La Respuesta

—¿Qué...demonios pasó con su brazo...?—Oí decir a uno de los presentes.

No sólo estaba allí Nico-ya, también estaba Portgas-ya y si no me equivocaba, el otro hombre que estaba junto a él era su prometido Marco. También estaban allí Roronoa-ya y Kuroashi-ya.

—Oye deberías tratarte esa herida del brazo...—me decía Kuroashi-ya, pero Portgas-ya lo interrumpió cuando éste me levantó del suelo agarrándome por las solapas del abrigo después de que Nico-ya me dejara allí tras recibirme en sus brazos al caer.

—¿Estás contento ahora? ¿Te alegra ver a mi hermano arriesgar su vida para salvar la tuya? ¡¿Para eso querías tenerlo?!

—¡Ace, no creo que éste sea el momento más adecuado!—Interrumpió enojada la morena.

—¡Al carajo si es el momento o no, Robin!—Gritó Portgas-ya mirando a la chica de forma reprobatoria.

—¡¿Dónde estabas tú cuando Mugiwara-ya fue secuestrado por ese maldito, eh?! ¡¡Con qué cara te atreves a reclamarme cuando tú como su hermano se supone que debías estar cuidando de él como siempre dices que haces!!—Hubo un silencio sepulcral.

Se abalanzó sobre mí tirándome al suelo otra vez lastimando el corte de mi brazo, y sin poder decirme nada sobre lo que le había preguntado, me soltó. Pero ya antes lo había dicho, enfrentaría al mundo entero si era necesario para quedarme con Luffy.

Como pude, lo aparté de mí y recargándome en mi nodachi, me levanté y esta vez yo me abalancé sobre Portgas-ya.

—¡¡YA ME CANSÉ DE ESTO!!—Le grité y pareció sorprendido de eso sin duda—¡YA ME CANSÉ DE TENER QUE DARLE EXPLICACIONES A TODO EL MUNDO DE LO QUE HAGO! ¡TE GUSTE O NO, MUGIWARA-YA ES MI NOVIO Y NI TÚ NI NADIE ME VA A IMPEDIR SEGUIR SIÉNDOLO, NI SIQUIERA ESE MALNACIDO DE DOFLAMINGO, ASÍ QUE TE CALMAS Y DEJAS DE ACTUAR COMO UN MALDITO SOBREPROTECTOR!—Grité realmente molesto—¡Y ya que estamos hablando de Luffy, voy a decirte algo...!—Traté de calmar mi agitada respiración.

Le solté, mi respiración violenta y agitada comenzaba a marearme y la sensación de palpitar de mi corazón en mi pecho, —sin siquiera tenerlo dentro—hacía que retumbara mi cabeza, por lo que me dejé caer sobre los escombros.

—Pero antes, realizaré una operación en mí para recuperar mi brazo... ¡ROOM!—Rompí la manga del abrigo.

Obligué a todos a que salieran de mi domo y se dieran la vuelta, seguro no querrían ver algo tan espantoso como unir mi brazo desmembrado a mi cuerpo.

Aunque tomó un buen rato, logré mi objetivo y tras comprobar que la sangre volvía a circular por el recién restaurado brazo, éste tras unos momentos, se movía ya adherido a mi cuerpo y a mi voluntad. La operación resultó ser todo un éxito. Aunque no por eso debía forzarlo, eso sería peligroso incluso para mí.

Nico-ya fue la primera en volverse y mirarme.

—¿A dónde vas?

—A recuperar mi vida y a quien será parte de ella—me levanté dificultosamente.

—Pero estás muy herido... tu cuerpo no soportará mucho...

—¡Oye! ¿Qué es lo que tienes que decirme?—Era Portgas-ya, que aunque estaba dándole la espalda, sabía que su mirada era del más completo odio hacia mí. Cogí mi nodachi que yacía a mi lado en el suelo.

Lo que iba a decir estaba seguro de que lo haría querer matarme sin duda alguna, sin embargo por una vez en mucho tiempo, sonreí petulantemente.

—Mugiwara-ya es mi novio aunque tú no quieras aceptarlo—estaba de espaldas a él, luego me volví para mirarle por sobre mi hombro con una sonrisa torcida y burlesca—y sabes... ya lo hice completamente mío... no creí que fuera tan bueno en la cama...

Estoy consciente de que los presentes se sonrojaron y avergonzaron hasta el punto de parecer teteras en ebullición porque también soltaron algunos chillidos de exclamación, de asombro y emoción.

