Capítulo 5

Evelyn

Realmente llegue a odiar dos cosas en mi primer día.

Gimnasia y a Eliam.

El muy cretino me cargo aunque le dije que no lo hiciera, y a pesar de golpearlo y recontra que golpearlo no me soltó.

Sin embargo cuando los minutos pasaban no voy a negar que me sentía bien entre sus brazos, esperen que, en varias ocasiones me auto regañaba por fijarme en cosas como que me sentía bien, porque no era así, o en cosas como que me sentía cómoda por que no era verdad, ¿verdad?

Pero cuando me quede viéndolo fijamente a los ojos, esos ojos azules que en si tenían algo de verde por las orillas, sentí...

Nada, nada Evelyn nada.

Solo sé que podía ver algo de... ¿preocupación?, en su mirada, pero me llegue a interrogar porque se preocuparía por una chica que ni siquiera conocía.

Yo sabía que corría el riesgo de fracturarme con algo fácilmente, el accidente me había dejado con ciertas privaciones, pero me consideraba una chica ágil así que decidí probar.

Todo estuvo bien hasta que llegue a los rollos no me percate que faltaba uno y baje muy rudamente al piso para poder atravesarlo.

No había sentido nada hasta que llegue a la meta, no creí que fuese tan grave pero a medida que pasaban los segundos, un intenso dolor me invadía el tobillo.

Cuando llegamos a la enfermería todos estaban ahí, y una chica ni tan joven ni tan vieja, me atendió, su cabello era rojizo y sus ojos dos bolitas oscuras, estaba ahí luciendo un traje blanco y en su mano llevaba una botella y un pedazo de gasa.

–Bien – dijo Thomas cuando Eliam me dejaba sobre la camilla– ¿Cómo fue que la tranquilizaste?

–Es un secreto– dijo haciéndose el chistoso, yo solo me quede en silencio asimilando el hecho que colocarían yeso en mi tobillo. 

–Déjame ver –dijo la enfermera, cuando levante mi tobillo para que lo viese hasta yo me asuste–chicos – dijo para llamar la atención de todos – les voy a pedir que salgan–

–¿Es grave? – Pregunto Eliam.

¿Qué tanto le importaba al cretino este?, no voy a mentir estaba enojada por violar mis principios, nadie me carga sin mi consentimiento.

–No, pero necesito que se retiren– dijo la enfermera, para que salieran tranquilos, yo sabía que no era así.

Fueron saliendo uno a uno hasta que en la habitación blanca solo quedamos la enfermera y yo.

–Bien, déjame primero limpiártelo – menciono mientras mojaba la gasa y la colocaba sobre mi herida, esta estaba totalmente inadecuada para el ojo humano, mi tobillo se hincho y las ralladuras que me hice al rozarlo con el cemento estaban rojas y de ellas emanaban hilillos de sangre, dando un aspecto terrible.

En lo que la chica me limpiaba la herida no podía evitar hacer gesto de dolor, esto no pasó desapercibido, así que cuando termino me dijo que iba a hacer una llamada.

Ahí fue cuando me preocupe y si llamaba a mi tío, él de seguro me regañaba.

Me cubrí la cara con las manos para ocultarme del mundo, no quería que lo llamase le prometí que iba a tomar todas las precauciones que me dio el médico, ese era el trato para que me dieran de alta rápidamente, ahora ha de ser capaz de enviarme de nuevo al hospital.

La chica pelirroja volvió y salió a donde se supone estaban todos.

Dejo la puerta algo entreabierta y así entonces pude escuchar lo que les decía.

–chicos su compañera va a tener que quedarse, el Sr Rogers ha dicho que se pueden ir a continuar con sus clases–explico la enfermera.

– ¿pero que tiene? – cuestiono María.

– ¿es algo realmente grabe?– pregunto Edward

–lo siento chicos pero no puedo decirles más, solo que se retiren– dijo la chica pelirroja y entro nuevamente.

–espera aquí va a venir alguien que te ayude– me dijo con amabilidad y luego salió por la otra puerta que había en el fondo.

Me quede ahí sumergida en el silencio, y maldiciendo internamente a mi tobillo.

–Porque eres malo– le regañe a mi tobillo, sabiendo que nadie me escucharía– todo iba tan bien–

–Debiste golpearte la cabeza también – dijo una voz a mis espaldas, cuando me gire vía mi tío ahí en la puerta.

