Capítulo 43
Mi corazón latió con tanta fuerza sobre mi pecho que comenzó a dolerme, no me atemorizaba la prensa, estaba familiarizada con ella y yo he estado en la misma posición que esos paparazzis y reporteros antes, pero no era la misma ser la persona que entrevista a la que entrevistan y atacan con un centenar de preguntas voraces a las que no puedes responder.
Frederick y yo ni siquiera bajamos del auto, estábamos rodeados de paparazzis, todos sacando fotografías de nosotros y golpeando nuestras ventanas en busca de que nosotros habláramos con ellos. Compartí una mirada con Frederick quien estaba más que aturdido por la situación, tenía la misma expresión de asombro e incredulidad en su rostro que yo.
—¿Qué diablos...?
Me quejé, sintiendo de nuevo la opresión en mi pecho. La mano de Frederick encontró la mía y la apretó con fuerza.
—No tengo idea, pero esto está fuera de control —se quejó en un susurró, su voz fue casi audible debido a los gritos de todos los periodistas y paparazzi de fuera. Mi cuerpo se tensó y sentí una oleada de calor, la ansiedad me golpeó con fuerza y la opresión en mi pecho incremento, de pronto, estaba sudando y la fatiga llegó, tenía un nudo en la garganta y sentía que me faltaba el aire—. ¿Beth? ¿Bethany? ¿Estás bien?
Inquirió en mi dirección con una expresión de angustia en su rostro, intenté negar, pero no estoy segura de que pude hacerlo, intenté hablar, pero mi boca estaba seca, mi cabeza me dolía, mis manos estaban sudando.
Mi mano se sintió fría cuando Frederick la abandono y encendió el motor del auto maldiciendo en voz alta.
—Demonios Beth, estarás bien, solo trata de respirar ¿sí? —insistió con desespero mientras salíamos del lugar, a los paparazzi ni siquiera les importó que Frederick estuviera conduciendo en reversa y pudiera prácticamente atropellarlos, ellos continuaron abalanzándose al carro para continuar atacándonos con sus preguntas y fotografías—. Beth, escucha mi voz, ¿sí? Tranquila que todo va a estar bien preciosa, no pasa nada, esto pasara rápido, solo vamos a perderlos de vista.
No tomamos en cuenta las medidas de seguridad y tampoco los semáforos, Frederick condujo a toda velocidad para salir del lugar, cuando perdimos a los paparazzi de vista —solo por un momento, seguramente nos seguirían en sus autos más tarde—, conseguí respirar de vuelta, aunque el pánico aún estaba en mí.
—¿Qué acaba de suceder?
Cuestioné sin poder entender nada de lo que estaba sucediendo.
—Dios, preciosa, no lo sé, pero seguramente estabas teniendo un ataque de pánico al ver a todas esas personas —habló con gran preocupación en su voz, tragué con fuerza y me di cuenta de que ahora estaba llorando por la intensidad de lo que acababa de suceder, nada de eso tenía una explicación para mí—. ¿Cómo te sientes?
—Estoy bien —respondí con voz rasposa. Necesitaba beber agua y una buena explicación de lo que acaba de suceder—. Freddy...
Murmuré deseando que él respondiera mi pregunta, le escuché bufar por lo bajo.
—Alguien les contó de nosotros —se quejó con enfado—. No hay otra explicación, la única forma en que los paparazzis pudieron dar con la residencia es que alguien les haya dicho.
Por supuesto, esa era la única explicación de por qué estaban todos allí esperando a que llegáramos, pero no tenía mucho sentido, ¿cómo sabían que nosotros íbamos a llegar a penas?
—Espera, ellos no sabían que nosotros estábamos allí ¿o sí?
Frederick negó.
—No tengo idea, ni siquiera sé por qué estaban allí, estoy igual de confundido que tú.
—¿A dónde vamos?
Cuestioné al no tener idea de hacia dónde estaba conduciendo, una mueca se dibujó en su boca antes de hablar y se pasó una mano por el cabello.
—Dios, no tengo idea de a dónde podríamos ir —se quejó, su voz fue gruesa y había cierta molestia en ella, un bufido pesado se escapó de él segundos después—. Lo siento Beth, estoy conduciendo sin rumbo alguno, pero no hay forma en que regresemos a la residencia y tampoco ir al palacio es una buena opción.