—¡Eres un maldito...!—Me gritó y vi que el peliverde, Kuroashi-ya y su novio lo sujetaban fuertemente—¡¿Tienes idea de cuánto he luchado para que eso no pasara?! Y si ahora él... si él está... —forcejeó con ellos hasta que al fin se calmó, sólo entonces Roronoa y Kuroashi lo liberaron del agarre, sin embargo su novio no lo soltó.

Me volví a mirarlo del todo y aún mareado, regresé sobre mis pasos hasta Portgas-ya.

—¿Esperando un hijo? ¿Y mío? Qué más quisiera yo que así fuera y para que lo sepas, ya me contó sobre su condición de doncel, así que no te escandalices. ¡Soy bastante responsable a la hora de hacerle el amor a Mugiwara-ya, no tienes de qué preocuparte!—Dije clavando mi dedo en el pecho del pecoso—No olvides que pronto seré doctor, sé de estas cosas.

Ante mis palabras nadie dijo nada más. Y sin pérdida de tiempo, subí una vez más al jardín del palacio con mi poder donde mi Luffy peleaba contra ese maldito.

Era suficiente. Ya había hecho demasiado y había llegado a su límite. Me acerqué a él apenas lo encontré boca abajo sobre la hierba que aún quedaba en lo que antes había sido un hermoso jardín. Su sombrero ya no estaba en su negra cabellera alborotada; estaba en el suelo junto a él sobre un pequeño charco de sangre... Intentaba levantarse, corrí hacia él.

Su rostro sólo expresaba fatiga y un intenso odio. Doflamingo parecía estar en las mismas condiciones que mi Luffy, aunque yo diría que peor... sólo lograba ver un bulto de plumas rosas que se retorcía soltando alaridos de dolor y que también intentaba levantarse a duras penas.

Ambos se miraron intensamente mientras Luffy continuaba con una mano sobre su vientre.

—Luffy... —dije tomando sus manos cuando estuve con él. Inmediatamente se volvió a mirarme con esa sonrisa tan característica y propia de él.

Aparté su cabello de su rostro, tenía varios raspones y uno que otro corte de los que brotaba un hilito de sangre y sudor, por lo que quité un poco de su rostro. Estaba cansado. Su respiración agitada y los ligeros temblores de su cuerpo eran suficiente señal para saber que estaba en su límite.

—Ya no sigas... por favor... —sin embargo volvió a tener un semblante serio cuando quise detenerlo. Me miró y caminó hasta ese malnacido.

Una vez más se enfrascaban en una pelea como no había visto nunca, empezaba a entender la razón por la cual la mesera había dicho aquellas palabras en aquella ocasión...

"Luffy está con nosotros".

Iba de un lado a otro, pateando literalmente el trasero de ese bastardo. Vi que golpeaba las costillas de Doflamingo y lo lanzaba al aire. Con su técnica "Gear Secando" se movía ágilmente y lo esperaba para continuar con la paliza. Se movía a tanta velocidad que casi me costaba seguirle con la vista... pero los alaridos de dolor de ese infeliz anunciaban la paliza que mi amado niño le estaba dando.

Fue entonces que entendí perfectamente que mi Luffy era un chico realmente diferente a lo que yo creí...

Me sentí tan miserable, tan inútil... una completa basura... tanto que llevé mis manos a mi cabello y apreté mis dedos en él cerrando también mis ojos violentamente y me dejé caer de rodillas.

—¡TORAO!

Su voz llegó fuerte y clara a mis oídos a pesar de todo el estruendo que había alrededor, aunque no sabía qué estaba pasando. Alcé la mirada hacia él.

Corría hacia mí. Parecía que luchaba contra algo invisible que lo empujaba. También noté que movía sus manos como queriendo apartar algo.

—¡¡POR FAVOR APÁRTATE TORAO!!

No entendía qué pasaba, solamente vi que Luffy se preparaba para dar un golpe, el que recibí de lleno en mi rostro. Mi gorra fue a parar en alguna parte del lugar en el que estábamos.

—¿Luffy... por qué...?

—Juro que no soy yo... —forcejeaba—¡¡juro que no estoy moviéndome por mi cuenta!!

No iba a pelear con él. Doflamingo utilizaba su habilidad, el de poder controlar los cuerpos de otros como si de marionetas se tratara.

Y Luffy había sido su víctima.

Volvió a acertarme otro golpe, el pequeñajo golpeaba fuerte... me llevé la mano a mi quijada, me dolía.

Me lancé sobre él inmovilizándolo, lo que menos quería era lastimarlo, pero debía usar la fuerza con él.

Le miré.

