Capítulo 21

Si las cosas entre los dos habían mejorado, no se sentía de esa manera, habíamos vuelto a hablar —eso era un gran pequeño avance— sin embargo, las cosas aún continuaban tensas entre los dos, nuestras conversaciones se limitaban a ser cortas y la comunicación era escasa, estaba comenzando a cansarme de esto y en lo único que podía pensar era en volver a casa, en Estocolmo. Para el inicio de la semana, habíamos establecido una monótona relación en la que él me esperaba frente a la entrada para correr y corríamos en silencio, él con sus auriculares puestos y yo con los míos.

Esta mañana en particular, cuando terminé de abrocharme las agujetas de mis zapatos y me encamine hacia la entrada, la falta de su presencia me hizo fruncir el ceño, pensé en que probablemente se habría adelantado un par de casas por lo que cerré la puerta detrás de mí y me eche a correr, el ceño fruncido se mantuvo en mí cuando no conseguí verlo alrededor. No estaba, terminé de dar un par de vueltas por mi cuenta y regresé a casa un tanto decepcionada por no verlo.

Antes de dirigirme a mi habitación, me detuve en la suya, la puerta estaba entreabierta, me animé a empujarlo para comprobar que la cama estaba perfectamente hecha y vacía, no había ninguna señal de él por la casa, me dije a mi misma que probablemente tenía asuntos importantes que ver, estos días había notado que su rutina era un tanto aburrida y escasa de actividades —siempre creí que los príncipes estaban saturados de actividades importantes—, Frederick solo se limitaba a estar en casa, comer, ver televisión, quizás jugar un videojuego y leer, había descubierto que al príncipe le gustaba la lectura, cosa que me había hecho sonreír la primera vez que lo encontré sentado en una esquina del sofá leyendo plácidamente. Eché un vistazo a la entrada esperanzada en que no hubiera nadie observándome y entré a su habitación, me deshice de la idea en mi cabeza de ser una intrusa por entrar sin permiso, pero había notado el libro con el que ha estado leyendo en casa todos estos días sobre la cama y quise correr a verlo. Tomé el libro entre mis manos, era Inferno de Dan Brown.

Una sonrisa apareció en mi boca, me agradaba la idea de que le gustaba leer, sobre todo porque eso nos hacía tener algo en común, yo amaba la lectura. Comencé a revisar las páginas, algunas estaban subrayadas con marca textos amarillo y tenían pequeños indicadores de colores al lado de la frase subrayada, me permití leer un par de ellas, aunque el libro parecía cuidado, noté que fue varias veces leído.

Después de volver a dejar el libro en su lugar, salí de la habitación y me dirigí a la mía, busque ropa limpia y me apresuré a ir al baño a tomar una ducha, no tenía planes por la mañana, pero si había quedado para el medio día de verme con Fabrizio para trabajar en mi primer artículo, estaba curiosa por saber de qué se trataría, cuando había recibido la llamada de Fabrizio un día antes, se le escuchaba entusiasmado y contento por comenzar el trabajo, hasta sentí que se contuvo de mandarme toda la información por correo electrónico para que yo comenzara a redactar el artículo.

Antes de salir de casa al medio día, tenía la esperanza de que Frederick apareciera antes de irme, pero no había rastro de él en ningún lugar y como no tenía llaves de la casa, tuve que ir en busca de Freya y pedirle de favor que cuidara la casa mientras mi ausencia o la de Frederick, ella accedió amablemente, aun así, yo había dejado una nota sobre la mesa para Frederick diciéndole que había salido y me había molestado en dejarle mi número de teléfono en caso de que él se interesara en saber de mí, una parte muy interna anhelaba que llamara.

—Le he pedido a mi asistente Ava que te hiciera una copia de la información que hemos recolectado para el artículo. —Gesticuló Fabrizio mientras los dos nos movíamos por el elegante edificio que había heredado, nos dirigíamos a su oficina para tener un poco más de privacidad—. La información resulta ser algo irrelevante, pero sé que sabrás como mejorarla.