–Yo... puedo explicarlo... – dije dando una de mis mejores sonrisas para que se apiadara de mí.

–No Evelyn –dijo interrumpiéndome – dime que querías conseguir, solo date cuenta en el peligro que te expusiste– me regaño mientras avanzaba y se quedaba enfrente de mí.

–lo siento– dije en un susurro.

–Lo prometiste– señalo – no puedo creer que me hagas esto Evelyn, no puedo creer que seas tan incomprensiva, te das cuenta que no solo pudo ser tu tobillo, pudo ser tu brazo, tu cuello o tu cabeza. Entiende que eres demasiado frágil en estos días por lo del accidente, no puedes hacer mucho esfuerzo físico– al terminar sentí que su mirada se desvió de mí y se dirigió a mi tobillo que para mí desgracia volvió a sangrar– ya llame a un médico para que te atienda– dijo algo más calmado– Evelyn – llamo y eleve mi mirada que hasta entonces estaba clavada en el piso– no vuelvas a hacerlo, cumple tu palabra esta vez – sentencio mirándome fijamente, yo creo que la voz se me fue del cuerpo, esto siempre pasaba con mamá o papá cuando hacia mis travesuras, así que como siempre tan solo asentí con la cabeza.

–Evelyn– volvió a llamarme – entiende que eres lo único que me queda, quiero cuidarte y protegerte como sé que Anna lo hubiera hecho, pero también entiende que esto depende de ti, no quiero perseguirte y corregirte las 24 horas del día, no me obligues a eso te lo pido– realmente me sentía mal por faltar a mi palabra, pero verlo a él me destrozo por completo, en toda mi vida no lo había visto así de triste, preocupado y abatido–ven – dijo y me abrazo, yo lo rodee con mis brazos y le seguí pidiendo disculpas, ahora si no iba a dejar esto en una promesa suelta, iba cuidar mejor de mí misma para que él no se vuelva a preocupar de esa forma.

Cuando todo se había calmado, en medio de ese abraso Iván continuo diciéndome y repitiéndome en muchas ocasiones mis cuidados y lo mucho que me quería.

Pasaron los minutos, y de medicamentos y sentimientos pasamos a hablar de todo lo que un día vivimos cuando toda la familia estaba reunida, era increíble las locuras que sabíamos hacer entre todos.

En medio de las anécdotas llego un médico conocido de Iván.

Me reviso el tobillo y dijo que tan solo es una fractura leve, que con enyesarlo estaría bien a los 3 días, también dijo que debía usar una odiosa muleta para movilizarme, era eso o una silla de ruedas, estaba por elegir la silla de ruedas pero mi tío dijo que no, que la muleta estaría bien.

Él me miro y en un descuido del Doctor me dijo que ese sería mi castigo, sobrevivir sola por los pasillos de la academia con una muleta.

Que crueldad

Pero me la tenía merecida, así que estaba bien.

El doctor termino de hablar con mi tío y luego se fue, dejando una lista de medicamentos y ejercicios que debía hacer con el tobillo cuando este bien para no perder la movilidad y recuperarme rápido.

–Bien pequeño gremlin, iré a comprar esto y te lo dejare en tu habitación– dijo mi tío ayudándome a pararme y tomando la lista de medicamentos– y de acuerdo al reloj, tienes 30 minutos para llegar a la sala 235–

–bien, eres el tío más cruel y genial de la historia no lo niego – le dije y a él se la dio por sonreír.

–Te veo luego pie pequeño – dijo acercándose a mí y alborotándome el cabello.

–óyeme eso no se hace– le dije mientras me arreglaba y el salía.

Ahora si Eve, hay que ir a cambiarnos y a llegar a la sala 235 en menos de 30 minutos.

¿Lo vamos a lograr?

Tal vez

Me dije mentalmente al ver el reloj, ya habían pasado 10 minutos.

Salí de la enfermería y como más pude avance entre los pasillos hasta llegar a los casilleros donde deje mi ropa.

Me cambie y en ese momento me prometí darme, El baño, cuando me fuera a mi apartamento.

Luego de estar lista salí en busca del dichoso salón 235, habían unos que otros estudiantes, le pregunte a uno sobre el salón y me dijo que estaba en el 4 piso.

Genial.

Les di las gracias y me fui a tomar el asesor pero un letrerito me advirtió que debía tomar las escaleras.

