C32
Amber POV
Me dieron el alta a la mañana siguiente, por suerte no tenia ninguna contusión ni encefalitis que era lo que más les preocupaba, me recetaron analgésicos para la molestia de la cabeza y usar collarín para mi cuello pues preferían que no hiciera movimientos bruscos ni espontáneos. Cuando llegamos al departamento, el desastre todavía estaba ahí, los vidrios rotos, las manchas de sangre y la mesita de centro volteada al revés.
Evan me llevó a mi habitación, me dijo que recogería el desastre pero le dije que no, él también merecía descansar, tenía golpes en el rostro y en el cuerpo que hacerlo trabajar me iba a hacer sentir mal.
—No necesitas hacerlo, déjalo, por favor —susurré con voz tenue —Ya habrá tiempo de hacerlo.
No quiso discutir conmigo, simplemente lo dejó pasar y lo aceptó tal cual; yo lo único que deseaba era poder estar tranquila finalmente en casa y olvidarme de todo. La mañana pasó muy rápido, lo único que hice fue dormir mucho a causa de los analgésicos, Evan me preparó sopa de verduras para comer, no tenía apetito pero me pedía que al menos diera un bocado.
Intenté hacerlo pero tocaron a la puerta, por supuesto que lo primero que hice fue entrar en pánico, ahora el ruido de aquella puerta me producía mucho terror, me alteré que me puse tan inmóvil como una piedra, Evan fue a revisar quien era y aunque traté de escuchar la voz del visitante no pude hacerlo; escuché las pisadas de Evan y de alguien más acercándose a la puerta de mi habitación, tocaron y di acceso.
Asomaron la cabeza y vi a Chris, entrando de poco a poco a mi habitación, permanecí inmóvil todavía, ahora más sorprendida que nunca por verlo después de muchos meses, habíamos quedado en buenos términos, como amigos y no esperé verlo y menos en esta situación.
—Perdón por venir pero necesitaba ver como estabas —dio una sonrisa ligera, vi que Evan estaba en la puerta con una expresión neutra pero tensa, no quería mostrar emoción alguna.
—Está bien —le aseguré, en cuanto lo dije Evan se fue, dejándonos solos —Gracias por venir, ¿Cómo te enteraste?
—Le notificaste a tu jefa y ella se lo dijo a Florence y yo la llamé para saber que tal te estaba yendo y me contó lo que pasó, no la culpes, le insistí en que me lo contara.
—Oh, supongo que la noticia se correrá rápido.
—No pienso decírselo a nadie si no quieres.
—No —arrugué la frente —No quisiera que se lo dijeras a nadie. Me da gusto verte, ¿Quieres sentarte?
Le señale con el dedo la silla de mi escritorio, la acercó a la cama y se sentó, se le podía ver lo nervioso que estaba y por supuesto la gran duda de ver a Evan en mi departamento, no podía decirle que era lo que había pasado entre nosotros pero si decirle la verdad sobre nuestra nueva relación.
—Así que...tú y Evan volvieron —comentó con ligera sorpresa pero se le podía ver que estaba un poco resentido —No me lo esperaba, creí que finalmente le darías la oportunidad a tu amigo Daniel.
—Es complicado —respondí un poco tajante, no quería darle todos los detalles —Nos encontramos en París cuando fui a hacer el reportaje y vi que había cambiado radicalmente así que decidí darle una oportunidad.
—¿Volvió a Chicago? ¿O nunca se fue de la ciudad? Porque eso fue lo que hizo creer a muchos.
—Se fue a Seattle pero seguimos viéndonos por video llamadas, es una relación a distancia pero eso no quiere decir que sea imposible de mantener.
Intentó mostrarse de acuerdo pero yo sabía que le parecía una tontería lo que decía y en cierta manera no me importaba lo que él creyera, las cosas no eran como él pensaba, ni siquiera sabía la cuarta parte de la historia.
—Lo único que espero que es que estés bien, me quedé muy sorprendido cuando Florence dijo que te habían querido robar en tu propia casa, la verdad no me imagino que hubiera pasado si Evan no hubiera llegado.
