4.Lo que en verdad quiero

Sentada en una silla de la terraza en el jardín de la mansión miro distraída a Hanna en la lejanía adornando los arbustos mientras los mayordomos trillizos podan el césped.

Eso se ve tan divertido, como me gustaría acompañarlos en su labor. Pero en cambio tengo que estar aquí sentada vistiendo un enorme y apretado vestido al lado de el ser humano más irritante que he conocido en mis 17 años.

- ¿Que miras tanto Camille?, es tú turno - dice Alois con molestia señalándome la tabla de ajedrez sobre la mesa de té.

Con desinterés tomo una pieza y la muevo a un punto aleatorio.

De pronto Trancy ríe a carcajadas como si le hubieran contado el mejor chiste de la historia.

- Eres tan tonta - menea una pieza con emoción - ¡Jaque mate! - exclama.

- Felicidades su alteza - expreso con cierto sarcasmo.

Claude llega con una bandeja que contiene un enorme pastel de chocolate que deja sobre la mesa después de retirar la tabla de ajedrez.

- Es hora de el postre Camille, tienes que probar la maravillosa cocina de Claude. No existe nadie más en el universo que lo supere.

Continúo desinteresada con la mirada fija en Hanna.

¿Cómo es posible?, a pesar de estar trabajando tan duramente bajo el sol de la mañana, ni una sola pizca de sudor se asoma en su tersa piel morena y su cabello y maquillaje continúan impecables.

Su belleza y perfección son tan alucinantes, es otra parte de ella que logra cautivarme en cada momento. Sin embargo, me duele sentirla tan distante ahora que me veo obligada a volver a la nobleza.

- ¡Camille! - grita mi nombre - ¿Como te atreves a seguir ignorandome?, ¿no te das cuenta que si continúas así tendré que castigarte?.

- Lo siento su alteza...- tomo un cubierto para llevarme un bocadillo de el pastel dulce a la boca - Es exquisito, tienes razón.

- Justo lo que quería escuchar, yo siempre tengo la razón.

Me mantengo en silencio con una expresión neutra mientras continúo masticando el postre después de la declaración ridícula y arrogante de Alois.

- Ya me aburriste Camille, puedes largarte a dónde quieras pero no muy lejos de mí, ¿entendido? - se levanta de su asiento - ¡Claude!, dime cuánto más tardará en llegar Ciel.

Camina en busca de el mayordomo por fin dejándome cómoda en mi soledad mientras sigo admirando a Hanna.

Suspiro. Parece que en donde sea que me encontré nunca podré ser realmente feliz. Y si mi felicidad por ahora se encuentra en alguien que siempre se mantendrá distante, ¿que sentido tiene permanecer aquí?.

Me levanto de el asiento y camino adentro de la mansión, sin saber a dónde ir exactamente.
Simplemente quiero despejarme, así quisa pueda olvidar lo miserable que a sido mi vida por tanto tiempo.

¿Que tengo que hacer para cambiarlo?, Yo no puedo seguir sintiéndome de esta forma.

Sin darme cuenta mis lágrimas empiezan a correr por mis mejillas.

Estoy harta de tener que vivir dentro de una sociedad en la que ni siquiera hay un lugar para mí.

Pienso mientras subo escaleras, cada vez un piso más y más alto, hasta llegar al último balcón de la mansión. Abro la ventana y observo por fuera la altura de la mansión y lo pequeño que todo de ve desde ese ángulo.

- Si nada me pertenece en este mundo entonces yo tampoco tengo por qué pertenecer a el - digo antes de dar un paso adelante con intención de caer en la nada y ser consumida por la misma.

- No lo hagas Camille - la voz de Hanna es la que me advierte al ella aparecer de forma repentina dentro de el ático.

- ¿Que es lo que me detiene? - digo sin apartarme de el peligro en las alturas.

Hanna sale de entre las sombras mostrando ese rostro tan divino que refleja preocupación en este momento.

- ¿Por qué habrías de hacerlo?.

- Creeme que las razones me sobran.

- Todos tenemos un mismo camino a la muerte, pero él tuyo no tiene por qué ser así.

- Vasta, no harás que me detenga - digo finalmente saltando y cierro los ojos esperando a recibir el impacto.

