Capítulo 27

Frederick fue al palacio al día siguiente, sin embargo, yo me quede en casa y opté por dar un paseo en la residencia, estaba comenzando a disfrutar vivir allí, la mayoría de los residentes eran demasiado agradables desde mi punto de vista, sobre todo Freya y el señor Blomberg, quien me había pedido ayuda en su jardín esta mañana cuando salí a correr, así que después de tomar una rápida ducha y desayunar, me encaminé hasta su casa, él ya se encontraba en la puerta con una gran sonrisa en la boca.

—Qué bueno que llegaste, creí que por un instante te olvidarías de mí.

Dijo mientras se acercaba a mí, negué de inmediato.

—Le aseguré que iba a venir así que, aquí me tiene —dije con un ligero ademán, él sonrió—. ¿Y bien? ¿Qué es eso con lo que necesita ayuda?

Observé su jardín, el césped estaba perfectamente podado y había un par de tulipanes decorando el lugar, lo cual me hizo dudar en sí deseaba arreglar el jardín.

—Quería tu ayuda para sacar una fotografía de mi jardín, Freddy por lo general suele hacerlo con ese aparato que tanto llaman celular y otras veces lo hace con una cámara, y para mi desgracia no soy bueno sacando fotos, esperaba que tú pudieras hacerlo mientras él no está. Así puedo revelarla cuando vaya al supermercado.

Sonreí y era lindo que Bloomberg quisiera sacar una fotografía de su jardín.

—De acuerdo, sacaré la foto —aseguré—. ¿Puedo preguntarle por qué quiere sacar una foto de su jardín?

Él sonrió al tiempo en que asintió.

—Me gusta decorarlo seguido y sacar fotos de cómo va evolucionando con el tiempo. Además, cuelgo esas fotos en las paredes de mi hogar, suelen hacer una linda decoración allá adentro, ¿Quieres verlas después de que saques la fotografía?

—Me encantaría.

Admití.

Blomberg continuó contándome sobre esas fotografías que Frederick le ayudaba a sacar sobre su jardín y después de varias fotografías capturadas con la cámara de mi celular, entramos a su casa, donde pude observa todas esas fotos de su jardín enmarcadas en las paredes, realmente le gustaba su jardín.

—Todas son lindas.

Le dije mientras las contemplaba, Blomberg asintió contento, las paredes estaban pintadas de un tono ciruela, la mayoría de sus muebles eran de madera, las cortinas de la ventana eran floreadas y de color dorado, toda la decoración de la casa era una extraña combinación de colores, sin embargo, se respiraba un ambiente cálido. A medida que continúe viendo, Blomberg se molestó en explicarme de nuevo por qué le gustaba fotografiar a su jardín, mencionó a quien fue su esposa, ella era amante de los jardines y Blomberg, después de que falleció, quería honrarla al mantener su jardín en perfecto estado y enmarcar cada uno de los cambios que iba realizando. Me pareció un gesto especial.

—¿Qué es esto? —Señalé un marco donde había una hoja tamaño oficio enmarcada, lucía ajena a los demás cuadros con fotografías. Blomberg sonrió a manera que pude ver su dentadura.

—Un viejo reconocimiento. Me lo dieron quince años atrás, me lo otorgó mi antiguo trabajo.

Me acerqué más al marco y traté de leer lo que decía, era un reconocimiento por sus años de servicio como uno de los periodistas más reconocidos e importantes en Suecia. Tan pronto como terminé de leer el reconocimiento y ver una fotografía de él cuando era joven, me volteé a verlo.

—No puedo creer que tú seas ese Eliot Blomberg —mencioné con asombro, el reconocimiento había llegado a mí y pude verlo en sus ojos, yo había escuchado hablar sobre el señor Blomberg en la universidad, había visto fotografías suyas de cuando era joven, muchos profesores con los que estudie, lo admiraban por su desempeño en el mundo del periodismo, era asombroso, tenía una manera peculiar y única de conseguir la información perfecta para las entrevistas, su método era difícil de describir, no todos los periodistas tenían la habilidad de hacer que las personas contarán sobre sus vidas y dieran información tan personal como Elliot Blomberg conseguía.

—Bueno, soy ese "Elliot Blomberg" —dijo haciendo un gesto con sus dedos para enfatizar su nombre. Estaba más que sorprendida.

