Capitulo 5 (Atenienses)
-¡¡¡¿QUÉ DEMONIOS?!!!- Aquel hombre peli azul, giro su vista hacia dónde provenía esa voz.
-Por... Por... Favor... A...Yu...Deme...- La voz del pequeño cordero, parecía apagarse, el golpe recibido, le provocaba que su vista se estuviera nublando, el terror lo estaba agotando.
-¡¡¡Déjelo en paz!!!- El joven de cabellos rubios, delgado pero bien proporcionado, siendo alto, llevando una túnica de color beige, con detalles blanco, un cinturón negro grueso, pantalones negros y unas botas negras de igual forma, llevando un símbolo en el antebrazo.
-¡¡¡PIÉRDETE IDIOTA!!!- No estaba prestándole mucha importancia al joven, haría lo que quería hacer, nunca nadie antes lo va a detener.
Aquel chico, apretaba sus nudillos, y mandíbula odiaba ver esa injusticia en los faunos omegas de esas tierras.
No se quedaría sin hacer nada, pertenecía a un gremio importante, donde la justicia era el lema principal.
Sin pensarlo dos veces, en ambas manos invoco dos aros dorados, arrojándolos hacia el hombre que estaba por hacerle daño al pequeño.
Mientras viajaban en el aire, se desplazaron a cuatro en total.
Estos dieron en el blanco, provocando que el hombre fuera capturado por esas armas, dejándolo sujeto a un árbol por ambas extremidades.
No era posible zafarse al menos que el dueño lo haga, si te tratabas de zafar se apretaban más contra la víctima.
-¡¡¡HAAAAAAA!!! ¡¡¡MALDITOS SEAN... LOS SEGUIDORES DE ATENA!!!- Estando de esa forma en el árbol atrapado, con aquellos aros dorados ajustándose a sus muñecas y tobillos.
Al no sentir ese opresor peso sobre él, intento incorporarse, aun debía huir... Alejarse lo más que pudiera, pero... No estaba bien, no se sentía estable.
Su primer pensamiento fue tratar de cubrirse, pero su ropa estaba desecha, aun temía... Si ese nuevo humano enfrente de él, lo lastimaba, ya no tenía la fuerza para seguir.
Sintió como se acerba, cerro sus ojos, estaba esperando algún golpe o lo que fuera... Estaba temblando, y se manchaba la sangre en su cuerpo del labio partido.
Mas lo único que sintió fue como una sueva tela caía sobre él, para cubrir su frágil ser. Esto no lo esperó, levanto su rostro con suavidad, para encontrase con la cara de su salvador.
Este hombre rubio por su parte se había inclinado a él, su mirada azul apenas visible por sus ojos entrecerraos, pero una cálida mirada, con una débil sonrisa, contemplaba al menor.
-¿Estas bien?- trato de tocar el hombre del pequeño.
-¡¡¡NO!!!- Se cubrió rápido con sus manos, sujetando la tela, y su temblor se hizo más presente.
-Tranquilo... No te abre daño- Le habla con la voz más dulce posible, pero parecía que no funcionaba.
-¡¡¡CUANDO SALGA DE AQUÍ!!! ¡¡¡TE HARE PAGARA MALDITO ENTROMETIDO!!! ¡¡¡Y ESE NIÑO SERÁ SOLO MÍO!!!- Si cabello estaba completamente desordenado, sus ropas desarregladas y una expresión de desquiciado en sus ojos.
Este joven rubio, frunció el ceño, odiaba escuchar a sujetos como el alzar la voz. No eran para nada dignos de ser capaces de hablar, eran peores de lo que pensaran de los faunos.
Ellos tenían más derechos de libertad que escorias como este sujeto.
Más aún estaba sujetado por las reglas de su gremio, respetar cualquier vida de seres vivos nacidos bajo la luz.
Pero no impedía, por lo menos callarlo, un quinto aro salió de sus manos, lanzo aquello para el cuello de ese sujeto, apretándolo un poco.
-¡¡¡ESTO... LO... VAN... A PAGAR... MUY CARO...!!! Estaba perdiendo el sentido, la falta de aire lo estaba dominando.
Solo suficiente para que quedara inconsciente.
Mu, no se atrevía a mirar a otro punto que no fuera el suelo, quería salir corriendo, pero temía que sus piernas no respondieran para ponerse de pie, no creía tener fuerzas para nada.
