¿Una novia para Sesshoumaru?

Al día siguiente y tal como había prometido, Kagome fue de visita a la casa del demonio y no venía precisamente sola.

"Hola Jaken" saludó a la criatura, que le había abierto la puerta. "¿Está Sesshoumaru?"

Jaken asintió, echándole un rápido vistazo a la mujer que venía con ella. Se veía un poco mayor que Kagome, más alta y con una figura muy agradable a la vista. El cabello negro azabache recogido en una cola y los vivaces ojos rojos daban cuenta de su exótica y particular belleza. Se trataba de un demonio, al igual que Sesshoumaru.

"Pasen" les dijo, dejándoles el camino libre. "Voy a llamar al amo"

El lugar estaba impecable, como siempre, gracias al trabajo de Jaken. Los sillones inflados y los muebles relucientes proyectaban una sensación de limpieza y orden que hubiera encantado hasta al más despreocupado. La mesa del comedor estaba revestida con un mantel blanco, tejido a crochet, y sobre ésta había un gran jarrón de vidrio con flores frescas puestas en agua, recién cortadas del jardín. Kagome se acercó a olerlas, cerrando los ojos mientras inhalaba la grata fragancia.

"Fresias" se escuchó de pronto la voz del demonio, quien la vio al bajar la escalera. "Son perfectas en primavera"

Sesshoumaru se aproximó y Kagome pudo notar inmediatamente un brillo distinto en su mirada. Además, era como si sus facciones se hubieran vuelto más masculinas desde la última vez que lo vio, hace meses atrás. Había más decisión que nunca en su semblante, lo que le pareció atractivo pero también un poco intimidante.

"¿Cómo has estado, Sesshoumaru?" lo saludó Kagome inclinándose, con su acompañante pegada a su lado.

"Muy bien, gracias" contestó él cortésmente. "¿Cómo está la familia?"

"Están de maravilla, muchas gracias" y luego, mirando a los dos demonios "Disculpen, no los he presentado: Sesshoumaru, ésta es Kagura, una compañera de trabajo; Kagura, éste es Sesshoumaru, el hermano de mi marido"

"He oído hablar mucho de usted, Sesshoumaru" dijo Kagura estrechando su mano, mirándolo fijamente a los ojos.

"Espero que no le hayan dicho nada malo" respondió éste, esbozando una leve sonrisa. "Conociendo a mi hermano y a mi cuñada..."

"Ay, Sesshoumaru, sabes que no es así" le recriminó Kagome, dándole un suave golpe en la espalda. "Hace tiempo que todos nos llevamos muy bien"

"Es cierto" reconoció el demonio. "Bueno ¿Y a qué se debe tu visita, Kagome?" le preguntó, haciéndole una seña a las dos para que tomaran asiento.

"Venía a hacerte una invitación" le dijo Kagome, sentándose junto a Kagura.

"¿De qué se trata?" preguntó él, echándose hacia atrás en su sillón predilecto.

"Es que con Inuyasha organizamos una reunión con nuestros colegas para hoy en la noche, y queríamos que vinieras"

"En la noche..." balbuceó Sesshoumaru, pensativo.

"Por favor, Sesshoumaru, anímese" le dijo Kagura, sin poder esconder su emoción. "Le haría bien distraerse"

El demonio meditó por algunos segundos, no muy convencido.

"No sé..." titubeó, frunciendo el ceño.

"Anda, vamos" le rogó Kagome, juntando las manos. "Lo pasaremos muy bien, te lo prometo"

"Es que... tenía otros planes" dijo Sesshoumaru, tocándose la barbilla.

"¿Qué puede ser más importante que ver a tu hermano? Te recuerdo que nos has ignorado durante meses..." le dijo Kagome, fingiendo indignación. Tenía que hacer que Sesshoumaru aceptara, o si no lo lamentaría en el largo plazo.

"Está bien..." terminó accediendo el demonio, afortunadamente para Kagome. "Pero no sé si me quede hasta el final"

Kagura sonrió con satisfacción. Todo lo que había escuchado sobre él le parecía banal ahora que lo conocía en persona. Había sido como amor a primera vista; Para ella, Sesshoumaru era la encarnación de la virilidad y fantasear con él le ponía los pelos de punta. Kagome había estado en lo cierto cuando la persuadió de que era justamente el tipo de hombre que ella estaba buscando.

"¿Y cómo está Rin?" le preguntó Kagome al demonio, actuando con normalidad.

