Capítulo 20

El cuarto año transcurría con tranquilidad en la universidad de Cardiff. Sofía y Jorge, eran declarados los más talentosos de las clases y a sus maestros le agradaba el ánimo de aprender de esta pareja, por lo cual, en ocasiones, les daban tutorías personalizadas en sus tardes de estudios.

Ellos habían aprendido a mantener en armonía los estudios en la universidad y su noviazgo, ocupando los fines de semana y días festivos para tener citas.

El tiempo pasaba deprisa y ya se encontraban en el segundo semestre. El invierno de ese año era extraño, en ocasiones el viento y la lluvia eran fuertes, que se suspendieron las clases en más de una oportunidad, pero otros días, estaba soleado y calmado.

Sofía y Jorge, planificaban que hacer para su primer aniversario de noviazgo. Recientemente, había sido el cumpleaños número 22 de Sofía y realizaron muchas actividades, pero ahora, se les agotaron las ideas románticas para hacer de esta celebración, algo especial.

— Una cena... con música en vivo — sugiere Jorge.

— Viajamos por el día a un lugar lindo — propone Sofía.

— ¿Cómo cuál? Algo cercano a la playa me agradaría.

— ¿Nefyn? Está en la costa y es muy popular por sus playas tranquilas. Será muy romántico caminar contigo de la mano por el malecón — Sofía toma la mano de su novio, al imaginar lo divertido que será ese momento.

— Pero es una, o quizás más horas de viaje.

— Eso será lo bueno. Viajamos temprano el domingo y regresamos por la tarde, llegaríamos aquí al anochecer. Podremos conversar y escuchar música en el camino.

— Sí... me has convencido. Si el viaje nos gusta, podríamos hacer más actividades de este tipo los fines de semana.

Ambos estaban emocionados planificando el viaje, esperando que el clima los acompañe.

El domingo acordado, Sofía fue temprano por la mañana hasta el departamento de Jorge, quien le cambia de lugar en el deportivo, para ser el chófer.

El viaje fue tranquilo y apacible. Rieron, jugaron adivinanzas, charlaron sobre ellos y el futuro, mientras escuchaban música, a lo que Sofía, cada tanto colocaba "Uptown Girl" para cantarla, puesto que, definitivamente, era la canción de ellos.

Al llegar a la ciudad de Nefyn, caminaron por sus calles, al igual que varios turistas que disfrutaban del día despejado, sintiendo la brisa marina y fría sobre sus rostros. Tomaron fotografías con sus teléfonos, pasearon en bote turístico, compraron algún que otro souvenir y almorzaron mariscos en un restaurante con vista a la playa.

Ya estaba terminando el día y tendrían pronto que regresar a Cardiff, así que fueron a una cafetería con toques rústicos, para tomar un chocolate caliente con pastel, antes del viaje de regreso.

— Aún recuerdo cuando estábamos en segundo y fuimos a buscarte para pagar por el trabajo. Fue la mejor decisión que tome, dejar la pereza y ser tu compañera de estudio. — Cuenta Sofía de forma alegre, mientras bebían un sorbo de su chocolate.

— Ya sabía que no harían nada en ese trabajo — contesta Jorge, al cortar un trozo de pastel.

— ¿Cómo tenías tanta paciencia para explicarnos?

— No la tenía, por dentro quería golpear mi cabeza contra la pared, creía que eran unos retrasados mentales, y tus amigos suponían que estaban haciendo el gran negocio, cuando ese trabajo no tenía una nota muy alta que influenciaran en las demás.

— Tienes razón, pero aún me sorprende que quisieras darme tutorías... aunque deseabas cortarlas varias veces.

— Si, porque no tomabas atención a lo que te enseñaba. Pero te esforzabas y eso ayudaba, además que tampoco quería cortar las tutorías.

— Por el dinero que estabas ganando — reía Sofía.

— No, porque eres linda. Tendré que usar lentes para leer, pero no soy ciego — responde Jorge, tomando de la mano de ella para entrecruzar sus dedos.

— ¿Siempre me encontraste linda? Acaso, ¿tenías esperanzas de ser algo más que un amigo?

— En un comienzo no, pero después, claro que tenía otras intenciones contigo. Al final, terminamos siendo amigos, pero para mí, estaba bien. Me flechaste cuando fuimos a bailar la primera vez...

Dejan de recordar el pasado, ya que el mesero le trae la cuenta anticipadamente, alegando que un frente de mal tiempo se está anunciando en las noticias en este momento y debían cerrar la tienda. Ambos miran el televisor que estaba en la cafetería, que transmitían las noticias, donde se informa fuerte temporal de lluvia y viento de más de 100 km/hr.

