Todas las noches oía los sollozos de mi querido maknae, no lo podía ver, pero sabia que estaba sentado al lado de mi cama. Esperando a que mi cuerpo respondiera y pudiera levantar.
Quizás el pensaba que yo no lo intentaba, que a cada minuto no hacia el esfuerzo de abrir los ojos y abrazarle y decirle que le quería como nunca había querido a nadie.
Quizás él no lo supiera, pero dentro de mi cuerpo se estaba librando la mayor batalla que nunca había combatido.
¿Quién ganaría? La muerte estaba al acecho en cada rincón de mi mente, de mi cuerpo, de mi habitación.
                          
                               ***

Abrí los ojos, ¡Lo había conseguido!
Estaba despierto, podía ver mi habitación con todos esos cables conectados a mi cuerpo. Y lo veía a él a mi precioso Jungkook sentado en el sofá, con los ojitos cerrados, pero con lágrimas recorriendo su cara.
Quise llamarle y gritarle que estaba vivo, pero las palabras no salían de mi boca.
Entonces mientras lo miraba, percibí movimiento en la parte del final de mi cama. Y la vi.
Ahí estaba la muerte avanzando hacia mi. Cuando por fin con su paso lento consiguió llegar a estar a mi lado empezó a hablar.
-Despídete, tu fin acaba de llegar.
-Jung...
-¡Jimin! ¡No cariño que haces! ¡No me dejes por favor!
Esas fueron las últimas palabras que escuché antes de mi último latido.

Por fin abandono la vida que tanto me ha puteado, pero no llores más por mi. Porque algún día volveremos a encontrarnos. Espero no verte en mucho tiempo por aquí mi amor.