Diversión.

Todo el pueblo de Sooga veía correr a Pucca y a Garu por las calles a toda velocidad. 
Era algo tan rutinario que se extrañaba cuando no pasaban echando polvo por todos lados.  Las cosas entre los dos habían vuelto a la normalidad después del cumpleaños de Garu, aunque en realidad no tanto. 

Para Garu,  Pucca era alguien distraída,  con un muy buen corazón y muy inteligente.  Siempre le vió esas cualidades en todo momento,  pero desde hace tiempo,  las persecuciones dejaron de ser un fastidio para él.  Le gusta, era un juego que tenía con ella en silencio. 

Lo que más le extrañaba era que hace dos semanas no tenía un encuentro con Tobe.  No era que los extrañara pero le parecía demasiado sospechoso. ¿Qué estaría planeando ahora él? Un suspiro lo sacó de sus pensamientos lo que hizo que estuviera más alerta, mientras estaba escondido entre los bambús tratando de que Pucca perdiera su pista aunque en vano,  él más que nada sabe que es muy difícil ocultarse de ella. 

Rara vez perdía su pista por completo.  Aunque él nunca se alejaba, estaba entre las sombras como lo está en ese momento,  calmando su respiración para volverla casi imperceptible ante los agudos sentidos de su acosadora. Por suerte,  hoy era un día de esos.  Pucca le perdió la pista y con su evidente frustración dió media vuelta y camino rumbo al pueblo. 

Garu se quedo estático,  hasta no oír nada. Se quedó un momento pensando en lo que debería hacer,  volver a su casa y terminar el entrenamiento que Pucca interrumpió hace algunos minutos o hacer lo que últimamente hacía. Espiar a Pucca.

 En lo absoluto le desagradaba la idea de ser un acosador,  pues no era nada honorable,  sin embargo,  algo lo obligaba a ir. 
Con movimientos silenciosos logró alcanzarla y ver como caminaba.  Le agradaba ver que para cualquier movimiento ella lo hacia con tanta gracia,  con elegancia.  Aunque mentalmente se estaba regañando,  ¿qué pasó con el honor de su familia?  No podía hacer nada hasta que lo recuperara. 

Siguiéndola con la vista,  pensó un poco en que debería irse a su casa y terminar de meditar.  Su mente,  en ese momento estaba en un dilema enorme.  Una voz le decía que siguiera,  sólo se aseguraría qué llegara a salvo al pueblo, mientras que otra le decía que Pucca era alguien que podría salir de ahí sin ningún problema,  muestra de aquello era aquel chichón que Garu tenía en la cabeza causa de que quería jugarle una broma a ella,  no salió nada bien.  Pucca estuvo cuidándolo por dos días sin soltarlo por  un minuto. 

Regresando a la realidad,  buscó a Pucca con la mirada, está ya no sé encontraba.  saltó un par de metros más. No encontró ningún rastro de ella. 
Agudizando sus sentidos,  espero.  Detrás de él,  una pequeña presencia de calor lo alertó,  y si... 

Dió un salto y aterrizó en el suelo,  volteando lentamente, vió a su dulce acosadora trepada a los bambús con su típica sonrisa. El cuerpo de Garu tembló. 

Los colores subieron a su cara,  ahora Pucca estaría más empalagosa. 
Haciendo un gesto de desagrado,  volteo la cabeza esperando que ese gesto aullente  y se valla. 
Pucca bajo de los bambús y observo detalladamente a Garu,  sé veía guapísimo con su gesto fruncido y su característico color rojo plasmado por todo su rostro.  ¿La estaba cuidando?  Ella esperaba que sí. 

Cada día,  Pucca estaba más segura que se ganaba ese corazón noble,  valiente,  honorable y humilde. Sé acercó a él caminando,  intentando evitar que él salga corriendo. 
Observo como Garu la miraba curioso y muy en el fondo,  sabía que él quería correr  pero le daba ánimos que no lo hiciera.  Cuando estuvieron en frente le tomó la mano y la acarició con el pulgar. 
Las manos de Garu tenían algunas cicatrices,  y estaban algo rasposa debido a su duro entrenamiento durante tantos años,  vió sus dedos,  sus palmas y guardo cada detalle en su mente.

