Capítulo 38
Eliam
....
Oscuridad
Solo eso podía ver desde hace varios minutos, o quién sabe si horas, o incluso segundos.
Permanecí ausente, no me apetecía hacer nada, y todo por sentir un peso exagerado y una debilidad inusual sobre mí.
No tenía fuerzas para nada.
Pero en medio de toda la quietud que tenía, en medio de esa profunda oscuridad se empezó a oír sonidos oscilantes, luego las ruedas recorrer la baldosa con mesillas de metal, por ultimo alcance a escuchar voces familiares.
Los parpados me pesaban como si trajera kilos de cemento encima, hice un gran esfuerzo en abrir los ojos, para mala suerte mía casi quede ciego por una luz que me daba directo a la vista.
–Ya está volviendo– escuche decir a alguien.
– ¿Se pondrá bien? – cuestiono mi... ¡Ay santa madre!, mi padre.
–Sí, pierda cuidado, las balas y la navaja no llegaron a tocar órganos vitales, podrá salir de aquí dentro de poco–aseguro el hombre extraño que comencé a divisar de blanco, este tenía un pequeño aparato que emanaba una luz fuerte. Quería quitarlo de enfrente con un golpe.
Pero... esperen, ¿balas?, ¿Navaja?
Yo solo sentí una bala
¿Qué paso?
–Ahora hay que dejarlo, la anestesia lo perturbara por unos momentos pero estará bien, es un chico fuerte – volvió a decir. No voy a negar que casi me da algo con escuchar eso de la anestesia.
¿¡Qué rayos me sucedió!?
Sin casi esperarlo me ataco una desesperación por querer irme de donde estaba, quería salir, quería irme ya, empecé a odiar ese lugar, pero más odie sentir ajugas en la vena. Con un poco que me moví pensé que me acuchillaron el brazo.
Esperaba que alguien me tenga piedad y me ayude, sin embargo con la vista borrosa que tenía tan solo sentí otra aguja pasar mi piel y dejar un líquido helado.
Segundos más tarde de nuevo no sentí nada.
Estaba tan drogado que no sabía ni en donde estaba, quería hacer algo pero no podía, quería abrir los ojos no podía, quería mover un ojo no podía, quería sentir algo y....
Si
Sentí algo, ¡Gracias Dios!
Ahora tocaba adivinar quién o qué era.
Y bueno, no sé si era la anestesia o la mente que entro en un colapso irremediable, pero juraría que vi a Evelyn cuando alcance a abrir un poco los ojos.
Sentí su tibia piel cerca de mi mejilla, tacto más dulce y placentero no puede existir a más de ese, ya parecía ser un espejismo cuando la alcance a distinguir entre la habitación blanca, tenía miedo de que desapareciera y no volverla a ver.
Quería tenerla cerca siempre, ya no la quería lejos, pero como hacerlo si el mundo se interpone completamente, y más el orgullo que me suele ganar, quien sabe dónde lleguemos a parar.
Porque me pasa esto a mí
Porque no puede durar eternamente momentos como este donde por fin me siento bien.
Maldita anestesia que me hizo perder la conciencia y evitar la presencia de mi propia conciencia.
***
Dolor
Ahora dolor
Eso era lo único que sentía cuando por fin me levante.
A primer plano tenia a mi madre que estaba sentada cerca de mí, luego alcance a ver a Marce acostada en un asiento largo sumergida en un profundo sueño.
–Junior – menciono mi madre– Gracias al cielo ya despertaste, ¿Cómo estás?–
–Bien mamá– le respondí esperanzado que me escuche, tenía la voz tan baja
–Necesitas algo– llego a cuestionar
–No descuida – dije – aunque.... Aquí entre nos, me dices que paso–pedí ya que las palabras del doctor y mi padre no me salían de la cabeza, habían regresado a mi como un huracán sin piedad, me hubiera gustado que eso haya sido el espejismo y no la presencia de mi conciencia.
–Eliam no me lo recuerdes– dijo mi madre– casi me da un infarto al verte–
– ¿Tan mal estaba?– pregunte.
