Mi sueño siempre fuiste tu...

No sabía con exactitud como es que había llegado a esa conclusión, pero ya no había vuelta atrás, el Hokage había aceptado en cierto modo conciderar su petición, por lo que esperaría al anochecer del día siguiente para saber la respuesta, soltó un pesado suspiró al vacío de aquella pequeña estancia en la que había vivido por cinco años.

Ya ni recordaba como era que había llegado a Konoha, movido por el capricho de conocer a quien se convertiría en su sol, la persona a la cual seguiría hasta el fin del mundo con tal de recibir un poco de luz en medio de su interminable oscuridad, pero con el paso del tiempo ya no era lo mismo, dicho objetivo había perecido en la obsolescencia.

Boruto Uzumaki había cambiado, ya no era lo que fue en un principio, pero eso no lo hacía menos amigos, sus imprudencias e inmadurez colmaron su paciencia hasta cierto punto irremediable, por lo que comenzó a encerrarse en sí mismo más seguido, entrenó y se volvió más fuerte de que era, con el paso del tiempo, al año siguiente para ser exactos, el y Sarada fueron ascendidos a chunin, le pareció extraño y divertido que los hubieran ascendido a los dos juntos, su amigo Boruto fue promovido al año siguiente.

Parecía que todo recobraba su propio propósito, las misiones fueron en aumento y su potencial puesto a prueba, pero eso simplemente ya no lo hacía sentirse pleno, algo faltaba, algo seguía vacío dentro de sí mismo.

Ya no sabía cómo ni dónde buscar respuestas, Orochimaru no era de ninguna ayuda en esos momentos puesto que no se percataba de los cambios que su hijo y creación estaba sobrellevando, no lo culpaba, estúpida etapa de vivencia humana, pensaba cada día al irse a dormir.

Pero ya ni eso podía hacer, la luna era la única testigo de sus noches de insomnio, bueno, la luna y su mascota Mikazuki, aquel felino aligeraba el grado de soledad de aquel departamento, su compañera de equipo venia a visitarlo de vez en cuando, siempre que lo hacía lo regañaba por su precaria y vaga forma de alimentación.

Daba miedo refutarle por lo que se limitaba a guardar silencio y ver cómo la azabache llegaba cada tarde con una gran cantidad de bolsas llenas de víveres, preparaba almuerzos y los guardaba en su pobre refrigerador, el cual quedaba repleto, agradecía en cierto modo su preocupación, pero le disgustaba que fuera muy invasiva, un día se lo dijo, pero lamentablemente, como siempre se expresó con la sutileza de un rinoceronte.

- Sarada, eres demasiado invasiva y algo entrometida, me harías el favor de venir con menos regularidad porque asustas a Mikazuki y también a mí.

Pensó que la Uchiha armaría tremendo escándalo, que lo regañaría y despotricaría en su contra o lo golpearía por llamarla entrometida, por lo que se preparó tanto física como mentalmente para recibir lo que sea que fuera, pero contra todo pronóstico, la chica se limitó a disculparse y salir tranquilamente para jamás volver a aparecer en su departamento.

Mentiría si diría que no la extrañó, a ella y a su comida, porque había que admitirlo, la Uchiha cocinaba como los mismísimos dioses.

Pero lamentablemente no volvió a aparecer, solo la veía en las misiones que le eran asignadas y sus respectivas sesiones de entrenamiento, aunque después ya ni la veía, puesto que como la joven aspiraba a ciertas exigentes ambiciones, sus entrenamientos comenzaron a ser más regulares, individualizados y supervisados por el rubio con cara de zorro.

Sentía cierta incomodidad, si así podría llamarlo, la azabache ya no asistía a misiones con el equipo, algo en su ser se molestaba con el hecho de que toda esa panda de entrenamientos la acapararan de esa manera, quería ir a donde sea que se encontrara, tomarla como un costal de papas, bastante atractivo debía admitir, y encerrarla en su departamento para que le diera todas sus atenciones a su persona.

