Capítulo 20
Eliam
A más de ocasionar un sentimiento arrasador con mi cordura, ahora no me dejaba dormir.
No me sacaba de la cabeza su imagen, su tacto, su aliento, sus labios...
Cielo santo sus labios, la había besado y no me puedo creer que llegue a eso.
De solo conocerla hace pocos días y ya puso mi vida de cabeza, y con lo que paso esa noche, ya ni me imaginaba lo que sería de los dos de ahora en adelante.
Claramente incomodo, pero de algo estaba seguro, una sensación más extraña de lo habitual no me hacía retractar de lo sucedido.
Pero sea como sea y a cualquier costo debía olvidarme de eso, debía sacármela de la cabeza y que mejor, supongo yo salir de los límites e ir a las Vegas para perderme y calmarme un poco, es un viaje largo que al menos me ayudara a dormir, luego de algunas copas.
No es mi mejor comportamiento lo sé, pero no encuentro nada más.
Mi estadía en las Vegas fue corto, lo que duro fue la resaca que me dio luego, en la mañana.
Antes no me hacía tan feo esa sensación de agotamiento y dolor, pero ahora luego de casi nueve meses, fue lo peor del mundo.
En mi viaje de regreso había decidido pasar por casa de mis padres.
Por suerte estuvieron los dos, hace más o menos unos cuatro meses que nos veía, y a pesar de que mi padre me saca de quicio ya lo extrañaba.
–Junior, que alegría verte – dijo mi madre al verme por la entrada de casa que en si era una mansión, extendida por un amplio espacio verde cortado con precisión y dando la forma lineal adecuada rodeando los caminos de acceso, relleno de árboles a un extremo cerrando el perímetro y uno que otro asiento disperso para disfrutar de la vista o para descansar luego de haber entrado en la piscina que hay justo por el frente.
Cuando estuve ahí los cielos se hacían cada vez más oscuros y eso hiso que las luces de la piscina se encendieran dejando ver la baldosa llena de detalles y brillos que relucían haciéndola parecer un mar lleno de cristales en el fondo.
La casa que era de color blanco crema también relucía con sus luces del interior que por medio de los ventanales extendidos por los tres pisos revelaran cada decorativo escogido por mi madre que ahora se hallaba más que feliz cuando me vio.
–También me alegra madre – dije cuando la tenía más cerca para abrazarla, ni con el metro ochenta que tenía la alcanzaba, ella era realmente una mujer alta, castaña de mirada verde como Marcela, que además lucia un traje casual precioso.
–Como te ha ido últimamente hijo –Menciono mi padre acercándose.
–Bien no ha habido ninguna novedad– respondí
– ¿Y Marcela? – pregunto luego.
–Ella... ya no sale conmigo – le dije analizando cada palabra, pero no importa lo que haga de igual forma seguiría con su idea de desheredarla.
–Esa niña ya es caso perdido, debí encerrarla mientras podía para no perderla de ese modo– menciono enfocando su vista en los arboles de la esquina.
–Eliam no hables de esa forma de tu hija, cometió un error con ciertas amistades, ahora hay que ayudarla– le reprendió mi madre y era verdad, debíamos ayudarla no acabarla.
–Teresa no me importara demasiado que ella estuviera en ese círculo vicioso, si tan solo se molestara en disimularlo fuera otra cosa, sería más fácil controlarla, de una forma discreta y sin arruinar su propia imagen, pero no la señorita sale a hacer relajo y además de eso sale anunciada a cada momento como la más rebelde en las noticias, nunca debí dejar que se fueran a esa academia– concluyo ya perdiendo el control de sus nervios.
–No es problema de la academia es problema de ella que se dejó influenciar... – dije a medias
–Y por qué no estuviste con ella entonces, y porque casi pierdes un año en el colegio – atacó interrumpiéndome y prácticamente eso basto y sobro.
En pocas palabras me derrumbo.
–Eliam basta, junior tan solo vino a visitarnos no ha soportar tus sermones – intervino mi madre.
–Descuida madre, en eso tiene razón– dije luego de un momento, porque era verdad era mi culpa, si hubiera estado más tiempo con ella no habría conocida a Eva no se habrían amigado y ella no se habría enviciado y...
Y yo no me habría enviciado en acercarme a ella para estar cerca de mi hermana, por lo tanto no me hubiera quedado en recuperación antes de graduarme.
–No, no la tiene – aseguro mi madre – Pronto aprenderá y volverá, ella no está acostumbrada a esa vida y se va a dar cuenta del error que comete, no es una niña Eliam, y para cuando vuelva que espero sea pronto, necesitara de todos para sentirse bien y no con un instinto suicida por haber fallado–
– Entonces piensas dejarla, a que haga lo que le venga en gana – menciono mi padre.
–No soltaremos la cuerda Eliam pero tampoco la vamos a jalar, porque se va a resistir y se alejara más, y yo por mi parte quiero conservar a mis hijos lo más cerca posible – concluyo ella con una clama incomprensible a cualquier ser vivo, era lo bueno de ella, jamás se alteraba y creo que por eso esta familia no se ha separado.
