de una inocente, pero no lo eres. No quiero que te le acerques a Abigail, ella no está sola ¿Entendido? Si te veo con ella nuevamente, te meteré a prisión. —Matteo habló furioso a Dylan.
El pobre de Dylan no entendía lo que sucedía, y no era para menos. También yo estaba asustada con la reacción de Matteo.
—Nara, Abigail, rápido —Matteo señaló a la puerta —nos vamos de aquí.
Tuve que irme del departamento de mi novio. Con la pijama nueva puesta, mi mochila y mi celular en la mano. Matteo iba caminando delante de nosotras. Íbamos hacia la salida del edificio. Me detuve un momento, para mirar hacia dentro del edificio una vez más.
—Suban al auto. —ordenó Matteo, abriendo las puertas de su auto.
Me iba a subir en la parte trasera del auto, pero...
—Abigail, sube en el lado del copiloto. Nara irá atrás, porque la llevaré a su casa. —ordenó él.
Subí lentamente a su auto, como me indicó. Estaba seria, y lo miré de mal modo, a lo que él hizo lo mismo. Bajé la mirada. Nara subió en la parte trasera.
Dejamos a Nara hasta su casa. Tenía miedo de hablar. Sólo me despedí de ella con puras señas, como si fuera muda. Ella le agradeció a Matteo el haberla llevado a casa. Después, él arrancó el auto, para dirigirnos a la mansión.
—¿Por qué fuiste con él? —preguntó Matteo, mirando al frente, conduciendo.
Después de haber visto la escena que él armó en el departamento de Dylan, me daba miedo verlo a la cara y hablarle también. Me quedé en silencio, con la vista al frente.
—¿No vas a hablarme ahora? —preguntó, volteando a verme unos segundos.
Negué con la cabeza.
—Afortunadamente llegué a tiempo. Ese tipo sólo buscaba aprovecharse de ti.
Seguí en silencio. Sólo lo miré de reojo.
—Tienes prohibido acercarte a Dylan. Incluso si sólo te saluda.
Voltee a ver la ventanilla.
—Aunque te enojes conmigo. No me importa. Ese tipo no puede ser tu novio. ¿Sabes con cuántas chicas ha estado? Fue mi compañero de clase en preparatoria, conozco sus antecedentes. Te lo digo por tu propio bien.
No dejé de mirar a la ventanilla.
Llegamos a la mansión, Matteo me abrió la puerta para bajar. Lo hice.
—Escucha... Si quieres no me hables. Pero quiero que vayas con mi madre y te disculpes por lo que dijiste esta mañana. Le rompiste el corazón con todo lo que expresaste. Ella lo escuchó todo. Ahora mismo entraremos y diremos que todo está bien entre nosotros, y que fuimos a dar un paseo. —dijo él.
Negué con la cabeza y entré corriendo a la mansión. Subí a mi habitación y le puse seguro a la puerta. Tiré mis cosas en la cama. Me dejé caer de rodillas a lado de la misma.
—Es un idiota... —dije molesta. —No sé que haré, estoy entre la espada y la pared. —resoplé. —Por un lado está mi madre, y por otro los Fainello. Si me quedo en la mansión, los Fainello no querrán a mi madre de vuelta, y ella me matará. Pero si me voy, me libraré de mi madre y de los Fainello también. Por eso me fui con Dylan. Creí que era buena idea y la mejor solución. Pero tuvo que llegar Matteo a arruinar mi vida como siempre. —hablé para mí misma.
Todo esto no habría sucedido si Farah no se hubiera metido en mi vida. Hizo hasta lo imposible por destruir mi casa y también mi reputación. No le bastó con quitarme a Neal. Yo tampoco tendré piedad con ella. Me voy a levantar de todo esto.
Me levanté del suelo, y limpié mis lágrimas.
—Es mi turno de jugar... Farah Benson. La que juega al último, es la que juega mejor.
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-Lau De Nu'est
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