☼︎ Capítulo 12 ☼︎
Antes de leer: Disculpen si ven algun error de gramatica o/u ortografico, no he tenido tiempo de editarlo como queria AAAA disfruten la lectura igualmente y no olviden votar y comentar. Mua
Ya era sábado.
Debería de estar hablando con Miles para vernos en mi casa o salir a pasear a algún lugar sin rumbo fijo, hablando de cualquier trivialidad de la vida o contando algunos de sus chistes malos. O podría ir a visitarlo en su turno del cine hoy.
Pero no, en realidad estoy acostada en el sillón de la sala viendo el programa que siempre veo con Peter Hermanas Gitanas.
- ¡Eres una perra, Mellie!
- ¡Me importa un carajo lo que pienses, maldita zorra!
Sip, me gusta mucho este tipo de reality show. Peter me mataría si supiera que lo estoy viendo sin el juntando que me estoy atragantando con su helado.
Al parecer eso es en lo que soy experta en estos días.
En cagarla.
Dios, ¿te monto un escenario? Porque que show que haces.
Estaba cumpliendo al pie de la letra mi plan inicial de mantenerme encerrada en mi casa para evitar todos mis problemas, normalmente lo que hago para olvidar por un momento mis problemas es salir con mis amigos.
Saldría de compras con Adison y Augustus a comer algún helado o simplemente pasear por todo el centro comercial observando cosas que nunca compraremos, pero anhelamos tener.
Y Miles... El solo pensar su nombre me llevaba de vuelta al viernes al igual que el sentimiento de culpa me invadía.
Quisiera solamente ir hacia su casa para disculparme por ser una completa idiota con él y poder explicarle de mi repentina lejanía de él. Pero no podía, ¿Qué le diría? ¿Qué lo hice porque cada que estoy cerca de su mínima presencia mi corazón empieza a latir mil por hora?
¡Dios! Es que nunca pensé que estaría en esta situación porque si alguien me hubiera dicho que me enamoraría de mi mejor amigo y vecino probablemente le hubiera tirado un zapato.
¡Ahora yo quiero tirarme un zapato!
Hasta a mí me provoca hacerlo.
Tú cállate.
Así que, aquí estoy. Siendo fiel a mi plan de mantenerme cautiva todo el fin de semana hasta que llegue de nuevo la hora de volver a la escuela. Desearía que mis únicas preocupaciones fueran pasar cuarto año con éxito y salir con mis amigos sin ningún problema.
En cambio, me encuentro aquí viendo a unas gitanas agarrándose por los pelos mientras como helado tragándome mis ganas de vivir.
Siempre había sido una gran creyente de no tener miedo a nada en la vida, que cuando quería intentar algo lo hacía sin pensarlo y que fuera lo que el universo quisiera que pasara. Ya que la vida es solo una y nadie recordara lo que hice cuando muera.
Si quería bailar en un centro comercial, lo hacía. Gritar a los cuatro vientos una canción, también lo haría. Y mi yo de antes siempre juro que cuando alguien le gustara -lo cual en ese momento parecía lejano- se lo diría en la cara sin filtros.
Que mentirosa era, dios.
Unos toques en la puerta interrumpen mi programa, suspirando y sin ganas de siquiera mover mi dedo meñique me tomo mi tiempo para llegar a la puerta con pasos desganados y perezosos mientras arrastro mi manta conmigo.
Alzo mis pies para ver por el ojo mágico quien se osaba a romper mi burbuja de tranquilidad y paz. Asomo mi ojo para observar al ser tras la puerta y una maraña de cabello castaño oscuro está en la puerta que reconozco muy bien.
Mi mejor amigo Gus se encuentra con las manos en los bolsillos y un gorrito de lana rosa en su alborotado cabello, ya que este es muy abundante varios mechones rebeldes sale de este.
Lleva un suéter que se ve muy abrigado con unos jeans desgastados, y unos tenis algo sucios.
Suspiro contra la puerta y decido ignorarlo, más tarde le enviare un mensaje diciéndole que estoy dormida o que me morí. No se depende de cómo estará mi humor después.
Con pasos lentos y sigilosos me redirijo de nuevo a mi sofá para poner mi culo en ese cálido amueblado, quería seguir ahogándome en el sentimiento de culpa con mi helado y las hermanas gitanas de fondo gritando barbaridades.