–Eso te queda corto muchachito insolente– me reprendió.
–Ok perdón, creo que me pase– dije cerrando los ojos con fuerza.
–Lo bueno es que ya estás bien, solo preocúpate por seguirte recuperando –
–Si eso te pone feliz.... Está bien – dije para verla sonreír.
–Sabes que si me haría muy feliz – menciono luego de unos segundos.
Que no vaya a empezar
–No mamá– dije antes de que continuara – eso no –
–Junior... – menciono pero continúe negándome – bien... pero entonces te comes toda la sopa–
– ¿Qué es eso?– dije queriendo largarme enserio, odiaba el charco lleno de gusanos del hospital– sopa, acaso es veneno, me quieres envenenar– cuestione a mi procreadora.
–Eliam – reprendió mi madre y trajo una bandeja que contenía el tazón lleno de gusanos.
–Mamá, creerás que me dio sueño– mencione para luego esconderme en la sabana
–No empieces Junior, come– volvió a ordenarme.
–Mamá... –
–Mamá nada, pareces un niño – menciono quitándome la sabana.
–De seguro Marcela va a tener hambre cuando despierte– dije pensando en el bienestar de mi hermana.
–Por ella no te preocupes, ahora come – me continuo insistiendo así por unos minutos más, hasta que no sé cómo pero me hizo comer el lago de lombrices insípidas.
Realmente odio los hospitales.
Pero más que nada empecé a sentir un rencor por mi hermana.
Solo a ella se le ocurre querer confundirme, podía haber dicho a todos que nos "asaltaron", pero continuar diciendo eso cuando solo estábamos los dos.
–Marcela basta– dije perdiendo la paciencia – ¿dime de donde conoces a ese sujeto? – volví a cuestionar.
–Basta tú, no sé de qué hablas– dijo de nuevo – creo que tu golpe en la cabeza fue demasiado grave–
–Yo sé lo que vi, me acuerdo perfectamente Marcela, así que habla de una buena vez– dije sin mucha paciencia.
–No te alteres, que te va hacer daño– menciono en forma de advertencia.
–Marcela – dije tratando de sonar medio calmado– solo dime de una maldita vez quien era ese tipo que casi me mata–
–De seguro malinterpretaste todo nada más – insistió – por favor créeme–
–Vete – fue lo único que logre decir, no podía creer que ahora mi hermana me diera la espalda y me dijera loco.
–Eliam...–
– ¡Que te vayas!– volví a decirle antes de que dijera algo y me ponga peor, lo malo es que no medí mi voz y una enfermera entro a la habitación echando a mi hermana y colocándome quien sabe cuántos gramos de tranquilizante.
Pero era mejor, prefería estar enterrado en la inconciencia que estable en la realidad con más mentiras.
Los días en el hospital resultaban demasiado aburridos, más por que no podía hacer nada.... Nada de lo que me gusta cómo salir a correr un rato en un auto.
Me mataba estar postrado en una cama, y como si fuera poco el tiempo pasaba más lento que de costumbre. Miraba el reloj en la habitación que me dieron cada dos minutos prácticamente. Y para cuando quise darme cuanta recién se acaba mi segundo día luego de haber despertado en ese lugar.
Parece una maldición que me ha caído.
De no ser por mi madre ya hubiera tomado una sábana y unido con otra hasta formar una larga cuerda para salirme del hospital.
Marcela no había vuelto, y mi padre ni siquiera se había tomado la molestia de llamar, según mi mamá estaba de viaje y demasiado atareado. "Novedad". Pero bueno al menos la tenía a ella.
Lamentablemente mi tercer día de martirio no pudo venir, así que me encontraba solo viendo el vacío de mi venta que se hallaba en un extremo de mi cama. Luego de que mi mamá se fuera ayer por la tarde me asome a esa ventana y pude ver que estaba cerca del último piso.
Iba a necesitar cientos de sabanas para poder bajar
–Se puede – oí venir de la puerta, cuando me reviere a ver se trataba de mi mejor sueño.
– ¿Evelyn? – Dije sin creerme que esa chica estuviera parada en la puerta de mi habitación.
