Un poema de Navidad
***Noche Buena***
Johana y yo poníamos la mesa entretanto unos villancicos nos taladraban los oídos. Madre mandó a sacar la vajilla cara, la de estas fiestas, la que se le enseña a las visitas. Hoy no viene nadie importante a cenar. Posiblemente seamos los de siempre, y con un poco de suerte se nos unan nuestros padres.
-¿Al final vino la porrista?- me pregunta mi hermana.
-Se llama Melínoe- le corrijo.
-Perdón, perdón. Pero si es porrista no deberías ofenderte. Es como si te molestara que a ti te dijeran trigueño. Es lo que eres.
-Me refiero a que no es solo una porrista. No debería conocerse solo por eso.
-Y te doy la razón en eso pero comprenderás que yo no la conozco de nada así que me resulta algo más complejo asociarla a algo. Podría haber dicho "¿vino la chica que te rechazó?", que es lo otro que sé de ella, pero opté por la forma corta, por comodidad, básicamente-. Me estresa, pero no tengo forma de discutirle y me ha dejado sin argumentos.
-Sí, vino. Pensaba que lo sabías
Se detiene antes de colocar todos los cubiertos y me mira extrañada:
-¿Cómo sabría yo eso? No hemos hablado del tema hasta ahora.
Esta vez soy yo quien se detiene.
-Pues, porque tu le abriste la puerta anoche, ¿no es así?
-No. Anoche solo sentí cuando llegaron nuestros padres pero yo no le abrí la puerta a nadie.
-Que raro. Melínoe se apareció en la puerta de mi habitación. Supuse que la habías dejado subir tú.
-Habrá entrado cual fantasma.
Retomamos nuestra labor.
-No juegues con eso. Si la puerta se quedó abierta pasó ella como pudo haber entrado cualquiera. Hay que ser más cuidadosos.
-No me des la charla porque tu novia te haya sorprendido en calzones-. ¿Le divierte tomarme el pelo o es una táctica para distraerme de la bronca que pretendía echarle?
-Primero, no es mi novia. Segundo, ¿de dónde sacas que yo me paseo en calzones por mi habitación?- le ha funcionado. He caído en la trampa cual mosca en tela de araña. Se ríe.
-No sé. Los chicos son unos guarros. Quizás hagas ese tipo de cosas.
-Pues no.
-Pues vale.
Me gustaría decir que continuamos en silencio, pero seguian los villancicos. No sé por qué los detesto tanto, en cambio a Johana le encantan.
-¿Viene esta noche?- vuelve a la carga.
-Dijo que sí- espero que venga. No he pensado en que me quedan solo dos cajas de cigarrillos, en que el regalo de Johana está mal envuelto bajo mi cama o en que mis padres llamaron para atrasar la cena una hora jurando que llegarían. Solo he podido darle vueltas a la cabeza a la visita de Melínoe.
-¿Estás emocionado?
-Sí.
-¿Te gusta?
-¿Por qué eres tan cotilla?
-Soy tu hermana. ¿A quién le planeas contar este tipo de cosas si no?
-Eso no significa que no seas cortilla.
-De todos modos no necesitas responder. Se te nota que sí.
Me quedo a cuadros con ella. No sé cómo lo logra. Ya hemos acabado con la mesa. Nos ha quedado genial.
-Oye, Jo- capto su atención. La abrazo y le beso la coronilla. Ella me rodea la cintura. A veces olvido que sigue siendo pequeña. -De veras eres muy lista.
***
La cena pudo ser peor. Nuestros padres llegaron algo más tarde de lo que nos dijeron y estando en la mesa se levantaron par de veces para atender llamadas de trabajo. Este año por lo menos aparecieron. Johana estaba muy contenta. Empezamos a ver Home Alone en familia pero al parecer nos habían dedicado mucho tiempo ya y se retiraron antes de llegar a mitad de película.