Levantando la mirada se encontró unos ojos intensos, Pucca sintió que los colores se le subían a la cara, sin embargo no quitó la mirada.

"Ojalá Garu me basará,  me gustaría tener es sensación de saber que él es el que me besa." pensó Pucca.  Sí bien,  había probado desde hace mucho esos labios que la volvían loca desde su adolescencia y se sentía en la gloria cada vez que los poseía y los reclamaba como suyos.  Eso le hacia saltar de felicidad con el estómago lleno de mariposas.  También le gustaba pensar que él no había besado a alguien más a parte de ella. 

Garu observo como Pucca se perdía en sus pensamientos,  levantó una ceja en forma de pregunta,  pero ese gesto pasó desapercibido por ella.  Fue ese momento en que Garu se preguntó en que pensaba.  Observo como su sonrojo se hizo más intenso y una pequeña sonrisa se hacía presente en los labios de ella. 

Era una sonrisa muy poco común.  Normalmente ella le daba sonrisas muy grandes, pero esta estaba cargada de otras cosas que no supo bien que hacer.
El cosquilleo volvió a tener presencia en el estómago de Garu,  indicándole una vez más que si no corría,  podría doblegarse completamente al sentimiento que ha intentado matar desde hace tiempo.  Pero estaba hipnotizado por ese momento que mandó todo al diablo. 

De un momento a otro,  Pucca le dió un beso. Un beso a esos labios que amaba.
Garu,  por su parte,  no sé contuvo y besó, beso por primera vez a Pucca.  Fue corto,  pero ambos sabían lo que significaba. 
Pucca había ganado. Garu se rendía. 

Temeroso,  Garu salió corriendo.  No podía creer lo que había hecho. 
Lo más extraño fue que ella no salió corriendo tras de él,  pero tenía tanta vergüenza que no le importaba,  era más,  le agradecía. 
¿Cómo pudo ser tan débil? Debe hacer algo y rápido.  Enojado aun más,  aumentó la velocidad.

Pucca lo vió sorprendida,  después de que él desapareciera de su vista tocó sus labios y sonrío. 
Esa era la señal que esperaba desde hace mucho tiempo. Entonces supo que todo no estaba tan lejos. 

Dando una media vuelta, empezó a caminar al pueblo.  Ching tendría que saberlo. 

*    *    *

Garu miraba a Mio comer, pensando que correr ya no funcionaba.  Ella había destrozado todas sus barreras. 
Suspiró y recargó la cabeza en la mesa,  su acosadora era tan...  irritable.  ¿Cuántos dolores de cabeza no le ha provocado?  ¿Cuántas fracturas no le ha hecho? ¿Cuántas veces lo ha besado sin su permiso?  ¿Cuándo le dió permiso de entrar en su corazón?

Su acosadora tenía lo que siempre peleo.  Pero él no estaba dispuesto a aceptar eso,  aún no.  No están preparado,  tenía miedo,  tenía vergüenza. Puede que Pucca sólo lo este confundiendo. 
Suspiró un vez más,  sé odiaba,  buscaba excusas tontas. Sabía en el fondo que no eran ciertas. 

Mirando en la oscuridad de la sala,  algo destellaba.  Una especie de brillo;  el sonrió sin quererlo. 
Ahí se encontraba la espada que le regaló hace algunos meses y que era uno de sus objetos más preciados. 

Mirando una vez más a Mio,  sé fue a dormir pensando en lo que haría mañana...

¡¡Hola hola!!
Sé que no he actualizado desde hace ya bastante tiempo,  pero intento escribir un poco cada vez que tengo chance.
Espero que le guste. 
Nós leemos pronto.

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