– ¿Cómo estás?– menciono cerrando la puerta detrás de ella.
– ¿qué haces aquí? – pregunte mirándola con cuidado, quería que se fuera, todo por simple capricho mío eso si lo reconozco, pero antes grabaría su imagen en mi mente para aguantar mi dolor, ya que deseaba su presencia.
–Yo, me entere que tuviste un accidente, y bueno... – dijo con algo de nervios– vine a ver como estabas– respondió pero no le creí nada, y si ha hablado con mi madre antes de seguro la envió para que no me quedara tan solo.
–Dime ya quien te envió – cuestione
–Nadie – respondió con algo de enojo.
–Si claro– mencione mirando de nuevo lo único interesante, la ventana– mejor vete y dile a mi madre que estoy mejor solo que en tu compañía–
–A mí nadie me dice que hacer Eliam –espeto con más enojo –ya no, y si estoy aquí es por mi voluntad–
–Con más razón vete– le sugerí, ya no necesitaba nada de ella.
–Bien – dijo algo cansada y saco de debajo de su abrigo algo rectangular envuelto en papel negro–Solo te quería dejar esto porque sé que es muy aburrido estar donde estas– termino tirando el objeto rectangular en mi dirección, justo en donde suponía estaba una herida más– ahora si me disculpas me largo –
–Espera – mencione faltándome el aire, realmente me dolió.
Ella hizo caso omiso a lo que dije y salió, segundos después entro una enfermera que se alteró al verme retorciendo en la cama.
–Santo Dios, ¿está bien?, ¿Qué fue lo que paso? – menciono atropelladamente mientras traía algunos medicamentos que por suerte hicieron efecto de inmediato aliviando mi dolor.
– ¿Qué se supone que va a hacer? – la cuestione al ver que tomo el cuerpo del delito de Eve.
–Tirarlo – respondió con simpleza.
–Ni se le ocurra, déjelo aquí – le dije y obedeció, luego se retiró dejándome solo con mi soledad.
Pase mirando el extraño objeto rectangular queriendo adivinar su contenido, pero no se me venía ninguna idea.
Lo tome y lo desenvolví desvelando un libro. La sinapsis en la parte de atrás me resulto interesante y algo familiar.
Le di vuelta para ver la caratula pero sobre esta había una nota.
"Aprende a leer"
"Ahora tienes mucho tiempo"
Desprendí la nota y me detuve a ver la pasta de aquel libro, era realmente impresionante, tenía varios detalles, ya parecía que el león de la portada se movería en cualquier momento.
Comencé a leer el libro y desde el inicio resulto muy interesante, tanto que ni me percate que ya era de noche, pero eso no me detuvo, encendí una lámpara que tenía y continúe leyendo hasta que los parpados me pesaron por el sueño.
***
–Te ves muy concentrado –comento alguien desde la puerta.
–Yo..., esta interesante – me justifique ante mi madre.
– ¿Quién te lo trajo? – cuestiono tomando asiento a mi lado.
–Debes saber bien quien – le respondí dejando el libro de un lado.
–Créeme que no tengo idea – dijo ella por lo que la mire fijamente queriendo creerle– bien... se lo sugerí, pero nunca se lo pedí – confeso.
–Lo sabía – murmure
–Oye, no me niegues que te hizo bien verla– comento.
–Te lo niego – respondí engañándome a mí mismo, aunque ni tanto.
–Di lo que quieras Junior, pero a más de ser una mujer soy tu madre y en los ojos se ve que la quieres demasiado– dijo y por esos segundos tuvo toda mi atención.
–Debería pedir que me los saquen, ya muchos problemas me trae, y solo contigo– mencione cerrando con fuerza mis ojos.
–Ya no seas necio y quiérela – dijo de nuevo
–Mamá basta –
–Hijo, mira que tarde o temprano ella se va a alejar más de lo que quisieras y solo ahí te vas a dar cuenta de lo importante que es para ti –
–No creo que me afecte – dije sin pensarlo mucho, ya que si ahondaba en ese punto le daría toda la razón.