"Bien" le contestó él, sonriendo. "Está estudiando en su habitación"

"Que bueno que haya tomado conciencia..." dijo Kagome, mirándolo con suspicacia. "Me imagino que su rendimiento habrá mejorado"

"En eso estamos, en eso estamos..." afirmó Sesshoumaru, asintiendo con la cabeza.

Descarado... pensó Kagome, recordando todo lo que Jaken le había contado, de principio a fin. Lo único que deseaba era poder salvar a la pobre chica de las garras del demonio, pero tenía que hacer las cosas bien... Aunque con sólo ver la embelesada expresión de Kagura supo que su plan estaba dando los primeros frutos.

"Me alegro de que todo esté marchando a la perfección" dijo Kagome por último, poniéndose de pie. "¿Te espero a las once?"

"Sí" asintió Sesshoumaru, tomando la mano de Kagura para ayudarla a pararse. "A las once estoy por allá"

"Nos vemos entonces" se despidió Kagome, haciendo una reverencia y dirigiéndose a la puerta, en donde Jaken esperaba.

"Fue un gusto haberlo conocido, Sesshoumaru" le dijo Kagura, sonriendo seductoramente mientras retiraba la mano de la suya. "Lo espero a la noche" y con esto, también fue hacia la puerta, que se cerró una vez que las dos se marcharon.

"Que extraña mujer..." comentó Jaken, recordando a Kagura. "¿Vio el color de sus ojos? Nunca antes había visto un pigmento como ése..."

Sesshoumaru no respondió, sino que se dio la media vuelta y se fue. Jaken hubiera dado cualquier cosa por saber en qué estaba pensando su amo en ese momento. ¿Le habría gustado la amiga de Kagome? Recién ahora comenzaba a comprender las verdaderas intenciones de la joven al traer a tan misteriosa extraña a la casa.

En su habitación, sentada ante su escritorio, Rin luchaba por resolver ciertas ecuaciones matemáticas que la estaban sacando de quicio, sin enterarse de lo que pasaba en el primer piso. Justo cuando terminó de contestar las guías y las guardó en su cuaderno, apareció Sesshoumaru. El demonio se inclinó sobre ella, dejando caer sus tersos y finos mechones cerca de su rostro, y la besó en la cabeza con ternura.

"Quiero que seas una buena niña hasta mi regreso" le dijo, hablándole suave.

"¿Va a salir?" preguntó Rin inocentemente, girándose para mirarlo.

"Sí, mi pequeña" le contestó él, acariciándole la mejilla. "Pero volveré pronto" y, diciendo esto, la besó en los labios. Rin correspondió su cálido beso, rodeándole el cuello con los brazos, lo que casi lo hizo perder el equilibrio.

"Lo echaré de menos" dijo la muchacha, hundiendo el rostro entre los suaves cabellos del demonio. Sesshoumaru entonces se desprendió de ella y la miró fijamente a los ojos.

"Quiero que me esperes despierta" le susurró, rozándole los labios con los dedos, haciéndola estremecer. Luego se enderezó y se dirigió hacia la puerta para retirarse, dejando a Rin con el corazón acelerado y la piel de gallina.

Así transcurrió lo que quedaba del día y cuando se hizo evidente que Sesshoumaru no se encontraba en casa, Rin bajó a la cocina a interrogar a Jaken. Cual fue su sorpresa al descubrir que la criatura verde la estaba esperando en el living con el alto de paquetes.

"¿Y eso?" preguntó Rin con curiosidad, acercándose para ver el contenido.

"El amo Sesshoumaru lo compró para ti" le respondió Jaken, entregándole todo.

"¿Está aquí?" volvió a preguntar ella, mirando hacia todos lados mientras sostenía los paquetes.

"No" le dijo el otro, yéndose a la cocina. "Pasó a dejar esto y se marchó de inmediato. Tenía cosas que hacer..."

"¿Qué cosas?" continuó inquiriendo la muchacha, siguiéndolo con las bolsas en la mano. "¿Usted sabe a dónde fue el amo Sesshoumaru?"

Jaken esbozó una torcida sonrisa.

"Fue a la casa de Inuyasha y Kagome" le contestó, abriendo el agua de la llave para lavar los platos. "Parece que van a dar una fiesta"

"¿Una fiesta?" repitió Rin, sorprendida.

"Sí, con unos compañeros de trabajo. Es decir, adultos..." le dijo Jaken, recalcando lo último.

"Ah..." suspiró Rin, mirando el suelo.

"Ahora ayúdame, que tengo mucho trabajo" le dijo Jaken, lavando y dejando los platos en la secadora. Pero, una vez más, Rin lo ignoró y se fue corriendo a su habitación, llevándose los paquetes.