Pero como la realidad era algo cruel, no podía hacer aquello sin que cierto Uchiha lo calcinara con el Amaterasu si se atrevía a tocar a su hermosa princesa.

Por lo que se conformó con aquella incomodidad, pero todo tiene un límite, y el conoció el suyo una vez que se enteró, por fuentes no muy confiables, que por ser quien era, una de las últimas portadoras de kekkei genkai Uchiha, el Sharingan, recibía propuesta de arreglos matrimoniales casi a diario de diversas naciones, prácticamente ya estaban acechando como buitres.

Sólo la querían para obtener una ventaja militar, pero la joven se mantenía firme y serena en su camino a cumplir sus sueños, Boruto seguía recibiendo el entrenamiento necesario por parte de Sasuke Uchiha, seguía con la idea de convertirse en la sombra de la futura Hokage.

Precisamente ese tipo de sucesos eran los que lo hacían cuestionarse a sí mismo.

¿Que iba a hacer el cuando cada uno de sus compañeros cumplieran sus sueños?

El jamás tuvo algo que podrían ser aspiraciones o sueños, así que simplemente estaba en blanco.

Caminaba algo cabizbajo por las calles de Konoha, el cielo comenzaba a volverse gris, opaco y lugubre, como si se avecinara una tormenta, se quedó parado en medio de la nada para luego posicionarse en lo más alto de un edificio, pensando en su decisión.

Todo aquello lo habían orillado a emitir una solicitud de trabajo permanente fuera de la aldea, en un lugar lejano y remoto en el cual pueda ejercer como médico o científico, los dos ámbito en los que él consideraba su fuerte, no le dolía el hecho de alejarse de Konoha, ni de sus amigos, por razones que ni el mismo tenía claros por el momento, por el simple hecho que para él todo funcionaba y se veía de una manera distinta, sus sentimientos eran un caos y sus pensamientos una tormenta.

Todos los locales comenzaron a bajar las cortinas, y poco a poco se fueron apagando las luces, y la noche comenzó a hacerse presente junto con la lluvia que resonaba al caer sobre los techos de las construcciones, un momento de paz que ya no podía ser más solo y triste, porque si lo analizaba con esmero, eran esos los sentimientos que siempre lo persiguieron, y eran los que se quedaban en el convirtiéndolo en una persona solitaria y misteriosa.

Lo cual no le desagradaba del todo, porque aquellos rasgos de su personalidad atrayeron a varios curiosos, entre ellos la azabache de mirada ónix.

Y aquí venía de nuevo, siempre, terminaba encajando a la Uchiha en el hilillo de sus pensamientos, siempre, donde sea que fuera, esos ojos oscuros cual noche lo perseguían hasta en sus sueños, lo cuales eran algo vergonzosos por el hecho de estar pasando por una etapa que odiaba, la adolescencia, definitivamente la detestaba, exponía partes de si mismo que era mejor no mencionar, sentía esa culpa, ese sentimiento molesto lo ponía siempre en aprietos.

Suspiró una vez más tratando de alivianar hasta cierto punto lo que sentía, más bien lo que la joven le hacía sentir, al parecer, al igual que su padre antes que el, se terminaría  obsesionando con una Uchiha.

Pero el tenía muy claro que no era más que un joven atolondrado y consumido por las hormonas que se había quedado prendado de una de las jóvenes kunoichis más guapas de su generación,  eso era algo normal, más lo extraño era que ese sentimiento se convirtió en algo más grande que el mismo, por lo cual no era lo que podría conciderar una buena congetura.

Suspiró una vez más, miró el cielo ya cubierto por las nubes negras y cerro los ojos sintiendo la lluvia tocando su rostro dándole lo más cercano a una paz en aquel caótico momento de su vida, ¿porque no podía ser normal?, quería cometer locuras y hacer estupideces para luego reírse de las consecuencias, quería correr libremente sin fijarse en quien lo veía o dejaba de ver, quería reír hasta llorar y lanzarse sobre el pasto y dormir todo el día, pero no, su nombre era Mitsuki, humano sintético creado en un laboratorio del antes malvado científico Orochimaru, a quien la mayoría temía y despreciaba.