Yo siempre me he considerado un idiota. Es mi persepción. Nadie me lo ha dicho, por lo menos no a la cara. Bueno, solo Johana, a veces. Cada vez que me pasa algo digo que es por ser idiota. Pero intentar envolver regalos me hace sentir dos veces idiota. Este papel se ríe en mi cara y el moño del final bosteza al ver que soy incapaz de hacer un paso sin que se deshaga el anterior.
-¡Esto es imposible!- me rindo. Jo tendrá que conformarse con el regalo sin tanto adorno.
-¿Nunca habías envuelto regalos antes?- dice Melínoe detrás de mí, dándome un buen susto. No la escuché abrir la puerta siquiera. Tiene arte para ser sigilosa.
-Sí que lo he hecho. Bueno, no.
Estiro las piernas. Melínoe se sienta junto a mí en el suelo con las piernas cruzadas.
-¿Entregas los regalos sin envolver?
-¿Tan malo sería? Imagina que envuelvo super bien un regalo pero luego éste es una birria. Pues la persona que lo recibiría primero se haría una ilusión y luego tendría la educación de no lanzarme el presente a la cara. Se supone que lo importante es lo de dentro no todo el adorno. Así como pasa contigo.
Melínoe ladea la cabeza. ¿Para qué digo yo ese tipo de cosas? Por ésto me considero idiota.
-¿Estás menospreciando mi envoltorio?- Sonríe divertida y yo enrojezco sin tener idea cómo salir de ésta.
-¡No!- respondo lo más rápido que puedo-. Tú eres un buen envoltorio con un contenido sorprendente. Eres como el perfecto regalo de navidad que te encuentras bajo el arbol. El que querría cualquier niño y algún que otro hermano mayor.
-¡Para, hombre, que me voy a poner roja!- Bien por ella que ahora se pondría roja, yo ya debo estar modo tomate maduro.
-Entonces,- vuelve a la carga -¿quedamos en que no envuelves los regalos?
-Nunca dije eso. Dije que no es tan importante. Pero sí, los entrego envueltos. Mis padres me daban dinero para las compras navideñas y en la misma tienda pedía que los envolviesen. Y cuando niño me ayudaba mi abuela. Nunca he tenido que hacerlo yo. Este año mi hermanita lo ha pasado muy mal con la vida ocupada que llevan nuestros padres así que quiero llevarla a un parque de atracciones con el presupuesto navideño. De mis ahorros le compré algo y ahora el papel de regalo se burla de mí.
Ella sonríe. Por lo visto el papel de regalo no es el único que se burla de mí.
-Yo estoy de acuerdo contigo respecto a los envoltorios. No es importante. Pero te voy a ayudar. ¿Qué hay que envolver?
-Ésto- arrastro los libros de Los Juegos del Hambre hasta que quedan entre los dos.
-¡Asombroso!- desorbitada, manosea un poco los libros. -De las mejores adaptaciones cinematográficas que he visto. Por lo menos la primera. Debo confesar que vi todas las pelis pero solo leí el primer libro.
-Debo confesar que yo no he leído ninguno. Espero que a mi hermana le gusten y que me los preste cuando termine. Seguramente si le llega a gustar me obligue a leerlos de todos modos- sonreímos.
Ese "te voy a ayudar" se transformó en "lo haré todo yo mientras tu observas sin molestar". No puedo decir que me disguste. Pasé el tiempo mirándola. Luce radiante aunque lleve puesta la misma ropa de anoche. Hoy apareció igual sin previo aviso. Viene a mi mente la imagen que ideó Johana de Melínoe pillándome en calzones. Me río.
-¡No te burles! ¡Lo hago mejor que tú!- Hace un puchero malinterpretando mi leve carcajada.
-No te lo niego pero me reía de otra cosa- no se distrae del trabajo. -¿Crees que los chicos paseamos en ropa interior por casa?- contiene la risa.
-Por la casa no. Quizás solo por su habitación.