—¿Estás bien?—Le sonreí.

—No... —dijo ahogando un sollozo y aun teniéndolo inmovilizado logró zafarse de mi agarre y me propinó un fuerte golpe en el estómago, era realmente difícil mantenerlo tranquilo. De por sí ya era un revoltoso que correteaba de un lado a otro y ahora que estaba siendo controlado por Doflamingo lo era aún más. Le solté.

Estando ambos en el suelo, Luffy levantándose a la fuerza y yo tratando de ignorar el dolor, intenté enfocar el lugar observando que detrás de Luffy estaba Doflamingo que movía sus dedos a la vez que Luffy se movía al sentirlos tirando de sus extremidades de manera involuntaria.

—¿Por qué no te defiendes Law? ¿Tanto quieres a este niñato como para permitirle que te dé una paliza?—El hecho de oír su maldita voz burlándose de nosotros, me ponía de los nervios.

—¡¡Por Luffy estoy dispuesto a dar mi vida!!—Le grité mientras corría hacia Doflamingo esquivando a Luffy.

—Lo siento Torao... —le oí decirme cuando pasé a su lado—no me di cuenta en qué momento se apoderó de mí—su voz sonaba lastimera.

No dije nada, sólo iba con toda mi ira a atacar a Doflamingo. Agité mi Nodachi y ataqué con todo. Estaba dispuesto a asesinar ese malnacido que no hacía más que arruinar la vida de los demás. Me era difícil pelear con ese bastardo porque Luffy se interponía en mi camino justo cuando atacaba a Doflamingo.

Hubo un momento en la pelea en el que sentí pánico. Sin quererlo, le di un golpe en el estómago a mi Luffy y aunque él amortiguó el golpe con sus manos, el verlo retorcerse del dolor en el suelo me aterró de una manera que no me esperaba. Tenía que acabar con esta pelea antes de que hiriera en serio a mi amado niño.

Sin embargo noté algo, mientras Luffy seguía en el suelo hecho un ovillo y gritando desgarradoramente "por favor no, por favor no", Doflamingo ya no era capaz de controlarlo. Entonces aproveché la oportunidad.

Peleé. Peleé como nunca lo había hecho por nadie. El desgaste de mi cuerpo era evidente, el brazo recién recuperado estaba doliendo, estaba forzando mi cuerpo a ir a más allá del límite. Pero por Luffy, por mi Luffy, lo hacía sin pensarlo siquiera un maldito segundo.

Llegó un punto en el que ya no pude seguir y mi cuerpo ya no podía moverse más. Miré en la dirección en la que Luffy había quedado tras recibir mi ataque. Había logrado levantarse, pero no creí que un golpe pudiera debilitarlo tanto. Cerré los ojos unos momentos. Esperé un poco.

Una ráfaga de viento acarició mi rostro y oí un gruñido.

Abrí una vez más mis ojos observando que Luffy tenía a ese maldito agarrado por el cuello de la camiseta que llevaba y su pequeña mano cerrada y apretada en un puño a la altura de su rostro estaba más que lista para dejarla caer en cualquier momento en la cara de ese bastardo que no hacía más que provocarlo, así que le advirtió:

—¡No interfieras... entre Torao y yo... porque no dudaré en matarte!

Aunque las palabras salieron en un susurro de sus labios, llegaron con una nitidez y furia que jamás había sentido.

—Eres igual a mí... Mugiwara... —le oí decir a ese desgraciado—Siempre peleando por lo que quieres... ¿qué harás ahora? ¿En serio serías capaz de quitar una vida?

—No seré yo quien te arranque la vida... Esta pelea... antes de que se volviera personal para mí, era una pelea entre mi novio y tú... él hará lo correcto...

Doflamingo volvió a hacer una mueca burlona. Mi niño jadeaba evidentemente cansado.

—Torao... —Me dijo cuando llegué al fin a su lado—Ya estoy satisfecho, siento que ya hice pagar a este maldito por todo lo que nos hizo... y por haber interferido en nuestra relación, pero... por lo de ese hombre que cuidó y dio su vida por ti... siento que es tu oportunidad de decidir qué castigo darle a este parásito...

—Adelante Law... vuélvete en ese ser asesino que vi en tus ojos cuando eras un niño...

Hice lo mismo que mi amado hizo con ese desgraciado y aunque el hacerle daño no me satisfacía, me detuve sólo por el cansancio y por la reciente restauración de mi brazo, y tras dejarlo casi inconsciente, lo sujeté firmemente del cuello de la camiseta con una de mis manos mientras con la otra llevaba la punta de mi kikoku hasta su garganta.

