Sentimientos
Pucca desde temprano estaba lista a pesar que su reunión fuera en la tarde. Ching saltó de alegría cuando se lo contó y le propuso un ligero cambio en su apariencia; esto consistía básicamente en que, en vez de llevar sus famosos chongos que tomaban todo su pelo, tomaran solo la mitad. Dejando el resto caer de manera sencilla.
Por fortuna, el negro y denso cabello de la chica de vestido rojo se prestaba muchísimo para cualquier peinado y la verdad, no se veía nada mal. Asentuaba más sus rasgos femeninos, evocando una imagen más fina.
— Garu se caerá de espaldas cuando te vea — Le aseguró su amiga. — ¿es verdad todo lo que me has contado? Que él te dirá de manera definitiva lo que siente por ti — Pucca asintió emocionada. Las cosquillas en su estómago tomaban más fuerza conforme los minutos pasaban. — Dioses, más le vale que no te rompa el corazón o le patearé el trasero.
Pucca hizo un gesto negativo y burlesco. No creía que fuera negativa la respuesta y si era sincera consigo misma, creía que la respuesta era positiva, después de todo esos segundos en que sus labios se habían rozado y lo dicho en esas notas le confirmaban sus sospechas. Ching no podía con la imagen de felicidad pura de ella, parecía que explotaría de buena manera; ambos, después de todo, habían madurado convirtiéndose en jóvenes más serios y conscientes.
Tal vez estaba a punto de ganarle su apuesta a Abyo.
Pucca miró la ventana, el sol aún estaba en lo alto y maldijo por no hacerlo bajar más rápido. Se preguntó en lo que estaría haciendo Garu y si estaba tan nervioso como ella.
"¿Me esperarás?" Esa frase lo había cambiado todo. Frase que siempre estaría en su memoria.
[...]
Cuando el sol se inclinó más hacia el oeste, ella salió del restaurante en dirección al bosque de bambú. Caminó despacio, sin prisas aunque por dentro quería correr a toda velocidad al punto que Abyo le dijo, según este, el idiota de su amigo estaba echo un manojo de nervios pero que le daba gusto que al fin siguiera sus "consejos" de macho y fuera por su adorable acosadora. La verdad, el tipo parloteó un buen rato más pero ella ya no le prestaba la más mínima atención después de recibir la información que le interesaba.
Al llegar, notó que el ninja ya se encontraba ahí, sentado en una piedra plana en forma de banca. Dicho lugar se trataba de un pequeño estanque, casi desconocido para la mayoría del pueblo salvo los valientes que se metían sin temor a que los bandidos le robaran. Le daba la espalda y desde su punto de vista, pudo visualizar que estaba jugando con una rama dibujando cosas en el suelo. La chica de coletas tomó aire y a propósito piso una rama para dar a conocer su presencia, de inmediato el ninja se encorvó demasiado rígido. Ahora ambos corazones latían fuertemente.
"Bien, podemos con esto. He recuperado mi honor. Sooga está a salvo y Pucca me ha esperado. Sé lo que quiero y a quién quiero. Ya no hay excusas" pensaba una y otra vez mientras esperaba que su compañera se sentara a un lado.
Estaba rojo como la flor más roja del mundo y cómo no estarlo, ¡Dioses! enfrentarse a villano era más fácil que hacerlo con Pucca. Cuando la figura femenina se posó a su lado hubo unos minutos de silencio y como siempre, ella le dio su espacio para procesar todo el caos que tenía adentro. No era secreto el saber que su torpe ninja era algo lento con cosas que tuvieran que ver con el corazón, por suerte, ella sabía leerlo mejor que nadie.
De forma poco suave, Garu giró su cabeza para verla, dispuesto acabar con las largas sin sentido pero, al verla, no pudo evitar quedar pasmado. Era un secreto, de los más íntimos, y era su gusto por su negro y lacio cabello que lucía más con su nuevo estilo. Tan bonito. Tan elegante. tan delicado. Carraspeó su garganta para volver y visualizar a Pucca visiblemente nerviosa y tímida, una imagen rara de ver.
