Capítulo 37
Evelyn
La noticia fue impactante para mí, pero ni hablar de cómo se puso Aida.
La conversación del abuelo con mi tío fue desencadenar una serie de suposiciones e ideas que al menos a mí me dejaban muy aturdida.
– ¿Por qué dices eso?– intervino Aida parando la discusión del abuelo con mi tío– ¡Respóndeme!– insistió al ver que no decían nada
–Aida, mira, es complicado decírtelo ahora– menciono el que decía ser su padre.
–no me importa quiero que me lo digas – dijo ella decidida.
–Aida se razonable – dijo el abuelo– de seguro mal interpretaste lo que dijimos–
–No, yo oí claramente con Eve que no soy su hija y ahora me vale por qué no, solo quiero saber cuáles son mis verdaderos padres–
– Aida...
–Díganme – volvió a decir pero ya en un tono demasiado elevado.
–Porque los gritos, que ocurre– apareció mi abuela junto a Inés– ¿Aida que tienes?– cuestiono al ver a mi prima dentro de un llanto incontrolable.
–Dime– dijo limpiándose las lágrimas que surcaban sus mejillas, el abuelo cruzo una rápida mirada con mi tío para luego posarla en mí
–Eve agárrate el cabello como Aida– me dijo, y sin entender mucho me hice un intento de coleta alta como la de ella.
–Inés mis lentes– escuche decir a mi abuela.
–Mírala Aida– dijo el abuelo y sin dudar obedeció, y yo por curiosa hice lo mismo. No me he parado a estructurarla tan minuciosamente como en ese momento, ni cuando la vi por primera vez repare en detalles como sus ojos parecidos a los de mi padre o en sus facciones delicadas iguales a los de mí...
–Dios mío– emití al hacerme una idea algo tonta, que tenga rasgos de mi padre es pasable somos primas por parte de padres, pero que posea detalles de mi madre. Eso viola los límites de relaciones familiares.
–Recuerdas la vez que tu madre dijo que no podía darte un hermano – menciono mi tío
–Sí – afirmo ella sin quitarme los ojos de encima– pero... ¿Cómo? –
–Resulta que aquí el estólido de su tío se enteró que Anna esperaba una niña, y como su esposa no podía concebir, y la señora aquí presente quería un nieto de la única mujer que acepto dentro de esta familia, bueno, se ingenió un plan para robarse a esa niña y hacerla pasar por su hija– explico mi abuelo.
–Imposible– dijo mi abuela en el fondo del salón.
–Tú eres imposible Rosaura, esto es lo que provocaste con tus impertinencias y odios irracionales – dijo el abuelo mientras yo luchaba por mantenerme de pie.
– ¿y cómo es que tú lo sabes? – Cuestione mirándolo fijamente– ¿Por qué nunca dijiste nada?–
–Eve me entere meses después– respondió pero se me hizo difícil creer eso – y tanto Anna como tu padre estaban destrozados...–
–Y no pensaste que decirles que soy su hija los reanimaría– intervino Aida con ríos de lágrimas surcando sus mejillas.
–El señor aquí presente te llevo a España a la semana de haberte presentado aquí como su hija, desde ese día no supimos nada, decidió volver dos años después cuando Eve nació– explico– es por eso que ellos te querían demasiado, y la razón más grande por la que dieron su vida por ti – recalco mirándome.
– ¿Qué? – logre escuchar el susurro de mi abuela, se había establecido un silencio tan profundo que alcance a oír aquello– Eso nunca lo mencionaste – aclaro.
–Ni aunque lo hubiera hecho no me hubieras creído– dijo mi abuelo disparándole una mirada envenenada.
– Eso no te justifica– aclaro en un elevado tono de voz.
–Ya basta – intervino Aida parando la discusión entre ellos.
–Hija... – menciono mi dichoso tío tratando de acercársele.
–Después de lo que me hiciste te atreves a llamarme así– espeto ella con chispas de ira en sus ojos – pero esto no se queda así... los odio, ¡Los odio!– termino de decir para luego irse al segundo piso.
–Evelyn – escuche decir desde la ronca garganta de mi abuelo, de donde estaba no me había movido, no sabía ni cómo reaccionar, es como si dentro de mi hubieran apagado las emociones, como si hubieran eliminado todo tipo de energía, no obstante, cuando me llamaron, una corriente eléctrica me devolvió a la realidad y me hizo salir de ese lugar a toda prisa.
Mis pasos fueron lentos pero a medida que pasan los segundos sentí como el corazón se me encogía por todo lo que me entere, así que comencé a correr.