Entramos a su oficina, se sentó en su silla de piel detrás del escritorio y yo me senté frente a él. Una chica de tez aceitunada y espeluznantes ojos color oliva apareció en la oficina luciendo un elegante uniforme negro, por la forma ajustada en la que la falda se ceñía a su cuerpo, se podía ver que tenía grandes curvas, era guapa. Ella le extendió una carpeta amarilla a Fabrizio y él sonrió, imaginé que ella era Ava.

Cuando salió de la oficina, Fabrizio me entregó la carpeta sonriente.

—Aquí tienes todo lo que ocupas para el primer artículo, no te pediré nada en particular, ya he visto tu trabajo con anterioridad y sé que eres buena, así que no tengo ningún problema en que hagas el artículo a tu gusto.

Asentí, estaba sorprendida de que depositara tanta confianza en mí.

—Comenzaré con el artículo en cuanto antes sea posible —dije y sonrió.

—Perfecto —dijo con orgullo—. ¿Podrías tenerlo listo para el viernes?

Era lunes, tendría cuatro días para ponerme al tanto con la información y redactar el artículo, me parecía un plazo justo. Asentí.

—Lo tendré listo el viernes.

—Bien, entonces puedes empezar cuando quieras. Si deseas trabajar con el artículo aquí en la empresa, me encargaré de que te asignen un lugar junto al resto de los otros editores, si quieres trabajar en casa, tampoco tengo un inconveniente con ello, mientras estés cómoda.

Le ofrecí una sonrisa, ir a casa y trabajar por mi cuenta en el artículo sonaba una propuesta tentadora, pero estos días en casa de Frederick me había estado comenzando a sentir prisionera, necesitaba volver a la rutina de mi vida, trabajar en la empresa se escuchaba mucho mejor que ir a casa y estar sola en mi habitación realizando el trabajo.

—Me parece una gran idea trabajar aquí. —Fabrizio sonrió e hizo una seña a su asistenta, quien apareció segundos después.

—Ava, ¿tenemos algún lugar disponible entre la oficina de los editores? —le preguntó con amabilidad a la chica, quien rápidamente revisó la Tablet que traía con ella.

—Harrison estará fuera por un mes en España cubriendo la nota de la princesa Aitana —habló sin despegar la mirada de la Tablet, Fabrizio hizo una mueca mientras pensaba.

—Bien, asígnale el lugar de Harrison hasta que vuelva. Después reorganizaremos las oficinas para que todos tengan un espacio propio de trabajo.

Habló Fabrizio, Ava asintió y me hizo una seña para que la siguiera, me despedí de Fabrizio quien aseguro venir a verme más tarde para comprobar que estuviera cómoda en mi lugar, tan pronto como Ava me dejó en el que sería mi nuevo lugar de trabajo, me puse manos a la obra y comencé a leer la información que me habían proporcionado.

Las primeras hojas se trataban de fotos sobre el rey Gustav y la reina Cornelia, los padres de Frederick, a quienes se les veía visitando al presidente de Rusia, en la primera foto, se veía que los tres recorrían la casa presidencial mientras conversaban amablemente, no parecía nada sospechoso, en la segunda y tercera foto el rey y el presidente jugando golf, se veía que los tres disfrutaban de una buena convivencia. Analicé las fotografías un par de veces más —eran de hace tres días— y me dispuse a escribir la primera nota, sería corta, ya que carecía de información.

27 de mayo de 2019

¿Nuevos tratos con Rusia? ¿Alianzas importantes?