Que dijera la palabra "palacio" me hizo recordar a estos tres días que pasamos juntos y aunque son un excelente recuerdo, estoy tan aturdida que me cuesta pensar con claridad sobre lo que ha pasado, ¿Si hubiésemos venido antes estaría allí la prensa? Lo único que cruzaba por mi cabeza era que alguien debió delatarnos, pero tenía otra teoría, tenía que ver con Fabrizio y el artículo que publicó sobre Frederick, conociéndole, era de esperarse que no se quedará con los brazos cruzados y quisiera comprobar con sus propios ojos que Frederick vivía en aquella residencia, así era él, si el tema era de su agrado, no paraba en investigarlo hasta conseguir lo que sea con tal de ganar y descubrir donde vivía el príncipe de Suecia, es una de las noticias más valiosas que se puede revelar en el país, por lo que estaba segura de que todo esto tenía que ver con él y su afición a la realeza.
Presté atención a la carretera y comprobé que estábamos en la ciudad a un par de minutos del centro de Estocolmo y del que era mi departamento, era una suerte que Frederick continuara pagándolo por mí.
—Dirígete a la calle veintitrés —hablé para luego girarme y comprobar que no estábamos siendo seguidos, sí teníamos suerte, podríamos llegar a tiempo a mi departamento y quedarnos allí antes de que la prensa nos encontrase, claro, siempre y cuando ellos no hayan tomado nota de las placas de la camioneta—. Es una ruta larga, pero nos evitaremos entrar al centro y probablemente que seamos seguidos por la prensa. Mi departamento está por esa calle.
Expliqué y él asintió doblando en la esquina a la izquierda. Estaba rezando en mis adentros para que la prensa no nos alcanzara, no estaba lista para lidiar con una situación como esta y existía la probabilidad de que tuviera un ataque de pánico. Agradecí que siempre trajera una llave de mi departamento conmigo, costumbre que tuve gracias a que mi madre siempre me decía que era importante traer una en el bolso y otra entre los bolsillos de mi pantalón.
Solo hicimos un par de minutos para llegar y conseguimos tener éxito al no ver a ningún auto a nuestro alrededor, vivía en la quinta planta en un edificio de diez pisos, afortunadamente, el portero de la entrada seguía siendo el mismo señor que suele quedarse dormido a mitad de su jornada y es difícil de levantarle, lo que consiguió que Frederick pasara por desapercibido, al entrar al elevador, ninguno de los dos dijo algo, dejamos que el silencio y la tensión de la situación nos inundara y cuando por fin estuvimos dentro de mi departamento, sentí a mi cuerpo desplomarse, de no haber sido por los brazos de Frederick que rápidamente me envolvieron en un abrazo, me hubiese desmayado.
—Dios mío, lo siento mucho —susurró acariciando mi cabello con sus suaves manos, escondí mi rostro entre un hueco de su cuello y me aferré a él con fuerza. No avanzamos nada, seguíamos junto a la puerta, su respiración era pesada y su corazón latía con tanta fuerza como él mío, luego de un largo tiempo, apartó su cuerpo el mío y acunó mi rostro entre sus manos—. Ey, ¿estás bien?
Sus ojos buscaron alguna expresión en mi rostro, forcé una sonrisa, pero decayó de inmediato, Frederick me dio un escaso beso en los labios y volvió a abrazarme. Los dos estábamos luchando por sopesar el peso de la situación, todo transcurrió tan rápido que no tuvimos tiempo de pensar con claridad estando allí.
—Estoy impresionada —conseguí hablar casi un minuto después, Frederick volvió a apartar su cuerpo de mí para verme, tomé una profunda respiración para llenar mis pulmones de aire y la dejé caer pesadamente—. No comprendo nada de lo que ha pasado.
Dije y una mueca se formó en sus lados.
—Tranquila, no necesitas comprender lo que acaba de pasar, también a mí me cuesta procesarlo todo.
Sus palabras fueron sinceras y por primera vez vi la preocupación y seriedad en él, no estaba conteniéndose, estaba dejando ver sus emociones y la preocupación era más que evidente en él, estaba igual de asustado que yo.
—¿Qué va a pasar? Es obvio que no podemos regresar a la residencia y no tardarán mucho en averiguar dónde estamos —por mucho que deseaba que no fuera ese el caso, existía una gran probabilidad de que algún paparazzi fotografió las placas del auto y podrían venir a acosarnos hasta mi departamento.
Frederick negó.
—Me encargaré de ello, hablaré al palacio y les daré la noticia —explicó buscando su celular en los bolsillos de su pantalón. Estaba afligido.
—¿Se te ocurre quien pudo haber sido?