- Arantza, sé que estás ahí - grita Gus, pero desde mi posición se asemeja a un grito lejano.
- No estoy, me morí - grito desde donde estoy pasando la cuchara por mi boca sin querer perderme ni un poco de esta delicia.
- Vamos, Arantza. Ábreme.
Ugh, que molesto.
Vuelvo a incorporarme esta vez sin mi manta caliente ni mi fiel compañero helado, a pasos rápidos voy hacia la puerta de nuevo. ¿Tan difícil es estar en cautiverio un fin de semana? No me molesto en verme en el espejo ni nada ya que me imagino cómo debo lucir ahora.
Abro la puerta con un poco -mucho- de furia dejando a la vista a mi querido -ahora no tanto- mejor amigo frente de mí. Me escanea de pies a cabeza y solo logro darle una sonrisa larga muy falsa.
- Te ves hermosa, beauté
- Que beauté ni que ocho cuartos, pasa.
Este se ríe y pasa a mi humilde morada, escaneando el caos que es la sala. Los almohadones del sofá tirados por ahí, varias mantas alrededor de esta junto con algunos envoltorios de dulces y chocolates.
- Dios, ¿Por qué pareces que estuvieras en depresión?
- No estoy deprimida, estoy en modo ahorro de energía. Y tú me interrumpiste.
Levanta las manos.
- Te negaste a salir conmigo, tenía que asegurarme que no habías muerto.
- Bueno para tu desgracia y la mía, sigo viva.
Cierro la puerta mientras él se sienta donde anteriormente me encontraba yo así que opto por sentarme en el sillón individual.
- ¿Me vas a decir que pasa?
No quería preguntas ni tener que explicarle todo a Gus, tenía demasiadas cosas en la cabeza y muchos sentimientos encontrados. Además de la rara cena de mamá y Miles molesto conmigo. Tampoco era muy bueno el recuerdo en que él le daba besos a una chica.
Como lo hace conmigo bueno, hacia. Tiempo pasado.
- No ocurre nada. ¿No puedo comer helado y ver tele encerrada sin que parezca raro?
Creo que te acabas de contestar.
- ¿Es por Miles cierto?
Me paso las manos por mi cara queriendo no reaccionar de esta manera a la mínima mención de su nombre, Tik tok me enseño ser rockstar.
- ¿Por qué piensas eso? - hablo viendo la tele, fingiendo desinterés.
- Miles también está actuando rarito.
Eso si capta mi atención.
- ¿De verdad? ¿Por qué lo dices?
Suspiró.
- En la escuela... siempre preguntaba por ti. Nosotros tampoco sabíamos que lo evitabas así que, no lo supimos hasta ahora.
Espera.
- ¿Cómo sabes que lo evitaba?
Rio, como si la respuesta fuera muy obvia.
- Arantza, ponías un montón de excusas al salir y escapabas como loca cuando lo veías venir. No eras muy disimulada.
Qué bien, simplemente genial.
Nos quedamos en silencio mientras el sonido de la televisión lo cubría con un comercial de fondo.
Miles debe estar odiándome, lo evite toda la semana sin tener la decencia de ser disimulada al respecto.
Sabía que era una estúpida por no ir a disculparme y también por el hecho de haberlo evitado desde un comienzo. Si pudiera revertiría lo que hice para que todo estuviera bien. El sentimiento de culpa se estaba intensificando cada vez más haciendo que me sintiera mucho peor que antes.
Me hice bolita en el sillón cubriéndome a más no poder con la manta, queriendo que nada de esto haya pasado y solo sea un mal sueño.
- ¿Por qué me tenía que gustar él en específico? Ni sé que le vi, es un idiota egocéntrico de chistes de mierda.
Escucho a Gus suspirar.
- Por ser un idiota egocéntrico que cuenta chistes de mierda, fue porque te gusto querida.
Saco mi cabeza para conseguirlo con una sonrisa de suficiencia, sabe que dice la verdad y en el fondo yo también así que no refuto ante sus palabras.
- Eres un tarado.
- Sip, un tarado el cual te sacara de tu depresión post enamoramiento.
Lo mire directamente a los ojos sin captar ninguna de sus palabras.
- ¿Eh?
