C50

Evan POV

*Una semana y media después*

Mañana salía mi vuelo a París, preparé algunas cosas de mi maleta para no estar mañana a las carreras y perder más tiempo, tenía un poco de hambre pero preferí acabar con esto porque era mi prioridad. Eran apenas las siete de la noche, aproveché para calentar una comida de microondas para no tener que hacer nada, tampoco quería ensuciar la cocina.

Saqué mi comida y repasé algunas cosas del trabajo que le mandaría a primera hora a Tom, ya todo estaba listo, me sentía preparado para dejar finalmente el país y encontrarme con Amber, ella y yo habíamos estado hablando estos días sin falta, no queríamos extrañar la presencia uno del otro. Acabé de comer y me dispuse a tirar a la basura lo que ensucié, hasta que tocaron el timbre, revisé la hora, eran las siete, ¿Quién podía ser a esta hora y en martes?

Abrí la puerta y mi cabeza se echó hacia atrás al ver a Natalie, no dijo nada, tampoco sonrió, solo se quedó parada con expresión neutra, esperé a que hablara pero al ver que no tenía disposición, preferí hacerlo yo.

—¿Qué pasa? Creí que estarías en casa, ¿Todo bien?

Agachó la cabeza para tomar valor y verme a la cara.

—Solo quería despedirme de ti, mañana no podré porque tengo trabajo que hacer.

Carraspee un poco, todavía me tomaba por sorpresa su visita, no quería ser descortés así que la invité a pasar, ella titubeó pero aceptó, prometió no quedarse tanto.

—La verdad me alegro que hayas venido —comenté con aire casual terminando de tirar a la basura lo que dejé en la cocina —Lo que me dijiste esa vez en tu casa, no me dejó muy tranquilo.

—Solo te dije la verdad —admitió sin esfuerzo. —¿No me creíste?

—Estabas enfadada, lo sé porque te conozco. —la miré con cierto escepticismo —Tu respuesta no fue lo que esperaba.

—¿Y qué esperabas? Admitamos que fue culpa de los dos, yo debí haberte dicho que aún te amaba y que tú solo lo hiciste porque te dio lástima que esté tan sola, bien podrías haber dicho eso pero si me lastimaste al darme falsas esperanzas.

—No fue mi intención —aclaré rápidamente, respiré hondo, no quería apresurarme y exaltarme —¿Podemos ser sinceros solo por hoy? Mañana ya no habrá oportunidad, no nos volveremos a ver, este será un adiós y no sé cuando volveré.

—De acuerdo —aceptó de buena manera, se acercó a la cocina y se cruzó de brazos justo en la entrada, vi que si estaba dispuesta tanto como yo —La verdad es que no quería causar problemas con lo que pasó, tú y yo estábamos bien este tiempo que pretendimos que no había pasado, todavía te amo, te lo confieso pero no deberías sentir nada, no te pido que me correspondas, estaré feliz mientras lo seas. No debí besarte, lo siento.

Trague saliva con dificultad porque iba a ser difícil lo que a continuación iba a decirle, prometimos que íbamos a ser sinceros y lo iba a cumplir, no iba a darle falsas esperanzas, solo estaba proyectándome, sería tan sincero como me fuera posible y también me disculparía por todo lo que hice mal.

—Tampoco fue mi intención lastimarte, Natalie, te quiero, eres una gran amiga y no quiero perderte, no debí haberte besado pero te mentiría si te dijera que no sentí algo, no sé que fue, supongo que lo prohibido suele despertar extrañas reacciones pero tampoco quiero que pienses que fue amor. Me dolerá ya no verte, me acostumbre por muchos meses a tu presencia y ayuda, será difícil decirte adiós.

Dio una sonrisa, creí que iba a costarle trabajo hacerlo pero no, me había equivocado, fue la primera vez que sentí que mis palabras no la herían y es que había sido sincero todo lo que pude, tal vez ella lo que quería era eso.