En su mente los humanos solo eran malos, que no podía confiar en ellos, pero... Hubo solo uno que lo ayudo, mas era un omega podría confiar en él, mas ahora otro Alfa allí cerca de él, podría hacerle daño...
¿Eso es lo que quiere? ¿Hacerme daño? Sus pensamientos se remolineaban en eso.
-No te volverá hacer daño- Al dirigirse a él, su semblante cambio a uno más suave.
No hubo respuesta alguna, el niño temía por todo, estaba tan asustado y se podía notar.
-Escucha... No te puedes quedar aquí... Es muy peligroso para ti- Mantuvo su distancia, para que lograra confiar en él.
El pelilila solo miraba para todos lados, pero su ojos nunca se alzaron, por alguna razón esos zafiros, le provocaba un extraño sentimiento.
-Me llamo Shaka- Extendió su mano hacia él. Podría ser el típico saludo o alguna idea que se le ocurrió. –¿Cuál es tu nombre?-
-Tengo frio... Debo buscar... A mi papá- Sus parpados estaban agotados, al igual que el resto de su cuerpo y su mente se estaba nublando, no se sentía nada bien... Sintió como un cumulo de sensaciones quedo en su estomagó pesado, amenazando con salir de su boca.
-No te ves bien...- Apenas si pronuncio aquello antes de que el menor devolviera lo poco que su cuerpo había comido horas atrás.
Al expectorar hacia un lado aun con el cuidado de no que cayera sobre el otro, esto lo agoto por última vez en esta oscura y fría madrugada, ya no podía más.
Se desmayó del cansancio cayendo para al frente, justo a tiempo el rubio lo sujeto con cuidado de no dañarlo.
Observo ese rostro inocente, que había sido marcado por ese golpe, que dejo ese camino de sangre de su pequeña boca hacia el cuello y parte de su pecho.
Lo cargo suavemente, sosteniéndolo con firmeza al estilo princesa, cubriéndolo lo mejor posible con la capa.
De por si Mu no era muy alto para su edad, aparentaba menos edad, por su forma de vida, esa mala nutrición, pesaba menos de lo que debía, su piel tan pálida que se lograba ver.
-¿Qué clase de sufrimiento has tenido que pasar?- Se preguntó aquello mientras lo sostenía en sus brazos -¿Qué clase de maldito hace esto a un niño?- Esa fue su pregunta, mientras subía a su caballo con el quinceañero en brazos.
Una mano lo sujetaba firme hacia su pecho, mientras con la otra tomaba firmemente las riendas, para dirigir al corcel avellana, el camino que aun debía recorrer para llegar a su destino.
Tendría que ir más suave, no quería despertarlo.
Siempre serio y estoico en todo lo que hacía, considerado el más iluminado en el gremio que pertenecía, el que calculaba todo y no demostraba sentimientos, mas allí estaba en ese lugar cuidando a un pequeño que acaba de conocer y revelando que de verdad podía sentir repugnancia hacia seres como ellos. Que eran capaces de lastimar a Faunos.
Era consiente de leyes estúpidas y arcaicas que aún se mantenían en las cercanías de la ciudad a donde llegaba.
Suspiro pesadamente, su deber era mantener a esos seres llamados Shadow lejos de las tierras sagradas que lo han visto nacer y crecer.
Pero quería brindar libertad e igualdad a los Faunos, proteger a los Omegas. Él no quería pensar en la maldad que existía en el corazón de los humanos Alfa, pero estaba allí... Y a veces sentía que haber nacido con la condición de Humano Alfa podría ser una bendición o maldición.
Sus pensamiento fueron interrumpidos, por un débil quejido entre sus brazos.
El sollozo el menor, que ahora sujetaba la prenda que llevaba el mayor, derramo esas cálidas lagrimas –Papá... Por favor... Vuelve... Papá... prometiste... Que... Estarías conmigo... Siempre-
Aquello por alguna razón, le estremeció el corazón, sujetando con mayor fuerza a ese pequeño cuerpo, tal vez brindándole un abrazado inconscientemente oculto en que no cayera.
Pensó que era solo un niño no mayor de doce años tal vez menos, pero su sorpresa seria grande cuando supiera que solo el fauno era un año más joven que él.
---Horas más tarde---
Una habitación sencilla, una puerta de madera, pero parecía ser firme, unos estantes vacíos, una pequeña mesita en medio un florero que parecía hace años no tenía agua o flores, pero ahora sí, eran lirios blancos, una silla de madera enfrenté de esta, un encendedor de donde podían prender y apagar la única luz del lugar.