—Lo admito... tú debiste haber muerto y tu novio debió dar vida a mi heredero... creo que lo segundo al menos sí se cumplirá, éste debería ser mi "y vivieron felices por siempre" con mi heredero, claro está... —musitó jadeante con su estúpida y retorcida sonrisa en la cara.

—Pues tendrás que buscarte el tuyo... —miré a Luffy que estaba un poco más apartado de mí con su mano aún sobre su vientre y de rodillas, para luego volverme a ese bastardo una vez más—¡Porque yo no te daré el mío, ¡¡MESS!!

—Qué...

—Ahora tu vida está en mis manos—dije soltando a ese maldito y asegurándome de que me mirara y viera su asqueroso y podrido corazón palpitar en mi mano, el que sin una pizca de piedad de mi parte, apreté por unos segundos entre mis dedos.

"No vale la pena Law..."

—¿Qué... Luffy? ¿Dijiste algo amor?—Me volví a mirarlo.

—No—me dijo negando. Se había puesto de pie y me miraba con un semblante tranquilo pero perplejo. Abrí desmesuradamente los ojos al notar a la persona que estaba detrás de mi amado.

"No vale la pena que te conviertas en un asesino por mi hermano..."

—Cora-san... —susurré cubriendo mi rostro y empezando a llorar. Sé que los hombres no lloran, pero yo estaba mandando ese orgullo al carajo como solía hacerlo cuando estaba con mi amado... Sólo sentí que me rodeaban en un abrazo de manera tierna. Me sentí desfallecer, sin embargo no dejé caer aquel palpitante corazón maligno que tenía en la otra mano.

Cora-san estaba ahí... o al menos yo lo veía... y su mano estaba sobre el hombro de mi Luffy.

—Torao... —su voz... —¿Torao qué ocurre?—Me preguntaba Luffy quitando mi mano de mi rostro...

No me salían las palabras, así que sólo levanté la mirada y detrás de mi niño seguía Cora-san. Mi Luffy al notar que no respondía, se volvió a mirar por sobre su hombro.

—¿Qué es lo que miras con tanta intensidad?—Me preguntó mirando directamente a Cora-san.

No podía verlo, eso me quedó claro. Sonreí. Cora-san cuidaba de nosotros dos y eso para mí era más que suficiente. Y tal como el humo de su cigarrillo, se desvaneció aún con esa sonrisa que me regaló cuando dejó este mundo...

Abracé a Luffy y besé su frente.

—Nada querido, no es nada... ya todo acabó...

Me volví a mirar a Doflamingo por sobre mi hombro.

—Me quitaste todo lo que quise en la vida Doflamingo, pero no pudiste con mi amado Luffy—guardé aquel corazón en mi bolsillo.

—Duele... Torao duele... —me dijo Luffy y se inclinó levemente tocando su estómago otra vez. Lo cargué en mis brazos y antes de que pudiera saltar hasta donde estaban los demás, oí decir a Doflamingo:

—Pagarán por esto... —un sonido como el de un crujido se oyó en el aire, al mismo tiempo en que de mi boca salían otras palabras:

—¡¡VETE AL INFIERNO... MALDITO DRAGÓN CELESTIAL!! —Lloré en el hombro de Luffy.

—Ace... Sabo... —le oí murmurar y sonreír a la vez que se quejaba. Estaba mirando por sobre mi hombro y yo continuaba mirando hacia atrás también.

Al volverme vi que un chico rubio había pisado literalmente el cuello de ese maldito, seguro ese había sido el crujido que oímos antes. Acababan de romperle el cuello porque inmediatamente le pedí a Luffy que sacara el corazón de Doflamingo que había metido entre mi ropa, y efectivamente, ese podrido corazón había dejado de latir. Al final no fui capaz de matar a ese maldito, Cora-san no quería que ensuciara mis manos con la sangre que corrió en sus venas hacía tanto tiempo atrás...

—Cuida muy bien de nuestro hermano. —Allí estaba Portgas-ya y aquel chico rubio de su misma estatura que era quien había acabado con ese bastardo; su pie estaba sobre el cuello de ese malnacido y cogía de la mano a una chica.

—Dese prisa Trafalgar-san... Luffy tiene algo que decirle... —sonrió la chica animándome a llevarme a Luffy ante la mirada asesina del pecoso y de ternura por parte de la joven.

—Nosotros nos haremos cargo de Doflamingo.