No podía creer que Aida fuera mi hermana, que ella haya sido quien provocaba grandes desveladas a mi madre, pues si recuerdo haberla visto llorar en el pórtico del patio trasero cada noche que solía bajar por un vaso de agua.
Esos recuerdo me perseguían sin descanso, y justo cuando pensé dejarlo todo, aquello vuelve como una oleada de mar arrastrándolo de vuelta.
Ya sentía el corazón queriendo salirme por la boca del cansancio, por lo que me detuve y analice donde llegue a parar. Las extensiones de la hacienda eran enormes, así que me asombre al ver que llegue al último establo, planeaba estar sola, no obstante gire un poco y alcance a divisar un sujeto vestido de pingüino.
Ay María, ahora te entiendo.
Decidí no darle importancia, así que me adentre al establo para que no me viera, atravesé los caminos marcados para cada sección de los caballos con cuidado, puesto que era cerca del ocaso, algunos caballos ya estaban sumido en un sueño contagioso.
Enseguida y sin hacer mucho ruido encendí algunas lámparas que habían en la parte de arriba del establo.
No pensaba regresar a casa, así que me hice un espacio entre los grupos de paja acumulados para poder descansar. La cabeza aun me daba vueltas, mis pensamientos aun no encontraban lugar para hacer encajar la información que capte.
Me senté en mi pequeño e improvisado lecho cerca de una ventana circular que daba una perfecta visión del crepúsculo entre los árboles.
Las estrellas fueron tomando posesión del cielo hasta cubrirlo por completo y mientras la luna se manifestaba yo perdí la noción del tiempo sumergiéndome en lo más profundo del sueño.
***
– ¡Eve! – escuche decir a lo lejos– Evelyn– menciono la misma voz más cerca– Eve, Eve, Eve ven aquí... tengo un helado para ti– volvió a decir como si estuvieran llamando a un perrito, y solo por eso me levante quitando la paja de mis cabellos para que me vea.
–No soy un perro para que me llames así Max – dije bajando por las escaleras.
–Dime como más te podía hacer aparecer– menciono saliendo de una sección vacía y acercándose a mí– y... ¿Cómo estás? –
–Supongo que bien – dije sin saber que me ocurría, prácticamente estaba ausente dentro de mí misma– ¿y Aida?– cuestione queriendo saber algo de ella.
–Se encerró, y hasta ahora no ha salido –respondió –ahora vámonos, todos te están buscando desesperados–
– ¿Enserio? – pregunte
–Sí, el abuelo casi mata a los de traje por no haberte visto – menciono y yo me quede algo estática.
–Pero si cuando llegue aquí ayer vi a uno cerca del penúltimo establo – le dije y por el rostro de mi primo atravesó un rayo de angustia.
– ¿Estas segura? –cuestiono
–Claro que si – afirme
–Con más razón hay que irnos entonces –dijo para luego tomarme de la mano y salir del establo corriendo.
–Oye más despacio, me vas a sacar el brazo – dije por lo brusco que me jalaba.
–Cuando lleguemos te quejas – dijo para luego acelerar más y encontrarnos en casa en poco tiempo.
–Evelyn – exclamo mi abuelo y... ¿Iván? – ¿por todos los cielo dónde estabas? –
–Yo... – trate de responder pero no me dejaron.
–Acaso eres una inconsciente – menciono mi tío.
–Pero si...– volví a intentar pero de nuevo me callaron, cosa que no me agrado en lo más mínimo – ¡Me van a dejar hablar! – Termine por interrumpirlos– supuse que sabrían de mi porque uno de esos sujetos me vio entrar al establo– explique señalando a los tipos trajeados pero al verlos ninguno se parecía a el que vi.
– ¿Quién fue entonces? – cuestiono mi abuelo mientras me acercaba verlos, eran más de veinte, por lo que pase mi vista más de una vez para estar segura.
No estaba.
–Evelyn – llamo Iván sacándome de mis cavilaciones temerosas.
–Seguros que están todos– pregunte volteando a verlos.
–Si – afirmó mi abuelo– ¿Por qué? –
–Porque no está– respondí – el señor que vi no está aquí –
– ¿A qué te refieres? – cuestiono mi tío otra vez
– No pudo entrar alguien aquí sin ser detectado– aclaro mi abuelo.