—Dios, no sé qué decir —murmuré—. Me cuesta creerlo, eres como una especie de celebridad dentro del mundo del periodismo, perdona que suene como una fan loca, pero hice mi tesis sobre ti, eres impresionante, aun cuando te retiraste, escuché muchas cosas impresionantes sobre ti, mis profesores siempre te ponían de ejemplos en sus clases y... No sé qué decirte, realmente te admiro.

—Conque estudiaste periodismo, ¿eh? —preguntó enmarcando una ceja, asentí de inmediato y sonrió—. Bueno, he de admitir que me halaga escuchar que has admirado mi trabajo hija, realmente lo aprecio, sobre todo que hayas hecho una tesis sobre mí, espero que te haya sido útil en algo.

—Lo fue, no estoy mintiendo.

Aseguré.

—Y te creo —contesta, antes de tomar asiento en su sofá—. Dime, ¿Qué edad tienes? Pareces muy joven para ser periodista.

—Veintitrés. Aún soy joven.

—Demasiado diría yo, estás en una buena etapa —mencionó—. Los veinte son los mejores años de vida de todo joven, incluso los treinta, pero nada se disfruta como estar entre esa etapa, los tropiezos que uno aprende entre esas edades son los que nos hacen conocernos a nosotros mismos.

Sonreí, con un gesto, me hizo una seña para que tomara asiento frente a él, asintió.

—Supongo que tiene razón.

—La tengo, eso mismo suelo decirle a Frederick, quien por cierto tiene tu misma edad —dice recordando este dato, yo asiento en acuerdo—. ¿Ya has trabajado en alguna editorial?

Asentí.

—Trabaje para Nicolás Eliasson.

Blomberg frunció el ceño y negó.

—De algo se aprende, ¿no? —Se encogió de hombros—. He escuchado que ese hombre es uno de los peores dentro del mundo del periodismo, afortunadamente, jamás trabaje con él.

—Es el peor —confesé—. Estoy segura de que todo el mundo lo sabe.

—Así es. Estoy sorprendido de que estés en esto del periodismo, de todas las carreras que pensé que habías estudiado, nunca imaginé periodismo, incluso había apostado en que estudiaste algo relacionado con medicina, el señor Nilsson se pondrá más que contento al saber que ganó la apuesta.

Enarque una ceja.

—¿Ustedes apostaron?

Un atisbo de vergüenza cruzo por su mirada.

—Lamento decirte que desde que te mudaste con nuestro Freddy, la mayoría aquí hace apuestas sobre ustedes. —Enarqué una ceja a causa de la sorpresa, Blomberg decidió cambiar de tema restándole importancia—. Como sea, una parte de mí se alegra de que seas periodista, para mí, la industria del periodismo fue la mejor experiencia de mi vida, hice grandes amistadas con muchos entrevistados de las que no me arrepiento ni olvido.

—Apuesto a que sí.

Dije. Blomberg y yo continuamos hablando sobre su experiencia como periodista, aún no podía creerlo, me había sentido como una tonta por no reconocerlo desde el primer instante en que se presentó conmigo, pero jamás había visto una foto de él a sus setenta y dos años, esa había sido una de las razones por las que no lo reconocí de inmediato. Si actúe como una fanática, él no se inmutó ni protesto, lucía entusiasmado con cada pregunta que le hacía sobre su vida trabajo, conversamos por más de dos horas, me mostró trabajos de cuando aún continuaba como periodista activo y al final, me contó sobre cómo llegó a la residencia Stallmästaregården después de su retiro. Blomberg, después de entrevistar por años al rey Carl, el abuelo de Frederick, se habían vuelto amigos y como Blomberg prácticamente era una celebridad gracias a su sorprendente método para entrevistar a cualquier persona que se le cruzara en sus narices, deseaba retirarse a un lugar tranquilo y relajado, no tenía familia salvo a su esposa, quien murió tres años antes de que él decidiera jubilarse, el rey le mencionó sobre la residencia y le ofreció su casa por el primer mes para que pudiera conocer el lugar, le costó menos de dos semanas decidir quedarse, Stallmästaregården era el lugar más tranquilo y relajado para vivir, todos eran adultos mayores que buscaban tranquilidad después de haberse pasado casi toda su vida metida en el trabajo, así que terminó comprando una casa aquí.