—También me pasó lo mismo, estuvo mal pero yo tampoco me voy a engañar, igual sentí algo, no sé que hayas sentido tú pero lo mío fue algo muy grande pero no quiero hacerte sentir mal, yo estaré bien. Sé que no me amas y prometo guardar el secreto si tú también prometes no decir nada.

La observé durante un largo rato, de súbito comprendí que trataba de hacer y me alarmé un poco.

—¿No quieres que le diga a Amber lo que pasó, jamás?

Ella parpadeó, sorprendida de mí pregunta.

—¿De verdad pretendes decírselo? ¿Y qué pasa si su reacción es otra? Ya no volveremos a vernos, no importa ya, estoy segura de que tu vida será ahora en París y no en Seattle.

—Tú no lo sabes, pretendo venir y visitar a mi hermana y mi sobrina, no las voy a olvidar como siempre lo hacía.

—Sí, lo sé —reconoció en voz baja, la sentí un poco afligida —Solo quiero que sepas que de mi parte ella no sabrá nada, ten por seguro que no le diré si es lo que quieres, podemos realmente hacer como si esto no hubiera pasado. Te amo, Evan, eso nunca posiblemente vaya a cambiar, al menos pude besarte, cosa que jamás logré ni cuando éramos estudiantes.

No dije nada, sinceramente no sabía que decir, fue una sorpresa, hace un segundo consideraba aquellos besos como un error, ahora no sabía que hacer con respecto a esos recuerdos, quería olvidarlos y a la vez no, me sentía dividido.

—Te agradezco en verdad todo lo que hiciste por mí, si en ese entonces cuando estuvimos juntos en la universidad hubiera podido darme cuenta la gran persona que eres, no te hubiera rechazado, ni menos ignorado —dejé escapar una risa pero sin matiz feliz —Pero era un estúpido egocentrista, con muchos problemas, seguro te hubiera hecho mucho daño.

Ella sonrió pero no fue una gran demostración, solo se limitó a comprenderme, bajó la cabeza, no sé por qué percibí una intención en aquella forma en la que sus ojos se desviaron de los míos.

—Te voy a extrañar también, Evan, fueron meses muy buenos y quisiera poder recordarlos por mucho tiempo, te deseo lo mejor y no te preocupes por mí, no hay rencores —acto seguido levantó el rostro y alzó a mi dirección su mano.

Tomé su mano y le di un ligero apretón, nos sonreímos al mismo tiempo y ella realmente pareció leer mi pensamiento a través de mis ojos, se me acercó y me rodeó en un abrazo, la apreté fuerte porque me sentía cómodo con su presencia, por supuesto me dolía tener que dejar otra vez Seattle porque por primera vez me gustaba estar en casa.

Ella se alejó lentamente, en otras circunstancias ella me hubiera soltado y hubiera dado un paso atrás, pero no fue así, mantuvo su rostro a centímetros del mío, quise poder reaccionar y poder soltarla pero me di cuenta que deseaba probar sus labios una vez más, aunque fuese de despedida.

Así lo hice, la besé sin estar seguro si realmente era yo quien lo hacía, mantuve todo lo posible mi compostura, no quería propasarme como otras veces, solo fue un pequeño roce de sus labios sobre los míos, aunque he de admitir que sus labios a pesar de todo eran suaves y esperaba que mi cuerpo volviera a inmovilizarse por reconocer nada de Natalie pero no fue así, mi cuerpo recibió bien aquella muestra de Natalie al mover sus labios sobre los míos, no me tensé, ni me asusté, no era yo, eso era cierto, no había lugar para otra mujer, esto no era correcto y lo sabía, no quería fallarle a Amber y eso me hizo reaccionar.

Me alejé tan rápido que no nos dimos tiempo de aumentar el beso, ella se volvió a sentir culpable y avergonzada y yo no supe porque haciendo algo tan malo, me hacía sentir tan bien.

