Capítulo 14
Eliam
No me cabía en la cabeza como pude ser tan torpe al preguntarle algo a Eve y destruir todo rastro de felicidad en su rostro.
Claramente no le agrada hablar de sus padres y me sentí un total IDIOTA cuando metió una excusa algo aceptable y se fue.
Deje se fuera con ventaja, no quería seguirla molestando mucho menos hacerla sentir más mal de lo que estaba.
Le di su espacio para calmarse.
Llegue a la moto y ahí estaba ella, terminado de colocarse su sudadera por el frio que empezó a hacer, ya temía que enserio fuera a llover, así que cuando subí arranque rápido para alcanzar a llegar a tiempo.
Sin embargo ligeras gotas de lluvia me fueron rozando la cara a medida que avanzábamos, acelere lo más que pude porque ya aviamos salido a la avenida, y ahí no había lugar para poder protegerse de la lluvia que a medida que pasa el tiempo se hacía más intensa.
Continuamos el camino pero la lluvia se convirtió en un serio problema.
Por suerte divise unas dos casa de madera desgasta a un extremo de la avenida.
No era mucho pero serviría para protegernos de la lluvia hasta que se calme un poco.
Arrime la moto lo más que podía a un pequeño pórtico que había en la casa de madera y así pude ayudar a Eve para que no se moje más, aunque en si ya estaba empapada de pies a cabeza, al igual que yo.
Ella se quitó el casco y se acercó a una de las paredes de la vieja casa y se apoyó ahí tratando de guardar calor.
Deje la moto lo más cerca posible del pórtico para que no se mojara más de lo que ya estaba.
Dejándola ahí me acerque a Eve.
Ella estaba prácticamente temblando más que una gelatina y se abrazada a sí misma en busca de calor.
Todo parecía un síntoma normal, de si estabas en plena avenida bajo una gran lluvia escondido en una casa de madera que parece se va a destruir con el simple roce del viento.
Pero su mirada se hallaba perdida en la carretera.
Estructuraba lentamente cada parte del horizonte, parecía que su cuerpo estaba aquí pero en si su mente estaba en otro lugar.
Ni cuando estuve a su lado quito su mirada del paisaje oscuro.
–Eve– la llame
–mmmm – fue su única respuesta.
–Lamento si...–estaba por pedirle disculpas, pero ahí estaba interrumpiéndome otra vez.
–No es tu culpa, es mía– dijo poniendo su vista en el suelo– supongo–
–De todos modos lo siento– volví a decirle.
No es que yo estuviera más seco que ella pero valía tratar de juntar calor entre los dos.
– ¿Qué haces? – pregunto de repente al ver que la quería abrazar.
–Trato de abrigar a mi conciencia, sin que me golpee– le respondí
Dio un suspiro pesado elevando sus ojitos cristalinos de café– no lo voy a hacer descuida– dijo sonriendo un poco.
Pensé que estaba algo mejor, pero me equivoque.
Me gustaría ver que se trataba de algo fingido, pero yo la notaba con una tristeza sincera, las lágrimas que inundaban sus ojos y que amenazaban salir eran de un sufrimiento profundo.
En ese momento me sentí demasiado mal e impotente de no saber cómo ayudarla.
Sentía que temblaba, pero no por el estrépito frio sino por angustia y dolor.
Supongo que se encontraba demasiado devastada.
Había aceptado mi abrazo y además apoyo su cabeza en mi pecho.
De no ser por sus suspiros rotos no me habría dado cuenta de que ya estaba llorando.
–Ay que pena perdón– dijo separándose para limpiarse las pocas lagrimas que abandonaron sus ojos.
–No tienes de que disculparte– le dije ayudándola.
–ciento yo haber dicho idioteces– mencione luego.
–No lo sabias, así que está bien – dijo queriendo apaciguar el dolor que a mi también me oprimía el corazón, sentí un pinchazo agudo en el alma al ver que seguía sosteniendo lágrimas, y unas muy traicioneras se le escapaban
– Yo... – comenzó a hablar, pero su voz ya era otra, no trasmitía esa sensación de alegría o felicidad, trasmitía un dolor opresor de todo rastro de vida– no... no puedo... ah... no puedo... molestar a mis padres con eso porque... – tomo una bocanada de aire, y a mí ya me preocupo lo que podía decir– no... no tengo padres a los cuales molestar– dijo por último y todo lo que sostuvo en el pesar de sus lágrimas, cayo como las gotas de lluvia a nuestro alrededor.
Mi alma desapareció.
No esperaba que le haya ocurrido semejante tragedia, lo peor de todo es que no sabía qué hacer.
Tan solo opte por abrazarla.
–Lo lamento – fue lo único que pude soltar.
Ella volvió a recibir mí abrazo y colocó su cabeza en mi pecho.
Se aferró a mí, tanto que sentía su dolor como el mío.
Una sensación amarga y punzante invadió todo en cuestión de segundos, nublo los horizontes y aniquilo todo rastro de luz.
En aquella penumbra.
Con la lluvia.
Me sentía perdido, y ella...
No me quería ni imaginar lo que debería estar sintiendo.