En medio de esta habitación pegada a la pared del frente de la puerta, una cama de madera, un colchón y unas sábanas blancas, sobre estas había un pequeño cuerpo, descansando, estando en posición fetal, sujetando con fuerza la prenda de cama y la almohada del mismo color pulcro.
Una vena tan sobre este, en la pared, no estaba muy alta, pero si se sentaba en la cama, lograba ver el jardín que existía afuera. Más en este momento se encontraba cerrada.
Se comenzaba a mover con suavidad, parecía que sus parpados estuvieran pesados, abría y cerraba, tallándolos. Se acostumbraba a la luz que había en ese lugar.
Su mirada se dirigió hacia el lado izquierdo, se sorprendió que no reconociera para nada donde estaba, la pared lucia bien, no era nueva pero estaba bien conservada.
Abrió sus ojos de golpe, el miedo y terror se apoderaron de su ser, quiso incorporarse, pero su cuerpo se sentía tan pesado y la suavidad de ese lecho, le sentía tan agradable.
No sabía qué hacer, estaba aterrado un pequeño Fauno Omega en un lugar completamente desconocido, solo... Podía pensar en lo peor.
-Qué bueno que ya despertaras- Una voz masculina, pero con un timbre de gentil, inundo sus oídos.
Se giró de inmediato, quería saber que ocurría con certeza -¿Quién... Eres?- Pregunto con todo la fuerza que podía tener.
-Tranquiló niño, no te pasara nada- Levantó sus manos en señal de paz. –Mi llamo Shura- Le dedicaba una sonrisa algo forzada, no era bueno demostrar emociones, pero el pequeño le daba algo de ternura.
-¿Eres... Un Fauno?- Solo sabía hacer preguntas ahora.
Inclino su cabeza asintiendo con esta –Si, como puedes ver, soy un fauno con cuernos de Cabra-
-¿Una cabra?- Era la primera vez que veía a otro fauno que no fuera de su mismo linaje.
-Sí, y tú eres uno cordero- Se levantó de la silla, sosteniendo un vaso con agua –Debes estar sediento- Le ofreció aquello al menor.
El pequeño dudaba en tomarlo, no podía confiar en un perfecto desconocido -¿Eres un Alfa?- No tenía aun certeza de cómo saber por su propia cuenta esa índole, pero quería saber si estaría seguro, donde fuera que estuviera.
Negó suavemente –No, soy un omega, al igual que tu- Volvió a ofrecerle el agua.
Sus ojos se ensancharon al decirle tal cosa -¿Cómo sabes eso?- Empezaba a temblar, estaba temiendo por su vida de nuevo y no sabía porque... Sus terrores no lo dejarían en paz.
-Me lo imagine, eres pequeño, delgado, y tienes una expresión inocente, así somos la mayoría de los Omega a esa edad- Callo un momento, pensando con una cara más seria –Debes tener unos doce años ¿Cierto?- Sonrió de nuevo, por tercera vez quería darle ese vaso.
Sintió un poco de confianza, al saberse que ese hombre junto a él, de cabellos cortos verduscos, ojos jade, piel clara, de ropas color verde seco, similar a una camiseta sin hombros, pero llevando unas muñequeras grandes hasta casi los codos, parecía cuero, pero no estaba seguro, un cinturón grueso café y unos pantalones de color grisáceo. Sus brazos como su cuerpo eran delgados, pero poseía un poco de musculatura en sus antebrazos.
Esta vez acepto el agua y la bebía con desesperación, su boca se sentía tan seca, mas no podía bajar la guardia.
-Tengo Quince años- Bajo el vaso, sosteniéndolo entre sus manos, era la primera vez que veía el cristal, lo sentía tan ligero, sus ojos clavados en este objetó.
Abrió levemente sus ojos, la sorpresa no lo cría -¿Quince años? Te vez mucho más pequeño- Miraba al pequeño inspeccionándolo con mayor cuidado, se notaba lo delgado que era, al grado de ver sus costillas, y los moretones.
-Mi nombre... Es Mu...- Dudo en decirle, pero podría ser su mejor opción.
Le sonrió –Es muy bonito tu nombre- Giro su vista hacia el plato de fruto que había en el lugar –Tienes que comer algo, aunque sea ligero, fueron las órdenes del médico- Le tendió un poco de este alimento en un plato.
