Capítulo 41
Evelyn
Tenerlo cerca era un alivio, no obstante, aún seguí perdida.
No terminaba de comprender las palabras de Iván, era el único que estimaba de mi familia desde hace varios años, y oírlo decir que me quiere matar en pocas palabras no fue para nada agradable, mucho menos para mi estado emocional que estaba a flor de piel.
Entre ese cruce de sentimientos rotos no sabía ni tenia a que más aferrarme, me sentía perdida y muy asustada.
De todas las decisiones que he tomado la peor fue quedarme con Iván, no obstante no hubiera conocido a Eliam, y eso ya significa una gran diferencia.
Era un idiota engreído, con demasiadas sorpresas en sus palabras.
No sabía cómo reaccionar con lo que me dijo, lo que si sabía es que también sentía lo mismo, y si bien los dos cometimos errores y nos arrepentimos, valía la pena iniciar de nuevo. ¿Verdad?
Estaba sola, y mi única opción era él, y por todo lo que más amo en mi vida espero no equivocarme de nuevo. Lo quería demasiado y eso lo podía asegurar por la cantidad de veces que me hizo falta oírlo, saber que está bien, que camina por las calles y que en algún momento me lo podría encontrar. Espero que ese sentimiento que acabo de revelarme no me ciegue a cometer más errores, sino remediarlos. El amor puede ser una medicina o un veneno, todo depende de cómo se lo lleve.
Lo seguí dándole la poca confianza que tenía, porque si bien es cierto, una palabra cambia o elimina tu ser, tengo la viva prueba dentro de mi familia. De todo lo que he pasado hasta ahora escuchar a Iván fue lo que termino por desconectarme del mundo, pero a más de ser por sus intenciones asesinas fue por el desconcierto de no comprenderlo.
¿Por qué me hace esto?
¿Qué mal le ocasione para que se vengara de mí?
El miedo de las posibilidades y todo lo que es capaz de hacer me tenía abrumada, por conocerlo consideraba sus opciones, él podría mover mar y tierra si se lo proponía con tal de conseguir su objetivo.
Esa sensación de temor era lo que me tenía ahí, al borde del ascensor, ese camino semi oscuro me daba un mal augurio, y tratar de llegar al auto parecía una trampa mortal.
Estaba más asustada que antes, y agradecía que Eliam me estrechara la mano, su simple contacto me dio la fuerza que al perecer se me escapaba como el agua por una cascada. Me acerque a él con miedo de no volverlo a ver, tenía un amargo sabor en la garganta que no me dejaba tranquila.
Él por su parte no me negó un abrazo que necesitaba y mucho.
–Hay que ir – dijo para después darme un beso en lo alto de la cabeza.
Salimos de donde estábamos con demasiado cuidado, aceleramos el paso luego de uno momento y llegamos al auto.
Eliam quito el seguro de las puertas y cuando abrí la del copiloto casi me da un infarto al ver a alguien más dentro, cerré la puerta lo más rápido posible haciendo que quien sea que este ahí se golpeara la nariz.
Di unos pasos hacia atrás para luego querer rodear el auto e ir con Eliam, pero una cuerda se enredó en mis pies haciéndome que me encuentre con el piso.
Solté una maldición tratando de encontrar algo que me ayude a defenderme, pero no había nada, las dos armas que tome del tipo que deje inconsciente eran par Eliam no para mí, yo sería incapaz de dispararle a alguien. No me creo con ese valor.
Logre desamarrar la cuerda de mí y con la misma decidí ayudarme para librarme de dos sujetos que venían hacia mí. De tantos que nos habían encontrado ya perdí hasta la cuenta de cuantos eran, parecía que cada cierto tiempo se multiplicaban.
Abrí la cuerda para poder hacer una maniobra que aprendí colándome en los entrenamientos de la película, también cabe mencionar que Max había entrado a una escuela de artes marciales antes de que yo llegara a casa del abuelo, en conclusión podría decir que tuve un Sensei de mi lado que me enseño más de un truco en esos entrenamientos y sumado mi expediente médico que me dio luz verde a hacer lo que quiera pero con algunas condiciones menos exigentes que antes, aprovechaba cada instante que podía pues habían ocasiones donde mi hermana no podía llevarme con ella y me tocaba quedarme en el campamento.