–No puedo creer que seas igual de testarudo que tu padre –
–No se trata de eso mamá entiende, como quieres que confié en ella después de que haya decidido mentir de esa forma, ella sabía bien todo lo que sucedió y a pesar que me entere de eso, lo único que esperaba era que dejara de mentir pero no, quiso mentir más –
– Y que hubieras hecho en su lugar– cuestiono de repente
– Mmm... no sé, yo no quiero saber nada ahora –
–tenías que ser hijo de tu padre – comento mirando para otro lado – pero quieras o no la vas a tener que aguantar–
– ¿De qué hablas? –cuestione sin entender.
–Ella quedo en ayudarme, sin levantar cargos en mi contra hasta que exista una evidencia fiable, comprobada y con todos los estándares más restringidos, eso imposibilita toda acusación que se ha hecho–
–Enserio – dije asombrado de eso.
¿Por qué lo hace?
–Sí, así que deja de preocuparte, voy por tu comida – termino de decir levantándose de su asiento y dirigiéndose a la puerta.
–No te molestes, no tengo hambre– quise pararla.
–No comiences– dijo antes de salir y dejarme solo.
Ni bien salió empecé a buscar la forma de dormirme, no quiero comida insípida, no otra vez.
**
Ya paso una semana desde que me desperté, ahora luego de unos últimos exámenes me dieron de alta.
No voy a mentir que si me asuste cuando me entere que una cuchilla termino incrustada bajo mi costilla derecha. Y justo ahí me había tirado el libro la inconsciente de Evelyn.
La herida aun no sanaba del todo, por lo que me prohibieron comer ciertos alimentos y además me mencionaron que debía tener cuidado de no golpearme fuerte. Eso fue suficiente para que mi madre me mandara su repertorio de prevenciones y cuidados.
Saliendo del hospital mi madre decidió acompañarme hasta mi apartamento.
–Ya deberías ir a descansar – comente cuando habíamos llegado en su auto.
–Oye la tarea de una madre es siempre estar con sus hijos– dijo ella entrando al parqueadero.
–Ya soy grande no me va a pasar nada– dije para que se fuera en serio, me asustaba tenerla andando por toda la ciudad teniendo en cuenta su embarazo riesgoso.
–Lo dices en serio – menciono viéndome por breves segundos.
–Esto fue un accidente – dije entendiendo su indirecta – a cualquiera le puede pasar–
–No me importa, aun eres mi hijo, mi niño y me voy a quedar – dijo bajándose del auto que había terminado de estacionar.
–Sabias que estas delicada – recordándole su estado de salud.
–Estoy embarazada no enferma, mucho menos inválida– dijo ella defendiéndose.
– ¿Papá sabe que estas aquí?– pregunte conociendo más o menos su respuesta.
–Desde cuando te interesa saber eso– dijo ella queriendo evadir la pregunta.
–No lo sabe– afirme con esa respuesta
–No, y no tiene por qué enterarse – menciono ella bajando unas bolsas que le quite casi enseguida, se trataba de algunas cosas para llenar mi apartamento según ella.
–Y te quejas de como soy yo – comente.
–Soy tu madre – dijo ella colocando el seguro en el auto.
–y yo Soy tu hijo – me justifique abrazándola.
Pase toda la tarde y los días que le siguieron a este junto a ella y mi abuela que me llego a visitar de improvisto.
El tiempo llego a pasar de prisa, tanto que cuando recibí una llamada de Ed para ver el mundial, me asombre de ver a María abriendo el programa. Esa mujer con todo su carisma había llegado lejos.
–No lo puedo creer– escuche decir a Ed sentado en un sofá negro.
–Quita esa cara de bobo por favor – le pedí.
–Pero es que acaso no la ves – dijo sentándose al borde del sofá, solo faltaba un poco y se caía.
–Claro que la veo no estoy ciego – mencione levantándome por una refresco.
–Si pareces ciego, no le das la debida importancia– comento sumamente concentrado en la TV.