—Tampoco me puedo imaginar lo que hubiera pasado —dije, mirando hacia abajo, recordándolo todo, haciendo que la herida se abriera de nuevo poco a poco, me quedé un segundo hundida en mis pensamientos y luego lo miré otra vez —Estoy agradecida de verdad por lo que hizo, él también sufrió de algunas heridas y golpes.
—Sí, por lo que vi también sufrió de algunos golpes, ¿Sabes quien resultó ser el atacante?
El nerviosismo se manifestó un poco en mi voz cuando intenté formular una mentira.
—Es alguien que algunas veces vi por la manzana, lo reconocí, supongo que debe ser de la zona pero ahora está en alerta, están buscándolo por todos lados.
—¿Y porque haría algo así? Pareció como si realmente quisiera algo más que simples cosas materiales.
—Es un demente —admití, sintiéndome más nerviosa de lo normal. —No hubiese querido saber que más quería y no quisiera hablar de eso.
—Claro, claro —cambió de tema y agradecí que así fuera, no quería ni tenía ánimos de dar detalles de nada a nadie —Me da gusto que al menos tengas a alguien que pueda cuidarte, no estaría bien que en estos momentos estuvieras sola, es arriesgado, parece que tú y Evan están bien.
Me apreté los labios, quería mitigar una sonrisa.
—Por ahora solo puede quedarse dos días, debe volver a Seattle pero ha pedido que me coloquen cámaras de seguridad y le pondrá uno de esos pequeños visores a la puerta para que vea quien toca, insiste en quedarse pero sé que su trabajo también es importante, no quisiera que tuviera problemas por mi culpa.
—¿Cuántos días estarás descansando?
—Solo cinco días. Yo también debo volver al trabajo.
—Bueno yo sugeriría...—por su tono de voz bajito y su timidez supuse que intentaba hacer —Tengo posibilidad de venir cuando salgas del trabajo y estaría aquí solo para hacer una clase de guardia y me iría a casa a las once.
No tenía argumentos para eso, se ofreció de buena fe pero realmente sería extraño tenerlo en casa, no es que no me agradara su presencia, éramos amigos y quedamos en buenos términos pero ahora estaba con Evan y realmente no era algo que me ponía cómoda.
—Es una buena idea aunque no quisiera que se volviera una carga para ti estar tres días cuidándome por muchas horas —me eché a reír para liberar tensión —¿No es mucho para ti?
—Claro que no —respondió sin problemas, sonriendo —Sé que tu dieta no es vegana pero podría preparar cosas que te agraden, como mis famosas galletas de coco o alguna sopa casera como lentejas.
Reí entre dientes, su mirada me demostraba lo seguro que estaba ante el ofrecimiento, quise pensarlo rápido y darle una respuesta pero no estaba muy convencida, necesitaba pensar por al menos hoy pues no quería arrepentirme luego de la decisión.
—Por ahora no te preocupes, Evan estará aquí dos días y cuando se acerque el momento te llamaré para hacerte saber si necesito de tu servicio, ¿De acuerdo? Gracias por tu atención.
Fue muy considerado pero podía detectar que le molestaba que aplazara su oferta, no iba a aceptar para darle gusto, quería ver como estaban las cosas primero por aquí y ver que pasaba cuando Evan tuviera que irse, no iba a apresurarme y tomar una fallida decisión, aunque, seguía apreciando su disposición a pesar de todo.
(...)
Chris se fue y yo comí y volví a dormir, para cuando desperté, ya era hora de cenar, no tenía tanta hambre pero Evan insistió en que comiera, me trajo caldo de pollo y esta vez se sentó para alentarme a comer.
—¿Tú no comerás? —inquirí con normalidad, olía muy bien pero yo solo quería comer el caldo y no lo demás pero traté de hacerlo, me iba a sentir mal si rechazaba lo que preparó para mí.
—Comí hace unos minutos, no te preocupes por mí. —me pidió con suavidad, sonriendo un poco, su mirada era tierna pero encerraba millones de curiosidades respecto a la charla entre Chris y yo.
Me acerqué la bandeja y empecé a comer, para distraerse agarró un libro que tenía sobre mi escritorio, era el mismo que me regaló cuando estuvimos en París, el ejemplar de bolsillo del El fantasma de la ópera, al verlo su sonrisa se hizo más grande.
