Capitulo I: nuestro nuevo camino
Aquella promesa sellada esa noche entre ambos jóvenes llegó a oídos de algunos guardias del castillo, posteriormente a los asistentes de Zen. Mitsuhide estaba molesto porque Obi aprovechó la situación, pero Kiki sabía que había algo más y por eso decidió ir a la habitación de su amiga para escuchar de ella misma lo ocurrido.
—Shirayuki soy yo, Kiki— golpeó suavemente la puerta del cuarto de su amiga —voy a pasar—
—Kiki adelante pasa— se levantó para recibir en un abrazo a la chica —me alegra que vinieras, quería hablar contigo—
—Me imagino que es por lo que están comentando todos en del castillo— se sentó junto a ella en la cama —por eso vine para que me lo cuentes tú—
—Se que te enteraste de mi discusión con Zen... Después de eso me di cuenta que mis sentimientos por él ya no eran los mismos y que ya no deseaba una vida a su lado en cambio por Obi siento algo mas que amistad no se como describirlo en este momento, pero lo único que tengo claro es que deseo tenerlo a mi lado—
—Así que era eso, todo ha sido un malentendido. Mitsuhide cree que Obi se aprovechó de todo esto— suspira —yo sabía que había algo más y por eso vine personalmente a preguntarte— miró a su amiga y tomó sus manos entre las suyas —sabes que siempre voy a apoyarte así como tu lo hiciste conmigo en aquel tiempo que tenía que tomar una decisión sobre Hisame—
—Kiki...tengo miedo— apretó las manos de su amiga —que pasa si Zen le hace algo a Obi? No quiero que nadie salga lastimado por mi culpa...—
—Shirayuki no digas eso, escúchame bien— acariciaba las manos de la pelirroja dándole consuelo —Zen fue quien se equivocó aquí al reaccionar de esa forma tu no hiciste nada malo solo querías ser sincera con él para no hacerle daño—
—Gracias... Por cierto con Ryu y Obi partiremos pronto— le dedicó una sonrisa por fin —su majestad Izana nos concedió el permiso—
—Me sorprende que no dijera nada— de verdad era algo nuevo en el hermano de Zen —a menos que estuviera esperando que hicieras eso—
—La verdad no me dijo nada malo, se avergonzó del comportamiento de su hermano menor y me pidió disculpas por lo ocurrido—
Y era raro pues Izana siempre estuvo en contra de la relación de ella y Zen, quizás cuando ayudó a todos en Lyrias sin importarle lo que pasara con ella lo hizo entrar en razón y también que se había casado hace ya un tiempo.
—En ese caso les deseo un buen viaje, prométeme que estaremos en contacto y cualquier cosa que pase me lo dirás si? —
—Lo prometo Kiki, tú también tienes que contarme cualquier cosa que llegue a pasar— sonríe —cuando estemos establecidos en un punto específico te mandare una carta para que puedas ir a vernos—
—Cuenta con ello Shirayuki— esta vez fue ella quien le dedicó una sonrisa
Luego de esa conversación Kiki se retiró para dejar descansar a la chica, pero en esos momento Shirayuki no podía dejar de pensar en la conversación que tuvieron la noche anterior con Obi. De tan solo recordar las palabras que le dijo un enorme sonrojo se apoderaba de sus mejillas.