Recordando todo me un extremo de la cuerda lanzándola al primero que se venía donde mí rodeando su cuello y tirándolo al piso con éxito. Con la cuerda amarada a alguien más la tire y trate de derribar al siguiente a mano limpia pero no pude.
Le di tantos golpes como pude pero ninguno le hiso efecto, en cambio el troglodita con el que me enfrentaba me dio un golpe en la mejilla tirándome al piso y dejándome con el mundo dando severas vueltas.
–Me hiciste recorrer tanto... por esto– oí decir a alguien que no distinguía muy bien. Todo estaba muy borroso.
–Ahí está lo que querías – escuche a quien si conocía, y en ese instante el cariño que le tuve un día se disolvió, no lo quería odiar, no vale manchar mi alma con ese sentimiento, lo que si dejo un vacío dentro de mí – y más vale que sigan lo que acordamos –
–Más te vale que me den todo lo que me deben – espeto y avanzo unos pasos por delante de mí, creo que en su cabeza decía que estaba lo suficientemente inconsciente como para no hacer nada.
Está muy equivocado.
Había terminado boca abajo, así que me arrastre un poco para alcanzar una llave inglesa que estaba tirada, no tenía la menor idea de su origen pero agradecía que este ahí. La agarre con fuerza y golpee la rodilla de quien tenía enfrente.
– ¡Maldita! – fue su exclamación, me levante antes de que se aprovechara de mi posición, una vez de pie trate de buscar a Eliam pero no aparecía y de donde se encontraba el auto ya estaba algo lejos, unos cinco autos para ser más específicos– Te vas a arrepentir de esto– amenazo antes de sacar una navaja de un extremo de su cintura. Estaba en clara desventaja, y no sé de donde saque valor pero tire la llave y saque una de las dos pistolas que tenía y le apunte.
Él se comenzó a reír mirándome con un gesto de burla pura.
–No eres capaz de disparar– menciono sin dejar de sonreír, luego de un minuto él miro por encima de mi hombro, como dando una señal.
Me gire un poco y vi a un sujeto más que se acercaba con una arma apuntando a mi cabeza. Un frio descomunal me recorrió la espina dorsal haciéndome estremecer. Tenía razón, no era capaz de disparar, lo analice un poco, y sabía que luego de esto me arrepentiría.
Tire del gatillo dando a mi victima en el muslo, este soltó un alarido mientras también daba un disparo, justo a tiempo me agache y corrí hacia los autos más cercanos para esconderme y trata de buscar a Eliam, ya me preocupaba que no apareciera por ningún lado.
Me escurrí por los autos acercándome a donde se supone estaba el auto de Eliam y en eso vi al sujeto que me quería matar tirado en el piso, no sé como pero a su alrededor había sangre, el otro al que dispare se estaba quejando y retorciendo pidiendo ayuda, pero en un segundo que no espere un disparo lo cayó, seguí el sonido y vi al señor de traje en quien confiaba. Iván se acercó a cada cuerpo y lo movió con la punta de su zapato comprobando su muerte.
Tenía un monstro enfrente de mí, uno con el que compartía sangre y eso me hacía odiarme. Él se dio vuelta de una forma rápida y disparo al parabrisas del auto donde me escondía. Enseguida continúe arrastrándome para que no me encontrara pero el también avanzaba. Ya era cuestión de minutos que apareciera y me diera el fin que tanto quería.
–Vamos Eve, no lo hagas más complejo – lo oí decir mientras sus zapatos delataban lo cerca que estaba– puedes quedarte de mi lado, no es tanto por ti, si no por alguien más– continuo diciendo y empecé a analizar sus palabras– tú no eres más que un carnada, te convendría cambiar de bando, así seguimos juntos como tu madre lo hubiera querido – en el momento que la nombro sentí una rabia insaciable en el pecho, como podía llamarla, él ya no era digno de eso, no después de esto– Puedes salvar much... – sus palabras quedaron el aire cortadas por el rechinar de unos neumáticos.
–Eve– escuche al tratar de buscar una salida, me gire de donde salía el llamado y vi a Eliam, corrí lo más rápido que pude hacia él, abrí la puerta y mientras aceleraba a fondo el vehículo yo cerré la puerta.
El cristal trasero del auto termino agujereado de las pocas balas que lanzo Iván desde quien sabe qué punto. Ya no me importaba mucho él, lo que me importaba era que salimos a la calle y próximamente a la avenía en pocos minutos donde rezaba por mi vida.