Decidí que fue tiempo de volver a casa cuando el señor Nilsson, el vecino de a lado de Blomberg llegó de visita, la camioneta de Frederick no estaba en la cochera como de costumbre, lo que indicaba que aún no había llegado, chequé la hora en mi celular y ya era medio día, pensé en que sería bueno preparar algo de comer para los dos, no tenía grandiosas habilidades culinarias, pero podía defenderme con un sencillo platillo como el espagueti, además que la pasta, salsa de tomate y queso era lo único que había en la alacena y refrigerador de Frederick, pues por lo general, solía comprar la comida ya hecha o comprar lo necesario para ese día, no entendía su método de compras en el supermercado, pero no juzgaba, estaba agradecida de que me tuviera en casa sin cobrarme ni un peso y todavía pagara mi departamento, porque días atrás, había llegado a casa con las facturas y recibos de renta de mi departamento, al principio, me sentí avergonzada de que lo hiciera, pero recordé que los dos habíamos llegado a ese acuerdo, él pagaría mi departamento si yo cooperaba con su extraño y complicado plan.

Mientras intentaba no encender la cocina en llamas y evitar que la pasta se me pegara, movía mis caderas al ritmo de la música electrónica que me había permitido escuchar a todo volumen en la cocina, no estaba sola y tenía que aprovechar mi buen humor con un poco de música y baile para mantenerme contenta, justo después de que terminé de preparar la pasta y estaba limpiando el desastre en la cocina que había hecho con las envolturas, especias y la salsa de tomate que había derramado por la barra de la cocina, escuché golpes a la puerta, extrañada, pause la música, Frederick solía llevar las llaves consigo, además, no le había colocado llave a la puerta sabiendo que la mayoría aquí respetaban nuestra privacidad y no entrarían sin una invitación, cosa que me hizo dudar en sí se trataba de Frederick o no. Los golpes continuaron siendo insistentes, si no era él, podría ser el señor Blomberg, Freya o cualquier otro vecino, insegura y deseando conocer de quien se podría tratar, dejé las cosas a medio hacer en la cocina y fui directa a atender la puerta impidiendo que la persona detrás de ella volviera a tocar por tercera vez consecutiva.

—Alteza.

Susurré con sorpresa. Mi voz fue demasiado baja para mi sorpresa y la expresión de asombro en mi rostro evidente. Bryson Kallenberg, mejor conocido como el príncipe Bryson, hermano de Frederick, estaba frente a mis narices, con una sonrisa en los labios medio torcida.

Las veces que tuve oportunidad de conocerlo, no fueron buenas del todo, por lo que me limite a hacerle una rápida y discreta reverencia. Sí se tratará de Ryleigh o Frederick, lo más probable es que me olvidaría de estas cosas, sin embargo, Bryson me resultaba intimidante y sentía esa necesidad de ser formal ante él y dirigirme con respeto.

—Hola.

Dijo de forma corta, apretó los labios en una fina línea. Bryson no era muy diferente a Frederick, tenían el mismo color castaño de cabello, era alto como su hermano, pero Frederick sobresalía unos centímetros más que él, su piel era un poco más clara que la de su hermano, quizás porque Frederick tenía un ligero bronceado y sus ojos eran de un gris intenso, seguro los había sacado de su padre, su complexión era delgada y algo musculosa, aunque no más musculosa que la de Frederick, quien se veía mucho más fornido que él.

—Uhm... sí está buscando a su hermano, Frederick fue al palacio.

Hablé apenada, estaba comenzando a sentirme incómoda, Bryson dibujó una leve sonrisa en la boca que se convirtió en una mueca segundos más tarde.

—Lo sé, es por eso por lo que vengo, ¿puedo pasar?

Desconcertada ante la sorpresa y la repentina visita, me hice a un lado para dejarlo pasa, Bryson entró y cerré la puerta detrás de nosotros, observé sus movimientos, admiró el lugar escudriñando cada rincón y luego giró para verme de nuevo.

—Es lindo —dijo con las manos dentro de los bolsillos de su pantalón, una risita seca y corta salió de él—. Sabes, Frederick nunca me ha invitado a pasar, para ser honestos, mis visitas no pasan más allá de la entrada principal.

Me mordí el labio inferior, lucía tranquilo y curioso al mismo tiempo, intenté ofrecerle una sonrisa, ya que no tenía mucho que decir, Bryson tenía algo que me hacía desconfiar.

—¿Puedo ayudarle en algo, alteza?

Pregunté luego de un tiempo, esperé no ser grosera con mi pregunta, pero quería saber a qué se debía su visita si sabía que su hermano no estaba aquí, no era tonta, se había presentado aquí por una razón y esa razón no tenía que ver mucho con su hermano mayor.

—Por favor, llámame Bryson, sé que a mis hermanos les hablas de tú así que te pido que hagas lo mismo conmigo.

—Bien, ¿puedo ayudarte en algo?