—Esto solo fue una despedida, una última vez, no diré nada te lo prometo. Adiós, Evan —susurró con la voz temblándole, al igual que las manos, sus mejillas ruborizaron justo al tiempo en que ella se volvió hacia la salida.

Una vez solo me dejé caer sobre el refrigerador, matándome por dentro, me estrujé los sesos, odiándome por ser tan débil, tan estúpido, no podía hacerle esto a Amber, no iba a herirla, ya estaba harto de esto, no más mentiras, se lo había prometido, se lo contaría y ella decidiría si me dejaba que era lo más probable pero yo no podía guardarme todo los errores otra vez.


Amber POV

*1 semana antes*

Al llegar a París lo primero que hice fue encontrarme con Mónica quien me esperaba en el aeropuerto, me recibió con un cariñoso abrazo, yo sentí que habían pasado años desde la última vez que nos vimos, ella me pidió disculpar a Sebastian por no venir a recogerme, pues estaba haciendo unos trabajos de pintura con un colega, por mi no hubo problemas, es más, me encantó poder estar con ella y platicar de la emocionante experiencia que era poder finalmente comenzar mi carrera de fotógrafa, ella me prestaba tanta atención y fue tan dulce que no pude sentirme tan bien recibida como en este momento.

Entramos y justo en seguida pudimos escuchar a dos hombres hablando y riendo en la biblioteca, Mónica supuso que debía ser el colega de Sebastian, así que nos dispusimos a subir las maletas sin tener intención de interrumpir a los dos hombres.

—¿Deseas la misma habitación que compartiste con Evan? —me preguntó cuando llegamos al pasillo de las habitaciones.

Asentí.

—Seguro, Evan me vendrá a hacer compañía en una semana —reconocí con una sonrisa, contaba los días para tenerlo aquí.

—Oh si, es verdad, olvidaba que Evan vendrá. —se disculpó con una sonrisita amigable —Entonces, no habrá problema en que mantengan la misma habitación.

Mónica me ayudó a sacar mis cosas y también se ofreció a acomodarme lo más que ella pudiera  ya que había traído toda mi ropa y mis cosas, era casi como una mudanza pero sin muebles.

—No se preocupe por la estadía, Mónica, no nos quedaremos por siempre, en cuanto Evan llegue, nos mudaremos al departamento que compartiremos, es solo temporal el que pueda ofrecernos su casa.

Sus respuestas siempre eran tan dulces, ella negó con la cabeza e hizo un ademán con la mano para que me olvidara de esa idea.

—¡Claro que no es molestia! Si ustedes desean pueden quedarse meses o hasta años, a mi ni a Sebastian nos molestaría algo así, por mi encantada, Evan siempre ha sido como mi segundo hijo, lo quiero mucho y lo conozco desde pequeño, ¿Por qué no me gustaría tenerlos aquí? Esta casa es grande y es a veces solitaria.

—¿De verdad?

—Sí, aunque bueno, a mi me encanta poner música en mi viejo aparato o a veces la radio, a Sebastian le gusta la música que escucho, parece que no tiene problema con eso —rió entre dientes —Además, él siempre trae a colegas pintores y escultores que lo vienen a asesorar o incluso trae a estudiantes para darles algunas técnicas de pintura, la gente siempre entra y sale de esta casa y claro que es bien recibida.

—Por supuesto que les encanta volver, usted es muy amable — le sonreí abiertamente, ella se sintió halagada que ruborizó un poco.

—Te lo agradezco, Amber, ustedes siempre son bienvenidos a esta casa, no lo duden.

Seguimos sacando mi ropa de la maleta, llevábamos unos veinte minutos arreglando mis cosas cuando miré la hora, di un brinco de sorpresa porque le prometí llamar a Meghan en cuanto llegara a la ciudad, con el permiso de Mónica, fui al piso de abajo para llamarla, mi celular estaba cargándose por la falta de pila, además no tenia buena cobertura, pensaba cambiar mi plan de teléfono por algún otro.

Esperé a los dos timbrazos cuando ella respondió.

—Meghan Gardner.

