Capítulo 41
Investigar sobre los príncipes me dejaba pensando un poco, principalmente pensando en Brayden y Bryson, ambos gemelos me resultaban intrigantes y quería saber más de ellos, pero eso no se sentía del todo correcto, se sentía como si estuviera siendo una intrusa en la vida de ellos, era como si ambos príncipes ocultaran algo.
Por otro lado, el periódico de Fabrizio quitó el artículo de Frederick dos días más tarde, ninguno de los dos habló sobre ello, pero algo me decía que el rey no tenía nada que ver con que el artículo haya sido eliminado, yo había regresado al trabajo como si nada aunque no me sentía cómoda estando allí, me sentía tensa y fuera de lugar y la idea de renunciar cruzó por mi cabeza por más de una ocasión, pero renunciar no me parecía del todo fiable y correcto, Fabrizio pediría una respuesta del por qué a mi renuncia y yo no tendría una, la verdad era algo a lo que no nos podíamos arriesgar.
Por suerte, Fabrizio no había estado en la empresa, al parecer, estaba de viaje por un asunto importante, cosa que me agradaba bastante, no estaba preparada para estar en la misma habitación que él y sentir la necesidad de reprocharle por el artículo.
Al salir del edificio, el auto de Frederick estaba estacionado en la entrada, una sonrisa se dibujó en mis labios y me apresuré a subir, últimamente lo veía algo desanimado, suponía que la relación con su padre estaba bastante tensa aún, pero hoy, había una pequeña sonrisa en sus labios.
—Hola.
Saludé.
—¿Qué tal el trabajo hoy?
Preguntó. Aunque no le gustaba que continuara trabajando para Fabrizio, no había hecho ningún comentario o insistido en renunciar.
—Ligero —mencioné. Sin Fabrizio en la empresa la presión era menos. —Fabrizio está de viaje así que no hay mucho que hacer en el trabajo.
Asintió y después se pasó una mano por el cabello algo pensativo.
—He estado pensando y ambos hemos tenido bastante estrés en estos días que se me ha ocurrido tener un pícnic juntos.
Habló haciendo una seña con la cabeza hacia los asientos traseros. Volteo hacia ellos para ver que hay una cesta de pícnic, la sonrisa más grande su dibujó en mis labios, no podía creer que estaba considerando en tener un pícnic conmigo era espontáneo y encantador de su parte.
—Es una grandiosa idea, ¿puedo preguntar en dónde tendremos el pícnic?
—Iremos a Norrköping.
Enarqué una ceja.
—Eso queda como a casi dos horas.
Aclaré, Frederick sonrió mientras comenzaba a conducir.
—Lo sé, pero es un lugar tranquilo, además, estoy seguro de que te encantará.
—¿Por qué tendremos un pícnic allá? Podríamos tenerlo aquí o en Solna, ¿no es más cerca?
—Suena como una vía confiable —respondió, segundos después chasqueó la lengua—. ¿En dónde está tu lado aventurero Danielsson?
—Vaya, ya no tenemos problemas con el cambio de apellido, ¿eh?
Molesté con humor, Frederick me dio una corta y rápida miradita.
—Soy algo considerado cuando me lo propongo.
Reí.
No quise protestar más al respecto y mejor me dejé llevar por el viaje, aunque no entendía las verdaderas razones de por qué ir hasta Norrköping, la idea de tener un día a solas fuera del drama que estábamos viviendo era tentador que no podía esperar para ver lo que Frederick tenía en mente. En algún punto del viaje, estoy segura de que me dormí por un buen tiempo y cuando desperté, Frederick ya estaba llegando a lo que me pareció ser una residencia.
—¿Dónde estamos?
Pregunté mirando por la ventana, mi voz aún somnolienta por la siesta, me tallo los ojos y apaciguo el bostezo que sale segundos después, el sol ya estaba por terminar de ocultarse, presté más atención a la carretera, a los costados, estábamos rodeados de un gran y verdoso jardín al que no le veía fin, y al frente, la autopista era plana y no había ningún auto por nuestros alrededores como los había cuando recién salimos de Estocolmo.