La primera vez que lo conocí, me llevé una mala impresión de él y recordé la pequeña conversación que Ryleigh y yo tuvimos, ella había confesado que no se llevaban bien y que sentía que no la quería, también sabía que él y Frederick no llevaban una buena relación.

—Yo, quiero pedirte una disculpa. —Sus ojos miraron directo a los míos—. Al parecer mis hermanos están contentos contigo y yo, me temo que no di una buena impresión de mí mismo cuando nos conocimos.

Su disculpa no me parecía confiable, sin embargo, no iba a ser grosera rechazándola por lo que opté por encogerme de hombros.

—Descuida, a veces hacemos malas impresiones, me temo que yo las hago seguido.

Intenté reírme de esto, no mentía, yo era pésima con las primeras impresiones, digamos que el desastre era parte de mí.

—Estoy de acuerdo contigo. —Sonrió, hubo un ligero silencio y volvió a analizar el lugar—. Supongo que a veces uno comete errores fácilmente, ¿no?

—Así es.

Respondí cortante.

—¿Te importa si tomo asiento? —preguntó señalando el sofá, negué.

—Adelante.

Señalé el sofá, él se movió rápido por la habitación y se sentó en el sofá de enfrente, yo hice lo mismo y los dos estabas el uno frente al otro. Dejamos que un leve silencio se formulara entre los dos, el ambiente era incómodo.

—Mi abuelo vivió aquí por varios años —mencionó tiempo después, su mirada continuaba observando el lugar—. Frederick solía acompañarle todo el tiempo, incluso se quedaba a dormir aquí seguido, ellos dos eran unidos.

Continuó. Me limité a ofrecerle otra sonrisa.

—Es un lindo lugar.

Y lo era, mi estadía aquí no era tan mala como esperaba, me agradaba el lugar.

—Sí. Me recuerda a él, tiene esa fachada rústica y viaje que mi abuelo poseía —explicó—, siempre fue una persona sencilla, no le gustaba la ostentosidad, los lugares pequeños y acogedores eran sus favoritos, Frederick es bastante similar a él, se parecen más de lo que uno cree, prácticamente lo crio.

No sabía mucho sobre la vida del rey Carl, pero sin duda, Frederick lo estimaba demasiado. De nuevo, hubo otro silencio, aunque una parte de mí despertaba cierto interés en saber más sobre la convivencia del rey con Frederick, no quería preguntar, al menos no a Bryson, su visita aún me tenía desconcertada, tampoco sabía con exactitud que debía decir, no esperaba tenerlo aquí y sobre todo que tuviera el atrevimiento de contarme esto.

Pensé en que probablemente quería algo y estaba buscando una manera sutil de decirlo y no ser del todo directo, o quizás solo había decidido venir a disculparse de verdad, su carácter era sereno, no se comportaba para nada como las primeras veces que lo conocí, aunque no podía decir mucho de ellas, definitivamente me había llevado una mala impresión, sin embargo, Frederick estaba allí e impedía que su hermano pudiera expresarse, prácticamente, cortaba cualquier interacción con él como lo había hecho ayer con su padre.

—Yo... podría decirle a tu hermano que viniste a buscarlo.

Hablé, su mirada recayó en mí y enarcó ambas cejas.

Dios mío, eso sonaba como si estuviera invitándolo a irse, no quería ser brusca, pero esperaba que lo hubiese captado.

—Sí, sobre eso, hay algo más de lo que me gustaría hablar.

—Ah, ¿sí?

—Sí —respondió—. No es nada malo, pero me temo que podría ser...

Intentó buscar una forma de decir lo que sea que iba a decir, pero el ligero ruido de la puerta siendo abierta impidió que pudiera decir más, Frederick se dejó ver de inmediato, lucía un semblante serio, como si las cosas no hubiesen salido a su favor, y terminó volviéndose más serio cuando vio a su hermano sentado en el sofá.

—¿Qué haces aquí?

Su pregunta fue brusca y seria. Bryson se levantó del sofá de inmediato y yo hice lo mismo, lo que me ganó una mirada por parte de Frederick, quien volvió a ver a su hermano, de pronto, el ambiente se volvió mucho más incómodo que minutos atrás y la tensión llegó a mí, no esperaba esto, creí que Frederick llegaría más tarde y que quizás Bryson ya se habría ido para cuando su hermano llegara, pero como de costumbre, era un imán para los malos momentos y este claramente era uno, podía sentirlo en el ambiente y verlo en las miradas de ambos príncipes. La visita de Bryson no significaba algo bueno.

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