Pero de nuevo me encuentro sobre Hanna, aferrada a su pecho.

- Perdóname Camille, pienso en lo mejor para ti y mantener la distancia es parte de ello.

- No es posible que sepas que es lo mejor para mí, por favor deja de pensar en eso - digo entre lágrimas mientras rodeo su fina cintura entre mis brazos.

Me abraza de vuelta - Fuí egoísta, nunca te he preguntado, ¿que es lo que en verdad quieres?.

- Lo que en verdad quiero...- mi llanto se detiene y me aparto un poco de Hanna aún sin deshacer el abrazo - Quiero vivir en el cielo...

- ¿Intentaras saltar de nuevo?.

- No puedo negarlo de el todo pero por ahora no es a lo que me refiero. Quiero ser libre como el cielo, simplemente existiendo en lo más alto de la tierra.

- ¿Puedes prometerme algo?.

- Por supuesto, ¿que es?.

- No vuelvas a atentar contra tú vida, todavía hay una forma para que seas feliz, tienes un camino entero por delante. Permíteme acompañarte mientras pueda.

- Cumpliré con mi promesa Hanna...solo sí tú cumples con la tuya.

- ¿Cuál?.

- Tengo algo que decirte... Estoy enamorada de tí, puede ser algo descabellado, llevamos unos días de conocernos. También yo me sorprendí pues nunca me había sentido así...Creí que era simplemente atracción o admiración por sálvarme en repetidas ocasiones, pero cuando estabas distante me dolió tanto que pude darme cuenta.

- Camille, ¿estás segura de lo que sientes?, ¿ese es tú concepto de él amor?.

- Estoy segura...se lo que estoy sintiendo en este momento. ¿Escuchas los latidos de mí corazón?.

- Son muy fuertes - dice tocando mí pecho y enseguida comienza a acercar su rostro al mío uniendo poco a poco nuestros labios.

Pero yo la detengo - Lo estás haciendo por lastima, Hanna...no me importa si no puedes corresponderme. Solo prométeme que no volverás a apartarte de mí.

- Lo prometo...- nos levantamos - Volveré abajo. Ven conmigo Camille.

- Está bien...

Al volver a la planta baja de la mansión, aún no soy capaz de soltarme de el agarré de mi mano en la de Hanna.

- Tenemos visitas Camille. Tal vez conocer nuevos rostros pueda hacerte bien.

- Dudo de ello, pero lo haré solo por qué tú me lo dices.

Alois sale de la biblioteca acompañado de otro niño un poco más joven que él, una niña rubia que parece de su edad y otro mayordomo alto que viste de negro.

- ¿Camille dónde estabas?, te dije que no te fueras muy lejos de mí - Alois me toma de la otra mano y me lleva con él separándome de Hanna.

- Estaré a tú lado en todo momento - susurra en mí oído antes de ser raptada por Alois.

- Mira Ciel, te presento a mi prometida - me toma de la cintura sujetándome como un trofeo que presume a su amigo.

- ¿Prometida? - preguntamos todos al mismo tiempo.

- Así es Ciel, no eres el único que en algún momento va a casarse.

- Me da gusto por ti Trancy - expresa Ciel con un poco de sorpresa - ¿Como te llamas señorita? - ahora se dirige a mí.

- Camille Williams...

- ¿Williams?. Creí que su hija estaba desaparecida...- murmura.

- Yo la encontré y es por eso que ahora es mí prometida - Alois continúa "presumiendo".

- ¡Ya tengo una amiga! - la niña de rosa me toma de el otro brazo.

- Lizzy espera - dice Ciel intentando apartarla.

- Supongo que Trancy junto con su mayordomo Claude deberían estar organizando un banquete para celebrar el compromiso como se debe, ¿no es así? - dice el mayordomo de Ciel con cierta burla.

- Así será Sebastián - Alois le responde algo molesto - Ustedes estarán invitados.

- Que emoción - expresa Lizzy - ¿Puedo encargarme de vestir a Camille?.

- Eso no es posible Lizzy...- responde Ciel.

Todos continúan hablando, mientras yo desvío la mirada buscando a Hanna y la encuentro acomodando el florero sobre un mueble, al alcance de mí.

Sonrió aliviada de saber que está cumpliendo su promesa.

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