-Entonces, ¿te apareces cual ráfaga de viento sin dar señales para encontrarme en calzones?
-Aparezco así porque puedo, y tú no tienes pinta de ser ese tipo de chicos.
-¿Hay una "pinta" para eso?
-¡Ya está listo! Para decir que lo hiciste tú, colócale el moño- eso hice. Ha quedado genial.
La dejé sola un momento para colocar el regalo bajo el árbol. Cuando regresé, estaba punteando torpemente las cuerdas de mi guitarra. Menuda intromición ha hecho en mi cuarto, y en mi vida, pero por raro que parezca, no me molesta.
-¿Sabes tocar?- me pregunta.
-Un poco.
-¿Tocarías algo para mí ahora?
-Mientras no te burles mucho si me baila una nota.
-Lo prometo- deja la guitarra apoyada en la cama y se sienta en el diván junto a la ventana. Tomo el instrumento y me coloco frente a ella.
-Esta canción se toca en piano pero a falta de, espero te conformes- asiente.
Le canto "Acompañame a estar solo", de Ricardo Arjona. Fue la única canción que me vino a la mente y, a decir verdad, me pareció perfecta. La escucha atenta, alternando la mirada entre el paisaje que se ve desde la ventana y yo.
-¡Me ha encantado!- dice cuando acabo.
-¿No he desafinado mucho?
-Solo un poco- se divierte a mi costa.
-¿Tú sabes tocar?
-No. Yo pertenezco al otro lado del esenario. La que paga por escuchar lo que hacen personas como tú.
-Menuda forma de gastar el dinero si pagaras por verme tocar a mí.
-¿Tienes ajedrez?- menudo cambio de tema. Asiento, extrañado. -Hagamos una cosa, si yo gano, tocas otra canción para mí sin que yo tenga que desperdiciar mi dinero, y si tú ganas...
-Te propongo algo diferente. Si tú ganas, será como dijiste, si yo gano no quiero nada mientras que por cada ficha que te coma me cuentes algo sobre ti.
-Me siento estafada. Gane quien gane yo tendré que contar cosas.
-Si ganas tú te canto dos canciones y durante la partida tambien pudes preguntarme algo.
-Ahora me parece un poco mas justo. Acepto.
Tomo el tablero y las fichas y comienzo a organizar.
-Prepárate. Recuerda que practico contra Hades y Perséfone.
-Pues elijo las blancas, merezco la ventaja.
El juego empieza.
Mediante nuestro trato descubro que su color favorito es el naranja, que escucha todo género musical mientras que la letra le transmita algo, que le gustaría ser bilingüe pero cada vez que estudia un idioma lo acaba dejando en el nivel básico, que le gustaria visitar construcciones medievales, que su escritor favorito es Federico García Lorca y que lo que menos le gusta de su cuerpo es la berruga que tiene bajo el ojo izquierdo y una mancha de nacimiento en el muslo.
-Cuando era pequeña mi padre me decía que yo tenía tanto amor que dar que se me desbordó y se acumulo formando la berruga y la mancha. Como ambas cosas estan en el lado del corazón en ese entonces yo me creía una romántica. Luego pensé en taparme al menos la mancha con algún tatuaje.
-¿Y por qué no lo haces?
-Ahora ya no puedo. Y atiende al juego que haces preguntas sin haber movido ficha alguna.
Pongo la torre que me queda en peligro por conseguir un peón. Ésta es una jugada suicida así que la información que saque debe valerlo. Melínoe resopla, mirando el tablero
-Sin que te quede nada dentro y con todo lo que conyeva, háblame de tu familia- le digo.
Aparta la mirada del juego, hace una fina línea con los labios y se remueve un poco en el lugar.
-Mis padres están divorciados. Estoy bien con eso, se dejaron de querer y punto.
-El sueño de todo niño suele ser que sus padres no se separen.