Este 24 de mayo de 2019 al rey Gustav y la reina Cornelia se reunieron en Rusia para hacerle una visita al presidente, al quien se le vio contento de recibir a los reyes en la casa presidencial. Como podemos ver en las fotografías, a los reyes se les ve contentos conviviendo con el presidente Pyotr, él y el rey estuvieron jugando un amistoso partido de golf, aún no tenemos idea de a que se debió la visita de la familia real al presidente de Rusia, pero sin duda debe de haber un motivo, sabemos que nuestras alianzas con Rusia siempre han sido buenas, hemos tenido una buena relación con este imponente país y estoy cien por ciento segura que no queremos echarnos a un país como este de enemigos. Lo más probable es que esta visita sea para un nuevo tratado de libre comercio.

¿Ustedes que opinan?

Después de terminar el primer artículo, continué escribiendo los siguientes, la mayoría de ellos eran sobre tratos con otros países que el rey y la reina estaban realizando, por lo que no tuve ninguna complicidad en escribirlos, a medida en que iba escribiendo, comencé a liberar la tensión que había en mí, se sentía bien estar de vuelta en el trabajo, era relajante y me ayudaba a despejar la mente, por lo menos, en las primeras tres horas logré no pensar en Frederick y cualquier tensión entre los dos.

***

El tiempo había pasado volando que no presté atención a las tres llamadas perdidas que tenía en el celular de un número desconocido, por lo general, dejaba pasar la llamada cuando se trataba de un número al que no tenía agendado, sin embargo, tres llamadas era razón suficiente para regresarlas. Estiré mi cuello y troné mis dedos, ya había escrito mucho, la mayoría de los trabajadores habían dejado la empresa hace unos veinte minutos, chequé la hora en mi celular y marcaban las seis, sorprendida por lo rápido que había pasado el tiempo, sonreí.

—¿Continuarás trabajando con eso? —preguntó una mujer de cabello rubio y un flequillo perfectamente cortado. Le eché una miradita a mi trabajo y negué, ya había trabajado suficiente por hoy.

—Lo terminaré mañana —contesté y ella asintió.

—Bien, me iré. Es algo tarde para llegar a casa, ¿vendrá alguien por ti? Podría llevarte a casa si no tienes auto. —Volteé en dirección a la ventana que tenía al lado, el sol ya se había ocultado. No había pensado en que tendría que devolverme a casa sola.

—¿No causaré ningún inconveniente? —pregunté con una pequeña mueca—. No quisiera ser una molestia, vivo algo lejos.

Era más probable que ella viviera en la ciudad y no casi a las afueras de Estocolmo, aunque Solna solo estaba a unos minutos, llevarme hasta allá la desviaría de su ruta y no quería verme muy aprovechada pidiéndole que me llevara hasta Solna.

—Vivo en el centro, no muy lejos de aquí. ¿En dónde vives? —preguntó con curiosidad, fruncí los labios. Por un momento, estuve tentada en decirle que también vivía en el centro, mi departamento estaba allí, quizás podría decirle que me dejará en mi departamento y pedir un taxi hasta la residencia de Frederick.

—Yo...

Antes de que pudiera responder a su pregunta, una cuarta llamada del número desconocido entró, le hice una seña para que me disculpara y atendí.

—¿Bethany? ¿Eres tú? ¿Dónde diablos estás? —Una voz angustiada que reconocí de inmediato estaba al otro lado de la línea—. Maldición, seguro no sabes quién soy... Habla Frederick, vi tu nota sobre la mesa, ¿Por qué no respondes mis llamadas? ¿Estás bien? ¿Te paso algo?

Antes de que pudiera continuar interrogándome, hablé.

—Soy yo Freddy —dije con sorpresa, cuando dejé la nota sobre la mesa con mi número celular no creí que en realidad llamaría—. Estoy bien. Estoy...

—Demonios Beth, me tenías preocupado, ¿Por qué no contestabas mis llamadas? —preguntó exasperado—. Dime dónde estás ahora mismo y pasaré a buscarte.

Sus últimas palabras fueron autoritarias. Aturdida por la llamada, titubeé. La noté que la mujer frente a mí estaba observándome, alejé el teléfono celular de mi oreja, tapé la bocina y le hablé.

