Capítulo 24

Frederick estacionó su auto en la entrada principal del palacio, a pesar de que había un área donde claramente podía estacionar su camioneta, optaba por estacionarla en la entrada. Era como si estacionarla allí le aseguraba una salida fácil y rápida del palacio.

Salí de la camioneta al mismo tiempo que él, compartimos una pequeña mirada cuando sus ojos se cruzaron con los míos y me ofreció una diminuta sonrisa. Traía una carpeta llena de papeles consigo bajo el hombro, sabía que eran los papeles con los que lo había visto trabajar durante la semana. Al estar en la entrada principal, los dos guardias que se encontraban afuera hicieron una pequeña reverencia sin mirarlo.

Las puertas se abrieron, un mayordomo nos recibió, quien también hizo una reverencia hacia el príncipe y nos sonrió.

—Buen día, señor, su padre nos pidió que le dijéramos que lo esperan en la sala principal de reuniones. Quiere que usted esté al tanto de la reunión —habló—. Es importante.

Frederick asintió en acuerdo.

—¿Están ahora mismo en la reunión? ¿Sabes si ha empezado?

—Llevan quince minutos dentro Señor. El embajador de Grecia está presente.

Comenzamos a movernos por el pasillo, estaba nerviosa de estar en el palacio por tercera ocasión. Observé a Frederick mientras caminábamos, tenía el ceño fruncido y revisaba los papeles dentro de la carpeta, los hojeaba una y otra vez y su ceño se fruncía más, lucía confundido.

La entrada se perdió de vista cuando doblamos en una esquina y subimos escaleras, ¿cómo es que sabían a donde se dirigían con exactitud? El lugar era enorme y las distancias demasiado largas para mi gusto. Después de las escaleras, volvimos a doblar en una esquina y pasamos cinco puertas más, todas estaban cerradas, Frederick no despegaba la vista de sus papeles, estaba absortó en ellos que, si un muro se posara frente a él, no lo notaría.

Después de cinco minutos detuvimos nuestro paso en dos puertas gigantes.

—Señor, ¿la señorita entrará con usted? —preguntó el mayordomo, fue ahí cuando Frederick recordó que venía con él.

Su ceño fruncido desapareció y se mordió el labio inferior, me observó por unos segundos y luego suspiro.

—Por favor, escóltala hasta la habitación de Ryleigh —ordenó al mayordomo, esté asintió de inmediato.

—¿Algo más, señor?

Su mirada aún estaba fija en mí. Una sonrisa algo ladeada se dibujó en sus labios.

—No. Eso es todo.

Fruncí el ceño sin comprenderlo y esperé a que Frederick me diera una respuesta con la mirada, buscaba alguna pista en ella, pero su sonrisa no me decía más.

—De acuerdo, señor.

Compartimos una última mirada. Frederick se acercó a mí y colocó un fugaz beso en mi mejilla que provocó que me sonrojara por el repentino gesto.

—Nos vemos luego, preciosa.

Dijo antes de abrir las puertas.

El mayordomo y yo nos quedamos por unos segundos frente a la puerta, cuando volteé a verlo, me ofreció una sonrisa, hice lo mismo y comenzamos a caminar por el pasillo, regresamos de nuevo al centro de las escaleras, me tomó unos minutos reconocerlas. Eran las escaleras donde Frederick se había confundido la vez que huíamos de sus padres, el recuerdo de ello dibujo una sonrisa en mi boca, tomamos el lado derecho de las escaleras y continuamos avanzando, solo podía decir una cosa con seguridad, recorrer el palacio era exhausto, ya habíamos pasado diez habitaciones y aún no dábamos con la habitación de la princesa.

Tres pasillos, quince habitaciones y dos escaleras más tarde, llegamos a la habitación de la princesa y no había duda de que era suya, ya que de la puerta colgaba un letrero de madera con el nombre de 'RYLEIGH' en grande, sonreí al ver que estaban pintadas con escarcha y acuarelas.

El mayordomo dio tres toquecitos a la puerta y segundos después, la puerta se abrió para dejar ver a la pequeña con un vestido rosa y una corona en la cabeza.

—Hola, James, ¿puedo ayudarte en algo? —preguntó con amabilidad.

—Hola, alteza, le he traído compañía. —Me señaló. La niña dirigió su mirada a mí y sonrió a manera que pude ver sus dientes, sonreí para ella también.