–Podrías dejar el acelerador en paz y utilizar el freno por favor – replique en un momento donde vi dos faroles que me devolvieron al pasado en una forma horrible.
–Salimos de la ciudad y lo hago– lo oí decir mientras daba un giro para entrar a otra calle. Acelero hasta que un letrero verde indicaba la salida y entrada de diferentes lugares.
El sonido del viento por la fuerza del aire se fue aminorando hasta desparecer. Todo empezó a quedar en una calma y una quietud exasperante. Lámparas en la calle era lo único que nos alumbraba, cada cierto tiempo un auto pasaba de nuestro lado, y como en antaño, se asemejaba a una estrella fugaz.
El corazón se me encogía demasiado, eran demasiadas emociones rotas y encontradas para un día. Subí las rodillas en el asiento y los rodee con mis brazos tratando de hallar un poco de calor para mi alma.
Estaba intranquila, algo así como las olas cerca de la playa, no hay momento donde estén quietas, siempre se mueven, van y vienen.
Trate de borrar mi pasado, trate de iniciar de nuevo, pero había algo, algo que no sabía, y hasta saberlo no iba a estar tranquila, o hasta ahora ha sido así, pero no pienso rendirme. La guerra no termina si vive alguien, la batalla acabara cuando ya no respire. Y aún sigo respirando.
La avenida se había vuelto más solitaria, no tenía ni idea para dónde íbamos, lo único que sabía con certeza era que confiaba en quien tenía a mi lado, solo él me ha logrado dar esa seguridad que esperaba, que por las noches soñaba, no sé qué sería de mi vida si no fuera por él, lo necesitaba, después de tantas cosas he concluido que cada ser tiene a alguien más para acompañarlo, solos llegamos y solos nos vamos, no obstante durante el camino siempre aparecerá alguien quien te de una mano, quien este a tu lado hasta que te toque partir.
Y esperaba que ese alguien fuera el para mí y yo para él. Aún tenía muchas preguntas, demasiadas sin duda, pero hasta ahora he llegado a mi limite, ya habrá un tiempo donde le interrogue del porque yo.
El auto se detuvo lentamente en una parte de la avenida, me puse a mirar a mí alrededor y solo vi pasar un auto a toda prisa, luego de eso Eliam viro y se metió en algo similar a una cochera. Una vez dentro había varias lámparas blancas. Con todas las piezas de autos, herramientas y envases enormes de líquido negro supuse que era un taller.
Eliam paro en un esquina y apago el auto, el silencio que vino después hizo que me dolieran los oídos, aun persistía un trago amargo que no sabía cómo hacer pasar. Me revire a ver a mi compañero o.... lo que sea. Él tenía una mirada perdida, algo estaba recordando, o bueno, eso intuía, cerraba los ojos con fuerza y sus manos también se aferraban al volante como su único salvavidas
–Eliam – lo llame para saber si necesitaba algo.
–Una pelea como esta no la he tenido luego de dos años– dijo sin moverse, sus ojos seguían cerrados pero con suavidad, un poco más los abrió y se giró a verme estaba terriblemente mal, eso fue lo único que se me vino a la mente, lo que me intrigaba era porque, me había dicho tantas cosas de cuando se escapó que no me acordaba de nada ahora, o bueno, mi mente por lo general entro en un colapso donde podría haber hecho algo a tan solo minutos ya no me iba a acordar para más luego– ya te lo contare – lo oí decir sacando una sonrisa de lado que me dejo algo boba – Ven – dijo extendiendo su mano a la mía, la vi por unos momentos y la tome, seguido a ello me acerco a él y me abrazo –¿No te lastimaron?, ¿Estás bien? –
–Si – afirme mientras veía como mi mano se entrelazaba con la suya– ¿Y tú?, ¿Por qué despareciste? – cuestione.
–No me viste que es diferente – respondió yo me alce a verlo, mi intención era buscar algo más que fundamente su respuesta, pero en vez de eso me perdí en el mar de sus ojos.
No sé si me hizo brujería o algo parecido pero no me apetecía separarme de sus ojos, dentro de esas aguas me sentía tranquila, y en paz. Todo parecía desaparece mientras él se quedaba junto a mí.
Su frente choco con la mía y su respiración baño mi rostro, mientras la mía se detenía. Lo quería, lo quería mucho, y no sé si hasta estaba enamorada, nunca me había enamorado de alguien y ni siquiera se me pasaba ese sentimiento por la cabeza, y por ese pequeño gran detalle temía no acertar al amor.