–Parece como si ni la conocieras – dije abriendo la nevera y extrayendo mi bebida– tan solo pasó dos días de que se fue y ya la extrañas como un loco desquiciado–
–Cuando te saques la cadena que traes me dices eso – dijo si quitar su vista de la caja donde salía María bailando, yo por mi parte casi me ahogo con el refresco.
– ¿A caso me espías? – cuestione.
–No, pero se te nota, la traes siempre– continuo en su misma posición – enserio no te da ni un poco de curiosidad saber dónde está o que le sucede–
–Para serte sincero, ya no sé– le respondí volviendo a mi lugar.
–A mi si me preocupa – menciono y cuando alce mi vista a él tenía su vista clavada en mi– solo imagina que asesine a toda tu familia y que ahora te busquen para acabar contigo también – dijo y en medio de sus palabras saque mi celular para ver un mensaje que me llego.
Abrí el mensaje que era de Sam y casi me da algo cuando vi la foto adjunta que me envió.
"Dime que la conoces"
Era lo único escrito. La foto era una clara imagen a blanco y negro de mi conciencia saliendo del hospital.
–Oye que tienes – escuche decir a Ed– Eliam – volvió a llamar y lo sentí sacudirme del sofá donde estaba.
–Debo irme– fue lo único que dije antes de salir de su apartamento que estaba en la academia.
–A dónde vas – fue lo último que le escuche decir cuando estaba cerca del ascensor.
–Luego te aviso – logre emitir para después emprender la carrera de mi vida a casa de mi madre.
Durante todo el camino, una sensación de desesperación y preocupación me recorrió la espina como un líquido helado.
Miedo.
Tenía miedo de que fueran a encontrarla, no sé porque llegue a comprometerme con Sam a ayudarlo, ahora me arrepentía, me arrepentía totalmente porque ella llego a ser la chica que tanto buscaba para salvar a su hermano.
Nunca debí dejarla ir.
Literalmente estaba entre la espada y la pared. Llegue a casa y sin dejar bien estacionado el auto corrí por la entrada hasta dar con mi madre que estaba sentada en uno de los sofás de color perla junto a mi abuela tejiendo algo con palillos.
–Junior – emitió al verme con una sonrisa que desapareció al mismo instante que apareció– ¿Qué tienes? –
–Dime que sabes donde esta Evelyn – dije dentro de una súplica.
–Hijo pero estas demasiado pálido, siéntate y respira – menciono mi abuela.
–No – me negué – no gracias, solo dime donde esta te lo suplico necesito verla–
–No sé qué es lo que sucede pero más te vale explicármelo – dijo mi madre anotando algo en la agenda cerca del teléfono– solo sé que está en este pueblo junto a tu hermana– dijo extendiendo el papel arrancado de la agenda.
– ¿¡En Canadá!? – cuestione al ver el país y ciudad junto al nombre de un pueblo que ni sabía que existía, Luego mi madre me dio un golpe en la cabeza.
–Guarda silencio tu padre está aquí– dijo ella en un susurro– y si se entera que la vas a ir a ver es capaz de atarte en la azotea–
–Entonces...–
–Entonces vete muchacho que esperas– alentó mi abuela y sin esperar más le di un abrazo a las dos y me corrí al aeropuerto.
Para suerte mía hubo un vuelo disponible para irme enseguida. La noche estaba cayendo de poco a poco, así que hice una reservación rápido en un hotel para desde ahí ver como localizo a mi hermana que hace un mes había viajado para grabar su película. La llame durante todo mi viaje en el avión pero no respondió a ninguna de mis llamadas. Trate de ver su ubicación pero tampoco hubo como.
Me hospede en el hotel más cercano al aeropuerto y desde ahí intente llamar a Eve pero su número me salía como inexistente.
Pase casi en vela tratando de localizarla pero no tuve ninguna respuesta positiva, solo unas cuantas llamadas de Ed y el doble de las mismas de Sam. De tanto que llamo decidí contestarle, pero cuando atendí su llamada nadie respondía del otro lado, no se oía nada, llegue a pensar que tal vez sea la señal o algo parecido pero cuando yo lo llame fue lo mismo.