Dije refiriéndome a lo que acabamos de pasar, su mirada se posó en mí y dejó de teclear en el celular.
—Tengo mis sospechas. —Yo también tenía las mías y esperaba que fueran las mismas, la realeza podría lidiar con Fabrizio de inmediato, cerrarle el periódico e incluso demandarlo por acoso a un miembro de la familia real—. ¿También las tienes?
Preguntó y asentí.
—Estoy segura de que es Fabrizio, le conozco bien y era de imaginar que no se quedaría con los brazos cruzados y averiguaría qué hacías en la residencia cuando te sacaron las fotos.
—Yo también pienso lo mismo, ese idiota siempre se entromete hasta donde no debe, no conoce límites. Perdón, tengo que hablar a solas.
Dijo haciendo una seña hacia su teléfono, escudriñó el lugar en busca de espacio y le hice una seña hacia el pasillo para indicar que se dirigiera a la recámara. El departamento era chico, solo había una habitación, baño, sala y cocina, teniendo en cuenta que solo yo vivía aquí, era bastante acogedor y nunca vi la necesidad de cambiarme.
Frederick desapareció segundos después y le escuché cerrar la puerta de la habitación, caminé hacia el sofá y me desplomé en este. No pude pensar las cosas con claridad sin sentir una gran opresión en mí, terminé recostándome en el sofá, pensativa, una sensación de agrado y seguridad me abrazo al estar de vuelta en casa, vivir con Frederick era grandioso, pero ya había olvidado lo bien que es estar en mi propio departamento.
Veinte minutos más tarde, Frederick salió de la habitación.
—¿Beth?
Preguntó buscándome, como estaba recostada le costaba verme, me reincorporé en mi lugar y su mirada se dirigió a mí.
—¿Pudiste solucionarlo?
Pregunté de inmediato y apretó los labios en una fina mueca.
—Hablé con mi padre, me dijo que no tenía la menor idea de esto, lo más probable es que la prensa saque las fotografías mañana por la mañana teniendo en cuenta que es tarde, se pasaran el resto de la noche escribiendo la noticia y... —Un suspiró lleno de frustración se escapó de su boca impidiendo que continuara, se llevó ambas manos a la cara para cubrirla.
Conocía bien cómo funcionaba la cosa, la noticia de nosotros dos siendo fotografiados en la residencia no se revelaría de inmediato, tomaría un par de horas para que revelaran las fotos y se inventaran una buena historia que llamase la atención de todo el país, no tendríamos forma de conseguir las fotos hasta que fuera publicada.
—Es cuestión de esperar —concluí por él, la espera iba a sentirse como una eternidad. Frederick asintió.
—Claro.
—¿Y? ¿Cómo se lo ha tomado el rey?
Pregunté, teniendo en cuenta la relación de ambos. Frederick bufó.
—Lo ha tomado tranquilo, al menos eso me parece, no me ha gritado al teléfono y solo dijo que debemos de esperar a que la noticia salga y el personal se encargara de quitarla en cuanto esta salga.
Era una sorpresa escuchar que el rey se lo tomó con calma teniendo en cuenta que Frederick no estaba tranquilo.
—Podrían suspenderle el periódico antes de que publiqué la noticia —sugerí. Frederick dio un paso hacia mí y yo hice lo mismo deseando estar cerca de él. Negó a mi lado.
—No podemos hacer eso, Fabrizio sabría que estamos al tanto y buscara otra forma de que publiquen la noticia, podría venderla a cualquier empresa, estarán interesados de publicarla en cuanto antes —explicó, estiró sus brazos en busca de atraerme él, no proteste en dejar que lo hiciera—. Dios, solo espero que no hayan podido conseguir ningún ángulo donde puedas verte, en cuanto te hayan fotografiado la cosa se saldrá de control, no podrás salir de casa e intentaran acosarte para conseguir cualquier información de nosotros.
Su voz estaba llena de angustia y molestia, intenté tranquilizarte.
—Te recuerdo que soy periodista, sé cómo funcionan estas cosas —aclaré, sus labios se fruncieron y se colocaron sobre mi frente para dejar un beso.
—Lo sé, has estado en una posición similar a esta como reportera, pero nunca al ojo de la prensa, no tienes idea de lo que ellos pueden hacerte, o quizás lo imaginas, pero no es lo mismo Beth —intentó explicar—. Ellos van a acosarte hasta al grado de querer destrozarte, buscaran una forma de que les des cualquier información, ofrecerán dinero, fama y cualquier cosa que consideren que puede gustarte, presionaran si es necesario y lo peor de todo es que te harán daño, van a destrozarte, no les importara quién eres, si eres famosa, alguna princesa o una chica ordinaria, ellos buscaran una manera de llegar a ti.