Rueda los ojos mientras viene hacia mí y arranca de mis manos la manta que anteriormente me cubría.
- ¿Acaso la depresión te puso sorda? Que te levantes, Úrsula.
- ¿Qué parte de "quiero estar encerrada comiendo helado y viendo la tele" no entendiste?
- Si la entendí - admite mientras dobla la manta que acaba de arrebatarme - solo que no me importa.
Uy, quieto.
- No quiero salir.
Sonríe.
- Si lo harás.
Quito mi trasero del cómodo y cálido sillón caminando hacia él y me planto frente a este, cruzada de brazos decidida a seguir mi cautiverio en casa.
- No, no saldré.
- Que sí, necia.
- Que no, tarado.
- Si.
-No.
- Si.
- No.
- Si, vas a ir a cambiarte y saldrás conmigo a comer muchos chocolates de los que te gustan. ¿Quedo claro?
Lo mire mientras entrecerraba los ojos siendo consciente de su chantaje con mi dulce favorito, no quería salir prefería mil veces seguir acá observando a esas gitanas gritarse hasta como nacieron, sin embargo, la idea de la salida ya no me parecía tan mala.
- Si, voy - declaro, mientras me dirijo a las escaleras para poder cambiarme - Pero, estoy muy ofendida porque crees que con chocolate puedes chantajearme.
- Lo acabo de hacer, beauté - afirma este - y también báñate, hueles a desesperación y me da agonía.
Le saque el dedo medio mientras que con la otra mano olía mi ropa.
Bueno, si me urgía una ducha.
∞
Habíamos decidido ir al centro comercial de la ciudad ya que era el lugar más cercano, nos había tomado veinte minutos en el transporte público y unos seis, siete a pie.
Ahora nos encontrábamos divagando entre todo el centro observando todas las tiendas y lo que había dentro de esta. Un helado en nuestras manos ya que la propuesta de Gus al ofrecerme el chocolate que quisiera no se me había olvidado.
Agregando que el imbécil me había traído al centro comercial en el cual Miles tenía turno hoy.
Cuando dije "decidimos" en realidad es que prácticamente me obligo alegando que no nos toparíamos con él ya que este le comento a Gus que saldría temprano lo que se supone que no debería estar aquí ya.
Énfasis en se supone.
- Quiero otro helado.
Augustus voltea mirándome extraño mientras sus rulos se pasean por libertad por su rostro ya que yo tengo puesto su gorro rosa. No tenía muchas ganas de batallar con mi irritante cabello así que, se lo quite a Gus porque este hasta sin peinarse se le veía bien el cabello.
Ya quisiera que el mío fuera así.
- ¿Qué dices? Si ni siquiera te has acabado el que tienes.
Me encojo de hombros.
- Lo que te ganas por traerme acá cuando Miles podría estar aquí.
- Ya te dije que no está aquí, relájate - prueba su helado y vuelve a hablar - Además, no puedes seguir evitándolo. En algún momento tendrás que enfrentarlo.
- ¡Lo sé! Pero por ahora, quiero estar tranquila hasta que llegue el día de la escuela.
- Que madura, beauté.
- Como sea.
Estábamos llegando al lugar de videojuegos solo nos restaban unos pasos para adentrarnos a ese lugar cuando unas risitas se escuchan tras de mí. Inmediatamente después de escuchar eso, un Gus tímido y temeroso me toma de mi brazo escondiéndose detrás de mí como si de un escudo humano se tratase.
- ¡Augustus! ¿Qué pasa?
Asomo su cara al lado de mí haciendo que su maraña de pelo roce con mi cara.
- Esas chicas me están viendo y riéndose entre ellas.
Voltee hacia el sonido proveniente de un grupito de chicas más o menos de nuestra edad mirando a Gus sin discreción alguna mientras se reían entre ellas.
- Eso es bueno, ¿no querías una novia?
- ¡No! Eso solo lo digo porque si, socializar me da ansiedad.
Augustus, aunque no lo crean era alguien muy tímido, solo actuaba como realmente era con su habitual círculo de confianza, sin embargo, al momento de socializar de manera extensa, directa o en este caso para ligar, era como un niño entrando a su primer día de escuela.
- Son personas, Gus - le doy dos palmadas a su cabeza - no muerden.
- Me da igual, ¡entremos!