Las verdes esmeraldas del niño se abrieron como nunca antes, no podía creer que le dieran un plato de comida repleto a como él podía divisar, con toda esa cantidad de fruta que la mayoría desconocía. Su boca se hizo agua por un instante, pero no podía aceptarlo tan fácilmente.
Podría ser una trampa en su pensar, bajo la mirada, cerrando sus ojos con fuerza para evitar mirar aquello, pero su estómago gruño sonoramente, con ese aroma suave.
-Te diría que no tienes hambre, pero... Sé que no es verdad- Sujeto el vaso de las manos del chico, para que ahora lo cambiara por esto nuevo –No es mucho, pero es la cantidad suficiente que Albafica te recomendó, trata de comer-
-¿Por qué eres tan bueno conmigo?- Sus lágrimas comenzaron a caer, estaba temblando, no creía que nadie pudiera ser bueno, pero allí estaba alguien de su misma condición ayudándolo.
Observo ese temor en el pequeño, aquel que alguna vez sintió de pequeño, solo era efímero pues a sus veintidós años había logrado superar mucho.
-Nada malo te pasara aquí, así que tranquilizarte- Su voz trato de sonar dulce, para ayudarlo un poco.
-Quiero... Ir con mi papá- Ese era su pensar y pena más grande. Recordaba lo sucedido anoche, y como le había dicho ese horrible hombre, que su padre no volviera a estar con él.
Suspiro preocupado, ahora entendía un poco las cosas –No sabemos dónde está tu padre... Pero... Trataran de buscarlo sin falta, más debes comer algo primero, darte un baño y que te vuelva a ver el médico, para saber cómo te encuentras de salud y...-
Negó con su cabeza, todo eso no lo alcanzaba a comprender, solo quería estar con su progenitor, estaba aturdido, nervioso, asustado y no había más que ese nuevo lugar.
-Por favor Shura... Déjeme ir... Quiero buscarlo... Es lo único que tengo...- El menor quiso levantarse de la cama, mas al poner un pie fuera de esta, su vista se nublo, y la debilidad a su cuerpo volvió.
El otro fauno allí presente lo sostuvo con fuerza, para que no cayera, haciendo que se volviera a sentar en la cama, mirándolo un poco serio –Mu, no puedes irte en este momento a ningún lado, estas demasiado débil, si sales solo logaras que te pasen cosas terribles, debes comprender... Que solo queremos ayudarte-
La respiración agitada, sus pecho doliendo un poco, noto que llevaba una bata blanca, que le llegaba hasta los tobillos, o incluso lograra cubrirlo todo, no era de su talla.
-¿Por qué me quieren ayudar? No lo entiendo- Estaba llorando, temió que la historia de su padre se repitiera con el de nuevo -¿Qué quieren de mí? Yo... No quiero que nadie me marque... Por favor... No quiero eso... Quiero estar solo con mi padre... Por favor... No me lastimen- trataba de cubrir su cabeza con las manos, estaba temblando sus lágrimas caían a mares por sus mejillas.
-Mu... Mu...- Trataba de llamarlo, pero el menor no lo escuchaba, estaba llorando desesperadamente. Pensó ¿Que podría hacer en esta situación? Y solo se le ocurrió lo único que no le gustaba hacer, mas este niño posiblemente lo necesita.
-Papá... por favor papá... No quiero estar lejos de ti...- Ese era su ruego más valioso que tenía y el único que poseía en cuestión.
Shura se sentó sobre la cama a lado del pequeño y dudando un poco paso su brazo derecho por ambos hombros del niño, como un abrazo algo forzado para el cabrío, pero sería una señal de confort para el pelilila.
Una suerte que no se estremeciera al contacto, tal vez no presentía tanto peligro de un Omega, pero no podía pensar lo mismo de algún otro Alfa o Beta incluso.
Se mantuvo en la misma posición, no se recargo para anda en Shura, pero le permitió ese abrazo, solo necesitaba desahogarse con alguien, poder sacar el dolor que su corazón estaba guardando por años y... Ahora tal vez la pena más grande para siempre.
No era un tonto... Solo un niño con miedo, y comprendía a pesar de negarlo, que esas palabras del amo de su padre, podrían ser ciertas.
Su papá... La persona que dio todo por él, para mantenerlo seguro toda su vida, se sacrificara con su último aliento de su vida, solo para que tuviera la oportunidad de ser libre, aunque él jamás lo lograra.