—Gracias por ofrecerte a llevarme a casa, en verdad lo aprecio, pero creo que vendrán por mí. —dije de la manera más amable que me fue posible, ella sonrió.

—De acuerdo, entonces nos veremos mañana.

—Hasta mañana.

Esperé a que se fuera para volver a atender el celular.

—¿Bethany? ¿Sigues ahí? —cuestionó Frederick aun con angustia.

—Sí —respondí.

—Bien, ¿Dónde estás? Iré a buscarte. —De nuevo fruncí los labios, no me parecía adecuado pedirle que viniera a buscarme en la empresa de Fabrizio, pero era tarde, como para salir del edificio y buscar un lugar donde pedirle que me recogiera.

—¿Sabes dónde queda la empresa de The Ahlstrom's Journal? —pregunté rindiéndome ante la idea de pedirle que me buscará en otro lugar.

—Claro, iré para allá.

Frederick colgó la llamada de inmediato, me mordí el labio inferior algo pensativa, Fabrizio aún continuaba en su oficina dentro de la empresa, sí él y Frederick se encontraban, Fabrizio se volvería loco por conocer al miembro de la realeza más importante y codiciado del país y había una gran probabilidad de que nos cuestionara a ambos. Deshaciendo esos pensamientos de mi cabeza, me apresuré a apagar mi computadora, ordenar mis papeles y salir a la entrada del edificio, dentro del elevador, esperé impaciente llegar al piso de abajo, solo estaba el portero del edificio, quien se encontraba recostado en una silla tomando una siesta.

Afuera hacía frío, desee haber traído un segundo suéter conmigo. Dos empleados más pasaron a mi lado y se despidieron de mí, transcurrieron diez minutos para que la camioneta de Frederick se estacionara frente a la entrada, la ventada del copiloto se bajó y me dejó ver su rostro, le ofrecí una sonrisa que salió forzada, di una última mirada a mis espaldas para comprobar que no había nadie observando —lo último que quería era ocasionar un drama—, y subí a la camioneta.

—Hola —saludé, Frederick me ofreció una sonrisa que fue más como una mueca torcida. Se quedó observándome por un minuto antes de hablar.

—¿Estás trabajando para Fabrizio Ahlstrom? —preguntó con un poco de sorpresa en su voz. Tímidamente asentí, una risita se escapó de él—. Dime una cosa, ¿tu cita era con él?

De nuevo asentí.

—¿Lo conoces?

No me sorprendería que supiera quien era, Fabrizio era un hombre importante.

—Su padre ha sido uno de los periodistas que más importantes en mi familia, mi abuelo era amigo suyo y mi padre mantiene una buena relación con Charles, pero si te refieres a Fabrizio, no lo conozco, al menos no personalmente, lo he visto entre el público en ciertas entrevistas, pero no tengo el placer de conversar con él.

Habló sereno, me mordí el labio inferior sin saber qué decir.

—Como sea, yo detesto a todos los periodistas así que no esperes que quiera conocerlo —concluyó antes de comenzar a conducir hacia casa. Percibí una pizca de molestia entre sus palabras.

—Te recuerdo que también soy periodista.

Aclaro para ambos, si odiaba a todos los periodistas como decía, eso me incluía a mí. Frederick me dio una mirada rápida.

—Bueno, a veces hago excepciones —dijo con un guiño.

De inmediato me sonrojé y desvié mi mirada de él para ver hacia la ventana, dejé que el silencio nos acompañara durante el trayecto e intenté evadir mis pensamientos sobre su repentina llamada y la forma en la que me había hablado, realmente se sonó angustiado, como si en verdad le afectará el hecho de que yo me haya ido de casa sin avisar, sin embargo, dentro del auto, su actitud volvió a ser distante como lo había sido estos días.

***

—Freya trajo comida para cuando llegarás a casa —habló Frederick mientras dejaba las llaves en la barra de la cocina, me deshice de mi suéter, aquí dentro, el clima cálido y acogedor.