—Estamos en la residencia Arabella, es una residencia privada y exclusiva o más bien un palacio privado, mi abuelo lo construyó años atrás para mi abuela —habló, conocía la historia de Suecia, era consciente de que existía una gran cantidad de palacios en el país, pero nunca había escuchado de este lugar, Frederick notó mi desconcierto y continuó explicando—. Como reyes, no siempre tienen un descanso a sus deberes y ese estrés puede acumularse bastante al grado de enfermarte, mi abuela era amante de la naturaleza y a mi abuelo le fascinaba pasar el día en el mar o en barcos así que construyó esta residencia aquí en Norrköping en honor a la reina Arabella, como puedes ver, tiene su nombre, ambos solían venir aquí cada vez que se sentían presionados y querían desconectarse de todos, el palacio no es tan grande como el resto, es mucho más pequeño y no hay personal salvo los guardias de la entrada de la residencia, como ya dije, es privada por eso la falta de personal, mi abuelo fue muy estricto al construirla, digamos que es como un refugio personal.
—Wow, eso es muy impresionante, ¿tu familia suele venir aquí también?
Negó.
—Mi abuelo era muy estricto con este lugar, lo consideraba demasiado privado e íntimo que no dejaba que ningún otro miembro de la realeza viniera aquí sin su consentimiento.
Le di una mirada rápida.
—¿Estás diciendo que estamos entrando aquí sin autorización? Porque la última vez que hicimos eso te recuerdo que no salió bien.
Hablé refiriéndome a aquel día en el palacio de Ulriksdal. Una sonrisa se dibujó en sus labios antes de mirarme.
—Tranquila preciosa, mi abuelo me heredó este palacio luego de fallecer. El único que puede reprimir a alguien por entrar aquí sin autorización soy yo.
Confesó lo que me hizo sentir más aliviada, por lo menos no tendríamos represalias esta vez, por otro lado, era tierno que el rey Carl le haya heredado el lugar a Frederick.
—Realmente eras su consentido, ¿no?
Molesté y chasqueó la lengua.
—¿Qué puedo decirte? Mi personalidad es encantadora.
Quince minutos más tarde, el auto de Frederick se detuvo frente a la entrada del palacio, tenía razón, no era tan grande como el resto de los palacios, pero sí mil veces más grande que su casa en Solna, tenía una fachada algo colonial y clásica, por dentro, la decoración era sencilla, pero elegante, había cientos de cuadros de pinturas en las paredes, todas firmadas por pintores reconocidos mundialmente, algunos adornos antiguos que seguramente llevaban más de cien años, era como una réplica muy pequeña del palacio real, sin embargo, la vibra aquí era bastante hogareña y cálida, te daba la sensación de estar en casa.
—Este lugar es hermoso.
Me giré para decirle, Frederick estaba parado a mis espaldas con una sonrisa en los labios, animado, se acercó hacía mi para abrazarme.
—Me alegra que te guste porque pasaremos los siguientes tres días aquí.
Habló colocando un beso en mi frente.
—¿Hablas en serio?
Enarqué una ceja.
—Muy en serio, al menos que no estés de acuerdo y quieras regresar a casa, prometo no molestarme si quieres volver.
Ni siquiera pensé en regresar a casa. Negué.
—Tres días suenan bien —hablé, me puse de puntitas para luego besarle, Frederick enredo una mano entre mi cabello para atraerme más a él y profundizar nuestro beso, yo pase mis manos por su pecho y las enrede en su cuello dejándome llevar por el momento del beso.
—Es una suerte, por un instante creí que me pedirías regresar a casa —dijo acariciando mi cabello, se inclinó de nuevo y me dio un nuevo cálido y suave beso.
—Entonces, ¿qué planes tienes para el pícnic?