Transcurrieron los segundos más largos en completo silencio, quería decirle la propuesta de Chris porque sabía que no se lo tomaría mal, quizá el antiguo Evan hubiera hecho un escándalo por ello pero el nuevo Evan tal vez lo consideraría buena idea, necesitaba saber que opinaba al respecto.
—Chris se ofreció a cuidarme los días restantes —le informé de repente, aunque tampoco fue tan abrupto, carraspee y comí otra cucharada. —Dice que podrá estar aquí los tres días que restan y vendrá cuando yo salga del trabajo y se irá pasada las once de la noche, será una pequeña guardia.
Me examinó por un corto tiempo, su rostro no se veía alterado, ni incomodo o molesto, eso fue buena señal, lo estaba tomando bien y con mucha madurez pero si se puso nervioso.
—Sabes, tenía cierta preocupación de no encontrar a alguien que pudiera estar contigo esos días, consideré buscar a alguien de confianza pero no había nadie y no sabía si podía pedírselo a Florence pero aprecio que se haya ofrecido.
Me quedé en silencio, procesando su cooperación.
—¿Estaría bien que él quiera hacer de guardia esos tres días? De todas formas, ya sabe que volvimos, le sorprendió como era de esperarse pero tampoco le di todo los detalles, solo los necesarios.
Sonrió de inmediato ante un recuerdo.
—Se sorprendió mucho cuando le abrí la puerta pero no me mostré grosero, he pensado que aunque seamos medios hermanos, a fin de cuentas no tuvo la culpa de lo que hizo Michael, él fue quien nos decepcionó, lo único diferente es que él si tuvo un padre a su lado. —siguió sonriendo pero con matiz melancólico, miró hacia otro lado para tratar de olvidarse de eso y volver al tema —Por mi esta bien, yo no me opongo, tú lo conoces más que yo así que es alguien de confianza para ti.
—Somos amigos —le aclaré con tono firme —Así es como quedamos, no debes desconfiar te lo aseguro.
—No desconfío, Amber, no lo haría jamás de ti —prosiguió mirándome fijamente a los ojos y con una pura y sincera mirada se acercó un poco —Nunca me has dado indicios de desconfiar de ti, siempre has sido sincera y sé que no debo preocuparme, solo que, espero que Chris no sea tanto como Daniel y se muestre bastante insinuante contigo.
Solté una risa, haciendo un gesto de incredulidad.
—¿De verdad lo crees? Tenlo por seguro que no habrá nada de lo que preocuparse —le dije con mucha convicción —Estaré bien y me alegro que estés de acuerdo, así puedo sentirme segura aunque preferiría que fueras tú quien estuviera aquí.
Se sentó en la cama, cuidando de no caerme encima y me acarició con ternura la cabeza como si fuese una niña pequeña, provocándome paz y satisfacción, puso su rostro frente al mío, quedándose quieto para leerme la mirada.
—Quisiera ser yo el guardián que pueda velar todos las noches tus sueños, cuidándote y estando aquí para ti, te prometí que lo haría y me hace sentir mal no poder cumplirlo.
—Es no es cierto —susurré, adentrándome en sus profundos ojos verdes —Estás aquí y ya estás arriesgando mucho por estar conmigo, sé que debes estar en Seattle y lo respeto, es tu obligación.
—Pero en Seattle no está lo que quiero, me duele dejarte aquí y no poder llevarte conmigo —se le hizo difícil tener que tragar saliva por el nudo en su garganta, estaba desesperado —Algún día te llevaré conmigo y haremos algo nuevo.
—¿A dónde me llevaras?
—A donde quieras, quiero que seas feliz y vivas de tus sueños, sé que te apasiona vivir de la fotografía y ser tan reconocida como Lisa Hill y quiero eso para ti, podríamos vivir en París si quieres, quiero que los dos cumplamos nuestros sueños, seré socio de Tom y haré una gran carrera en el negocio, aprenderé.