Si bien es cierto que las rupturas amorosas son el peor veneno que te puede atacar, te destruye completamente, he visto como vidas ejemplares se han corrompido por causa de un mal amor, no obstante también he sido testigos de personas que lo han sabido sobrellevar, pero que de todas formas permanecen bajo la sombra de lo que un día amaron. Nadie quiere experimentar eso, mucho menos yo, que ya demasiado dolor había pasado en menos de media hora.
Alrededor nuestro no se podía escuchar más que nuestras propias respiraciones, el silencio se hizo más fuerte hasta que los latidos del corazón se podían percibir. No era un silencio incomodo, al contrario, era lo más apacible y agradable que pude haber vivido.
Su mano firme rozo mi mejilla, me deje llevar de su caricia, pues por fin sentí algo de cariño en ese gesto, parecía una corriente llena de hormigueos que me recorría entera, en mi vida sentí algo así, era una sensación nueva que se guardaba en mi memoria.
El roce de su pulgar cerca de mis labios despertó algo, algo que hace tiempo había sentido pero a diferencia de esa vez mi corazón estaba tranquilo, ya no había nada que me impida tenerlo cerca sin ningún remordimiento. Lo sentía cada vez más cerca, estaba perdiendo la noción del tiempo y de todo nuestro entorno, sus labios llegaron a posarse a un extremo de los míos. Eso no hizo más que avivar un deseo, que no se ni cuando apareció, de querer besarlo, de sentir el amor que dijo que me tiene y probar si era verdad.
Eran menor a los milímetros lo que nos separaban, y esos parecían ser un abismo, lo tenía tan cerca y lejos a la vez, en realidad temía perderlo, me sentía como en el hospital cuando me fugue para poder verlo, antes de que despertara del coma, habían veces donde creía que se iba y mi vida con él, formábamos parte de uno solo.
Esos escasos vacíos fueron desapareciendo lentamente, parecía viajar en el tiempo al salón de teatro donde algo nació, y que desde ese entonces pareció ir creciendo hasta incrementarse totalmente. Un sentimiento que no he experimentado hasta ahora.
Estaba tan cerca de tocar el mismo cielo en una paz que antes no tenía, sin embargo una puerta de metal se abrió haciendo perder toda la magia que en unos minutos habíamos creado.
Eliam se había volteado hacia su ventana para ver quien era y yo lo imite, de la puerta que se alzó apareció una chica morena, de largos cabellos trenzados con un puñado de llaves de diferentes tamaños y formas.
–Más te vale darme mis coronas – pronuncio la chica cerrando la puerta por donde entramos.
–Hola, yo también me alegro de verte– menciono Eliam desde el auto abriendo la puerta– baja – menciono en un susurro en mi dirección y sin que lo viera venir junto sus labios con los míos, y de la misma forma que se acercó se alejó.
Me quede algo tonta con ese gesto simple y cargado de cariño, pero supongo que de eso se trata, sentir con lo más pequeño, perderse en lo más sencillo. Conclusión, no se necesita grandezas, cuando sientes con el alma y el corazón.
Me baje del auto luego de aceptar lo que acaba de pasar, solo ese pequeño beso basto para mover todo mi sistema nervioso y crear cosquilleos en la boca de mi estómago.
Una vez fuera del auto me encontré con un chico de la misma tonalidad de piel que la chica que le fascinan las coronas, ella vestía unos pantalones cortos con una camisa ajustada que era cubierta por una sudadera negra, su compañía en cambio vestía un chaleco y unos pantalones desgastados, traía el cabello mojado por lo que supuse que acababa de llegar, fuera la lluvia no cesaba.
Cruzaron un par de palabras que no alcance a distinguir, no porque estuviera lejos, sino porque la imagen de mi tío... o bueno ex tío no salía de mi mente, jamás pensé que me fuera a lastimar de esa forma, aun lo veía con su arma a la mano queriendo darme con una de sus balas. ¿Qué clase de familia se ataca?, aun no lo entiendo, y dudo hacerlo en estos momentos, mi cerebro está siendo explotado, así que lo único que quiero es acostarme a dormir, de ser preciso lo hago aquí y ahora en el piso de cemento manchado de aceite.