Quizá resumiéndolo, un dolor profundo, uno que parecía apaciguarse a momentos por fugaces rayos brillantes
Estos se fueron haciendo cada vez más duraderos hasta quedar extendidos en varios espacios del tiempo y queriendo complementando aquel vacío profundo que al parecer no tenía fin.
La lluvia también se fue calmando, de la tormenta desgarradora que fue antes ahora queda una ligera capa de agua cayendo repartida en millares de gotas, cubriendo toda la superficie, acompañada de una brisa suave y helada.
Eve parecía sentir esa brisa con mucha precisión, todo su semblante tembló debajo de mí, hasta se removió un poco por el cortante frio que se empezó a sentir.
Ni yo soportaba ese frio, nadie en su sano juicio lo haría.
La abrace más fuerte tratando de darle todo el calor que estaba a mi alcance.
Me remordía tanto haberla traído, estando ahí puede atrapar un resfrió o algo más y eso si no me lo iba a perdonar.
Suficiente era ya haberla hecho llorar.
–Eliam –llamo Eve con el castañar de sus dientes.
– ¿Estás mejor? – le pregunte de inmediato.
Busque su mirada y está aún estaba dolida.
–Más o menos– respondió con un intento vano de sonreír.
Y en ese instante, creo que la... ¿lastima? O en si un sentimiento anónimo me gano, me acerque a ella y le di un beso en lo alto de la cabeza queriendo transmitirle me apoyo.
Jamás podría hacerme una idea de ese vacío que queda al perder a tus padres, podrán ser pesados, muy mandones, gruñones o quizás hasta fastidiosos, sin embargo a lo largo de mis 19 años conviviendo con ellos he aprendido que pase lo pase siempre van a estar ahí apoyándote y dándote todo lo que necesites, no importa lo que llegara a suceder ellos siempre estarán a tu lado.
Y no tener ese apoyo, ese cariño que solo ellos te trasmiten debe ser una muy mala pasada del destino.
Aunque no debe estar totalmente sola, debe tener alguien quien se haga cargo de ella, un hermano o hermana algún familiar.
–Te puedo... – aclaro su garganta débil y ronca– Te puedo pedir un favor–
–Lo que sea – respondí.
–No le digas a nadie por favor– pidió.
–No lo haré, tranquila–asegure y ella elevo su vista a la mía, sus ojos aún se hallaban demasiado cristalinos y reflejaban claramente el dolor que aun aguantaba internamente.
–Gracias – respondió luego de unos segundos– nadie lo sabe, hasta ahora solo tú –
–Me siento importante – confesé y se le escapo una sonrisa.
La que añoraba ver
–Es solo por eso que no me atrevo– dijo luego de unos segundos– Mi tío está custodiando de mí y ya no quiero pedirle más favores–
–Sin embargo– dije para llamar su atención– Lo que le pidas ahora se lo puedes devolver luego, no es que vas a malgastar su dinero lo vas a invertir de cierta forma–
–Bueno tal vez– acepto– pero no sabría cómo pedírselo, digamos que al meter la pata también metí la otra y se enojó conmigo... – respondió señalando su tobillo– yo... sabía que no podía hacer gimnasia, sin embargo lo hice, y el destino me jugo una mala pasada entonces se enteró y me regaño–
–Pregunta – dije sin entender eso de que no podía hacer gimnasia – ¿Por qué no podías? –
–A pues, eso es porque...– respondió mirando de un lado al otro, sabía lo que se proponía y no se lo iba a permitir.
–Sin mentir– advertí entonces.
–Pues... – dijo queriendo alejarse – yo... yo, yo, yo, primero que nada promete, júrame que no le dirás a nadie lo que te estoy diciendo y lo que te voy a decir–
–aunque me estas asustando– confesé – te lo prometo–
–Júralo– volvió a decir colocando su mirada en mí.
Me está asustando más, pero es algo que puedo cumplir.
–Te lo juro– volví a decir lo más convincente que pude.
Quería que me creyera.
Quería demostrarle que podía confiar en mí
En que nunca la dejaría sola.
No sabía de donde salía esas ideas y esa necesidad de cuidarla, pero no me lo iba a cuestionar, al menos no ahora.
Ella había clavado su mirada en la mía, esa mirada dolida y cristalina me traspasaba el alma.
Sentía que miraba violando todo tipo de frontera, estaba buscando algo de donde sostenerse para poder confiar.
No la culpo, es un tema demasiado delicado y tampoco la podía obligar a que me lo dijera.
–Antes de llegar a la academia, tuve una mala caída– dijo luego pero una sensación al verla me dijo que no era del todo cierto– no debía hacer ningún esfuerzo físico por dos meses–
No me abrumo el hecho de que sintiera su desconfianza, si no lo que me dijo en referencia a su salud.
No debía hacer ningún esfuerzo físico
Me quede meditando sus palabras y también empecé a recordar la clase de gimnasia que tuvimos.