Ese era él, no podía hacer nada para cambiarlo, y la verdad era que se odiaba a sí mismo, por ser tan él, por no dejar de pensar en el la azabache Uchiha que de seguro jamas se fijaría en un bicho raro como su persona, si le preguntaran cual era su sueño respondería Sarada Uchiha de inmediato, porque eso era lo que significaba para el, un sueño casi inalcanzable, en fin ya se había rendido por completo, se iría de la aldea dejando todo atrás, a sus amigos y a la Uchiha, tampoco era el fin del mundo ¿o si?.

Fue entonces que sintió el peligro tras de sí, volteó a gran velocidad bloqueando la kunai que su agresor había intentado lanzarle, alzó la mirada encontrándose una oscura figura que vestía un impermeable negro por el cual no podía distinguirse el rostro.

- ¿Quien eres?

Preguntó el albino frunciendo el ceño, pero el contrario se limitó a responder adoptando una posición de batalla dandole a entender que debían luchar.

- Pues ven y enséñamelo que tienes...

Lo retó imitando su acción, por una fracción de segundo la lluvia se detuvo y ambos atacaron a una velocidad sobre humana, unas ráfagas de chakra se expandieron, movimiento tras movimiento, golpe tras golpe, ambos a la par del otro en cuanto a a velocidad y fuerza, Mitsuki sentía que su contrincante predecía cada uno de sus movimientos por lo que no tardó en averiguar la identidad de su oponente, tomó algo de distancia utilizando una técnica de viento que su oponente no evitó, la capa impermeable voló por los aires dejando ver un largo cabello azabache meciéndose drásticamente por la drástica  ventisca, ese cabello que solo podía pertenecer a aquella mujer que lo miraba con esos poderosos ojos carmesí, a aquella joven de nombre Sarada Uchiha.

La lluvia caía con furia mientras que los truenos se hacían oír desde la lejanía, al igual que los fugaces relámpagos que los iluminaban a ambos.

- ¿Cuando pensabas decirme que te irías de la aldea?

Preguntó con tono firme acercándose a él a paso decidido con un semblante serio y una mirada penetrante que le podría helar la sangre a cualquiera, más a el no lo hacía más que acelerar su corazón, una espada de doble filo, su pecho palpitaba como loco pero el pensamiento de que jamas la volvería a ver taladrába su mente.

- Respóndeme Mitsuki...

El chico apartó la mirada.

- En mi defensa, te enterarías eventualmente...

Dijo a lo que chica asestó un furioso golpe que el peli azul celeste bloqueó con su mano derecha, cuyos huesos crujeron por el drástico esfuerzo.

- Eres un malnacido...

Gruñó con su Sharingan activado, señal de que estaba muy furiosa o muy dolida.

- Técnicamente no nací, me crearon...

La chica frunció en ceño y tensó la mandíbula, el ojí ámbar sabía como sacarla de sus casillas, sentía la necesidad de romperle la boca por lo que asestó otro golpe que fue nuevamente bloqueado por su mano izquierda.

- Te juro que te mataré...

Gruñó agachando la mirada mientras gruesas lagrimas caian por sus mejilla mimetizándose con las gotas de lluvia.

- Ya veo que no me consideras importante en tu vida en lo absoluto...

Alzó la mirada dejándo al albino sin habla, la expresión de dolor reflejada en los ojos de la Uchiha no lo había visto jamás, y era su culpa.

- Sarada estás llorando....

Claro, pero que observación más obvia, la chica rió tristemente para luego soltarse de su agarre a lo que el chico se dispuso a  acomodar su articulaciones dislocadas.

- Vete a la mierda...

Soltó molesta.