Se le veía la fe en los ojos, la esperanza y lo convencido que podía sentirse al hablar, esa era la actitud que siempre quise ver en Evan, me alegraba tanto verlo querer progresar, tener aspiraciones y triunfar en la vida y que además de eso también se preocupara por mis sueños; atreverse a todo eso era lo que me enamoraba de él.
—Lo haremos, los dos juntos y quiero tenerte ahí.
Se levantó para darme un beso en la cabeza y otro en la frente, su beso fue liviano pero cargado de adoración que mi corazón se encogió al sentir sus labios sobre mi piel.
—Siempre me tendrás ahí, siempre para ti, en lo que quieras, cuando sea y donde sea —musitó con voz baja, solo para mi, lleno de sinceridad y dulzura
(...)
Por la madrugada, me levanté a causa del ruido que provenía de la sala de estar, me pareció raro pues los analgésicos me dejaban durmiendo por unas cinco seis o siete horas seguidas, supuse que se había terminado el efecto; eran el ruido de vidrios cayendo en bolsas de plástico, también oí que alguien acomodaba la mesita de centro, el reloj marcaban las cuatro de la mañana.
Escuche pasos que entraban la pasillo, después la puerta de la habitación de Evan abrirse.
—¿Evan? —pregunté con un tono de voz alto para hacerme escuchar, ignoré la punzada del cuello.
A los pocos segundos, abrió la puerta y entre la poca iluminación que dejaba ver la luz de la luna que se colaba por mi ventana, alcancé ver a Evan, llevaba unos pantalones holgados y una camisa negra que compró para improvisar una pijama.
—No puedes dormir, ¿Cierto?
Entre la oscuridad vi que frunció el ceño.
—No.
—¿Te duele algo, tomaste también tus analgésicos?
Asintió.
—Sí, es solo que tengo muchas cosas en la cabeza, preferí mejor limpiar lo que estaba en la sala, quité los vidrios y también logré limpiar la alfombra. —vaciló un poco —Creí que estabas dormida, ¿Te molesta algo? ¿Quieres que te traiga algo de la cocina?
Entendí lo que pasaba, había sentido que Evan no se había desahogado respecto a lo de Camille y el bebé, quizá no quería decírmelo a mí porque lo haría sentir incomodo pero quería escucharlo, saber que pasaba por su cabeza y que confiara en mí.
—¿Quieres hablar de eso conmigo?
No necesitó preguntar a que me refería, simplemente entró a la habitación, abrí la sábana para que entrara conmigo a la cama, era una invitación para que se sintiera a salvo, resguardado y cómodo, reposó la espalda en la cabecera, me quedé boca arriba viéndolo desde mi almohada, dejé que se tomara su tiempo porque no quería obligarlo a hablar.
—Sé que hay millones de sentimientos, no tuviste la culpa Evan y quiero que lo sepas. —susurré, le tomé la mano, esperando consolarlo.
Estaba ausente pero me escuchaba, respondió apretándome la mano pero seguía viendo hacia la nada.
—Es más por ese bebé que por Camille el cómo me hace sentir lo que pasó, yo simplemente no dejo de pensarlo —percibí que se le cortaba la voz un poco —Era tan pequeño, pensar que era mío y que ni siquiera lo conocí, esto es lo único que tengo.
Rebuscó en el bolsillo de sus pantalones holgados una hoja y me la extendió, al momento de tomarla me empecé a sentir extraña, nerviosa y con la sangre corriéndome tan rápido por el cuerpo, no dejaba de pensar que lo que vería en esa hoja era un pequeño bulto que iba a convertirse en un bebé.
Desdoblé la hoja y la acerque al único rayo de luz que entraba desde la ventana, la luna iluminó la ecografía donde solo se veían colores grises y justo en el centro un hueco blanco difuminado donde había un bulto encerrado en un círculo, lo contemplé por quien sabe cuánto tiempo porque Evan habló después.
—Cuando estuviste en el hospital, pregunté de cuantas semanas podría ser aquel embrión y me dijeron que de casi dos meses.
Parpadee, no supe que decir, me quedé quieta, viendo una y otra vez ese pequeño bultito, el dolor de Evan era tan evidente cuando volvió a hablar que me contagió de esa desdicha que su cuerpo lograba desprender.