-Ya ves. Yo tenía una amiga que sufría mucho porque sus padres se la pasaban discutiendo. Yo me alegré de que los míos no llegaran a eso. Se dejaron de amar, sí, pero no se perdieron el cariño ni el respeto como para discutir intentando seguir juntos.
-¿Nunca sufriste el divorcio?
-No-. Se sugeta el dobladillo de la saya y juega con par de hilos sueltos. -Sufrí por lo que vino después. Al principio todo bien. Vivía con mamá pero pasaba todos los findes y algunas tardes con papá. Él se mudó y nos veíamos una vez al mes, luego ni eso. La penúltima vez que quedamos fue para decirme que iba a tener una hermanita. Se llama Mikaela. Tiene 6 años. Veo sus fotos en Facebook y a veces me la pone al teléfono pero solo la he visto en persona una vez. Por otra parte, mi madre volcó en mí todo su desprecio hacia el género masculino. Tuvo un par de años locos que yo pasé a cuidado de mi abuela. Después encontró a un hombre que "la había hecho frenar",- deja de jugar con los hilos para entrecomillar la frase y luego retoma la actividad -según decía. La trataba bien, pero era un manolarga conmigo. Ella lo echó de casa, pero cada vez que discutimos me reprocha eso.
-¿Cómo puede reprocharte algo así?
-Que está sola por mi culpa, quizás. No sé, son años ya y tampoco la entiendo así que tú ni lo intentes. Mejor concéntrate que acabas de perder tu queridísima torre.
Me concentro más en obtener información que en ganarle y Melínoe no desaprovecha oportunidad. Como es lógico, me gana. Como también es lógico, le pido la revancha prometiendo esta vez dar el 100% de mí. Luego de picarla argumentando que "solo me ganó porque estaba distraído" y de que me llamara "bebé berrinchudo mojapañales" jugamos otra vez, me vuelve a ganar, se ríe de mí y me toca darle un concierto privado.
-Nunca me sentí tan cómodo tocando frente a nadie que no fuera mi hermana- le confieso cuando acabo.
-Para que veas que también me siento cómoda contigo te contaré un secreto.- Hace una pausa que en mi euforia parece eterna. -Me gusta escribir. Escribo poesía y estoy muy contenta con eso, pero intenté con una novela y no salió bien, no la terminé.
-¿De qué trataba la novela?- Mi curiosidad sobre ella se me nota demasiado.
-Pues, de fantasmas. De un par de jóvenes que apenas habían hablado, la chica muere repentinamente y siente la necesidad de estar junto al chico.
-¿Y por qué la abandonaste?
-Porque es demasiado inverosímil. ¿Quién se leería algo así?
-Pues, yo- me sincero.
-Tú eres especial.
-¿Es tu forma de llamarme raro?
-Tal vez- sonríe socarrona.
Hablamos un poco de mí, de ella, de todo, de nada. Caímos en el tema de cuándo me empezó a llamar la atención y no recordé exactamente el momento. Simplemente me di cuenta que llevaba días merodeando por su casillero o por la cancha de voley, que en clases prestaba más atención a sus respuestas que a la pregunta que me hicieran a mí, y que con cada cosa romántica que escuchaba me imaginaba acariciando su rostro antes de darle un beso. Esto último no se lo dije.
-Un día me levanté menos idiota de lo normal, o más, según se mire, y me dije: ¿por qué no? Y aquí estamos. Casi al amanecer de la mañana de Navidad.
-Para mí no pasabas desapercibido, pero nunca me planteé tener nada. Le echaría la culpa a la toxisidad con la que mi madre trata el tema "hombres" pero yo vivo en mi mundo con mis metas y mis cosas. La verdad, cuando me propusiste salir te rechacé como en modo automático. Luego no paré de darle vueltas, no salías de mi cabeza, en el buen sentido. Y, como bien dices, aquí estamos.
Los primeros rayos de la mañana aparecen, nos ipnotizan y comienzan a teñir el cielo de un espectáculo naranja.