- ¡Total! ¡Ni me gustabas tanto!

Gritó al mismo tiempo que un ensordecedor trueno resonó en el cielo y un relámpago iluminó su sonrojado rostro, iba a correr y escapar, se sentía morir, le gritó al chico que le había gustado desde la academia sus sentimientos, pero contra todo pronostico el chico se situó a mayor velocidad frente a ella que chocó contra su pecho, la abrazó fuertemente para luego tomarla de la barbilla y estampar sus labios con los de ella que correspondieron gustosos al contacto, un beso dulce,  apasionado, un poco inexperto siendo el primero para ambos, luego de unos minutos se separaron viéndose a los ojos mutuamente.

- Sarada Uchiha tu eres lo más importante que tengo, lo eres desde el día en que me enamoré de ti.

Confesó a lo que la chica sonrió felizmente besando su labios una vez más.

- Tu tambiéneres especial para mi, Mitsuki...

Dijo abarazándolo con fuerza, mientras ambos se concentraban en ellos mismos, cierto mayor de malena azabache los observaba desde la lejanía estando completamente empapado, su hija no había regresado a casa desde que le había comentado lo de la solicitud de Mitsuki, ahora entendía la razón, como quería destazarlo con su katana, lamentablemente no podía, no si su hija estaba enamorada del engendro de Orochimaru, si así eran las cosas solo quedaba una cosa por hacer, usando su jutsu de espacio temporal se dirigió a las oficinas del tarado del Hokage.

Mientras tanto para la feliz pareja la noche transcurrió entre besos, abrazos y vergonzosas confesiones, Mitsuki acompañó a Sarada hasta su casa para luego dirigirse a la propia, una vez allí no podía creer lo que había pasado, la felicidad no le caía en su pecho, probablemente moriría, ¿se podría morir de felicidad?, esperaba que no, de lo contrario no podría estar con la Uchiha, suspiraba una y otra vez siendo curiosamente observado por Mikazuki, rápidamente el albino tomó entre su brazos a su mascota contestando la razón de su exuberante felicidad.

- Mikazuki, Sarada siente lo mismo que yo, ahora podremos estar juntos-

Se detuvo a pensar en la solicitud que había ejercidoal Hokage, demonios, y si la aceptaba, no se iría, se enfrentaría al mismo Hokage si hacía falta, se preparó mentalmente para lo que sea que fuese a ocurrir, fue la noche más larga de su vida, cuando su reloj sonó las seis de la mañana se levantó rápidamente para ir a hablar con el Hokage, grande fue su sorpresa al sentir el chakra de la Uchiha tras de sí.

- ¿Como sabías que vendría?

Preguntó el oji ámbar sonriendo divertido.

- Te estaba vigilando....

Admitió avergonzada, un sonrojo se posó en las pálidas mejillas del shinobi de cabellos azul celeste, al parecer no era el único con ese problema, ambos aceleraron el paso, una vez que llegaron al lugar se toparon con Shikamaru Nara que casi se atragantó con su café al verlos entrar a ambos tomados de las manos, el Nara bien sabía por Shikadai que Sasuke alejaba a todos los chicos de su hija, y ahí estaba el hijo de Orochimaru paseándose tomado de su mano.

- Buenos días a los dos...

Sonrió disimulando su impresión.

- Shikamaru-san, vengo por la respuesta a mi solicitud, quiero darla de baja.

Explicó resumidamente.

- Oh, ya veo, si Naruto está ocupado por ahora pero aquí la tengo, lo siento, fue denegada.

El oji ámbar sonrió aliviado.

- Gracias Shikamaru-san, ahora debo irme, con permiso.

El peli negro se les quedó viendo mientras se alejaban riendo sin soltar sus manos, Sasuke se llevaría una gran sorpresa si es que ya no lo sabía, había llegado minutos antes que Mitsuki.

- ¿Porque le exigiste a Naruto rechazar la solicitud de Mitsuki?