Deje de insistir al instante, todo ya me estaba dando un mal presentimiento, tanto que no sabía cómo calmarme. La angustia me consumía rápidamente sin dejarme respirar. Caminaba de un lado al otro en el hotel deseando poder saber algo de ella. Y nada, solo encontraba el vacío que dejo dentro de mi pecho.
**
Por la mañana divise escasos rayos del sol atravesar las brumosas nubes de Canadá.
Seguía sin tener la más mínima idea de que hacer o como encontrar a Eve, mi desesperación fue tal que al escuchar mi celular me tire sobre él como si fuera mi salva vidas.
–Quien – conteste
– ¿Junior? – Salió la voz de mi madre – lo lamento me olvide de anotarte el campamento al que fueron para grabar, copia la dirección que te voy a dar rápido–
–Ok – dije par después salir del hotel y encaminarme a las afueras las zonas menos pobladas de Canadá.
Ya en el camino me estaba ideando un plan para entrar, toda mi esperanza la ponía en mi hermana, de que por ella lograra pasar a ese campamento.
El taxi que pedí me llevo con toda la rapidez posible y me dejo frente a una enorme puerta de madera por donde se extendía un camino de tierra con rocas, le di las gracias cuando le pague y me encamine a la puerta esperando poder pasar, de repente un sujeto trajeado aprecio y me dijo que me fuera. Ni siquiera me dio tiempo a decirle algo y comenzó a decir que me marchara. Estuve por decirle tantas cosas, que solo cuando dijo policía me di vuelta.
Estuve caminando por donde me trajo el taxista cuando escuche un auto a lo lejos acercarse, me escondí entre los arboles más cercanos y vi como un jeep oscuro avanzaba hasta la puerta donde el sujeto trajeado hablo con el conductor demasiado tiempo.
Me quede analizando el auto hasta que divise en la parte de atrás un bolso que amenazaba con caerse. El jeep era grande y en el habían demasiadas cosas en la parte atrás por lo que me subí sin que me vieran y abrí el bolso esperando encontrar algo útil. Por suerte halle un saco, unas gafas y más de un tipo de cámara.
El auto se detuvo cerca de una cabaña donde me pude bajar sin ser visto, pase caminado por todo el campamento sin recibir ningún tipo de inconveniente. Lamentablemente horas más tarde un tipo estresado me tomo del brazo y me llevo a una habitación para que instalase todo un equipo de cámaras.
Mil veces prefería mis planos de la empresa que todos esos cables en frente de mí, trate de buscar alguna buena persona que me ayudase pero no había nadie, ni el manual halle entre tantas cosas que había dispersas.
Trate de hacer algo pero en mis intentos llego el sujeto estresado y en pocas palabras me envió a ya sabrán donde.
Salió de la habitación hecho una furia yo por mi parte me saque todo lo que traía encima y me salí de esa habitación esperando no causar demasiados problemas.
Me la pase escondiéndome cada vez que veía a un sujeto trajeado o un director y cosas así, no quería que me saquen.
Me oculte tras unos reflectores enormes y una máquina que se movía de izquierda a derecha por que alcance a ver a Elena parada a unos pocos pasos de mí.
Desde ese escondite a lo lejos vi a mi castaña junto a su guitarra y una libreta. Estaba sentada en los escasos escalones de la cabaña que se repetía varias veces a su alrededor. La vida me volvió al cuerpo con verla a pocos pasos de mí.
En ese instante surgieron nuevamente mis deseos e instintos de cuidarla, la habré odiado pero no lo suficiente como para dejar que le sucediera algo.
Para ser sincero ni siquiera la quería.
La amaba, y no podía vivir sin ella, aún seguía siendo mi pieza perfecta.
¡¡Saludos!!
¿Cómo están?, espero que muy bien.
Como lo prometido es deuda, aquí le dejo sus dos capítulos, espero que les haya gustado, cualquier cosita dejármela en la caja de comentarios, les envió un beso enorme, y un inmenso agradecimiento por tomarse la molestia de leer esta historia.
Los quiero un montón.
Nos vemos pronto ;)
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top