–Yo ya no me fiara de eso Sr. Walker – menciono mi Tío – está claro que atravesaron la malla de seguridad, primero el mensaje en su instituto ahora esto. Lo siento pero, no estoy dispuesto a pasar riesgos como estos, así que me la llevó –
–No puedes –aclaro mi abuelo ingresando a casa y mi tío lo siguió yo simplemente cruce una mirada con Max e hicimos lo mismo.
–Prefiere que la acorralen y la atrapen – menciono Iván– es mejor que se movilice, así no tendrán una base para perseguirla y atraparla– termino sugiriendo.
– ¿Quién me garantiza que estará a salvo contigo? – dudo el abuelo mirando estructuralmente a Iván.
–Es lo único que me queda de mi hermana, sería incapaz de lastimarla– respondió con toda firmeza.
–Bien – menciono mi abuelo – pero se va con Aida y Max– sentencio y mi tío frunció el ceño.
–Ya te lo diré – intervine ya que él no debería tener ni la más mínima idea o ¿tal vez si?, ya no sé.
–Está bien, mientras este conmigo no me importa– acepto.
–Voy... vamos por Aida– dije para jalar a Max conmigo hacia las escaleras.
–Me sentí tan querido con lo que dijo tu tío – menciono sardónicamente Max llegando a la puerta de Aida.
–No está en sus mejores momentos perdónalo – mencione golpeando la puerta– es muy divertido estar con él –
–Tal vez contigo sea afable, conmigo no– dijo apoyándose en la pared, estaba por llevarle la contra ya que Iván no era así, sin embargo la voz de Aida me interrumpió.
–No quiero hablar con nadie – dijo del otro lado.
–Aida soy Evelyn– dije a ver si podría soportarme unos cuantos minutos.
– ¿Estás sola? – cuestiono, eso me alegro y asombro a la vez, estuve por responder que no pero Max empezó a hace mímica de que le dijera que sí.
No le iba a Mentir
Suficiente con lo que me ha pasado a mí y a ella por culpa de las malditas mentiras
–No... Estoy con Max– respondí temerosa de que no me fuera a abrir, pero paso todo lo contrario. Escuche el sonido del pestillo y luego vi la puerta abrirse un poco.
–Pasen antes de que me arrepienta– la escuche decir así que sin dudar entramos rápido a su habitación.
–No vayas a cerrar la puerta – dije tomando la mano de Max, dentro estaba todo cerrado, las persianas que tenía parecían demasiado gruesas por lo que me asuste si cerraba la puerta y todo quedaba en oscuras.
–Está bien tranquila – apaciguo Max tomándome de la mano, creo que le agarre demasiado fuerte.
–Lo siento – pedí para luego enfocarme en mi hermana.
Se me hacía raro nombrarla así.
– ¿Qué es lo que quieren? – dijo, y guiada por su voz la vi en un extremo de la ventana más grande con vista al bosque que estaba en medio de su cama.
–Yo... – comencé a decir – Mi tío me quiere llevar de aquí de vuelta a California – dije y ella quito su vista del ventanal para posarla en mí.
– ¿Qué?, ¿Por qué? –cuestiono algo alterada.
–Porque alguien pasó las mallas de seguridad– informó Max
–Eso es imposible– aseguro ella.
–No lo es – le lleve la contra – yo lo vi, por eso el abuelo quiere que me vaya con ustedes– termine de decirle y su rostro se suavizo por breves segundos.
– ¿Nosotros?– cuestiono ella y yo asentí.
–Pero yo no... – quiso decir algo Max pero lo calle de un codazo.
–Iras y punto– dije – es lo mejor para todos–
–Para ti es lo mejor– volvió a decir mi primo terco.
–Para todos– apoyo Aida– tiene razón, dudo que las cosas aquí vuelvan a ser lo mismo Max, y yo no estoy dispuesta a soportar a quienes me mintieron toda una vida– aclaro con nuevas lágrimas– en quienes confió y espero no me decepcionen son ustedes– termino de decir limpiándose bruscamente las lágrimas.
Me lastimaba verla así, pensar que hace días era la chica más sonriente de la casa, e incluso la envidiaba por lo que era y tenía, una familia, ahora se encontraba como la más entristecida y eso me rompía el corazón, así que me le acerque con la intensión de refugiarme en ella, aun no soportaba la idea de haberla tenido tan lejos y cerca a la vez.
Ella no me negó nada, creo que necesitaba lo mismo, un abrazo, uno sincero en medio de tanto engaño.
–No te quedes ahí ni que pendejo – dijo de repente en dirección de Max– ven – menciono extendiendo su brazo
–Es su momento no el mío –dijo él – aunque, quien quita que también sea su hermano perdido– termino diciendo para acercarse y hacerse espacio entre las dos.