— ¡Rayos! Mira qué feo se puso afuera. Será mejor irnos antes de que no podamos salir. — dice Jorge al levantarse de la mesa y tomar su chaqueta de la silla.

Sofía no comprende en qué momento el clima paso de ser un hermoso día soleado de invierno, a oscurecerse tan pronto, sintiendo como algunas gotas chocaban en la ventana de la cafetería y el viento arrastraba de manera suave algún papel que estaba en la calle.

Después de pagar la cuenta, los novios suben al deportivo que estaba aparcado.

Jorge conducía con cuidado para llegar a la carretera, pero repentinamente, la lluvia comenzó a caer estrepitosamente sobre el coche.

Sofía siente vibrar su celular al entrar una llamada. Responde al ver que era su madre.

— Aló mamá, ¿qué pasa?

— Sofía, ¿dónde estás? Anunciaron un frente de mal tiempo y están cerrando las calles.

— Vine a pasear a Nefyn, estoy viajando de regreso, voy saliendo de la ciudad.

La llamada comienza a escucharse entrecortada.

— Quédate ahí... no salgas... muy peligroso... no conduzcas...

Luego de eso, la llamada se corta.

— ¿Qué pasó? — pregunta Jorge.

— Detén el vehículo, tenemos que regresar a Nefyn. Mi madre nunca me llama y ahora estaba preocupada... quiere decir que esto es grave

— ¿Es por el clima?

— Sí, dice que se pondrá peor.

Jorge dio vuelta en U para regresar a la ciudad. Cuando estaban entrando nuevamente a Nefyn, comienza a conducir muy lentamente, ya que la lluvia se volvió como un muro que le impedía ver por donde se dirigían.

Estaban por el centro de la ciudad y buscaban un hotel en donde quedarse, pero el viento movía el deportivo y la lluvia no daba tregua a Jorge para ver por dónde se dirigía. Pronto, sienten como algo golpea el vehículo, lo que les hacía dirigirse hacia el costado derecho.

— ¿Qué fue eso? — pregunta Sofía asustada.

— Creo que se reventó un neumático. No logro ver por dónde voy, lo mejor será estacionar y seguir a pie. Corremos más riesgo de chocar contra algo o alguien, además de poder arruinar la llanta.

Dejan el deportivo en el estacionamiento de unas tiendas y ven que cerca está un pequeño hostal. Cuando ingresan, ya la lluvia era fuerte y estaban empapados de agua.

La encargada del hostal les informa que no tienen habitaciones disponibles.

Sofía no quería salir nuevamente a la calle, así que toma su celular y busca en internet hoteles u hospedajes cercanos, a lo que Jorge hacía lo mismo y comienzan a llamar a los distintos números.

Muchas personas estaban en la misma condición que ellos, y habían tomado todos los alojamientos disponibles, esto les hizo entrar en desesperación, puesto que tenían frío al tener la ropa empapada.

Finalmente, Sofía llamó a un hotel cinco estrellas para preguntar, donde les quedaba solo la Suite de lujo, que, por su alto costo, nadie lo había tomado aún, así que reserva.

— Encontré lugar — Informa a Jorge, mientras mira en donde se ubicaba en el GPS. La distancia era un poco más de 1 kilómetro en dirección hacia la playa.

— Vamos — dice Jorge, tomándola de la mano.

— Pero Jorge, está muy feo afuera, y si, ¿nos quedamos un poco más a que disminuya la lluvia?

— Sofía, la lluvia no es el problema, es el viento. Si no corremos ahora, el viento no nos dejará avanzar y estaremos en problemas.

Salieron rápidamente del Hostal y trataron de correr hasta el Hotel. Ya les quedaba un par de calles, cuando el viento comienza a golpearlos con fuerza, lo que por poco, hace caer a Sofía. A ella le dolía el rostro, la lluvia que los azotaba eran como agujas que se clavaba en la piel.

Por cada diez pasos que avanzaban, el viento les obligaba a retroceder otros dos. Jorge sostenía y presionaba a Sofía contra los muros cercanos, para que, de esa forma, el viento no los empujara tanto.

— Vamos Sofía... falta poco, ahí está el hotel — Jorge le daba ánimos, ya que la veía abatida y asustada.

El viento estaba arrastrando muchas cosas, y el lindo malecón de la mañana desapareció ante la fuerza de las olas que lo invadían. Con dificultad lograron llegar al hotel e ingresaron.  

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