—Le agradeceré más tarde por ello. —Y lo haría, mañana por la mañana antes de correr iría a agradecerle no solamente por la comida, sino por cuidar la cosa por mi ausencia y la de Frederick—. ¿Ya comiste?

Pregunté, él se había servido un vaso de agua, se terminó de beber el agua y colocó el vaso sobre la mesa antes de voltear a verme.

—Pensé que preferirías un poco de compañía a la hora de comer.

Fue su respuesta, se dirigió al refrigerador y sacó un par de platos con comida, metió ambos platos dentro del microondas y minutos después, nos encontrábamos sentados el uno frente al otro comiendo en silencio, el único sonido que se escuchaba con claridad era el ligero sonido de nuestros tenedores chocar con el plato.

—¿Conocías a Fabrizio con anterioridad? —irrumpió nuestro silencio, levanté mi mirada hacia él, me pasé el bocado que tenía en la boca, bebí agua y me aclaré la garganta.

—Podría decir que somos amigos. —respondí con cautela, él asintió.

—¿Quiere decir que ya has trabajado para él antes?

Negué.

—No. Quiere decir que solo éramos amigos antes que compañeros de trabajo —aclaré, una mueca se dibujó en sus labios y se metió un gran trozo de carne a la boca para disimularla—. Nos conocimos en varias entrevistas que coincidimos y era socio de mi exjefe, nunca había trabajado para él, pero siempre que tenía oportunidad de verlo, nos llevábamos bien, es una persona agradable.

—No puedo decir lo mismo.

Dijo serio.

—Porque no lo conoces —aclaró—. Es un buen tipo.

Negó.

—No necesito conocerlo, ya te dijo, no me agradan los periodistas a excepción de tú. —Esta vez fue más específico al excluirme, intenté no sonreír, me gustaba la idea de mí agradándole.

—¿Puedo preguntar por qué? —cuestioné, de nuevo hubo una mueca en sus labios.

—Porque no hacen nada mejor que inventar chismes, detesto el drama y ellos solo buscan eso. Drama y más drama.

Tenía un punto, pero si no hubiese drama, el periodismo no existiera del todo.

—Además, sé que los Ahlstrom están algo obsesionados con la realeza, lo detesto —dijo esto último con desprecio.

—Bueno, ustedes son como celebridades —confesé—. Incluso más importantes que cualquier famoso.

—Pero eso no les da el derecho de acosarnos y difamarnos, la mayoría de los periodistas hacen eso.

—Me parece que te equivocas. No todos los que estamos dentro del mundo del periodismo somos así, a muchos no nos gusta difamar a la realeza o cualquier persona.

Enarcó una ceja.

—¿Y conoces a alguien que realmente es así?

Me molesté. Yo era ese alguien y conocía a muchos otros periodistas que no difamaban a ningún famoso o miembro de la realeza, pero Frederick no lo entendería, por la expresión que tenía en su rostro, confirmé que estaba en lo correcto, detestaba a cualquiera dentro del mundo del periodismo, por un segundo dude si solo decía que yo no por el hecho de que estábamos juntos, quizás no quería generar más un problema entre los dos.

—¿Lo ves? Ni siquiera tú puedes mencionar a alguien.

Dijo antes de levantarse de su asiento, dejar el plato sobre el fregadero e irse a su habitación. No terminé de comer, tan pronto como salió de la cocina, mi apetito se fue y me quedé con una mala sensación, de nuevo estábamos avanzando un paso y retrocediendo veinte.

Dejé caer un bufido con exasperación, retiré mi plato de la mesa y lave los pocos vasos y platos que había en el fregadero, limpie la cocina y fui a mi habitación en silencio, esta vez no volteé a ver si su puerta estaba entreabierta, no quería verlo, me había ofendido y quería que se disculpara, pero sabía que no lo haría, no se disculparía cuando él creía estar en lo cierto.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top