C A P Í T U L O III
—¡¿En dónde estabas?! –grito su padre al verla entrar por la puerta principal– ¡Te estuve buscando durante horas Samanta!
—Oye tranquilo, solo estaba por ahí –contesto molesta– como si tú te preocuparas por mí…
—¡¿Enserio crees que no me preocupo por ti?!
Su padre estaba completamente agotado, la actitud de su hija adolescente lo estaba matando día con día hasta el punto en el cuál tenía que tomar pastillas para dormir por la gran precisión que sufría en casa.
—Mira no estoy de humor para pelear así que mejor vete a tu cuarto –contesto molesto– hablamos mañana en la mañana
Ella simplemente ignoro lo dicho por el mayor para posteriormente prender la televisión la cual se encontraba en la sala de estar, el oficial simplemente la miro durante algunos minutos analizado a la chica.
Parecía uno de los tantos chicos adolescentes que había arrestado en repetidas ocasiones.
Con cansancio el hombre subió a su habitación dejando completamente sola a la chica la cual se encontraba con una sonrisa triunfante.
Así se mantuvo hasta el día siguiente, su rostro reflejaba cansancio ya que no durmió ni un poco durante la noche ya que el molesto ruido de la naturaleza se lo impidió.
Nada pareció cambiar en su rutina de vida de la gran ciudad a un putrefacto pueblo, a excepción de su nueva adicción al cigarro.
En la ciudad su adicción era simplemente vista por su madre por sus largas estadías en casa y buen olfato, pero al tener un padre con el oficio de policía resultaba más gratificante el consumo de la misma.
Sin más se levantó del sofá tomando su mochila que había dejado fuera de casa sin importarle en absoluto llevar la misma ropa del día anterior.
Durante su caminata se colocó los audífonos escuchando 5 Seconds of Summer - Amnesia, su canción favorita.
Así con tranquilidad camino durante ese largo camino hasta llegar al instituto donde ya no había nadie, algo normal ya que habían iniciado las clases hacía dos horas antes.
En un principio caminaba a su salón de clases pero finalmente observo los baños y recordó la cajetilla de cigarros en su mochila.
Una sonrisa apareció en su rostro.
Al entrar al baño sin esperar saco un cigarrillo el cual le dio una gran satisfacción, una sonrisa salió de su rostro al sentir ese humo entrar y salir de su cuerpo lentamente.
Así transcurrió el tiempo hasta que unos leves golpes la interrumpieron.
—Esta ocupado
Así continuaron los golpes en la puerta aumentando cada vez su fuerza hasta que finalmente tiro el cigarro y la cajetilla de los mismos para abrir la puerta encontrándose con una vieja profesora.
—¿Conque faltando a clases y fumando en los baños de la institución? –pregunto la profesora con una mueca de molestia.
Ella simplemente género una mueca, ¿realmente se lo estaba preguntando?.
—Si, ¿Algún problema?
[ . . . ]
Las clases ya habían terminado y con un bufido de molestia se dirigió al salón de castigos donde sorprendentemente era la única, esto si que era mala suerte.
Se sentó en el primer lugar que encontró en espera de algún maestro o alguna autoridad, pasaron algunos cuantos minuto hasta que escucho como se abría repentinamente la puerta.
—Hola Samantha, soy Drack y por tu culpa pasaré una hora más en este lugar encerrado y tal vez no llegue a tiempo a mi compromiso –cobro un tanto molesto mientras se sentaba en el pupitre del maestro.
—¿Porqué estás aquí? ¿Y el profesor? –pregunto de mala gana mientras lo miraba.
—Su hijo sufrió un accidente y al parecer se rompió la pierna o algo así –contesto.
Ella simplemente sonreía, se veía que se estaba divirtiendo al ver el sufrimiento del chico el cual estaba ansioso por llagar a casa lo antes posible.
—¿Es tan importante ver a tus amigos en el estúpido lago? –pregunto con chica– creo que no sería mala idea si me dejas salir, así no te quedarás más tiempo y podrás llegar a tu estúpido compromiso
Se sentía molesto, su hija lo esperaba entusiasmada por la visita que le harían a su madre esa misma tarde y no podía pensar en otra cosa más.
Pasó una media hora y nadie decía palabra alguna, ya que habían llegado algunos cuantos mensajes de su madre la cual estaba completamente molesta por el gran retardo de su hijo el cuál estaba seguro que en cualquier momento las lágrimas comenzarían a salir por sus mejillas.
La pelirroja sólo podía verlo cómo su desesperación aumentaba con el paso de los minutos.
—¿Que es lo que te desespera tanto? –pregunto sin recibir respuesta alguna – ¿Que eres mudo?
—No estoy de humor como para hablar contigo
Contestó plenamente serio levantando la vista encontrándose con aquella chica la cuál sostenía en su mano izquierda una paleta roja la cual estaba a nada de terminarse.
De nuevo nadie dijo nada, el estaba atento al reloj colgado en el fondo del salón lo cual ella noto al momento provocándole un leve risa.
Sí que le encontraba hacerle perder el tiempo a la gente.
—De seguro tus papás son primos, por esa razón eres tan estúpido
—¡Mi hija es la que me está esperando tonta pelirroja! –grito mientras se levantaban de su asiento.
La chica realmente se sobresaltó por aquella confesión, parecías ser un chico bastante pasivo que solo se preocupaba por sus estudios, de sus amigos y las millones de chicas tras el.
Se levantó de su asiento para comenzar a recoger sus cosas, ya no perdería el tiempo con gente como ella que no tiene ni la más mínima educación.
—¿A dónde vas? –pregunto al notar como se colocaba la mochila en la espalda.
—Tengo un compromiso con mi hija
Contesto antes de salir de la habitación azotando la puerta con toda la fuerza que tenía acumulada en su interior para simplemente soltar varios suspiros profundos mientras cantaba una pequeña canción para relajarse.
El remordimiento y sorpresa invadió por completo el cuerpo de la pelirroja, sabía a la perfección que lo que hacía había sido un error fatal pero no tenía el coraje suficiente para salir y pedir una disculpa.
Simplemente se quedó pensativa durante los próximos minutos hasta que el reloj marco la hora de su libertad.
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