Mis pies descalzos comienzan a dolerme al pisar constantemente el pavimento y mi vestido blanco manchado de sangre junto con mí aspecto desaliñado asusta a las personas que me miran.
Lo que no saben es que está es mi propia sangre debido a las heridas que he sufrido en el manicomio por el maltrato de los internos y algunos de los guardias de seguridad.

Estoy tan agradecida de seguir viva después de todo.

Continúo caminando en busca de algún refugio en donde pueda pasar la noche, terminando dentro de un callejón recostada en un colchón abandonado entre el basurero.

Cuando estaba apunto de conciliar el sueño un chorro de agua helada es arrojado en mí dirección por una mujer a lo alto desde la ventana de su vivienda.

- ¡Largo de ahí vaga! - grita con desagrado.

Por lo que completamente agotada simplemente la ignoro y abandono el lugar pues me doy cuenta de que realmente ya no hay un sitio en esta ciudad en dónde yo pueda estar.

Es en el bosque donde finalmente logro encontrar refugio e incluso pude asearme con el agua de una cascada. Así logro pasar la noche dormida en el fresco pasto.

Al despertar voy en busca de algo con lo que pueda alimentarme, o esa era mí intención cuando de pronto pude percibir un olor que se distingue de la naturaleza en el bosque.

Es dulce, huele como el perfume de una mujer.

Curiosa sigo el rastro de el aroma sin imaginarme que me encontraría con una enorme mansión que está a las afueras de la ciudad con un hermoso jardín que la separa de el bosque.

Es ahí donde finalmente pude encontrar la fuente de ese exquisito aroma, pues una belleza de mujer con sus vestimentas que parecen ser de sirvienta descansa sentada sobre el pasto bajo la sombra de un árbol.

Ella al darse cuenta de mi presencia con sus ojos azules parece mirarme con tanta lastima que me ha hecho sentir tan miserable.

- ¿La has pasado mal pequeña? - me pregunta con la voz más suave y delicada que he oído.

- No tienes idea - una pequeña lagrima sale de mis ojos.

Al tener la confianza de acercarme, me posiciono a su lado recibiendo un cálido abrazo por su parte acompañado de esa ignotisante fragancia que desprende al mismo tiempo que mi rostro descansa sobre sus cómodos y grandes pechos.

- Dime si hay algo que pueda hacer por ti.

- Yo...- levanto la vista encontrándome de nuevo pero aún más de cercas con esos ojos azules y sus finas facciones de piel morena.
Es tan hermosa, no puedo dejar de maravillarme con cada uno de sus aspectos, esto me hace querer estar así con ella durante una eternidad - Quiero estar solo contigo...

Al decirlo ella acaricia mi rostro con su fina mano que al estar al contacto con mi piel parece de seda.

- Así será - deposita un beso en mi frente dejando su labial lila marcado.

- Jamás volveré a lavarme la cara - confieso provocando su hermosa risa.

- Ven conmigo, te llevaré a un lugar seguro - se levanta tomándome de la mano.

- Iré a dónde tú vayas.

Juntas caminamos a alguna parte en el bosque hasta llegar a una pequeña cabaña cercas de el río.

- Puedes vivir aquí el tiempo que necesites - dice al adentrarnos.

- ¿Pero dónde en dónde podré encontrarte? - digo aferrándose a ella aún sin poder despedirme.

- Vendré cuando tú me llames o puedes encontrarme dónde lo has hecho hoy - acaricia mi cabello.

- ¿Como te llamas?.

- Hanna...- responde y hace una pausa- ¿Pero que hay de ti?. No me has dicho nada aún.

- Soy Camille, fuí prisionera por mis preferencias pero pude encontrar la libertad y gracias a ti ahora estoy bien. Estaré totalmente en deuda contigo.

- No te pido nada a cambio, solo prométeme que serás una buena chica.

- Lo seré.

- Eso es más que suficiente. Ahora debo irme - se suelta de mí agarre - El deber me llama pero volveré pronto de eso no dudes.

- Espera Hanna...- ella me entrega unas llaves que a sacado de sus ropajes y me las entrega antes de salir por la puerta.

Me quedó ahí mirando el sitio de dónde se acaba de marchar. Mi corazón palpita a mil.

¿Que fue eso?, sentí como si estuviera dentro de un sueño por un momento.