—Que tal, Meghan, soy yo, Amber, acabo de llegar a la ciudad, me pediste reportarme contigo en cuanto llegara.

—¡Amber! Que bueno saber que ya llegaste, ¿Qué tal el vuelo?

—Estuvo largo —reí —Pero excelente, es un poco agotador volar tantas horas y ver que aquí es de mañana cuando en Seattle debe ser de madrugada.

—Entiendo perfecto, por cierto, ¿Mi hijo no se ha presentado contigo?

—¿Tu hijo? —me voltee para ver si no me estaba jugando una broma pero no vi a nadie.

—Así es, mi hijo salió hace una hora de mi departamento, directo para encontrarse con Sebastian, algo deben estar hablando, supongo que de negocios o socios, ¿Él todavía está ahí? Lo digo porque puede traerte para que tú y yo hablemos, si es que no estás muy cansada, discúlpame, debería dejarte descansar y hacer la cita mañana.

—No, no —me apresuré, resistiría bien, había dormido mucho en el vuelo —Estoy bien, no te preocupes, claro que me gustaría reunirme contigo cuanto antes.

—Si mi hijo está ahí, podrías pedirle de favor que te traiga a mi departamento, él acaba de llegar de Londres, hace como cinco días, supongo que quiere ponerse al corriente con todos sus amigos.

—Claro, es comprensible —admití entre risitas —Muy bien, entonces veré si todavía ronda por aquí y yo te devuelvo la llamada si es que se ha ido.

—Me parece perfecto, nos vemos pronto, Amber.

—Hasta luego.

Colgué el teléfono con una extraña sensación en el pecho, me dirigí a la biblioteca donde todavía escuchaba la voz de dos hombres, charlaban con voz medianamente alta, no supe que hacer ¿Debía tocar? Me quedé frente a la puerta y me armé de valor para quitarme la vergüenza, di dos golpes con los nudillos y las voces cesaron.

Me contuve la respiración cuando pasos pesados se acercaron a la puerta y entonces Sebastian apareció, en cuanto me vio, sonrió, aquella felicidad le llegó hasta los ojos pero también se sorprendió de verme ahí, era una mezcla de ambas cosas.

—¡Amber! Que gusto verte de nuevo, discúlpame que no te haya ido a saludar, de verdad, siento mucho mi poca cortesía —me abrió los brazos, me dio un fuerte abrazo, me alegré tanto de verlo que tampoco pude contenerme de lo feliz que estaba por  contagiarme de su buena vibra —¿Hace cuánto llegaste?

—Poco menos de treinta minutos —me mordí el labio, todavía no podía ver el interior de la biblioteca y ver si el hijo de Meghan estaba ahí. —Discúlpame si te interrumpo, se que tienes visita pero...

—¡Para nada! —me interrumpió con modestia, se hizo a un lado y entonces pude ver al hombre parado delante del enorme estante de libros, un hombre muy alto, delgado, de pelo tan negro que era casi cómo de fantasía, la piel pálida pero no translucida y unos ojos azules tan hundidos e intensos que a pesar de la distancia, su empoderamiento era evidente pues me congelé cuando se encontró con los míos —Es un viejo amigo que tuve en la universidad de artes, se llama Dave.

Dave sonrió a medias, manteniendo sus manos metidos en los bolsillos delanteros de su pantalón, iba vestido con camisa blanca, una corbata azul oscuro toda suelta y mal amarrada, parecía que venía del trabajo y solo quería quitarse el nudo de esa corbata.

—Hola —asintió a mi dirección con mucha cortesía, su acento era tan londinense, demasiado marcado a mi parecer para ser francés si es que Dave lo era. —Mucho gusto.

Me quedé viéndolo un rato, él se quedó con esa misma sonrisa inocente esperando que yo dijera algo, de hecho los dos esperaban que pudiera explicarles que pasaba pues no hablé durante unos segundos además me quedé  con la misma expresión, juré que escuché reír con discreción a Sebastian justo a mi lado.