—¡Bethany! —exclamó con entusiasmo, salió de su habitación y se acercó a mí para abrazar mi cintura, su gesto me sorprendió, pero respondí a su espontáneo abrazo.

—Hola, ¿Cómo has estado? —me animé a preguntar cuando se alejó.

—Realmente ocupada estos días, ¿y tú? ¿Freddy vino contigo? ¿Dónde está? ¿Por qué no lo veo?

El mayordomo se aclaró la garganta y nos sonrió a ambas.

—Alteza, su hermano está en una reunión con su padre.

—Oh —murmuró con un poco de asombros—. De acuerdo, puedes retirarte. Bethany y yo estaremos bien —dijo empujando la puerta de su habitación y tirando de mi mano para que entrara con ella. Una vez que estuvimos dentro, cerró la puerta y le colocó llave.

Observé la habitación, era enorme y las paredes rosas, su cama estaba perfectamente hecho y había un bowl de palomitas en el centro de ella, noté el gran televisor, la película de la Bella Durmiente estaba reproduciéndose. Comprendí la razón de su vestido y su corona.

—¿Estabas ocupada viendo La bella durmiente? —La niña miró el televisor y luego a mí y sonrió.

—Es mi película favorita y mi princesa de Disney favorita —afirmó. Su sonrisa desapareció y miró a sus pies descalzos—. Tengo su vestido y corona, solo que no luzco como ella.

Dijo realmente desanimada. Era casi irónico que se desanimara sabiendo que ella realmente era una princesa.

Me acerqué a ella y me puse a su altura.

—Oye, a mí me parece que eres mucho más linda que Aurora —traté de animarla, Ryleigh era una niña preciosa, tenía grandes ojos azules, cabello castaño casi rubio y un rostro adorable.

—Gracias por el cumplido, pero yo realmente quiero ser ella —dijo encogiéndose de hombros, sus ojos me miraron curiosos—. Oye, ¿te gustaría terminar la película conmigo?

Asentí de inmediato, su sonrisa fue demasiado tierna que quise abrazarla, entrelazó su pequeña mano con la mía y tiró de ella para que me sentara en la cama a su lado. Ryleigh tomo un lado de la cama y yo tomé el otro, acercó el bowl de palomitas para poner entre medio de las dos.

—¿Sabes? El príncipe Felipe es muy guapo, Aurora fue muy afortunada en quedarse con él —confesó la princesa mientras se llevaba un puño de palomitas a la boca—. ¿Cuál es tu princesa favorita?

—¿Mi princesa favorita? —pregunté y asintió.

—Todas las niñas siempre tenemos una, ¿cuál es la tuya?

Sorprendida por su respuesta hablé.

—Creo que Rapunzel. Me encanta su historia.

Ella sonrió al tiempo en que asentía.

—Es una princesa muy agradable, también me gusta —aseguró, agarré un puño de palomitas como ella y me los llevé a la boca—. Sobre todo, su cabello, también es hermoso, largo y mágico.

—Oh sí, su cabello es impresionante —aseguré.

—¿Qué me dices de los príncipes?

—¿Qué hay con ellos?

A pesar de que nuestra vista estaba posada en la película, no estábamos prestándole atención realmente.

—¿Hay alguno que te guste además de mi hermano?

Me atraganté con una palomita o, mejor dicho, con su pregunta.

Ryleigh se reincorporó en su lugar, ya que se había acostado, yo hice lo mismo.

—¿Estás bien? ¿He dicho algo malo?

Por supuesto que no había dicho nada malo, pero asegurar que me gustaba su hermano me había tomado por sorpresa.

—Estoy bien. —Me las arreglé para dejar de toser—. Es solo que... mi príncipe favorito es Eric, de La Sirenita.

Ella sonrió y asintió.

—Es muy lindo, al igual que Eric Mountbatten —soltó una risita. Enarqué una ceja y volteé a verla.

—¿El príncipe de Inglaterra? —asintió al tiempo en que sus mejillas se volvieron rojas.

—Es muy guapo, aunque Frederick siempre dice que es muy grande para mí —dijo inconforme—. Pero me gusta cuando viene de visita, es agradable y divertido. Y le gusta el mismo helado de caramelo que a mí, además, da los mejores regalos de cumpleaños, el año pasado me regaló un poni blanco, ¿Quieres conocerlo algún día?

—Claro, me encantaría —afirmé.

—Genial, deberíamos de cabalgar más tarde si es que Freddy y tú no están ocupados. A Frederick le gusta cabalgar tanto como correr autos.