—Pienso en lo que hubiera pasado, solo eso, ahora que lo supe me he dado cuenta que si lo hubiese querido, claro que solo pensando que era mío y no de Camille, aunque debía ser consciente de que estaríamos vinculados por siempre con ese bebé si hubiese nacido y tal vez por eso ella lo hizo —hizo una pausa para tragar saliva y retomar fuerzas —Me odia aunque diga que no, sé que lo hizo a propósito y ahora me hace sufrir.
—Escúchame —me levanté para estar los dos sentados, no quería que me viera a los ojos si no quería hacerlo, solo quería que me escuchara pero lo observé de todas formas —No fuiste tú quien hizo esto, está claro que hubieras aceptado tenerlo si ella te lo hubiera dicho y le hubieras demostrado que podrías ser un buen padre porque ella no hubiera sido buena madre.
—Supongo que no —susurró, endureciendo un poco la expresión —Ella seguirá con un mal futuro, su vida tampoco fue sencilla, nunca te lo conté pero sus padres eran de bajos recursos, vivió siempre en la pobreza y cuando ganó dinero siendo modelo perdió el control como yo, tal vez por eso solo teníamos en común una sola cosa que era consumir tanto pudiéramos. Tampoco soy un santo, tuve mis momentos oscuros y cuando pasó esto yo estaba aceptando mis errores.
—Pero no tuviste la culpa —le recordé, contemplándolo con más intensidad —Quiero que lo entiendas.
—Yo...—dudó, iba a mirarme pero pareció reconsiderarlo, se tomó unos segundos y me vio al rostro —Solo quería decirte que esto que pasó, me hizo darme cuenta que anhelo de verdad ser padre, antes creí que no lo querría jamás pero de verdad quisiera algún día tener hijos.
Estaba inerte, esperé que con la poca luz de la luna no se percatara de mi cambio de mi expresión, mi respiración se aceleró un poco y mi postura cambió por supuesto, estaba segura de que lo había notado porque escuché que carraspeaba y su voz fue delicada.
—No estoy precipitándome a nada, es solo que antes no tenía esa idea en mi cabeza —se incorporó para verme al rostro, yo estaba más que nerviosa y muy asustada —No pretendía asustarte.
—No, no, solo que...es apresurado —quise mantener en discreción mi creciente pánico —Y sé que para ti debe ser más difícil hablar de esto.
—Todavía debo aprender cosas, no me siento todavía con la capacidad de cuidar de alguien más, apenas estoy asimilando que en verdad he cambiado, aunque en un futuro, tal vez lo considere.
Nunca me imaginé ser madre, no estaba en mis planes futuros porque solo me preocupaba en mi creciente futuro laboral, en mis sueños y en mis necesidades, pero en un punto cuando conocí a Evan imaginé estar casada y con hijos pero después de lo que me hizo y el engaño con el que se aprovechó de nuestro "matrimonio forzado" descarté por completo la idea de los hijos.
—Nunca me imaginé teniendo hijos —susurré un poco desalentada, tragué saliva con dificultad, de hecho por la razón que dejé de considerarlo fue por el daño que me hizo y la ilusión que me rompió el corazón. —Me gustan los bebés cuando no son míos. Siempre consideré una fantasía loca.
—¿Cuál? —me preguntó con total atención hacía mí.
—Es complicada, más bien, muy tonta.
—Podría tratar de entenderla —me alentó con una sonrisa a medias.
Agarré valor, inhalé con fuerza y daba gracias al cielo que estuviéramos casi a oscuras para que no pudiera verle el rostro.
—Solo me imaginé teniendo hijos con el hombre de mis sueños, con el que me hiciera desearlos, porque se supone que para mí los bebés han sido siempre la expresión del amor entre dos personas, es como fusionar ese amor y convertirlo en realidad, suena a cuento de hadas pero la idea ha estado conmigo desde la adolescencia.
—Esa fantasía no es tonta —respondió con tranquilidad, podía adivinar una sonrisa en su rostro por el tono de voz —Es romántica, ¿Cuántos bebés han venido al mundo sin ser deseados? O bueno, en realidad, ¿Cuántos bebés han sido concebidos con amor?