—Obi... Estará por ahí durmiendo como siempre en un árbol o escondido para que no lo agarren hasta que nos vayamos? — murmuraba para sí misma deseando verlo
— ¿Me llamaba Señorita? — como si lo hubiera llamado apareció frente a ella en el balcón de su ventana —estuve aquí todo el tiempo, pero espere a que la señorita Kiki se fuera—
—E-Escuchaste todo? — el sonrojo en su rostro creció aún más
—No se preocupe no le diré a nadie lo que he escuchado aquí, será nuestro secreto— le guiño un ojo mientras se acomodaba frente a ella
—Que vergüenza que escucharas eso...— no se atrevía a mirarlo en estos momentos —eso no significa que lo que te confesé anoche sea falso—
—Lo sé yo tampoco mentí, mis sentimientos son sinceros— colocó una mano en su mejilla acariciándola con ternura y sin poder contenerse se acercó manteniendo una leve distancia con ella
—Obi...— se sentía nerviosa en ese momento, pero no eran iguales a los nervios que sentía con Zen
—Shira...— cerró su boca antes de pronunciar el nombre completo de la chica —Señorita debería irme ahora— sin embargo no quería alejarse de ella
— ¿Por qué nunca me has llamado por mi nombre? — eso la llenaba de curiosidad —Kiki y Mitsuhide siempre lo han hecho, pero tú nunca...—
—Eso es porque siempre tuve que tenerle respeto por el amo— aunque después de todo lo sucedido no era necesario hacerlo más
—Yo quiero que me llames por mi nombre, después de todo ahora ya no seremos parte del castillo— junto su mano con la de el que se mantenía en su mejilla
—Para siempre serás mi Señorita, pero tratare de llamarte por tu nombre— junto su frente con la de ella cerrando sus ojos —es momento que descanse, nos espera un camino difícil de ahora en adelante—
—Descansa Obi, nos vemos mañana— cerró sus ojos dedicándole una sonrisa
—Shirayuki...— antes de apartarse sostuvo las mejillas de la chica y la beso suavemente, un simple roce que transmitía todos los sentimientos que había reprimido todo ese tiempo
Cuando se separó pudo ver que el rostro de la joven estaba más rojo que su propio cabello, pero no se arrepentía de aquello las ganas de besarla habían estado reprimidas por mucho tiempo y ahora era momento de hacerle saber todo lo que mantuvo en silencio. Le dedico una sonrisa antes de marcharse a su habitación.
La pelirroja no reaccionó hasta que Obi se había ido, pasó uno de sus dedos por su labio la calidez que sintió al ser besada por su guardaespaldas fue la mejor de todas. Estaba cada vez más segura de sus sentimientos por él. Con eso en mente decidió que era momento de irse a dormir, mañana quería ir al bosque a recoger algunas hierbas antes de partir. No le diría a nadie porque no deseaba que el príncipe Zen se enterara y la siguiera.
Cuando amaneció Shirayuki se preparó para partir en busca de las hierbas, se colocó su capucha de siempre y salió en dirección al bosque. Se había despertado antes que todos en el castillo, así evitaría que los demás la vieran y sabía de memoria los turnos de cada guardia algo que le agradecía a Zen en estos momentos. Cuando por fin estuvo frente a la entrada del bosque suspiró levemente y se decidió por entrar, solo serían un par de horas y después volvería a la farmacia.
Unas horas más tarde todos los demás ya se habían levantado, Obi iba camino a la oficina de su amo, como siempre saltando entre los árboles. Lo había citado temprano esa mañana y sabía bien la razón de ello. Pero ya estaba decidido a no renunciar a su Señorita como lo hizo hace unos años atrás.
—Querías verme amo? — salto finalmente en el balcón de la oficina del príncipe Zen
—Obi...— lo miraba fijamente con el semblante serio —eres un traidor por aprovechar esta situación y confesarle tus sentimientos a Shirayuki—
—Yo no hice eso amo— sin miedo se paró frente a él —usted le hizo daño a la Damita y ella tomó su decisión—
—Zen, él no esta mintiendo— intervino Kiki —yo misma fui a hablar con Shirayuki anoche y me lo confeso— no iba a permitir que siguiera lastimando a su amiga
—Como puede ver la Señorita Kiki tiene razón, yo nunca lo hubiera traicionado— una sonrisa de lado se formó en su rostro —desde ahora estaré al lado de la Señorita como ella misma me lo ha pedido—
—Te recuerdo que sigues trabajando como mi mensajero y que no te puedes ir así como desees— no permitiría que Obi le quitara a la mujer que amaba
—Usted me dio un nuevo trabajo amo, cuando la Señorita estuvo en Lyrias me permitió irme con ella y estar a su lado sea donde sea que fuera— bufo de manera sarcástica —después de todo me nombraste su custodio así que ahora depende de Shirayuki que pasara conmigo— con una leve reverencia se despidió de todos —hasta luego su Alteza Zen—
Sin esperar respuesta de ninguno de los presentes saltó nuevamente fuera de la oficina y desapareció como siempre entre los árboles. Ahora le interesaba encontrar a su damita para contarle que se había enfrentado a su ahora ex amo, por lo que se dirigía directamente a la farmacia donde sabía que podía encontrarla siempre.