Me apoye al auto, cruce mis brazos enfrente de mí y sin querer asenté mi cabeza esperando que un milagro pase para poder dormir. Las piernas me estaban empezando a fallar, entonces me esforcé en levantarme para caminar y no dormirme, pero antes de que diera un paso unos brazos me rodearon en un abrazo.
–Eve– lo oí llamarme, pero no tenía fuerzas para decirle que estaba consiente pero no con voluntad de abrir la boca y dejar que salgan palabras, sentí claramente que me cargaba, cosa inaudita para mí. Pero no podía ni mover los ojos, así que deje que me cargara.
Pasarían segundos o minutos, no tengo idea, pero lo que si me percate que todo se volvía más oscuro. Me moví un poco exigiéndome a mí misma abrir los ojos, cosa que logre levemente.
Pase mi mano por mis ojos y en eso repare que mis pies tocaban otras ves el suelo, me abrace en lo más cercano que tenía, osease Eliam. Hundí mi cara en su pecho mientras el giraba la perilla de una puerta, o eso creo que era por el sonido que emitía.
Abrazada a él me llevo dentro de lo que supuse y deseaba fuera una habitación, tenía tantas ganas de dejarme llevar por la inconciencia del sueño que era lo único que inundaba mi mente.
Movida como un títere llegue a sentir el suave tacto de unas sábanas, las horas que siguieron a ese momento supongo fueron varias, y lo decía por el sol que ingresaba por unas cortinas delgadas. Emití un bostezo sin querer, y me estire un poco entre las sabanas y almohadas que habían a mi alrededor, no obstante no pude estirarme del todo por algo o mejor dicho alguien que se rodeaba con sus brazos.
Parecía estar encarcelada, quería moverme pero no podía, lo único que alcance a hacer fue darme vueltas en mí mismo lugar, terminado de frente a quien me tenía bien sujeta. Su pecho subía y bajaba constantemente de forma tranquila, no parecía que le hubiera afectado que me moviera peor que sardina. No tenía posibilidades de salir de ahí, no sin despertarlo y eso es justamente lo que no quería.
Resignada a levantarme opte por abrazarme a él y volverme a dormir, pero en ese proceso sentí algo por debajo de su camisa, una figura se alzaba sobre la camisa negra que traía puesta.
Alce mi mirada a su cuello para ver si se trataba de lo que primero se me paso por la cabeza, puesto que la figura resaltaba como una cruz, y si, divise el color plata del colgante que le había dado en su cumpleaños, francamente me sorprendía que lo trajera puesto, supuse que cuando se enojó conmigo tiro todo lo que le recordara a mi persona. Pero tal parece que no lo hizo.
Pase la yema de mis dedos por donde se ocultaba la cadena hasta llegar a la cruz en medio de su pecho. Me concentre en el objeto mientras lo recorría levemente con mis dedos pensando una buena opción para que estuviera ahí y no perdido en alguna calle, en medio de mis cavilaciones su respiración que oscilaba entre lo tranquilo y contagioso se interrumpió por un suspiro. Me quede quieta donde estaba.
Gran error.
No paso mucho para que el hombre que me triplicaba en tamaño me apretara más a su lado, simplemente perfecto, si antes no podía moverme mucho, ahora ya no tengo ni como respirar.
Alce un poco mi rostro para tomar aire, y en mi intento de llenar mis pulmones de oxigeno un leve color azul marino me congelo ahí mismo. Traía sus ojos somnolientos, tanto que fue una línea azul verdosa lo que vi, sus pestañas largas rozaban levemente sus pómulos creando una pequeña sombra debido a escasos rayos de sol que violaban las persianas.
–Buenos días – emitió arrastrando las palabras produciendo un sonido demasiado grave y agradable.
–Buenos días– le respondí y vi como ligeramente la comisura de sus labios se alzaban formando una ligera sonrisa que me hizo olvidar del mundo.
–Hasta que por fin despiertas– menciono colocando un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.
– ¿Cómo que por fin? – cuestione mirándolo fijamente, se podría decir que estaba más dormido que yo.