Sus palabras salían con mucha seguridad, como si realmente fuera a suceder todo eso que acaba de decirme, percibí dolor en ellas, la idea de todo eso, de los paparazzis, periodistas, noticieros encima de mí acosándome solo por tener un vínculo era algo a lo que yo no imaginaba afrontar en algún momento, me confié de la situación y estaba casi segura de que todo esto lo mantendríamos en secreto.
Frederick se alejó de mí dispuesto a tener su propio espacio, observé sus movimientos, se movía de un lado a otro tomando profundas respiraciones.
—Freddy, todo irá bien —traté de animar, mis palabras le hicieron mirarme, tenía una expresión sería y sus ojos estaban más que tristes y angustiados, me acerqué un poco a él—. Sea lo que sea, podré afrontarlo y confío en que el palacio ayude a quitar la noticia antes de que esta salga a la luz o se vuelva viral.
Frederick entrelazó su mano con la mía y nos encaminamos hacia el sofá, tomamos asiento en este, nuestros cuerpos estaban a una distancia moderada.
—Beth, nunca quise lastimarte, pero esto será demasiado, no tienes idea de cuanto —insistió—. No espero que lo comprendas porque nunca has estado de este lado, pero hablo muy en serio cuando te digo que van a destrozarte, no importa si el palacio elimina la noticia antes de tiempo o no, ellos saben quien eres, van a buscarte, si no es con esta noticia, será con otra y así seguirán hasta conseguir cualquier chisme que pueda involucrarte.
—Vamos, no podemos pensar que esto se volverá realmente un escándalo, podríamos...
—No existe un podríamos cuando se trata de los medios —interrumpió con brusquedad—. Eres una chica ordinaria Beth, no tienes idea en lo que te estás metiendo.
Sus palabras sonaron un poco bruscas, la forma en que remarco que yo era solo una chica ordinaria, ajena a su mundo, quizás no lo comprendía de la forma en que Frederick quería, pero lo hacía a mi manera y quise dejárselo claro.
—Podré lidiar con ello —agregué. No importaba si fueses de la realeza o algún artista reconocido, con el tiempo la noticia se haría vieja y te olvidarían, los medios no iban a tomarle importancia para siempre, sí, podía marcarte, pero tarde o temprano pasaría, así funcionaba esto.
—Dios Beth, esto no funciona así —se quejó con dureza, su mandíbula se contrajo demostrando su enfado—. Realmente no lo entiendes, las personas como tú nunca lo hacen.
Volvió a remarcar, esta vez, me sentí ofendida por la forma en que salieron sus palabras y me aparté de él, levantándome del sofá para encararle.
—¿Qué quieres decir con eso? ¿Que por no ser de un ámbito social como el tuyo soy más estúpida? ¿Intentas decir que, por no ser una princesa, duquesa o lo que sea que tengan de títulos no puedo entender el peso de la situación? —exploté. Sorpresa cruzó por él y de inmediato fue reemplazado por su ceño fruncido, le tomó segundos levantarse del sofá para quedar a mi altura.
—Esas son tus palabras —remarcó lo que me hizo llegar al enfado, no quiso decirlas de su propia boca, pero tampoco las negó lo que dejaba en claro que esos eran sus pensamientos.
Me reí a secas y negué enfadada.
—Eres un idiota —le dejé en claro, que tuviera un título no quería decir que era mucho mejor que yo o que una persona ordinaria no tuviera el conocimiento suficiente para comprender por lo que estaba pasando—. ¿Crees que no soy capaz de comprenderte? Si ese es tu pensamiento déjame decirte que en verdad eres un idiota, que no tenga un maldito título como el tuyo no quiere decir que sea menos o que no pueda comprender las cosas, te recuerdo que soy periodista, sé en qué lío me estoy metiendo, en verdad lo sé.
Volvió a negar.
—Crees saberlo, pero no lo haces. Dios, eres como todos —dijo tocándose el puente de la nariz—. Todos ustedes piensan igual.
Aquello salió más para sí mismo.
—¿Qué quieres decir?
Pregunté sin comprender, cuando sus ojos se posaron en los míos, vi que seguía molesto.
