2.Señorito

Desubicada miro la ventana abierta siendo la única fuente de luz dentro de la oscura habitación en la que me encuentro, mientras me pregunto, ¿como llegué hasta aquí?.

Miro ahora al techo intentando hacer memoria y de pronto aparece ella en una imagen dentro de mi mente.

- Hanna...- pronuncio en lo bajo.

Sí, lo recuerdo soñé con ella, sin embargo solo recuerdo algo en específico de lo que me dijo.

- Vendré cuando tú me llames...

Estoy segura de que lo dijo.

Entonces vuelvo a pronunciar su nombre pero está vez en voz alta.

- Hanna.

Y la puerta es abierta revelando a esa hermosa mujer morena de cabellos morados. Está sosteniendo una bandeja con bocadillos.

- Ya despertaste.

- ¿Que me pasó?, ¿que es este lugar? - la bombardeo de preguntas mientras la veo acercarse.

- Te quedaste inconsciente en mis brazos luego de que nos encontramos. Esta es la mansión Trancy, el señorito fue amable de acogerte, por ahora... - deja la bandeja sobre la mesa de dormir para encender las luces de la habitación - Pobrecilla, bebiste estar muy cansada.

Entonces era verdad, estuve soñando.

- Yo...lo siento, que vergüenza.

- No tienes por qué disculparte - toma asiento al costado de la cama y toca mi frente con su fina mano para medir mi temperatura - Déjame ver cómo siguen todas tus heridas.

Descubre mi cuerpo de las cobijas y levanta mi vestido revelando mi desnudes llena de vendajes.

- ¿Quién es el señorito?...- pregunto mientras ella retira los vendajes.

- El dueño de esta mansión, Alois Trancy.

- Oye ese nombre me suena - confiezo con algo de sorpresa.

Hanna cambia las vendas a unas nuevas.

- ¿Se conocen de algún lado?...

- No realmente - digo pensativa.

Hanna ríe hermosamente - Tienes que comer algo para que recuperes energía. Toma estos alimentos.

- Gracias - mis ojos brillan al ver ese pequeño trozo de pan y té acompañados de algunos frutos rojos.

- Estarás mejor - acaricia mi cabello - convenceré al señorito para que te contraté como sirvienta en la mansión cuando te recuperes.

Tomo su mano para besarla, sorprendiendola un poco - Acaso eres un ángel, ¿por qué eres tan buena conmigo?.

Hanna vuelve a reír - No soy un ángel... pero tú me recuerdas a un niño muy especial.

- ¿Niño?, ¿nos parecemos? - pregunto curiosa.

- Un poco, aunque no físicamente.

- Quiero quedarme en esta mansión solo para conocer más de tí y estar siempre juntas desde ahora.

- ¿Estás segura de que tú familia no te buscará?.

Niego con la cabeza - No les importo.

- ¿Eso es cierto?, ¿quién eres realmente?.

- Camille Williams es mi verdadero nombre.

- Williams, eres de una familia noble.

- Lo era pero como dije, ya no pertenezco más a esa familia. Mi lugar ahora es junto a ti - me abrazo a su pecho, ese lugar tan cálido y suave que me hace sentir segura.

- Está bien tú ganas.

De pronto la puerta es abierta de forma violenta sin siquiera tomarse el tiempo de llamar. Un chico rubio entra en la habitación mirándonos con una sonrisa extraña se podría considerar algo grotesca.

- Ya despertó, ¿eh?. Vamos Hanna haste a un lado déjame ver qué tipo de perro acabas de adoptar de la calle.

- ¿Perro?...

- Los perros no hablan, mucho menos hacen preguntas asi que empieza a ladrar.

- No ladrare pero si te daré un...- digo mientras me levanto de la cama pero soy detenida por Hanna.

Después de un pequeño pero incómodo momento de silencio la molesta risa de el mocoso resuena en las paredes.

- Me agrada será una buena mascota, voy a conservarla Hanna. Vistela bien para mí - se retira de la habitación.

- ¿Pero que fue eso? - digo en shock.

- Disculpa al señorito. Al igual que tú él no a tenido una buena vida - cuidadosamente Hanna me regresa a la cama.

- ¿De que estás hablando?, yo no me la paso por ahí creyéndome la gran cosa y fastidiando a los demás. No somos iguales - digo molesta mientras me cruzo de brazos.

- Lo entiendo Camille, ¿pero aún después de esto querrás quedarte?.

- Si, ¿por qué no querría?. Lo hago por ti no por él - Hanna vuelve a sonreír con ello regresandome a mí la sonrisa

- Por favor no vuelvas a intentar enfrentarlo yo cuídare de ti en todo momento. Estarás a salvo.

- Está bien Hanna, confío en ti.

Así es como Hanna se convierte nuevamente en mí salvación pero, ¿Yo seré capaz de salvarla a ella alguna vez?.

Me lo pregunto después de presenciar terrible y semejante comportamiento animal de la persona para quien Hanna a estado sirviendo todo este tiempo.

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