Las lágrimas seguían, no cesarían tal vez por años, pero debía empezar a dejar salir aquello.
-Sé que... tal vez el... Este muerto... Por mi culpa... No pude...- No podía seguir, todo se le acumulaba en su garganta, ese vacío de alimento, pero con las emociones que dolían tanto.
-Ya, ya... Tranquilo... No es tu culpa... Nada de lo que ocurriera es tu culpa... Solo hiciste lo que debías hacer...- Esas eran las únicas palabras de consuelo que podía darle a Mu.
-Es mi culpa... Yo no debí nacer... El dio todo por protegerme... Y no pude ayudarlo a salir de ese lugar... Hasta... Que... Mi papá prefirió que yo... Me fuera... Antes que el...- Cubría su boca por inercia, antes no debía si quiera producir un ruido, si lloraba o se darían cuenta y podría ser peor.
-No es bueno que digas eso... Si tu padre, hacia todo porque estuvieras bien... No debes desear no haber nacido- Su mirada severa se intensifico, pero su voz no combinaba, era tan dulce.
-Soy alguien... Que fue capaz de abandonar a quien le dio la vida... Yo no merezco nada bueno...- Limpiaba su nariz con el antebrazo, el llanto no paraba.
-No conozco nada de tu pasado y puede que no lo haga al menos que me lo digas, pero... Por como hablas de tu papá, te debió amar tanto, que dar la vida por quien amas así, no es algo que la otra persona deba renegar...- Suspiro triste ahora, sin duda estaba recordando algo que lo carcomía –Si él te oyera hablar así... Lo pondrías triste... Y sé que no quisieras eso-
Ese corderito, levanto levemente su mirada, observando al mayor -¿Tú crees eso... Shura?- Por alguna razón pensar en que su padre estuviera triste por su culpa, lo forzaba a mostrar un semblante diferente.
-Puede que ese sujeto te mintiera, y este con vida... Esperando a que regreses por él, con... Refuerzos y eso es lo que puedes hacer aquí- Trataba de calmarlo.
Aquello le interesó mucho al niño -¿Cómo podría hacer eso?-
-Has lo que te digo, come algo, date un baño, te traeré ropa limpia y dejaras que te revise el médico, después sabremos cómo estas y cuando mejores de salud, podrás hablar con los líderes del gremio- Sonaba feliz ahora, más aun un semblante frio se mostraba en su rostro.
-¿Lideres?- Su pregunta que era eso.
-Son los líderes del gremio Ateniense- Contesto serio, más muy confiado de saber tanto.
-¿Gremio Ateniense?- Estaba confundido, limpiando sus lágrimas -¿Qué es eso?-
Por un momento pensó en decir algo que podría hacerlo llorar de nuevo, entendió que ese niño indefenso, había vivido cosas muy fuertes en tan corta edad, era mejor no interrogarle nada y solo responderle.
-Te lo diré, solo si me haces caso en lo que te he dicho y al final de todo, te contare toda la historia- Le dedica una sonrisa -¿Te parece bien?-
Miro un instante al hombre, pensando si era bueno... Pero si quiera conocer más y si su padre aún estaba con vida, debía rescatarlo, fuera como fuera, debía lograrlo.
-Está bien... Shura...- Sus manos temblaron al tratar de alcanzar la fruta, temía que fuera una trampa.
Mas se sorprendió, como el joven se levantó de la cama, para darle indicaciones.
-Mira, en esta puerta hay un baño, tiene lo básico, un jabón para limpiarte una esponja, te traeré ropa limpia para que te cambies y no te preocupes, yo estaré contigo cuando venga el médico- Esos ojos afilados como espadas, no podían concordar con esa sonrisa apenas visible que demostraba, no tenía destello de maldad, como siempre había conocido.
Podría confiar en el...
-Está bien...- Lo siguió con la mirada.
Este se despidió por el momento, saliendo de la habitación, dejando al niño solo.
Suspiro tristemente, mirando sus manos con esa fruta, de nuevo ese rugido de estómago lo llamo a la realidad.
-Lucen tan deliciosas... ¿Qué podría ser esto?- Sostenía una pequeña bolita verde, que la apretó y soltó su jugo manchado su cara, pero de igual forma probo aquello y le aprecio muy delicioso.