Pregunté no deseando separarme de sus brazos, la forma en que me sostenían me hacía sentir segura cerca de él, Frederick sonrió.
—Me alegra que preguntes, mi idea principal era tener el pícnic en los jardines bajo el sol, pero no he previsto del todo el tiempo y me temo que pasara a ser la cena, es una suerte que Freya se haya ofrecido a cocinar para ambos.
Sonreí, ¿cuánto tiempo llevaba planeando todo esto? Era demasiado lindo.
—Espera, pudiste haberme comentado antes, podría haber traído una maleta o algo por el estilo, ni siquiera traigo un cambio.
Me vi diciendo al prestar más atención a la situación, Frederick negó.
—No te preocupes, he previsto todo con Freya, también se ha ofrecido a empacar para ti.
—Vaya, no se te ha escapado nada ¿eh?
Negó.
—Por supuesto que no, lo tengo todo bajo control.
Murmuró volviéndome a besar.
***
Jamás había tenido un pícnic mucho menos uno de noche. El sol ya se había ocultado por completo y la noche era fresca y helada entre los jardines del palacio, Frederick había acondicionado un lado del jardín con una manta, velas y una cesta con la comida de Freya que estaba de más decir que era deliciosa, se había lucido con la comida y Frederick no se quedó atrás con su plan de tener un pícnic en el palacio, esto era demasiado perfecto para ser real, pero yo no iba a contraponerme entre sus planes, iba a disfrutar de la velada y lo que sea que planeara para los siguientes días.
—¿Quieres más pastel de chocolate?
Ofreció mientras él se servía otro trozo de pastel, asentí. El pastel de chocolate de Freya era todo menos empalagoso, tenía las dosis perfectas de chocolate para hacerte amarlo en segundos.
—Dios, te has lucido con todo esto, es más que maravilloso.
Dije cuando me entregó el trozo de pastel, una gran sonrisa que me permitió ver su dentadura se dibujó en su boca, era preciosa.
—Me alegro de que lo encuentres así, ambos necesitábamos un respiro a todo.
Dijo llevándose a la boca su pulgar para limpiar el chocolate que había en este.
—¿Has estado aquí antes?
Me vi preguntando, Frederick tomó una profunda respiración y suspiró.
—Un par de veces, sí. Suelo venir aquí cuando quiero desconectarme del mundo.
—¿No es eso a menudo?
Rio al tiempo en que negó.
—Por mucho que me disguste, soy consciente de que debo hacer frente a mis problemas, preciosa.
Una risita corta salió de mí.
—Sé que lo haces. Honestamente, te admiro, no creo que yo pueda lidiar con la mitad de las cosas que tú lidias a diario.
Frederick tenía mucho peso sobre sus hombros, la situación con los reyes, sus hermanos, la corte, el trabajo y la enorme responsabilidad que llevaba convertirse en rey a futuro y aun así él pretendía que nada de esto era tan complicado como realmente era, trataba de ver las cosas por un lado positivo.
Se encogió de hombros restándole importancia.
—Siempre ha sido así desde que tengo memoria, leyes, reuniones, problemas familiares. A veces me pregunto qué sería de mi vida si yo no hubiese nacido como el futuro monarca, si quizás hubiese sido Bryson o Brayden, incluso Ryleigh.
Los dos reímos ante la idea de la pequeña. Aunque no tocábamos el tema sobre su reinado, no quería decir que eso no sucedería.
—¿Qué hay con lo de convertirse en rey?
Conocía bien su respuesta, pero quería escucharla salir de él.
—Hay muchas responsabilidades que conlleva tener un título como futuro rey, creces sabiendo que algún día el país te pertenecerá te guste y serás tú quien tomará las decisiones de como dirigirlo, eres consciente de que es una responsabilidad muy grande bajo tus hombros, sin embargo, Bryson siempre la tendrá más fácil a diferencia de mí, él podrá dirigir su vida, tomar sus propias decisiones sin que sean consultadas con un concejal y una votación para que todos estén de acuerdos, podrá viajar, hacer lo que le plazca, incluso llevando el título como príncipe tiene responsabilidades, pero su vida no será siempre tan complicada, digamos que tendrá más libertad y ni hablar de Ryleigh, tendrá la libertad que ella quiera, pero aquí, entre nos, la pequeña es quien más disfruta de ser princesa.