–Me desperté hace horas, Perla se fue luego de que preparáramos la comida y comiéramos con Laurent, volví y me dormí de nuevo– respondió y me puse a analizar qué hora podría ser si hizo todo eso– tienes un sueño pesado –
– No me culpes estoy acostumbrada a dormir un cierto tiempo – me excuse haciendo el intento de moverme, cosa que no logre con mucho éxito– además, estaba cerca de amanecer cuando llegamos aquí –
–Buen punto – señalo y sentí su mano alrededor de mi mejilla – pero considerando que son cerca de las dos de la tarde deberías comer algo–
–Ahora que lo mencionas – mencione colocando una mano en su pecho para poder hacer un espacio chiquito – tengo una guerra en mi estómago, pero antes te tengo una pregunta–
–Me la haces luego de que comas – dijo quitando las sabanas dejando que un viento gélido me abrazara haciéndome temblar levemente hasta acostumbrarme al clima que había.
– No es la pregunta pero, ¿me puedes decir al menos dónde estamos? – cuestione sentándome en la cama de una plaza donde había dormido.
–En la casa de una amiga – respondió – sus padres salieron ayer por la mañana vuelven pasado mañana – aclaro tomando casi la misma posición que yo, estire todas mis extremidades llenando mis pulmones de oxígeno y sacando toda la pereza que traía encima.
–Deben de estar por volver – dijo tomando de mi mano – vamos – termino tirando de mi hasta atraparme entre sus brazos.
–Aprovéchate de que no tengo mucha fuerza de voluntad ahora– fue lo único que pude decir, no dormir lo correcto me deja sin fuerzas, y prácticamente reacciono horas después.
Bajamos las escaleras de madera que tenía algunos desgastes, y en ciertos momentos llegaba a rechinar.
Aun traía su ropa puesta, me había dado un buzo de lana y una sudadera blanca que me quedaba unas dos o tres tallas más grande, también traía puesto un pantalón que formaba parte de la sudadera. Parecía estar encerrada dentro de un saco vació.
Me sorprendía que no me molestara, aunque no dudaría en apostar que está pensando mil y un cosas acerca de mi apariencia con su ropa. Llegamos hasta la cocina donde todo estaba cuidadosamente en orden, en teoría todo era de madera, las paredes los muebles, lucía un agradable ambiente rustico y de lo que veía por las ventanas un extenso bosque nos rodeaba.
Es simplemente agradable, tranquilo y muy relajante. Que más que eso, la quietud de un entorno, la mejor compañía, que aleja el dolor y la melancolía. Comí algo rápido y casi improvisado junto a Eliam. Entre todos esos minutos que compartimos no sabía cómo reaccionar, el simple roce de su mirada con la mía me estremecía, sus cálida voz entraba por mis oídos encendiendo mi corazón, y ocasionando un hormigueo por todo mi cuerpo. Y todo eso porque lo tenía más que cerca. Lo agradecía por un lado, ya que sin él estuviera en el piso del puro sueño, pero por otro lado me sentía rara, y algo frustrada, es irritante no saber que decir o sentir cuando tienes a alguien a tu lado. Quieres expresarlo pero no encuentras palabras para hacerlo. Esperaba que no se notara la ignorancia de mis propios sentimientos, y ya creo que es algo difícil, la inquietud se apodera de mí y eso no pasa desapercibido de mi querido acompañante.
–No te conocía así– comento mirándome con gracia.
–Han pasado muchas cosas en las últimas horas– trate de excusarme– no es fácil asimilar que la única persona en quien confiabas está buscándote para utilizarte o peor aún, matarte–
–No deberías dejar que te gane– dijo y pase de ver mi plato a sus ojos – la traición es mala, pero hay quien dice que la traición es plácida pero el traidor es odioso, también puedes tomarlo como una ayuda, sabes quienes están de tu lado y quien ya no, puedes decidir con seguridad en quien confiar–
–Ya no confió en nadie – me sincero– y tampoco pienso hacerlo– dije volviendo a mirar mi plato para terminar mi comida.
– ¿Por qué? – cuestiono
–Porque cada vez que lo hago, cada vez que confió en alguien... no parece ser lo correcto – trate de explicarme– también hay quienes dicen que las experiencias te dan enseñanzas. Y yo ya creo haber aprendido lo suficiente–
–Tampoco deberías cerrar las esperanzas, recuerda que eso es lo último que muere– dijo y vi cómo se levantó de la silla donde se encontraba encaminándose a una ventana– Ya regreso– dijo y se volteó hacia una puerta perdiéndose en ella.
Tal vez tenga razón, pero no la suficiente. La confianza no es algo al azar, es algo valioso y por esa razón no pienso confiar en nadie más que no sea yo.
Suena egoísta, pero eso consiguieron lanzándome al vació con demasiadas traiciones y mentiras.
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