Al llegar frente a la farmacia se dio cuenta que solo estaba el pequeño Ryu que parecía preocupado, decidió de todas formas entrar.
—Pequeño Ryu— llamó su atención —sucedió algo? —
—Obi-San— dirigió su mirada hacia él —no estabas con Shirayuki-San de casualidad? — aquella pregunta lo hizo preocuparse
—La Señorita no está aquí? — los recuerdos de lo sucedido en Tanbarun llegaban de la nada y la culpa volvía él
—Pensé que estaba contigo y por eso no me preocupe, pero es raro en ella nunca llegar a la hora cuando es siempre la primera en estar aquí desde temprano—
—No te preocupes la voy a encontrar— le guiño un ojo con una sonrisa dándole tranquilidad y confianza
—Muchas gracias, cuento contigo entonces— una leve sonrisa se asomo en los labios del pequeño —le avisare a la jefa—
Obi nuevamente saltó entre los árboles buscando a la chica pelirroja desesperado, esta vez sí que no se perdonaría si algo le llegaba a suceder. La culpa de no haberla protegido una vez lo atormentaba siempre y no hacerlo por segunda vez lo destruirá por dentro el resto de su vida.
—Damita...— murmuraba mientras saltaba buscando por todos lados cuando de repente tuvo una corazonada de donde podía estar y no perdía nada con ir
Eso lo impulsó a ir más rápido dando saltos más largos entre todos los árboles que rodeaban la entrada al bosque. Su mirada se paseaba por todos lados hasta que por fin la divisó cortando unas hierbas, sin pensarlo más aterrizó frente a ella y la rodeó por detrás con sus brazos.
—Obi...? — no se había percatado de la presencia del chico hasta que sintió su aroma familiar rodearla
—Señorita— la mantenía con fuerza entre sus brazos con miedo a que desapareciera en cualquier momento —Por qué no le dijo a nadie que vendría aquí? Temía que algo le hubiera pasado—
—P-Perdón, es que no quería que Zen lo supiera y viniera detrás mío— ese ataque sorpresa por parte de Obi la dejo más atontada de lo normal
—Menos mal la encontré— se separó ligeramente de ella para que volteara a verlo —el pequeño Ryu también estaba muy preocupado—
—Lamento siempre causarles molestias— suspiró desviando su mirada —como supiste que estaba aquí? — eso le daba curiosidad
—Solo seguí mi instinto y supuse que estaría por aquí, se lo mucho que le gusta salir al bosque, pero siempre puede pedirme que la acompañe— acarició suavemente una mejilla de la chica —para mi no es ninguna molestia—
—Gracias Obi, pero me buscabas para algo? — volvió su mirada hacia él —Zen... de casualidad te ha llamado? Kiki me dijo que de seguro iba a hacerlo—
—Así es, el amo me ha llamado— mantenía sus ojos fijamente en ella —le he dicho que me iré con usted y el pequeño Ryu, por supuesto se ha enojado, pero ya no trabajo mas para él recuerde que desde que me envió a Lyrias con usted pase a estar bajo su cuidado—
—Es cierto... Entonces podremos dejar juntos Clarines— los ojos de Shirayuki se iluminaron de la emoción —la jefa Garak habló con el Rey Izana, nos dio permiso de irnos—
Eso tomó por sorpresa a Obi, desde un minuto pensó que también tendría que discutir y pelear con el hermano mayor del príncipe Zen. Pero que los dejara marchar así como así le parecía extraño.
— ¿Es en serio? — su rostro reflejaba la sorpresa —pensé que no nos dejaría abandonar el castillo, después de todo tomó mucho tiempo que les diera su permiso de comprometerse—
—Me lo dijo la misma Kiki anoche— su mirada no mostraba señal de dudas ni nada parecido —se molesto por el comportamiento de Zen y por eso lo ha permitido—
—Hay que volver entonces, vamos Señorita— de un momento la cargó entre sus brazos para saltar entre los árboles con dirección a la farmacia real
Al llegar frente a la farmacia esta vez entraron por la puerta, en cuanto Ryu y la jefa Garak sintieron que alguien abría la puerta se aliviaron al saber que era Shirayuki.