–Ojala que no – menciono Aida y por mínimos segundos compartimos una risa.
–Eres mala– comentó Max lanzándole una almohada en la cara.
–No más que tú– aseguro ella devolviéndole la almohada, Max no se quedó quieto y lanzo otra, pero esta vez no le dio a mi hermana, ¡me dio a mí!
–Qué te pasa– dije dándole un almohadazo.
–No te di tan duro – se quejó y me lanzo otra almohada con más fuerza.
–Son demasiado inquietos los dos– intervino Aida dándonos un almohadazo a cada uno.
–Esto es guerra – dije para coger otra almohada y lanzarle a Aida.
–Que comience la contienda – dijo Max y no sé de dónde pero se sacó unas almohadas enormes. Yo pobre de armamento con mi hermana nos defendimos como más podíamos con las pequeñas.
Estuvimos jugando un buen rato hasta que escuchamos la puerta abrirse por completo chocando con la pared.
–Se puede– dijo la abuela.
–Ya estas adentro–menciono Aida bajando de una silla con su almohada a la mano.
–Lamento interrumpirlos, abajo los están esperando – menciono – Su abuelo dijo que empaquen algo rápido, salen esta tarde–
–Está bien –dijo Aida y para como estaba hace unos minutos borro todo rastro de alegría de su rostro.
–Bien – termino de decir y salió de la habitación.
– ¿Y que pasara con mi competencia?– cuestiono Max.
–Es a finales de cada mes, podremos volver a tiempo– animo Aida – el abuelo no dejara que salgas de esa competencia–
–Y... es que... no creo que pueda– volvió a decir.
– ¿Por qué no? – pregunte al verlo con dudas.
–Es que tengo... tarea– menciono.
–Voy a fingir que no oí eso– menciono Aida y saco de una puerta una maleta grande.
–Oye hablo enserio, no dejare así de pronto la escuela– volvió a decir y Aida lo ignoro.
Termino de empacar y fuimos por la habitación de Max para empaquetar sus cosas rápido, yo por mi parte hice lo mismo saliéndome de su habitación cuando estaban por finalizar, guarde un par de prendas y mi guitarra, luego salimos a donde estaría mi tío esperándonos.
Nos despedimos del abuelo sin tan buenos ánimos, bueno, nadie lo estaba, tanto en el auto como en el avión la pasamos en silencio, uno profundo y ahogador.
Llegamos al aeropuerto y enseguida mi tío nos encamino a un edificio enorme de grabación, ahí nos dejó dentro de una habitación que estaba restringida hasta que él termine de arreglar un asunto que surgió de improvisto.
Sin mucho que hacer Max me quito mi guitarra y empezó a hacer sonidos algo raros para después empezar a tocar una canción que en medio de una tormenta estuvimos componiendo los dos.
Estuvimos cantando un rato mientras Aida se había ido por algo de comer para los tres.
Cada nota, cada palabra que surgía de la guitarra y mi garganta eran sueltas como aves en el cielo, libres de llegar a donde puedan, de provocar o calmar a quien la escuche, de alegrar o entristecer, de hacer y deshacer de lo que no teníamos control, la vida.
https://youtu.be/Ish32U_rWII
La pasamos así hasta que Iván llego horas después, nos llevó a comer en un restaurante elegante y luego nos encamino a un apartamento, no tan grande, por lo que mi hermana y yo tuvimos que compartir la habitación, Max por su parte tuvo una habitación para él solito.
Suertudo
Estaba por caer la noche, me encontraba sentada sobre la cama de doble plaza con mi guitarra componiendo la canción que hace días inicie, de repente empecé a sentir una opresión horrible en el pecho, un ligero escalofrió me recorrió todo el cuerpo haciéndome temblar.
– ¿Eve, estás bien? – oí la voz de mi hermana.
–Si – respondí– solo me dio un mal presentimiento–
– ¿De qué? – cuestiono sentándose cerca de mí.
–No sé– dije– es como si, algo malo paso y no sé qué es–
–Debe ser el cansancio, anda duerme– menciono quitándome la guitarra y colocándola cerca de la cama.
Me acobije dentro de los edredones queriendo quitarme esa mala sensación de mi ser pero no podía, es más, se incrementaba, y luego de unos minutos mientras veía la lámpara que dejamos las dos encendida por mi miedo a la oscuridad, un nombre se me vino a la mente.
Eliam
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