Me sorprendió que Ryleigh supiera lo de los autos.

—Conoces muy bien a tu hermano, ¿eh?

—Es mi mejor amigo —admitió—. Los mejores amigos siempre saben todo de sus amigos.

Enarqué las cejas con asombro por su confesión. Escuchar referirse a su hermano mayor como su mejor amigo fue más que adorable.

—Me da gusto escucharlo, es bueno tener un mejor amigo.

—Lo es, ¿tú tienes uno?

Asentí.

—¿Cuál es su nombre?

—-Mason.

—¿También son hermanos?

—No, mis hermanos y yo no somos mejores amigos —dije y ella me miró sorprendida, pero rápidamente lo reemplazó por una mirada de comprensión.

—Descuida, también entiendo eso. Bryson y yo no somos mejores amigos —dijo negando. Una mueca se dibujó en sus labios—. Él no es como Brayden ni mucho menos como Frederick, Bryson siempre está quejándose de mí, dice que soy demasiado enfadosa y me molesta mucho.

—Oh te comprendo amiga, mis hermanos solían molestarme de pequeña todo el tiempo.

—Pero te quieren, ¿no? —preguntó con seriedad—. Bryson no me quiere.

Escuché la decepción en su voz, lo que me hizo fruncir el ceño.

—No digas eso, el seguro debe quererte —mencioné—. Quizás le cuesta expresarse.

—Quizás. —Se encogió de hombros—. Pero siempre estoy agradecida de tener a Frederick. Él es mi hermano favorito y lo quiero mucho.

—Él también te quiere —afirmé y compartimos una sonrisa. Ryleigh se acercó a mí y recargó su cabeza en mi hombro.

—Me alegra que estés con él, eres muy linda y amable. Además, él bailó contigo el día que entraron en el salón, Freddy no baila con nadie que no sea yo, quizás desde que Brayden se fue y luego Erin —confesó—. Realmente creo que eres buena para él.

Sabía que Brayden era el hermano gemelo de Bryson y el príncipe que había muerto en un accidente automovilístico dos años atrás, pero no tenía la menor idea de quien era Erin. Aunque me gustaría preguntarle a la pequeña, no estaba segura de hacerlo.

—Supongo que gracias.

Respondí luego de un tiempo.

—No tienes que agradecerme, realmente lo creo —habló, yo me había recostado en la cama y Ryleigh se había acurrucado a mi lado—. Erin era linda, pero creo que tú eres muy bonita, luces mucho mejor que ella y me gusta que puedes hablarme, ella nunca quería hablar conmigo, mucho menos ver películas de princesas juntas.

Me sentí más confundida de lo que ya estaba.

—¿Puedo preguntarte quien era ella?

Deseé que la princesa tuviera una respuesta. Se alejó un poco de mí, ladeo la cabeza frunciendo el ceño y arrugando la nariz.

—Erin era la novia de Frederick. No me gustaba —negó con desagrado—. Si ellos no se hubieran conocido, probablemente las cosas estarían mejor en casa.

Enarqué una ceja. No tenía idea de que Frederick había tenido una novia, claro, no debería de sorprenderme después de todo, él era demasiado atractivo para llevar toda su vida, soltero, en algún momento debió tener un flechazo por alguna chica.

—¿Por qué lo dices?

Pregunté con curiosidad.

Ryleigh volvió a fruncir el ceño y desvió su mirada de la mía para tomar palomitas.

—Porque... ¡Oh mira! ¡El príncipe ya encontró a Aurora! —dijo señalando la pantalla con euforia. No me sorprendía del todo que tuviera una reacción como esa, tenía siete años, los niños se distraían con facilidad, lo sabía porque los hijos de mi hermano mayor lo hacían todo el tiempo cuando conversábamos, la televisión era su mayor distracción.

Reconociendo que no iba a tener de nuevo nuestra conversación, dejé caer un suspiro pesado y tomé un puño de palomitas para llevármelo a la boca, ahora más que nunca estaba intrigada, Ryleigh era la culpable de ello.

Pensé en el príncipe Brayden, quien habíamuerto hace dos años, recordé que Frederick me había confesado ser cercano aél, pero jamás había escuchado mencionar a Erin, ni mucho menos tenía idea deque Frederick no bailara, la pequeña confesión de Ryleigh me había dejadorealmente curiosa. Y por supuesto, mi instinto de periodista no dejaría pasarel tema con facilidad.

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