********************

Olvidándome de todos los que estaban allí, me llevé a Luffy conmigo hasta el hospital que había en la Ciudadela donde lo atendí y cuide de él aun cuando su padre y hermano vociferaban que se lo llevarían con ellos, hasta que los amigos de Luffy e Iva- san se hicieron cargo de Portgas-ya y Dragon respectivamente.

Todos los días me quedaba con Luffy. Durante las noches velaba por sus sueños, sólo dejaba la sala para ir al baño o para ir en busca de vendas y demás cosas para tratar sus heridas. No me apartaba de él ni por un segundo. Durante las noches no dormía, ni siquiera ganas de comer me daban. Luffy estaba en esas condiciones por mi culpa... Kuroashi-ya me traía las comidas del día pero mi cuerpo simplemente no era capaz de digerir nada. La culpa y las ganas de poder sentir yo el dolor que mi amado padecía, era lo que estaba matándome.

Por mi culpa, ese bastardo lo había secuestrado y lo había ultrajado, por mi culpa fue torturado para que confesara que era mío, por mi culpa ahora estaba en esa cama soportando aquel sufrimiento físico... todo era por mi culpa.

¿Qué estoy haciendo mal? ¿Por qué todos aquellos que me rodean acaban heridos por mi culpa?

Los resultados de los exámenes que había realizado en Luffy aún no llegaban del laboratorio al que los había enviado para que los analizaran y eso me preocupaba, quería salir ya de la duda que me estaba embargando. Sin embargo de éstos no había noticias.

Y así se pasaban mis días...

—Tengo hambre... —le oí decir llevando su mano a su vientre tal como lo había hecho antes.

Sonreí. Tenía ya varios días inconsciente y estaba muriéndome de la angustia, así que escucharlo decir "tengo hambre" me regresó el alma al cuerpo.

—¡Al fin despiertas!—Exclamé susurrándole en el oído cuando me incliné sobre él en la cama tomando una de sus manos después de devorar su boca—¿cómo te sientes?—Le pregunté apartando algunos cabellos de su rostro.

—Hambriento—me sonrió. Pero luego su semblante se volvió serio y preocupado—tus ojeras están más marcadas que antes—me dijo mientras su pequeña y suave manita acariciaba mi rostro y delineaba con su dedo pulgar mis ojeras.

—Están como siempre—le dije y solté su mano para ocultar mi rostro—. Lo lamento... lo lamento tanto Luffy... nunca fue mi intención que pelearas por mí... nunca quise exponerte a semejante peligro...

—¿Y qué esperabas que hiciera? ¿Que yo me quedara de brazos cruzados mientras ese infeliz nos arrebataba nuestras vidas? ¡¡Al carajo con él, que se pudra!! Sólo defendía lo que más quiero...

—Luffy, quiero que nos vayamos lejos de aquí en cuanto te recuperes. Sé que es egoísta de mi parte pero... ¿está mal el quererte sólo para mí por un tiempo?

—Torao yo... —su voz tenía un deje de duda, pero esperé. Esperé a que continuara, sin embargo la frase quedó en eso, en nada. Llamaron a la puerta, seguramente era Kuroashi-ya que traía el almuerzo.

—¿Qué ocurre Luffy?—Pregunté mientras la puerta se abría detrás de mí—¿no quieres?

—No es eso... es sólo que... mi padre no lo permitirá...

—Hablaré con él si es necesario... ven conmigo por favor... —besé su frente.

—Torao, tenemos que hablar...

—Oh, ya despertaste revoltoso... traeré comida para ti también—dijo Kuroashi-ya—así que no te comas la de Law... no ha comido nada en días.

Ambos me miraron. Luffy lo hacía molesto inflando los mofletes. Se veía realmente adorable.

—¿Por qué no has comido nada Torao?

—No se ha alejado de ti ni por un minuto... ha estado cuidando de ti desde que pelearon contra Doflamingo.

—Kuroashi-ya... —le interrumpí—¿sabes en dónde puedo encontrar a Tony Tony-ya?

Kuroashi dejó la bandeja con el almuerzo en la mesita que había junto a la cama de Luffy. Le dio una calada a su cigarrillo antes de responderme.

—Estuvo en casa de Franky... hace unas horas, Robin-chan se ha sentido algo descompuesta desde hace unas semanas, supongo que ahora debe estar aquí en el hospital...

—Ya veo... sólo necesitaba preguntarle qué ha pasado con los exámenes que le pedí que enviara a analizar...

Pude notar que Kuroashi-ya y mi Luffy se dirigieron miradas cómplices. No había duda, algo estaba pasando y no querían decirme.

—¿Qué ocurre?—Pregunté.