Comenzó a comer todo lo que pudiera, en verdad no recordaba la última vez que había probado algo tan dulce y suave, mientras engullía todo eso... Sus lágrimas brotaron de nuevo.
Le causaba una gran nostalgia, mucho dolor, que no pudiera Star comiendo con su padre, como le gustaría compartir este banquete a su parecer con él.
Apretaba las sabanas con su mano libre, juntas sus piernas así sostenía el plato y comía tan pesadamente y tragaba igual, pero era el dolor que volvía a sentir.
No podría acabar ese tormento mental jamás, solo deseaba irse lejos con su padre, eso quería.
---Pasillo del Gremio---
-Creo que esto será de la talla de ese pequeño- Sostenía unas cuantas prendas de colores vivos en sus manos.
-¿Cómo se encuentra?- Una voz serena se hizo presente.
El peliverde oscuro, se giró hacia donde la voz venia, haciendo una reverencia, inclinado la cabeza –Señor Shaka, el pequeño Fauno se encuentra... En un estado... Manejable para él-
Suspiro algo triste –Ha pasado por mucho... Es normal que no confié en nosotros-
-Su nombre es Mu, tiene quince años y está muy preocupado por su padre- Su mirada estaba puesta en el muchacho.
Asiente, mas su sorpresa se hizo presente, al respirar un poco profundo –Pobre... Nadie debería tener ese pesar a su edad-
-El solo acepto comer y ver al médico, si al final puede hablar con usted y el señor Aioros, para ayudarlo a rescatar a su padre-
-Entiendo... Es lo único que tiene en su mente...- Suspiro algo molesto –Lo malo es que... Si su padre está marcado por ese hombre... No podremos hacer nada- Apretó sus puños, sentía tanta impotencia el que existieran esas leyes que solo servían para proteger a quienes trataban tan mal a los faunos, pero ahora tenía un pensar diferente, aunque no lo notara su enojo se intensificaba, el no poder ayudar al pelilila.
-Si... Me permite... Tengo que llevarle esto a Mu y el medico Albafica, pronto llegara- Pensó detenidamente –Si el pequeño... Ve a otra persona entrar en su habitación estando solo, entraría en un estado de pánico-
-¿Te ganaste su confianza tan rápido?- Estaba incrédulo por eso.
Negó con su cabeza –No creo que me la ganara, solo pienso que se siente seguro si un Fauno Omega esta con el-
Asiento de manera estoica, fijando su mirada al frente –Entiendo- Sus ojos apenas abiertos –Te pido por favor... Que lo acompañes siempre-
Sonrió débilmente –Usted me lo pidió anoche que lo cuidaría en cuanto llego con él, lo hare... No solo por la petición de usted, sino porque ese pequeño...- Apretó aquellas ropas contra su pecho –Me da tanta pena...-
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Buenos días, tardes, noches, ¿Que hora es? ¿Quien me ha robado el reloj? ¿Como están mis terrones de azur? Yo me encuentro super bien, wiiiiii aquí con algo de calor, por que la verdad esto del verano es genial, para mi me siento mas activa, aunque tengo demasiada energía siempre, jajajajajaja por esa razón no tomo cafeína, imaginen eso ¿Como seria con un estimulante así? uUUUUUUFFFFFF seria demasiado.
Jajajajajaja pero bueno, aprovecho mi exceso de energia, para pensar en locuras, jajjajajajaja Ya conocen a mamá terrón de azúcar, siempre trayendo cosas extrañas y divertidas wiiiii.
Valla, valla, MiloXCamus están en el primer puesto de calenturientos jajajajajaja, ya los conocemos sin duda.
Jajajajajjaja Ay no se que preguntar... Esto se esta poniendo muy bueno.
Ahora cambiemos algo. Por este momento. Ustedes háganme alguna pregunta. Ándeles que yo les contesto, puedo responder lo que sea, menos dar demasiado spolier's de algún fic... Tal vez de un poco, solo un poco, por que ando de super buen humor.
Así que espero ahora sus preguntas, comentarios y reclamos. Ya seamos honestos aquí no me pueden reclamar nada jajajajaj XD Bueno... Quien sabe.
Muchas gracias por seguir apoyándome, son los mejores mis terroncitos de azúcar, nunca terminare de agradecer la oportunidad que me han dado, para hacerlos reír, llorar, enojarse y divertirse.
Mil gracias.
Bueno sin mas por el momento me despido.
Ammu se va.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top