-¿Entiendes por qué es mi color favorito? El amanecer no lo veo mucho- sonríe para sí, pero lo atesoro para mí- pero el atardecer desde la cancha de voley es precioso. Muchas veces terminamos y yo me quedo hasta más tarde solo para verlo.
La luz que invade el cuarto hace deslumbrar la cara de Melínoe. Es la primera vez que la veo así desde tan cerca. Es guapísima siempre pero ahora hay un contraste entre sus ojos, su cabello, su piel y el ambiente que necesitaría ser fotografiado, pero sería una torpeza de cualquiera el solo hecho de intentarlo pues no hay medio artístico que pueda con tanta belleza junta. Recreo en mi mente la idea de un beso. Es perfecto. Hemos pasado una noche maravillosa. Solo debo decirle lo hermosa que me parece ella y lo mágico que me parece este momento, mirarla fijamente a los ojos, acariciarle el rostro y hacer que levante la mirada si la aparta, con la mano libre aferrarme a la ventana aunque me clave una astilla ya que mis piernas temblorosas necesitarán un punto de apoyo, acercarme lenta pero decididamente a sus labios y...
-¿Estás bien?
Me noto demasiado rojo para estar bien. Estoy bien para un concurso de manzanas, pero tartamudeo:
-Sí, bien-. ¿Se imaginará lo que yo estaba pensando? ¿Estará imaginando ahora lo mismo que yo?
-Antes de irme, ¿qué deseas para el próximo año?
Besarte. Tener una cita contigo fuera de mi habitación. Llevarte a ver una obra de teatro. Ver más amaneceres junto a ti. Leer tus poemas. Que volvamos a jugar ajedrez.
-Durar por lo menos media hora jugando online sin que me maten-. Soy idiota. Al menos la hago reir. -¿Y tú? ¿Qué quieres para el próximo año?
-Yo ya no deseo nada, pero a tí te deseo felicidad, venga como venga, lo demás es paisaje. Y claro, espero que se cumpla tu deseo- vuelve a reír. -Me gustó mucho pasar esta noche contigo.
-A mí igual.
-¿Qué tal al final el contraste envoltorio-contenido?
-Sorprendente- confieso. Ella sonríe, baja la vista, vuelve a mirarme a los ojos con cara de súplica:
-Prométeme algo.
-Lo que haga falta.
-Recuérdame siempre como la chica que fui contigo estas dos noches. Es la chica que soy aunque no lo dejaba ver y ese fue mi más grande error.
-Lo prometo- pensaba seguirla viendo como estas dos noches aunque no me lo hubiese pedido.
-Otra cosa-. Saca de la bota un sobre y me lo entrega. -Es para ti, mi regalo de Navidad. Pero no puedes leerlo hasta que regresemos a clase.
-¿Por qué no?- me emociona mucho el gesto y precisamente por eso no creo poder aguantarme si no me da un motivo.
-Porque creo que sería más bonito que lo abrieras en algún lugar del cole donde me veías mucho, y porque te lo estoy pidiendo.
-Está bien, así lo haré- prometo y guardo el sobre bajo el tablero de ajedrez. -Si no tomas las canciones de anoche como un regalo, pues no tengo nada para ti.
Ladea la cabeza y sonríe.
-Me parecen un buen regalo.
-Entonces, feliz Navidad.
-Feliz Navidad.
Pensaba darle un beso, aunque fuese en la mejilla, pero no pude ni tomarle la mano. Noto que esquiva un poco cualquier posible roce. Pasé una noche entera con Melínoe Wells y no le toqué ni un pelo. Lo que digo: soy idiota.
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Hola a todos! Gracias x leer! Espero q os guste! Es la primera vez q publico una historia así de larga. Espero estar haciéndolo bien.
¿Cómo ha sido la mejor Noche Buena q han pasado?
¿Como sería el ship de Melínoe Wells y Joy Collins?
Os leo!!!
Saludos ✌n.n
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