–Disculpen – llamo la voz de una joven con uniforme para llamar la atención – la cena ya está servida –
–Gracias Mina – dijo mi madre – por favor coloca un plato más, hoy mi hijo nos acompañara–
–Si señora – respondió la joven y se retiró sin quitarme la mirada de encima, no me ha visto lo sé ni yo a ella, pero no era motivo para que me analice de esa forma.
Hoy no muñeca.
Ya suficiente tenía con una chica que me está dejando hasta sin sueño.
–Bien – menciono mi madre otra vez y de ver su posición ya me imaginaba lo que diría.
–No hace falta – le dije para evitarlo.
–Si hace falta junior, tenemos un acuerdo – explico mirando a mi padre, que no se hallaba para nada feliz.
–Lo siento – dijo sin más, mirándola fijamente
–No es a mí – menciono ella encaminándose al interior de la casa.
–No eres la única que quiere mantenerlos cerca – aclaro antes que se fuera por completo y no escuchara.
Yo me quede ahí paradito sin saber qué hacer viendo como ella se iba, luego de que el resonar de sus tacones desapareció él fijo su vista en mí.
En describirlo era fácil yo era su reflejo solo que más alto y maduro, llevaba puesto unas bermudas y una camisa blanca junto a unas sandalias que le hacían juego con el resto del conjunto.
–Es mejor alcanzarla antes de que vuelva – menciono encaminándose a la cocina y yo lo imite hasta estar a su lado.
No es que no brinde afecto pero si me asusto cuando sentí su mano en mi hombro.
– Lo siento – volvió a decir.
–Descuida – le respondí.
No es su culpa ni de nadie, solo es mía.
En la cena que sirvieron me encontré con mi dulce y querida abuela, una muy buena mujer que quería a todo ser vivo sobre la faz de la tierra, activa y más viva que la palabra, a donde sea que fuera siempre sacaba una sonrisa o alegraba su alrededor con su sola voz.
–Mi niño llegó– Menciono al verme – pronto Mina tráete los bocadillos de la despensa y una botella de jerez–
– No Mina, que ni se te ocurra, Mamá no puedes beber que te ocurre – espetó mi padre
–A mí no me ordenan, ándale Mina trae lo que pedí, soy lo suficientemente mayor para tomar mis decisiones– respondió ella.
–Mina no–ordeno mi padre– por todos los cielos madre es por tu bien – Insistió pero nada era nada.
–Mi bien exige una botellita de jerez, nadie en esta casa tiene ochenta y nueve años así que me deben respetar y obedecer todos aquí– sentencio
–Si Margarita, tranquila– intervino mi madre, y no hay que decir que mi padre ya estaba que la mataba con la mirada– Es más yo le traigo la botella de jerez, Mina que se retire a la cocina a descansar un poquito, que le parece–
–Por eso te quiero hijita–menciono mi abuela más tranquila– Porque no aprendes de tu esposa ¿ah? – reprendió luego a su hijo y antes de que protestara mi madre de nuevo lo interrumpió.
–Ustedes sigan cenando, Junior acompáñame por la botella– dijo y obedecí.
Nos adentramos a la cocina y estando ahí con la presencia de Mina, me aventure a preguntarle si era verdad lo que iba a hacer.
– ¿Si vas a llevar la botella? –
–Hay no junior, como crees – respondió ella abriendo el estante donde había varias botellas de vino– tan solo lo dije para que se calmara, pero en realidad lo que lo voy a dar es un poco del vino casero que dejo tu abuelo antes de salir–
–Ah... así cambia la cosa – dije comprendiendo.
–Sí y lo que necesito de ti, es que estés cerca de tu Papá y se lo digas para que no arme escándalo cuando Margarita tome del vino– me pidió sacando el vino en una copas que extrajo del estante junto al de los vinos–Mina pásame una bandeja–
–Claro madre, no te preocupes – mencione aceptando lo que me pido.
–Aquí tiene Señora – dijo Mina reposando la bandeja en el mesón y colocando las copas que ya estaban llenas dentro –Necesita algo más –menciono cuando termino.
–No Mina gracias, puedes retirarte – concedió mi madre.
–Compermiso señora – menciono con una inclinación de su cabeza– Joven –
Con lo último que dijo me quede pensando, y más por volver a ver la forma en la me analizaba y se iba.
–Ahora que hice – dije al ver como mi madre sonreía.
–Te has hecho igualito a tu padre – respondió y más confundido me dejo – son el blanco de cualquier mirada femenina–
–Si tú, ándale – le mencione tomando la bandeja.
–Solo espero que traigas una buena chica a la casa– sugirió quitándome dos copas de la bandeja y adelantándose.
–Hay Mamá – exclame, no era la primera vez que me decía ese tipo de cosas.