—¡A que todos los malditos periodistas son iguales! —gritó con molestia—. ¡Qué creen saberlo todo cuando no es así! ¡Son todos mentirosos! ¡Viven a costas de los demás!
Abrí la boca incrédula, me costaba creer lo que estaba pensando.
—¡Yo no soy así! —me defendí al borde del enfado—. ¡No juzgues sin conocer realmente, no todos los periodistas somos de esa forma! ¡Tampoco vivimos a costas de otros! ¡Es una tontería!
Estaba muy molesta, que llegué hacia él para gritarle más cerca, sus palabras me ofendieron.
—¡No son tonterías! —se quejó acusándome con su dedo índice—. ¡Sabes que tengo razón! ¿Qué? ¿Crees que por ser periodista realmente debo de confiar en ti? ¿Creer en tu palabra?
Dios, estaba sonando como un verdadero patán y sus palabras lograron más que ofenderme, detestaba los gritos, quizás era porque no estaba acostumbrada a las peleas en casa, el matrimonio de mis padres tenía altos y bajos como todos, pero la mayor parte del tiempo mantenían una relación estable y los veía felizmente casados, era muy raro verlos discutir de esta forma, incluso cuando lo hacían, papá terminaba diciendo alguna tontería solo para hacer reír a mamá en medio de la pelea y terminar con la discusión, sin embargo, esta era una situación diferente y las palabras de Frederick lograron colarse en mí. Nunca creí que sus pensamientos sobre los periodistas realmente fueran de esa forma, conocía su desagrado por ellos, pero ahora estaba molesto y generalizando la situación que no quedaba más que ofenderme.
Era sensible, demasiado sensible para mi gusto que un nudo se formó en mi garganta y apreté los labios en una fina línea con intención de contener mis palabras, sí hablaba mi voz iba a romperse en medio de la pelea, así que tomé una profunda respiración.
—Eso quiere decir que entonces no confías en mí —concluí, abrazándome a mí misma, no había forma en que Frederick cambiara sus palabras, realmente las dijo y no hubo duda en ellas, fueron firmes y cruelmente sinceras. Sus ojos me miraron fijamente, su mirada era penetrante y estaba luchando consigo mismo por el enfado. El silencio que se avecinó me provocó un nudo en mi garganta. Reí—. Dios, no confías en mí ¿verdad? Es por lo que soy ¿no?
¿Por qué para ti soy igual a todos los periodistas?
Mi voz se rompió con mis palabras, me sentí herida, Frederick lo notó y quiso remediarlo.
—No es eso Beth, tengo mis razones para odiarlos.
Se excusó en un tono bajo y serio. Enarqué una ceja.
—¿Y eso me incluye?
Me señalé, Frederick desvió su mirada de la mía, su mandíbula seguía contraída y sus labios tenían una fina línea. El que tardara en responder dejaba más que en claro que no estaba confiando en mí, que me veía como todos los demás periodistas. Eso me hirió.
—Por favor, vete —inquirí luego de un tiempo, no titubee ni dude, quería que se fuera, quería estar sola en mi departamento, quizás él estaba de acuerdo en que yo viviera en su casa, ese era el trato desde un principio, pero tenerlo en mi departamento, discutiendo no me gustaba y estaba ofendida que deseaba que se fuera en cuanto antes—. Vete.
Repetí, mi voz estaba ya rota y cabe decir que estaba llorando.
—Bethany yo...
—¡Lárgate, Frederick! ¡Vete! —grité con todas mis fuerzas, quería llorar, no quería verlo, quería estar sola ahora, no me importaba si no tenía a dónde ir, su palacio siempre era una opción, además, estábamos en Estocolmo, no le tomaría mucho tiempo llegar a él.
—Está bien, lo haré.
Terminó diciendo un minuto después. Ni siquiera lo miré a los ojos, estaba mordiéndome las uñas de la mano para contener mis ganas de gritarle, quería mi espacio y su presencia abarcaba demasiado espacio en la habitación, necesitaba irse en cuanto antes.
Pasó a mi lado ignorándome y se dirigió hacia la puerta en silencio, no me gire a verle, estaba realmente molesta como para voltear a comprobar que se marchó.
¡A la mierda todos estos tres días! Pensé.
No importaba que me haya comprobado sus sentimientos con hechos, las palabras siempre conseguían colarse más y formar heridas rápidas. Frederick había hecho ambas cosas, sus palabras me hirieron, pero sus silencios decían todo.
Sola en mi departamento, me tumbé en el suelo recargando mi espalda contra el sofá y me dejé llorar.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top