Preguntó el Nara al azabache Uchiha que salía de la oficina del Hokage.

- ¿Porque lo preguntas?

Dijo seriamente volteando a verlo de frente.

- Digamos que es curiosidad...

Respondió a lo que el azabache soltó un suspiro.

- Sarada es fuerte, y la reconozco por eso, pero también sé que va a haber un momento en el que ni yo ni Sakura vamos a estar para cuidarla, y necesita de alguien especial, una persona que sea su complemento, su apoyó, su soporte en las situaciones más adversas y difíciles, necesita a una persona en la cual pueda confiar plenamente, aunque me cueste reconocerlo, no quiero que cualquier mequetrefe esté a su lado, y no pienso unir lazos sanguíneos con un Uzumaki sin cerebro, por lo que esa maldita serpiente blanca es mí última y única opción, siento que nadie más es o sería lo suficientemente capáz como para cuidar de ella como él podría hacerlo, y sé que ella también lo sabe, porque he visto como mira al engendro de Orochimaru desde que lo conoció, es extremadamente buena ocultando sus sentimientos, así que simplemente le di un pequeño empujón, y sé que no me equivoco con mi decisión.

Fue su resumida conclusión que dejó algo perplejo al Nara.

- Bien, supongo que fue lo mejor.

Sonrió satisfecho para luego proceder a continuar con sus labores, se le ocurría una buena estrategia para dejar a la futura Hokage junto a la serpiente blanca, si Sasuke lo consideraba
lo suficientemente capaz para poder proteger a Sarada, que no era poco considerando las habilidades de la Uchiha para cuidarse perfectamente sola, de seguro sería lo suficientemente capaz como para ocupar dos roles fundamentales para la Hokage, de seguro Shikadai no le molestaría si no hereda el puesto de sus padre como consejero, Boruto era otra historia, pero después de todo Sasuke decidía a quien dejaba su puesto como la sombra del Hokage.

Ambos jóvenes se paseaban por las calles de Konoha ganándose la mirada de todos los transeúntes, pero lo que no se esperaban era que uno de esos transeúntes fuera el mismísimo padre de la Uchiha que se les quedó viendo a ambos, más ninguno se dejó intimidar.

- ¿Sarada, que no te ibas a entrenar con tu amiga?

La azabache adoptó un posiscion firme.

- No, la verdad es que te mentí, fuí con mi novio a hablar con el Hokage.

Respondió a lo que el peli azul celeste sonrió como solo él sabía hacerlo.

- Mitsuki es mi novio papá, espero que lo apruebes.

El azabache se paró frente al peli celeste que ni se inmutó, agradecía ser alto y fornido, podía igualar sus altura con la de su ahora suegro.

- ¿En una pelea contra Sarada como andas?

Preguntó a lo que el chico pensó.

- Ayer me golpeó dos veces, bloquee ambos pero me rompió los huesos de mis brazos, tengo regeneración instantánea por lo que no fue un problema.

La Uchiha se sonrojó de solo recordarlo, no por la pelea si no que por el beso.

- Bien, entonces pasaste, pero una lagrima que derrame ella por ti vas a saber quien soy.

Y dicho esto se alejó no sin antes revolverle el cabello a su hija que sonrió a más no poder, riendo felizmente se lanzó a los brazos del peli celeste que la besó apasionadamente.

- ¿Sarada cual es tu sueño?

Preguntó a lo que la chica pensó.

- Uno de ellos era ser feliz con mi persona especial, otro de mis sueño por cumplir es convertirme en Hokage.

Respondió segura de sí.

- Pues mi sueño siempre fuiste tu...

Reveló besando sus labios una vez más, quello que le faltaba, aquel vacío había sido llenado por la mujer que tanto amaba, por fin tenía a la Uchiha, sus sentimientos fueron correspondidos, se sentía en un sueño, un sueño en que era inmensamente feliz con Sarada Uchiha, ambos unidos por un lazo de amor mutuo e inquebrantable.

Fin...

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