—¿Aún no se lo has dicho Luffy? ¿Qué estás esperando?

—Estaba a punto de contarle pero tú nos interrumpiste—gruñó mi amado levantando el puño.

—¿Decirme qué?

Otra vez se ponía nervioso y tenso.

—Bueno, luego vendré con tu almuerzo... habla con tu novio, lo necesitan—y tras darle una última calada a su cigarrillo, salió de la sala.

—¿Qué es lo que tienes que decirme?—Pregunté una vez que la puerta se cerró detrás del cocinero.

—Torao... hay algunas cosas que debes saber y no sé cómo comenzar... —esperé a que continuara. Pero como no lo hacía, hablé:

—Luffy, si no hay comunicación entre nosotros esto se pondrá complicado y yo no quiero eso, quiero que confíes en mí.

—Torao... la verdad no sé cómo decirte esto... es complicado porque nuestro futuro está en juego...

—Estas asustándome Luffy, ¿dime qué es lo que pasa?

—Bueno la verdad es que...

Un anuncio en los altavoces lo interrumpió.

Maldición, ¿qué estaba pasando? ¿Qué es eso que quiere decirme y que el destino se empeña en que no me lo diga?

"Trafalgar Law, Chopper-san solicita su presencia en pabellón".

"Trafalgar Law, Chopper-san solicita su presencia en pabellón",

Segundos después, la puerta de la sala se abrió otra vez y una enfermera me pedía que la acompañara.

—Sr. Trafalgar, Tony Tony-san lo necesita en pabellón. ¿Puede acompañarme?

No había tomado el peso de lo que acababa de pasar. La muerte de Doflamingo trajo consigo muchas historias que atormentaban a la ciudad y de las que yo era completamente ignorante. Podía decir que sin darme cuenta, Luffy les había traído la luz que se había extinguido por tanto tiempo en este lugar.

No lo niego, justo ahora no me interesaba qué había pasado con los demás, sólo me interesaba que no estuvieran realmente graves, porque lo único que quería era saber qué tenía que decir Luffy para estar en el estado emocional en el que se encontraba... con tanto rodeo para hablar.... qué era lo que estaba ocultándome.

—Volveré luego... sólo espero que cuando regrese estés listo para contarme lo que sea que tengas que decirme... por favor confía en mí... —lo besé.

Fue extraño. No fue un beso como los que suele devolverme... no lo sentí como suelen ser sus besos...

A la Ciudadela estaban llegando aún los heridos de la batalla. Soy honesto, no sabía qué tan devastador había sido el encuentro, no había prestado atención al camino y no había salido a la ciudadela en días, por lo que por un momento, Luffy y todos sus secretos desaparecieron de mi mente.

—Los ejecutivos de Doflamingo hirieron de gravedad a mucha gente y también muchos perdieron su vida cuando volaban cada rincón de la ciudad... —me comentaba Chopper mientras atendíamos a los pacientes más graves.

—¿Qué paso con los ejecutivos?—Pregunté.

—La Marina se los llevó a Impel Down, pero tampoco se libró de las críticas. Dragon y sus subordinados derrocaron al Gobierno Mundial y el mundo es un total caos ahora... Shanks y los demás están tratando de reestablecer el orden... pero les ha resultado difícil...

—Ya veo... sin embargo hay algo que necesito que me respondas—dije una vez que terminé de encargarme de mi paciente.

—Claro, ¿en qué puedo ayudarte?—Me preguntó sin dudarlo mientras seguía atendiendo a una niña que había resultado gravemente herida.

—¿Aún no llegan los resultados de los exámenes que le realicé a Luffy hace unos días?

Se puso tenso y se detuvo.

—N-no... Aún no han llegado... ya sabes, con tantos heridos, en el laboratorio de la Universidad no deben tener muchos especialistas...

—Qué curioso—dije cruzándome de brazos y apoyándome en la mesita en la que estaban los implementos que acaba de ocupar para realizar una cirugía—porque Penguin y Sachi hace unos días que están en la Universidad y también les pregunté si sabían algo sobre los avances en el laboratorio y me dijeron que los resultados de los exámenes de Luffy ya los habían enviado y que tú fuiste quien los recibió.

Lo atrapé. Él sabía algo, fue obvio por su reacción.

—¿Dónde están esos exámenes?—Pregunté.

—De verdad que no lo sé Trafalgar...

Era astuto, pero ya se había delatado con sus acciones. Se me ocurrió una idea.

—¡ROOM!-

—¿Qué haces Traf...

—¡¡SHAMBLES!!