Y así como lo dijo, entramos o mejor dicho me arrastro y empujo no muy sutilmente hacia el establecimiento perdiendo de vista al grupito. Unas luces de colores se posaron en mi rostro para después seguir con secuencia y titilar.
Luces led pegadas en las esquinas color rojo adornaban el lugar, las luces azules y varias luces parpadeantes se hallaban aquí. Tantas que si no pestañabas probablemente te quedarías ciego.
- ¡Arantza, Arantza! Vamos a ese.
Augustus amaba estos lugares con locura, aquí había demasiadas cosas que jugar y hacer, simuladores de motos, juego de carreras y todas esas cosas raras que le encantaban con locura al punto que era muy adorable verlo con sus ojos brillando.
Me tomo de la muñeca y empezamos a corretear. Muchos niños, padres y chicos de nuestra edad se encontraban en diferentes juegos, era sábado así que no me extrañaba que fuera un día concurrido.
Era de esos lugares los cuales podías jugar los juegos que quisieras y ganar boletos para ahorrarlos y comprarte algún premio. Era la segunda cosa favorita de Gus, la combatividad de ganarle a cualquier persona para así obtener más boletos.
Si, era algo infantil.
Pero cuidado si te atrevías a enfrentarlo o retarlo, el se lo tomaba muy en serio cuando se trata de este tipo de juegos. Si algo caracterizaba a Gus, era que le encantaba competir.
Habíamos llegado al juego favorito de Gus, era una especie de hockey con las manos era la misma finalidad, diferente forma de jugar.
- Si jugamos los dos - habla mientras inserta la tarjeta del establecimiento para poder desbloquear el juego - Ganaremos muchos boletos y compraremos un gran premio.
- Gus no quiero arruinarte la felicidad, pero no estoy de humor.
- No te preocupes - camino hacia el juego de hockey de mesa - conseguiré a alguien para derrotar.
Pobre alma el que vaya a jugar con él.
Me encontraba un poco inquieta con la idea de conseguirme a Miles en el centro comercial aunque Gus me asegurara que su turno ya tuvo que haber terminado. Que seguramente ya estaba en su casa.
Y yo no confiaba mucho en el universo.
- Acepto el reto - volví de mis pensamientos observando como Gus estaba estrechando su mano con lo que sería un niño de diez años. Su cara se había vuelto una cara de póker.
Dios esto se iba a poner bueno.
Habían decidió jugar el juego de hockey de mesa, lo que habían acordado era que serían tres rondas. Cada una iba ir agregando diez puntos a cada uno y el que ganara se llevaría todos los boletos que salieran de él juego.
El niño en cuestión había confirmado que tenía diez años, al parecer él quería solo divertirse jugando con alguien más lo que él había dicho era su juego favorito.
Claro que, no sabía que Gus tenía otros planes. No quería ver cómo terminaba esto así que le avise a Gus que estaría dando vueltas por las tiendas y este solo asintió mirando con cara de malote al pobre niño.
Divisé la salida a lo lejos, había entrado más gente desde que llegamos y tuve que decir muchos "disculpa" y "con permiso" para poder salir del establecimiento. Las luces led, murmullos y tumultos de personas quedaron atrás cuando al fin pude salir de aquel lugar, el aire acondicionado del lugar fue como un viento fresco en mi cara.
Un grupo de chicas se postraron frente a mí, todas eran risitas y murmullos irritantes. No sabía quiénes eran o que querían.
- Hola, ¿se les ofrece algo? - pregunté hacia las chicas, observándolas de pie a cabeza, tenía que asegurarme que no querían robarme o algo así.
- Si, hola - hablo una castaña bajita de piel morena - Queríamos preguntarte... Si nos podrías dar el número de ese chico.
Junte mis cejas sin entender nada.
- No entiendo, ¿qué chico?
Otra chica apareció en mi visión alta, ojos claros, tez blanca, y una cara de alguien que creía que se las sabía todas la cual quería patear.
- No te hagas la desentendida, el chico lindo que vino contigo - bufo esta, con una voz demasiado chillona para mi gusto. ¿Por qué mierdas preguntaban por Gus?
- Ah sí, si - ella tenía cara de arpía, ya me caía mal - Lo siento pero, no sé los voy a dar.