—Perdón por preocuparlos, solo fui a buscar un poco de hierbas antes de partir— les enseño un pequeño bolso lleno de distintas hierbas
—Shirayuki-san me asuste mucho— sin que nadie se lo esperara el pequeño abrazo a la chica con unas pequeñas lágrimas
—Lo lamento Ryu, no volveré a hacer algo así— abrazo de regreso a su amigo
—Entonces está todo decidido Obi-kun, Shirayuki-kun, Ryu— llamó la atención de los tres la jefa —podrán partir cuando ustedes lo deseen—
El resto de la tarde se dedicaron a ordenar y organizar todo lo que llevarían para su viaje, también pensaban cuál sería su destino, la joven pelirroja estaba sumida en sus propias ideas. Tenía deseos de ver a su padre y a los demás leones de la montaña.
Ya a media noche tenían todo, se irían a primera hora de la mañana. Era momento de que ambos hablaran frente a frente con ambos hermanos de Clarines
Uno de los sirvientes de Izana le aviso que Shirayuki y Obi deseaban hablar con él y Zen, por lo cual mandó a llamar a su hermano mientras los esperaban
—Debe ser importante lo que desean decirnos para venir a esta hora— dijo Izana mirando a la joven pelirroja y al chico a su lado — ¿tomaste una decisión no es así Shirayuki? —
—Rey Izana, príncipe Zen— le dedicó una reverencia a ambos —con Ryu y Obi nos encontramos listos para partir mañana, la jefa farmacéutica está enterada ya—
—Hermano! ¿Vas a permitir que se vayan así como así? — Zen estaba molesto no iba a dar su brazo a torcer tan fácilmente, no dejaría que le quitaran a la mujer que debía ser suya
—Zen ellos no han hecho nada malo, fueron honestos con lo que sucedía y tú te comportaste de manera muy egoísta con ella— su mirada mostraba que estaba aun enojado con él
—Nunca fue mi intención hacerle daño a nadie, yo solo fui sincera con lo que siento— miraba a ambos hermanos
—La Damita tiene razón, además yo nunca lo hubiera traicionado y lo sabe porque había renunciado a mis sentimientos por ella— sin pensarlo mucho tomó la mano de Shirayuki —pero desde ahora no me apartare más de su lado a menos que ella lo desee—
—¡No lo acepto! — Zen mantenía apretada su mano alrededor del mango de su espada —no dejare que te lleves a Shirayuki—
—Deja de portarte como un niño Zen y recuerda tu posición como príncipe— su tono mostraba aún más molestia que su mirada —pueden retirarse, iré a despedirlos en la mañana—
Obi jalo suavemente de la mano a la chica para salir de ahí antes que el joven príncipe cometiera una locura. Shirayuki simplemente siguió al chico hasta que la dejó en la puerta de su habitación
—Descanse, mañana tenemos que levantarnos temprano— llamó la atención de ella al momento de hablar
—Tienes razón, desde mañana empezaremos un nuevo camino— había salido de su trance para dedicarle una sonrisa —gracias Obi, por aceptar venir con nosotros— lo abrazó de repente rodeando su cuello
—Shirayuki...— correspondió al abrazo con un poco de fuerza —no debes agradecerme hubiera ido de todas formas aunque el príncipe Zen me lo hubiera negado—
—Me gusta oírte llamarme por mi nombre— un leve sonrojo había hecho presencia en sus mejillas, la felicidad que sentía en esos momentos era indescriptible —nos vemos mañana Obi, buenas noches—
Se separaron ligeramente juntando sus frentes en señal de cariño, ella entró a su habitación y él se fue a la suya. Cada uno recostado en su cama pensaba en lo que les depararía el futuro de ahora en adelante, sin embargo ninguno iba a renunciar a lo que sentían.
Este era un nuevo comienzo para ambos.
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