El sombrerito de reno que solía llevar en su castaña cabellera estaba ahora en mis manos mientras se llevaba sus pequeñas manitas a la cabeza buscándolo.

—Se lo preguntaré de nuevo doctor... ¿qué pasó con esos exámenes?

Casi al borde de las lágrimas por no tener su sombrero, logré que me contara al menos una parte de lo que necesitaba saber.

—La verdad es que esos exámenes llegaron hace tres días y han confirmado mi sospecha. Antes de que ordenaras analizar esos exámenes, ya le había hecho algunos yo también y Luffy me pidió que dijera nada, que él quería decirte personalmente qué estaba pasando.

—¿Acaso él está...

—¡¡NO LO SÉ, NO PUEDO DECIRLO!!—Me gritó, parecía estar al borde de las lágrimas. Mi pequeño revoltoso había hecho un buen trabajo. Estaba logrando que nadie me contara nada, empezando por el doctor de la universidad.

Rodeé la cama en la que estaba dormido mi paciente y me puse frente a la del pequeño niño reno.

—Eso era todo—dije y le devolví su gorra sonriendo y dejándola en su cabeza—gracias por tu ayuda.

Abandoné el quirófano y fui a la cafetería donde bebí un jugo y comí unas galletas rápidamente, ya que a cada segundo llegaban más pacientes.

No vi a Luffy esa noche. Llevaba días sin dormir ni comer bien y ahora lo único que quería era descansar. Pero el no saber qué estaba pasando con él no me dejaba conciliar el sueño.

—¿Qué demonios tienes que decirme Luffy?—Me pregunté dejándome caer en la cama de la cabaña que habíamos compartido antes de tener que dejarlo.

Me bebí algunas cervezas para poder dormirme más rápido. Como estaba cansado no sería tan difícil dormirme, me ayudaría a olvidar todo ese maldito día. Fue la solución que encontré cuando estuve lejos de Luffy. Bebía cada noche para olvidar que no estaba a mi lado, que no tenía su cuerpo en mi cama y bajo mi cuerpo, que mi boca no recorría su cuerpo disfrutándolo... El hecho de recordar aquella alocada fiesta de navidad, hacía que mi cuerpo reaccionara... era gracioso, siendo que cuando lo conocí no me causaba más que problemas. Ahora mis pensamientos formaban en mi mente tortuosas ideas sobre lo que Luffy quería decirme. El oírlo dudar sobre mi propuesta me había dejado realmente mal, pero no podía dejar otra vez a mi Luffy, a mi amado Luffy... Pero, ¿y si ya no me quería? ¿Y si pensaba cortar conmigo? Creo que no lo soportaría... y así los días seguían transcurriendo...

*******************************

Hacía días que no veía a Luffy desde que había recuperado el conocimiento, su padre se aseguró de eso una vez abandoné la sala. Y no sólo no podía verlo, Portgas-ya me había encarado hacía unas horas y la discusión había llegado a los golpes por parte de él a lo que yo hice caso omiso. No me sentía con ganas de nada, así que dejé que me golpeara a su antojo, seguro quería hacer eso desde que le dije que ya había hecho mío a su hermano pequeño. Simplemente lo dejé desahogar su enojo en mí... después de todo ya había resistido insultos y amenazas por parte de los cercanos a mi Luffy y por el seguiría aguantando todo eso con tal de tenerlo conmigo siempre. Ese maldito enano me tenía totalmente a sus pies y yo no hacía el más mínimo esfuerzo por impedirlo, simplemente todo Luffy me enloquecía y lo mejor era que de Kid ya ni me acordaba. Luffy me cambió la vida definitivamente.

Me dolía la rodilla, Portgas-ya se había encargado de lastimar cada parte y articulación de mi cuerpo. Me daba risa, porque aunque me cortara ahora una pierna no dejaría a Luffy.... Luffy... ¡Caray! ¿Qué había sido lo que lo hizo dudar aquella tarde cuando le propuse que se fuera conmigo de la ciudad?

Ahora en esta noche más que nunca quería verlo, respirar su aroma, sentir su piel, disfrutar de sus besos.... pero Dragon, estaba impidiendo que lo viera. Siempre que quería encontrarlo lo llevaban a una sala diferente, sin embargo había escuchado a Iva-san decir que ahora mi amado estaba en casa de su padre, por lo que las posibilidades de verlo se reducían a cero...

—Torao... —alguien abría la puerta de la cabaña que había sido el refugio de mi Luffy y yo. Sin embargo la única persona que me llamaba "Torao" era él. Lo que me preocupaba era que no había notado la presencia de alguien entrando en la casa.