A caso estaba loca
–Eres imposible Evelyn como... – dije sin comprenderla– cómo pudiste jugar a así con tu salud...–
–Está bien ya, ya con la regañada que me dio mi tío basta y sobra créeme– dijo callándome – no hace falta que me regañen más y ya prometí tomarlo más en serio–
–Si quiera eso– le respondí negando con la cabeza – me impresionas demasiado–
– ¿Enserio? – cuestiono
–Sí, solo a ti se te ocurre hacer semejante cosa en tu estado– explique y... momento – espera, ¿Por eso no querías ir a la enfermería? –
–a bueno es que yo... – menciono queriendo meter una excusa pero esto arrevaso los limites, lo único que me mantenía a la raya era que estaba mejor y no la iba a regañar, al menos no ahora, pero me iba a escuchar en un futuro.
–Sabias que te vendarían el tobillo, santo cielo– concluí sin creérmelo– sabes, ahora me siento feliz de no haber hecho caso–
–Sí y yo admito que fue lo mejor, así que... gracias, supongo– dijo después abrazándose a sí misma y perdiendo su mirada en la leve lluvia.
–Al menos lo reconoces– dije con la intención de apaciguara el ambiente.
–sí, y perdón enserio, por todo el mal rato – confeso después, esta chica sorprende demasiado.
Estaba pidiendo perdón
–Bueno, lo que pasó, pasó y ya se quedó en el pasado, olvidado, ya no vale recordar eso pepito grillo tranquila–
–Te puedo pedir otro favor– dijo y yo me asuste
–Mientras no consista en dejarme golpear, está bien– respondí
–Rayos – soltó con frustración.
–Oye tu pensabas...– dije sin poder terminar por su risa que a pesar de ser mala era agradable.
–No, no, no, no, no era broma –aclaró luego de unos segundos con esa sonrisa antes ausente que me empezó a gustar–en realidad quería que por favor me llevases a donde el médico que me atiende para que me quitara el vendaje–
– ¿Con que lo amenazaste para que te lo quite?– cuestione con varias dudas.
¿Tan pronto se lo quitarían?
– Con nada–aclaro ofendida– el llamo a mi tío y él me dijo que fuera a las 5:00, con todo esto de la lluvia ya debe estar cerca la hora– explico y le daba razón.
–Por ser mi conciencia te ayudare – dije dándole mi saco que por dentro estaba algo más seco, Bueno a comparación de su sudadera mi saco está realmente libre de toda humedad.
– ¿Qué haces? – cuestiono cuando se lo di.
–Ayudarte, tómalo o te dejo– advertí para que me obedeciera.
–Está bien, está bien no pensaba rechazarlo– dijo tomándolo.
Todo nuestro alrededor aún seguía con esa ligera capa de lluvia inclinada hacia la derecha.
–Es mejor aprovechar que la lluvia no es muy fuerte, vámonos–le dije y fui por el vehículo que teníamos.
Lo atraje más al pórtico para que pudiera subir sin mucho problema y oh madre mía cuando la vi.
–Qué ni se te ocurra burlarte que te acabo la muleta en la cabeza– advirtió con percatarse que quería reírme, pero para dejarla tranquilita me aguante la risa lo más que podía.
Se veía tan linda con mi abrigo, este le quedaba como unas dos o tres tallas más grande y por eso lucia muy adorable.
–Yo no he dicho nada– respondí en mi defensa– aún –
–Lo pensaste – apunto y acertó, pero no lo iba a confesar en voz alta.
–Por qué mejor no subes al vehículo– mencione para que no me viera.
Enserio se veía muy adorable.
Y poco iba aguantar la risa
–Solo porque me hace frio, por nada más– aclaro colocándose el casco, luego se fue acercando.
La ayude a subir y fuimos saliendo nuevamente a la avenida.
Junto con la lluvia que azotaba mi rostro sin piedad alguna, atravesamos el corto trayecto que quedaba de la avenida.
La lluvia comenzó a hacerse más fuerte a medida que entrabamos a la academia, por suerte la enfermería se hallaba cerca.
Supuse que ahí estaría el médico de Eve.
Me parquee ingresando un poco al pasillo que se encontraba fuera del edificio.
Mientras yo me bajaba, Eve ya estaba sacándose el casco y luego se apoyó en mí para poder bajar del vehículo e ingresar al edificio.
Atravesamos los pasillos para llegar a la enfermería y cuando llegamos encontramos a Margaret acomodando unos medicamentos.
–Buenas Tardes– saludamos los dos al mismo tiempo.
Eso fue raro
–Hola chicos –dijo terminando de colocar unas píldoras en su lugar y revirándose a recibirnos– Eve –menciono al verla – ¿Cómo has estado? dentro de poco llegara el Dr. Murphy– informó y continuo con su trabajo.
–Bien gracias– respondió ella y se aproximó a la camilla que estaba en un extremo de la habitación blanca.
Paso poco tiempo y un señor trajeado de blanco ingreso a la enfermería.
Tuve que salir y vaya que se demoró el señor ese atendiendo a Eve.
No conocía el origen de mi intensión al esperarla pero ahí estaba.
Apoyado en la pared aguardando que saliera.
Espero les haya gustado
también espero sus votos y comentarios
Gracias por leer
Un abrazo enorme :)
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