—Yo no fui planeada —admití un poco reservada, mordiéndome el labio.
—A eso me refiero, es mejor tener algo cuando lo deseas que cuando llega de sorpresa, en mi situación la noticia de ese bebé fue en sorpresa y créeme que hay una diferencia muy evidente dónde tienes un bebé concebido del amor que del simple acto sexual, tal vez ese bebé no fue precisamente lo que ahora hubiese querido pero no tiene la culpa, lo hubiese querido porque era mío y cuando algo lleva una parte de ti lo amas inesperadamente.
Sonreí.
—Eso es verdad, supongo que nunca consideré esa idea.
Alargó una mano y entre la oscuridad buscó mi rostro y me acarició la mejilla, sus manos estaban suaves y cálidas, era una caricia noble pero que hizo estallar a mi corazón.
—Pero ahora me has dado una idea loca.
—¿Cuál? —pregunté.
—Que si tuviéramos un bebé, sería una expresión del amor que nos tenemos, lo amaría con locura porque ya llevaría una parte de mí pero también de ti y eso garantiza sin duda que ya lo amé, sería un bebé realmente deseado.
Cerré los ojos, lo único que hice fue tratar de respirar porque ahora su voz y su caricia no me estaba dando la capacidad de pensar claramente.
—Creo que hemos estado hablando demasiado de esto —me estremecí un poco, los bebés eran temas delicados y me causaban siempre un terror minúsculo pero a fin de cuentas terror. —Digo, no me molesta, es bueno que lo hablemos pero es pronto.
—Sí, tienes razón, me estoy dando mucho derecho respecto a tus futuros bebés, estoy usando el lugar del hombre de tus sueños, él debería de estar hablando contigo de esto y yo estoy usurpando su lugar. —se hizo hacia atrás, un poco abatido.
Me carcajee y me incliné para darle un pequeño beso en los labios, puse la foto de la radiografía en mi mesita de noche y le acaricié los pómulos y los parpados para que los mantuviera cerrados.
—Te hace falta descansar, ya estás empezando a decir tonterías. Duerme.
—¿Puedo quedarme aquí? Prometo no hacer nada, lo único que quiero es tu compañía —me rogó con dulzura, estaba calmado y lo podía notar, estaba cansado.
—Claro que sí, quédate.
Nos preparamos para dormir, yo estaba tranquila, tanto como él, la verdad es que hablar de lo del bebé me había hecho pensar en muchas cosas, lo cual distraía a mi mente y seguro también la suya.
—¿Amber? —preguntó con voz somnolienta, tenía su espalda contra la mía, su voz vibró alrededor de mi cuerpo.
—¿Sí? —susurré.
—¿Al menos puedo ser el hombre de tus sueños, en tus sueños? Se que no soy en nada parecido a él pero puedo intentarlo.
Me carcajee ligeramente y giré mi cabeza sobre mi hombros para verlo de reojo.
—Sí te digo que sí, ¿Podrías dormir tranquilamente?
—Sí.
—Entonces, es un sí.
Sentí que giraba su cuerpo hacia mi dirección, con mucho cuidado se acercó a mí y puso su cabeza sobre mi hombro, sentí sus brazos vacilar alrededor mío y luego de eso me abrazó pero fue muy cómodo, no era nada que mostrara una doble intención, era inocente. Era la primera vez que dormíamos juntos después de mucho tiempo y esta vez no hubo ninguna doble intención de por medio, fue como si simplemente quisiéramos disfrutar de la compañía del otro, buscando consuelo y refugio, fue como nutrirnos de una esencia real y eso era revitalizante; era un espacio nuestro, mágico, que se disfrutaba en total silencio.
Poco a poco fui dejándome guiar por aquel silencio, en un cómodo y plácido descanso, rodeada por los brazos del hombre de mis sueños.
Sé que se siente como si hubiera pasado una eternidad la nueva actualización jajaja, lo siento chicas, ya no he podido subir los sábados porque me quiero tomar descansos de escribir todo los, suele ser un poco agotador aunque no lo crean pero los capítulos si se seguirán subiendo los miércoles sin falta :)
Los quiero y gracias por seguir leyendo, por comentarios y votos
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top