Así que utilizando mi habilidad, bajé del techo donde estaba recostado y aparecí en la habitación.

—Torao... —me llamaba, no había dudas, era mi querido niño. Salí a su encuentro.

—Luffy...

Estaba buscándome en la cocina, es un tonto. La cocina no era precisamente mi lugar favorito de la casa.

—¡¡Torao!!—Se lanzó a mis brazos. Lo usual hubiera sido que le dijera algo hermoso, pero me sorprendía más el echo de que estuviese ahí ahora.

—¿Qué estás haciendo aquí? Tu padre ha impedido por todos los medios dejarme verte.

—Eso no importa... ya no aguantaba las ganas de verte—me decía aferrándose a mí tan desesperadamente.

—No me digas que tu padre te permitió venir aquí esta noche... porque ha cometido un grave error... —le dije obligándolo a que me mirara.

—¿Qué? ¿De qué hablas?—Me preguntó asustado—¿No querías que viniera?

—Tontito... —lo besé—tu padre cometió el gravísimo error de dejarte a mi merced... voy a hacerte pagar por tenerme tan preocupado todos estos días...

No tardamos en ir a la habitación y dejarnos caer en la cama, definitivamente éste sí era mi lugar favorito de la casa y más cuando mi amado revoltoso estaba allí conmigo.

Una vez más después de tanto tiempo, una vez más disfrutaba de su cuerpo, de sus besos, de sus caricias, de sus gemidos diciendo mi nombre...

Pero otra vez surgía un tortuoso pensamiento. ¿Qué era eso que tenía que decirme?, no quería preguntar, no quería arruinar el apasionado momento que estábamos teniendo, pero tenía que hacerlo. Me quedé dentro de su cuerpo sin dejarme caer sobre él. Como solía acariciar su vientre desde que nos habíamos encontrado, me pareció prudente no recargarme sobre él. Seguramente había sufrido alguna lesión, pero no lo sabría hasta ver el resultado de sus exámenes.

—¿Qué ocurre?—Me preguntó acariciando mi dolorido rostro.

—Eso debería preguntarlo yo... —besé su frente—¿qué ocurre, por qué tan de repente estás aquí? ¿Por qué... nadie quiere decirme qué es lo que estás tramando? ¿No confías en mí?

Guardó silencio. Aproveché para salir de él. Dios era jodidamente exquisita la sensación que eso producía. Gemí en su boca, al igual que los gemidos de mi Luffy morían en la mía también.

Nos quedamos besando un momento más para luego separarme de su boca y observarlo. Su cuerpo había cambiado un poco, su cadera era un poco más ancha... no le tomé importancia, pero sí me pareció extraño.

—Tu cadera está algo más ancha de lo normal...

—Me ejercito—se rió de mí—¿qué te pasa?

—Amor hay algo que debo decirte... —me dejé caer junto a él, que no tardó en aferrarse a mí—tengo pensado irme de aquí... quisiera ir a la nueva Flevance, abrir una consulta ahí y vivir lejos de todo el ajetreo de la Ciudad... pero quiero que vengas conmigo—le miré.

Sus grandes ojos negros estaban fijos en mí sin ninguna expresión. Como no respondió, continué.

—Me iré mañana, si no lo notaste mis cosas ya están empacadas. —Se levantó un poco apoyándose en su brazo. Miró a su alrededor y luego me miró.

—No hablas en serio... —me dijo.

—Jamás había hablado más en serio en mi vida querido... pero no tiene caso irme de aquí si tú no vienes conmigo.

—¿No crees que es muy precipitado todo esto?—Su carita de preocupación era tan adorable que no pude evitar besarlo otra vez.

—Al menos por un tiempo no quiero compartirte con nadie... tus expresiones quiero verlas solo yo... quiero que al menos una vez sea a mí a quien recurras cuando quieras llorar y desahogarte... pero estás dudando amor... no sé... no sé qué pasa, no sé qué hice mal para que dudes, la decisión que tomes la respetaré... pero tienes que saber cariño que mañana me iré.

Hasta yo sentí que lo presionaba y esa no era la idea, pero tenía que ser claro con él.

—Quizás tienes razón y es algo imprudente para ti pero ya no soporto un día más aquí Luffy. No tengo nada en contra de tus amigos ni de tu familia, pero me siento tan atrapado, tan limitado...

—Torao... —extendí mi mano esperando la suya, me miró.

—¿Qué me dices amor, vienes conmigo?

Separó sus labios para dejarme oír su respuesta.

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