Sin más, empezó a relatarle o más bien escribir todo lo que vivió en ese tiempo que se fue. Lo que sintió, vio y cómo recuperó su honor. Fue una de sus charlas más largas donde él realmente entro a la conversación y no solo era un oyente "obligado", como el los monólogos eternos y sin mucho sentido de su mejor amigo.
Cuando el tema acabó, ambos sabían lo que seguiría. En realidad, era el verdadero tema porque el que se encontraba ahí. Esta vez, Pucca fue la que le dio ese impulso.
"¿Qué sigue entonces, Garu?"
Este leyó la nota y meditó de forma rápida sus siguientes palabras.
"Vivir una vida plena. La que me corresponde. Trabajar, entrenar, proteger la aldea porque yo lo deseo y no porque debo."
"No desearía otra cosa para ti. Mereces mucho, ¿sabes?"
"También hay algo más"
Escribió únicamente eso, dejando el resto en puntos suspensivos. Al darle la nota miraba fijamente el bosque como si le dieran la respuesta de la verdad absoluta a todo pero sobre todo a su corazón. Ella se animó a tocarle la mano para llamar su atención y cuando lo logró arqueó las cejas preguntándole qué era eso.
Desde la perspectiva de él, sus ojos cafeces brillaban más que cualquier estrella. Giro su mano para tomar debidamente la contraria y se permitió grabar en su memoria el calor del contacto, ya lo sabía, el cuerpo de esa mujer era muy cálido. Justo lo que su corazón necesitaba.
— Tú — susurró tan bajo peor lo suficiente para que ella escuchase. Su voz se escuchó tan rasposa como la primera vez que habló y se maldijo por sonar más tosco de lo que quería.
No obstante, en ese momento, Pucca, por primera vez se quedó en blanco. Sus ojos se agrandaron y su boca se abrió ligeramente. Más que nada por escuchar la voz de él y la frase más esperada de su infancia al mismo tiempo. Ante la imagen, el ninja de coletas le sonrió disfrutando del momento, ocasionando que se relajara bastante el ambiente; entendía que escuchar su voz causaría una reacción parecida y se alegraba que ella fuera la primera en escucharla.
— Tú — volvió a repetir. — ¿Estás de acuerdo?
Ella solo asintió eufórica mientras sus ojos se llenaban de lágrimas y sin previo aviso, se tiró a los brazos del ninja. Los fuertes brazos la rodearon sin miedo o limitaciones, protegiendo ese cuerpo que se sacudía con los espasmos de su llanto silencioso. No hubo mariposas al rededor ni mucho menos la luna era testigo de una torpe pero sincera declaración.
Era un día común después de defender su hogar, bajo la luz de los últimos rayos del sol pero Pucca no pudo pedir otra cosa ya que, después de todo, esa era la esencia de su ninja: simple, honesta, directa y... tímida. Estuvo en sus brazos por un buen rato, gozando del calor que le brindaban y del silencio cómodo que se había formado entre ellos. Se sentía como en casa, todo un lujo que valió la pena esperar.
Al separarse, ambas caras sonrojadas se enfrentaron nuevamente, sin embargo, Pucca había recuperado su confianza y ya esa faceta tímida había quedado atrás. Escribió en un papel y se lo tendió a su amado, esperando calmar su espíritu.
"Todo con calma. Tenemos toda una vida para aprender a querernos."
El chico de coletas asintió complacido y se acercó para posar sus labios en la mejilla de su adorable acosadora y susurrarle: " Te quiero".
Lo mejor de esa noche, fue la sonrisa que adornó el rostro de ella durante el resto de día y parte de la noche. Después de eso, caminaron lado a lado hasta el restaurante donde comieron fideos en silencio, como si Garu no pudiera hablar aún y ella no fuer la chica más feliz de la aldea. Todo lo ocurrido sería su secreto por un tiempo.
Bueeeeno, henos aquí nuevamente. Me sorprende saber que hay muchas personas que les gusta mi historia que comenzó por un día de aburrimiento. Gracias a todos los lectores, en verdad por comentar, me da muchísimo gusto. Estimo que falta uno o dos capítulos para terminar la historia.
¡Nos leemos pronto!
[Espacio para aventarme la madre por tardar tanto.]
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