Reí.
—Sí, eso definitivamente lo noté —hablé refiriéndome a Ryleigh—. Lo suyo definitivamente es dar órdenes.
—Por supuesto, es autoritaria y le gusta tener el control de las cosas. Tiene carácter y todo lo que se necesita para ser una princesa y más —habló con una sonrisa ante el recuerdo de su hermana menor—. Pero ella es mucho más que una princesa, es la niña más tierna y humana que podrás conocer, es bondadosa, se preocupa siempre por los demás y es imposible que no se gane el corazón de las personas, es simplemente ella.
La forma tierna y cariñosa que se expresaba de su hermana menor me hizo quererle aún más, ¿Por qué tenía que ser perfecto en muchos sentidos?
—Tú no te quedas atrás —hablé ganándome una mirada fija de su parte, mis mejillas se ruborizaron—. He aprendido a conocerte y fuera de esa personalidad divertida y sarcástica puedo ver que realmente eres alguien que se preocupa por los demás, eres bondadoso, tierno y hay amor en ti hacia el mundo. También tengo que decirte que admiro mucho tu capacidad para mantener la calma en los momentos más alocados, yo no puedo hacerlo.
Rio.
—¿Qué puedo decirte? Intento ser la mejor versión de mí mismo.
De nuevo estaba retomando toda su confianza, cosa que me hizo rodar los ojos fingiendo enfado.
—Sí, que no se te suba mucho a la cabeza, tienes también una gran autoestima.
—Me lo han dicho antes.
Me guiñó un ojo, reí un poco.
—¿Puedo hacerte una pregunta?
Asintió.
—Adelante.
—¿Por qué crees que Bryson lo hizo?
Frederick desvió su mirada de la mía y la poso hacia los alrededores de los jardines, se tomó unos segundos para responder a mi pregunta.
—Digamos que Bryson tiene ideales muy diferentes, desde niño, siempre ha amado tener el control de las cosas, ser quien siempre domina y no es la clase de persona que se conforma para nada, siempre quiere más y no me sorprende que es por eso que siempre ha existido una rivalidad entre nosotros, la existía entre él y Brayden también, pero entre ellos era diferente, creo que nosotros dos nunca hemos sido del todo afectos. Solo soy dos años mayor que él, no es una gran diferencia, pero creo que de todos Bryson siempre ha sido el más maduro, es centrado, sabe bien lo que quiere y como conseguirlo, es demasiado inteligente, cosa que no me sorprende el hecho de que papá le haya dejado tener un lugar en la corte en cuanto cumplió la mayoría de edad, pero también es ambicioso, su ambición es tan grande que no me sorprendería que quisiera gobernar.
—¿Estás diciendo que pudo haber hecho esto solo por el trono?
Enarqué una ceja. No conocía a Bryson como Frederick lo hacía, pero esto me sorprendía, no tenía idea de que Bryson quisiera el trono. Se encogió de hombros.
—No puedo asegurártelo, Bryson siempre ha sabido que sus probabilidades de dirigir el país no son tan altas como las mías, pero he sentido que tiene la esperanza de poder gobernar, si abdico al trono, está de más decir que quien quedará en mi lugar será él, pero esto solo es un pensamiento simple o al menos eso quiero creer, no hay necesidad en que Bryson quiera pelear el trono, sabe que puede gobernar otras pequeñas naciones de Suecia, papá le dará el título de rey si es lo que realmente desea o podría contraer matrimonio con cualquier princesa ese no sería un problema para él, pero me temo que siempre hay más que solo un trono.