Nadie en esa casa conocía de mi noviazgo con Eva y bueno, no es algo que quise a las buenas, era una chica demasiado guapa y muy talentosa, la llegue a querer demasiado, pero su carácter complicaba siempre la situación.
Cuando estuvimos con los demás en el comedor, me adelante a advertir a mi padre de la idea de mi madre, y tal parece que se lo tomo bien durante toda la cena, mi abuela por su parte creyó que si tenía jerez en sus manos lo cual la tenía muy feliz.
En conclusión de todo el alboroto que viví hace horas y la noche anterior fue muy buena idea llegar a casa una vez más, quería quedarme pero no podía, debía volver a la academia.
Me despedí de todos y antes de poner un pie afuera mi padre se acercó a asegurarse que me inscribí para la facultad de arquitectura, y si, saque los papeles necesarios para inscribirme en mi segundo año para continuar con el trabajo de mi padre.
***
La semana que vino paso con normalidad, y aparte, de lo que fueron a preguntar, la presentación que hicimos nos valió el primer lugar y los otros dos grupos se llevaron puntos del segundo y tercer lugar, hasta el que quedo a medio presentar se llevó buenos puntos por lo poco que mostraron.
El grupo en general se emocionó por lo que nos dijeron y según lo que escuchaba de ellos a Ed casi le da cólera luego de la presentación, por no tener idea de que sucedería.
Yo para ese entonces me había marchado, no me pare ni un segundo a ver si alguien me seguía o se daba cuenta de mi presencia e intención de desaparecer.
Aun no superaba lo que hice, realmente me atormentaba ese momento, porque lo disfrute y sin negar nada a mis sentidos descubrí que la necesitaba cerca otra vez.
Verla fue como tener un oasis a pocos pasos.
Y con referencia a los días anteriores que compartimos, se animaba a cualquier cosa con cualquier otra persona que no sea yo.
Sentía su alejamiento, y no la culpo, pero tarde que temprano me la encontraría y la tendría sola para aclarar todo.
Aunque no sé qué pienso aclarar si estoy más perdido que la palabra.
Me sentía totalmente fuera de mí mismo, ni siquiera podía ocultar que si me hacía falta verla con una sonrisa para mí por sus ocurrencias.
– ¿Qué fue lo que hiciste? – me llego a preguntar María cuando íbamos camino a contemporánea
–Hacer que – dije sin entender a quién o que se refería.
–A Eve, hace días parecían inseparables, ahora me parece muy extraño que ya no estén así–explico
–Explícate que no te entiendo– volví a decirle, no creo que haya sido demasiado la forma en la que pasamos juntos para que ahora cualquiera se dé cuenta de nuestra repentina lejanía.
–Hay ya, no te hagas el tonto – me dijo parando en la puerta del salón.
–Sin ofender María – le dije y ella se comenzó a reír.
–Bien ya, ya, no me cambies el tema– dijo y hecho su mirada a alguien que venía por mis espaldas– dime o le dijo a Eve que me diga aquí y ahora – sentencio.
–Bueno María y eso porque, ¿qué te hice? – dije alterándome sin comprender su acción, pero fue un error porque le ayude a solventar sus dudas.
–Ves, ves – me dijo sin parar de reír – algo paso entre los dos y lo voy a descubrir tarde que temprano ya verás– termino y entro al salón dejándome con un lió en la cabeza.
–Eliam vienes – pregunto Thom
–Sí, si – respondí y le seguí.
En la clase de contemporánea Eve pasó en un extremo junto con la maestra, en todas las clases que exijan un esfuerzo físico como gimnasia, llevaba un papelito que supongo decía que no podía realizar esa clase por su tobillo.
Luego de haber terminado con la clase fui de nuevo a mi apartamento y una vez terminado de arreglarme salí en dirección a la biblioteca por un llamado de Thalía donde decía que todos nos reuniríamos ahí.
No me dijo por qué o para qué, pero si aclaro que me apresure.
Estaba en las puertas de la biblioteca y recibí un mensaje de María diciéndome en que sección están y que me mueva que solo falto yo.
Abrí las puertas de madera que crujieron un poco e hicieron eco por dentro como en todo lugar lleno de estantes ordenados de la A-Z y por secciones de acuerdo a los géneros literarios, hacia un silencio sepulcral y una que otra persona iba y venía con libros entre sus manos ocasionando leves sonidos que retumbaban en toda la biblioteca.
Cerré la puerta despacio, sin ocasionar demasiado ruido y luego me encamine a la sección A de clásicos, y madre mía con la chica que me encontré.
Estaba tan atenta leyendo un libro de pasta oscura que cuando me escucho llegar hasta ella se asustó.
No había nadie en esa parte de la biblioteca, nadie, solo ella, y francamente ya me hice a la idea que esto era una obra de María.
No sabía que hacerme con ella ahí, y Eve parecía estar en el mismo apuro de querer desaparecer.
Gracias por leer
Un abrazo enorme
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