En reparación

En definitivas nunca más iba a romper una promesa, esta era la primera y la última vez.

Subir las escaleras con esa odiosa muleta fue todo un reto, y más por los mendigos estudiantes que salían de sus salones.

No sé, pero empecé a sentir un odio especial hacía todos.

¿Por qué?

Porque todos me quedaban mirando con lastima, hasta se les escapaba el fastidioso comentario de "pobrecilla mírala", me decían de todo pero nadie fue capaz de ayudarme a subir las escaleras, así que con eso comprobé que la juventud es un caso perdido.

Tampoco sé como pero alcance a llegar al piso 4 del edificio, ahora debía ir al salón 235.

Haber, haber, haber saloncito, donde te metiste.

Estuve girando sobre mi misma para ver si encontraba un número cercano al de mi salón y...

–¡¡Eve!!–grito alguien mi nombre y créanme que del puro susto casi me caigo, si no traía la muleta de seguro estaría ya en el piso. 

Solo en ese entonces agradecí tenerla.

– ¿Cómo estás? –pregunto Thalía encontrándome en el pasillo. Atrás de ella venía el resto del grupo.

–Hola– les salude cuando todos llegaron.

–Vaya, si fue grave– cemento Edward.

–Y no querías ir– continuo Eliam.

–Tenía mis motivos muchas gracias– le respondí, hubiera aceptado su ayuda si no se hubiera portado grosero, odiaba que me cargaran, odiaba que sintieran lastima de mí y el viene rompe todos mis principios.

Podrá estar buenísimo pero no me simpatizaba... esperen ¿Qué?

–Bueno el caso es que ya estas mejor ¿verdad? – comento María.

–Si... –Respondí arrastrando la palabra– un poco sí

–ok, muévanse que hay que llegar al estudio–anuncio Thomas–

¿Esperen que y el salón?

–Haber aguarda – dije para detenerlo– ¿y el salón 235? –pregunte.

–Estamos saliendo de ahí – explico Edward– ahora vámonos que si no estamos ahí nos suspenden–

Todos fueron avanzando hasta que me quede al último.

En definitiva se pasó de la raya, como fue capaz de hacerme esto, tío malo, tío malo.

– ¿estás bien? – pregunto Thalía colocándose a mí lado

–Sí, mejor que nunca– le respondí mientras me hacía planes para matarlo.

Bajar los escalones junto a ellos ya no fue tan difícil.

O bien era Ed o Thomas pero hacían algo para sacarte una sonrisa y María no se quedaba atrás, ella con sus invenciones me hacía olvidar el dolor de mi tobillo y el que estuviera vendado con yeso.

Cuando llegamos al Estudio, todos fueron por unos guiones que les habían entregado la clase anterior yo como no tenía nada solo me acomode en uno de los sofás y los veía.

No pasaron ni cinco minutos y la puerta del estudio se abrió dejando ver a un hombre de traje semiformal que llevaba consigo un maletín oscuro.

–Buen día– saludo y se aproximó a una de las sillas sueltas que estaban a la otra esquina de donde me encontraba.

–Buen día Sr. Weis – saludaron todos en coro.

Con este es el maestro a quien le fascinan los nachos

El sujeto de los nachos giro y analizo a todos con la mirada hasta reparar en mí.

–Buen día Sr. Weis– le salude con una de mis mejores sonrisas.

– ¿nueva? –Pregunto y yo asentí– interesante – dijo mientras rebuscaba algo en su maletín.

Yo me levante del sofá y me apoye en el piano para ver qué es lo que estaba por hacer, cuando encontró lo que quería me lo abalanzó.

Lo alcance a atrapar chocándolo con una parte del piano, este se trataba de un pequeño objeto que no distinguí hasta que lo tuve entre mis manos.

Un cigarrillo

–Muy bien, sorpréndeme – dijo apoyándose en una de las paredes del estudio.

–a... ¿qué se supone que hago exactamente? – pregunte con el instrumento acaba pulmones en mi mano.

–Utiliza la imaginación–fue lo único que me dijo.

A ver cómo, que esperaba que hiciera con un cigarrillo.

Me quede mirando el cilindro diminuto en mi mano analizando que podía hacer y...

Si se prendió el foco.

–Le voy a contar algo – comencé sin quitar mi mirada del cigarrillo.





Espero les haya gustado 

también espero sus comentarios  y votos 

Gracias por leer 

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