—Disculpa pero, ¿Eres el hijo de Meghan Gardner? —le pregunté, con la mirada entrecerrada, estudiando su semblante, di un paso más de cerca y poco a poco vi asomándose rasgos ya más evidentes para poder confirmar esa teoría.

Logré sacarle una carcajada, parpadeó y asintió.

—Sí, soy yo, ¿Conoces a mi madre? —antes de responderle, algo en su cabeza hizo click y su expresión cambió —Espera, ¿Tú eres Amber? ¿Amber Griffin? La chica americana que ella estaba esperando. La fotógrafa.

Sostuve una sonrisa y asentí, él se acercó más confiado y entonces me dio la mano, estaba tan nerviosa que no supe que hacer pero él estaba siendo tan amable conmigo que no me intimidé cuando le dije lo que Meghan había pedido.

—Hace un momento hablé con tu madre y me dijo que si aún estabas por aquí, podrías llevarme con ella a su departamento para poder hablar y tratar todo lo de mi trabajo, de verdad disculpen si interrumpí su charla.

—Por favor, Amber —me pidió Sebastian con calma y una sonrisita en complicidad —Nosotros entendemos perfecto, por mi parte claro que no hay molestia. Dave y yo podemos hablar mañana, no te preocupes, estás cosas pasan.

—Se que interrumpí. —me sentí avergonzada que no pude mirarlos al rostro, solo desvié mis ojos hacia cualquier rincón.

—Yo ya debía retirarme en unos quince minutos —añadió Dave con naturalidad, viendo su reloj con mucha elegancia —Y justo iba para el departamento de mi madre, no causas molestias, en verdad.

Alcé la vista por fin, no me atrevía mirar a Dave al rostro, yo seguía muy apenada, aunque ellos fueran muy considerados, agradecía que intentaran hacerme sentir bien.

—Te agradezco el favor —susurré con voz bajita.

—No agradezcas, te llevo con gusto —accedió, mostrando una sonrisa torcida, muy natural, parecía ser propio de él.

Se despidió de Sebastian, les di tiempo por supuesto, salí de la biblioteca, esperándolos en la puerta y cuando salió me dio primero a mi el acceso, me hundí de hombros ante tan gentil gesto y fue detrás de mí hasta la puerta, no sin antes recordarle a Sebastian cuando vi que salió de la biblioteca que le dijera a Mónica que yo misma acomodaría mis cosas cuando regresara para no causarle problemas.

—¿Te quedarás solo unos días? —me preguntó Dave cuando salimos de la casa.

—No, es algo definitivo —respondí, evitando mi nerviosismo, no sabía en que me estaba metiendo al venirme a vivir aquí pero me estaban empezando a gustar las nuevas aventuras.

—Tomaste una buena decisión, es una ciudad que ama el arte en todo su esplendor, cada tipo de arte aquí es bienvenido así que llegaste al lugar correcto.

Me limité a sonreír, de pronto un montón de recuerdos me embargaron y me hicieron sonreír más fuerte, todas relacionadas a Evan, nosotros, mi futuro, nuestro futuro juntos, haciendo mi sueño hecho realidad gracias a mi trabajo y a su apoyo.

—Estoy segura de que así es.

La seguridad de aquella respuesta me hizo sentir fuerte, feliz, ya nada podía salir mal de aquí en adelante porque solo seriamos Evan y yo, dejando de luchar contra el mundo por primera vez.


Lectoras este es el penúltimo capítulo, el que sigue es el epílogo, por lo que no haré la dinámica que les había comentado para ganarse el epílogo pues todavía tengo pendientes de la escuela que no me permitirían realizarlo como se debe, así que todos podrán leerlo si todo sale bien el miercoles sin falta.

Ahí les diré algunas cositas que seguro se mueren por saber.

Espero les haya gusado el capítulo, nenas, las quiero muchooooooooo y creanme que las voy a extrañar cuando esto terminé oficialmente :( 


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