La chica bajita solo sonrió tiernamente como si fuera un alivio para ella que hubiera soltado esas palabras.
- Claro, no te preocupes. Vámonos.
- ¿Por qué no nos los quieres dar?
Ya había empezado mi ruta hacia otra parte cuando la chica alta alzó la voz lo suficientemente fuerte para escucharla.
Así que decidí que debía mentir para que dejaran de molestar.
- Es que el tiene novia.
- ¿Y? Solo dame su número
- ¿Qué rayos te pasa?
Se encogió de hombros.
- Agh, solo dame su número. No es para tanto.
- No.
Me miró y me ojeo de pies a cabeza con cara de desagrado hasta que llegó de nuevo a mi cara.
- Bueno, ni modo estaba tan bueno.
Meneo su cabello feo y se fue junto a la chica bajita, esta se devolvió rápidamente a mi lugar con cara de niño regañado.
- Lo siento de verdad, ella es así. Yo ni siquiera quería hacerlo en serio.
Le sonreí.
- No te preocupes.
Ella volvió a sonreír y se fue corriendo hacia la otra chica, Dios que random fue eso. Voltee para empezar mi recorrido hasta que Gus termine su mini pelea cuando chocó con otra persona causando que me resbale y caiga.
Yo soy una persona que cree en la suerte, el destino y las casualidades. Soy fiel creyente que el universo hace las cosas por una razón que las cosas no solo suceden así por así sí no que, algún ser allá arriba maniobra todo para uno.
Y al parecer, hice caso a los planes del universo. Los ojos azules de Miles aparecieron frente a mí sosteniendo mi cintura para que no me cayera. Su habitual uniforme de trabajo en el con su nombre bordado en su pecho.
Mi cerebro se desconecto y es como si yo hubiera reiniciado mi propio Windows, las mini Arantza's se alborotaron dentro de mí.
- Hola - solté con la voz ahogada.
- Hola, pequitas - oír mi apodo en su voz causó que mi piel se erizara y mi pulso se acelere. Fue casi un susurro y en sus ojos podía notar cierto brillo.
Fui consciente de la posición en la que me encontraba, su cara cerca de la mía, sus brazos en mi cintura así que muy precipitadamente me levante e incorpore sacudiendo mi ropa.
- ¿Estás bien? - pregunto Miles con precaución.
Ya era consciente de que estaba hablando con el después de haberlo dejado con las palabras en la boca en la escuela, el sentimiento de culpa estaba ahí de nuevo y mis ganas de huir eran latentes.
Era alguien directa sin embargo, en esta situación no. Por más que lo intentará y deseara no podía hacerlo, mierda que difícil.
- Si, si, si. Estoy bien.
El solo asintió con mientras nos quedábamos en un incómodo silencio, Gus había dicho que su turno acababa temprano por lo que, el debería estar ya en su casa.
- ¿Qué haces aquí? - me atreví a preguntar.
- Uno de los trabajadores tuvo una emergencia y tuve que cubrirlo.
Repito: el universo sabe lo que hace.
Maldito universo.
- ¿Quieres caminar? - necesitaba hablar con él, no quería que pensara más cosas horribles de las que ya debe pensar de mi por dejarlo de esa forma el otro día.
Me sonrió con ternura, y asintió con lentitud. Una risa boba se escapo de mi al ver su rostro sonreír y que esas famosas arrugas aparecieran alrededor de sus ojos haciendo que luzca tierno.
Tal vez el destino me hizo una mala pasada hoy pero, espero que tenga buenas cosas preparadas para nosotros en un futuro. Miles es alguien que no quiero perder.
Y no pienso separarme de él.
- ¿Quieres un helado de chocolate, pecosa?
Me abrazo de lado y una corriente me recorrió por todo el cuerpo, no merecía que me tratara así cuando yo lo deje de tal manera pero, su mirada azulada me tenía hipnotizada.
- Me encantaría.
Hablaría con él y rogaba a que nuestra amistad volvería ser normal.
Quizás los próximos días serian mejor.
O la suerte lo decida.
Con tu suerte, te ira de la mierda.
No hables.
Redes sociales
Facebook: Ivanna Sánchez
Instagram: @itsivasanchez
Twitter: @heeyivanna
Tik Tok: @itsivasanchez
Los quiero ;)
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top