Me abracé a mí misma mientras le escuchaba, honestamente, no me hacía la idea de Bryson dirigiendo el país y no era porque me desagradara, sino porque no me parecía la persona más correcta para gobernar a Suecia.
—¿Qué sucederá con el trono?
La respuesta era más que obvia, Frederick desertaría, al menos eso siempre estaba en sus planes, lo era desde un principio.
Suspiró.
—A estas alturas, estoy dudando de si realmente quiero abdicar o no —confesó. Lo miré sorprendida, era la primera vez que le escuchaba cambiar de parecer, como si hubiese escuchado mal, me acerqué un poco más a él, incrédula. Frederick extendió una mano en mi dirección la cual acepté de inmediato, retiró los platos que estaban sobre el mantel y me atrajo a él para abrazarme, recargué mi cabeza sobre su pecho mientras él envolvía sus brazos a mi alrededor—. Nunca ha estado en mis planes ser rey, me temo que eso siempre ha sido porque no tengo idea de lo que quiero en la vida, aún no lo tengo claro, pero creo que gobernar no podría ser tan malo después de todo. No puedo rechazar al país solo porque no estoy de acuerdo con su actual rey, quizás yo podría hacer una diferencia, podría aprender a dirigir el país a mi manera.
—No suena como una mala idea —murmuré. Que Frederick haya cambiado de parecer era difícil de creer, estaba aferrado ante la idea de no gobernar y ahora había cambiado de parecer. Se inclinó para colocar un beso en mi cabello.
—Espero que no —susurró—. Porque no estoy muy seguro de ello.
—¿Qué te ha hecho cambiar de parecer?
Se tomó un gran tiempo para contestar.
—Preciosa, nunca me ha parecido del todo mal gobernar, creo que podría ser grandioso, incluso tengo planes para mejorar nuestra forma de gobierno, tratar de mantener a Suecia como uno de los mejores países.
—Wow, nunca pensé que te escucharía hablar de esta manera.
Y nunca pensé que lo haría, pensé que estaba cien por ciento seguro de no ser rey. Negó.
—Honestamente, mi miedo no es el trono, creo que mi mayor miedo es convertirme en mi padre una vez que gobierne, pero hoy en día me doy cuenta de que no por llevar su misma sangre significa que seré igual a él. Además, algo me dice que a mi abuelo le hubiese gustado que yo continuara en el trono.
—Bueno, el rey Carl debe estar muy orgulloso de ti y ni hablar la parte en que eres su favorito, dime, ¿qué abuelo le hereda un palacio completo a su nieto? ¡Mis abuelos ni siquiera me traían galletas en acción de gracias!
Frederick rio en una carcajada que hizo a su cuerpo estremecerse, me uní a su risa segundos más tarde.
—Pobrecita de ti, debió ser muy triste no tener galletas en acción de gracias.
—Me acostumbré a ello y no guardé rencores —admití, ambos reímos. Entrelacé mi mano con la suya mientras conversábamos, esto se sentía tan casual que no quería que la noche terminara, estaba más que disfrutando el momento.
—Honestamente, me enorgullezco de ser el consentido de mi abuelo, de lo contrario, no sé qué sería de mi vida si no fuera por él —dijo acariciando mi mano—. Mis mejores años fueron cuando me mudé con él, aprendí demasiado sobre su vida y sobre la mía también.
—Eso es lindo. Los abuelos son maravillosos.
—Sí que lo son.
Concluyó.
—Cambiando de tema, ¿qué clase de planes tienes para mañana? —pregunté con un poco de interés, moría por saber lo que Frederick tenía en mente. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios.
—Preferiría dejarlo como una incógnita, preciosa —contestó serio—. Pero ten por seguro que ambos nos divertiremos, solo confía en mí.
No hacía falta que me pidiera confiar en él, yo lo hacía desde el primer día. Al regresar al palacio, Frederick acondicionó una de las habitaciones para ambos y a pesar de que ofreció ver la televisión, no tarde mucho en quedarme dormida entre sus brazos.
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