Una vez arriba, vació el contenido de cada una de las bolsas sobre la cama. Se encontró con vestidos, zapatos, cuadernos nuevos, lápices, y por último, ropa interior. Eran varias prendas, entre las cuales se contaban pantaletas con encajes, sostenes de varios colores, batas de seda, un "baby doll" transparente, una especie de "body" con encajes sin la parte de arriba, además de un par de corsés y algunos "colaless". Rin se sonrojó al tomar el "baby doll", era demasiado atrevido, pero igual se animó a probárselo. Seguramente a su amo le iba a encantar.

A las once en punto de la noche, Sesshoumaru ya estaba parado en el pórtico de la casa de su hermano y su cuñada. Se trataba de una casa antigua, bien conservada por fuera, pintada de blanco, con columnatas en la entrada. Aunque el barrio no era muy bueno a su parecer. Sesshoumaru estaba acostumbrado a los lujos y le pareció perjudicial para la pareja el quedarse viviendo ahí para siempre. Se encontraba sumergido en estos pensamientos, cuando de pronto se abrió la puerta.

"¡Sesshoumaru, que bueno que decidiste venir!" exclamó Kagome con sorpresa, al verlo frente a ella. El demonio estaba impecablemente vestido; llevaba unos pantalones negros ajustados que le sentaban de maravilla, junto con una camisa blanca que se dejaba ver por debajo de la chaqueta de cuero café. Los zapatos negros perfectamente lustrados daban testimonio de su tan cuidadosa apariencia.

"Vaya, que bien te ves..." le dijo, viéndolo de arriba abajo.

"Quise cambiarme el look" le contestó él, sonriendo. "Nada mal ¿eh?"

Kagome rió divertida y lo hizo pasar inmediatamente. Ya había llegado la mitad de los invitados, todos dispuestos en el living, un lugar acogedor y amplio en donde cabían dos sillones grandes y un montón de sillas alrededor de una pintoresca mesita de centro.

"Pasa y toma asiento con confianza" le dijo Kagome, dándole un golpecito en la espalda. "Iré a llamar a Inuyasha"

Sesshoumaru se quedó parado al irse Kagome. La verdad era que se sentía un poco incómodo porque no conocía a nadie y ni siquiera pensó en que Kagura pudiera estar ahí. Lo que desconocía era que ella lo había estado observando desde su aparición en la entrada de la casa.

"¿Cómo está, Sesshoumaru?" lo saludó, saliendo de la nada, ofreciéndole una copa de vino. Llevaba puesto un vestido negro bastante sexy, con un gran escote en V.

"Muy bien, gracias" respondió el demonio, tomando la copa. "¿Y usted?"

"De maravilla" le dijo ella, sonriendo seductoramente mientras lo recorría de arriba abajo con la mirada. "Me alegra mucho que haya venido. Sin su presencia, no hubiese sido igual..."

"Gracias" le contestó él, dando un sorbo de vino. Kagura iba a acercársele más cuando, justo en ese momento, llegaron Inuyasha y Kagome.

"¡Sesshoumaru, viejo!" le dijo Inuyasha, golpeándole el hombro con fuerza. "¡Pensé que no venías!"

Una gran gota apareció en la frente de Sesshoumaru.

"Tú siempre tan salvaje" le reprochó al hombre mitad bestia, quien soltó una ruidosa carcajada.

"¡No me vengas con eso!" exclamó. "Tú sabes que no somos tan diferentes" le cerró el ojo.

Kagome puso cara de furia.

"Inuyasha..." balbuceó, pellizcándole el brazo a su marido. "Deja de decir tonterías e invita a tu hermano a integrarse al grupo"

"¡Está bien!" dijo Inuyasha, sobándose el brazo. "Ven, Sesshoumaru. Te presentaré a todos o mi amada mujer aquí presente me hará pedazos" y, diciendo esto, lo guió en dirección al grupo.

Resultó que Sesshoumaru se incorporó de lo más bien al grupo de gente, participando en las conversaciones y hasta brindando por su hermano y su cuñada por haberlo invitado. Inuyasha estaba de lo más sorprendido, pues nunca lo había visto tan animado. Kagome, por su parte, estaba feliz y sintió mucho más euforia cuando vio a Kagura yendo tras el demonio a la cocina.

"Linda fiesta ¿no le parece?" le dijo Kagura a Sesshoumaru, apoyándose contra el refrigerador, con su trago en la mano.

"Sí, muy agradable" contestó el demonio, dándole la espalda mientras llenaba la copa de vino.

"Inuyasha y Kagome son excelentes huéspedes" le seguía diciendo, fijando la vista en el trasero del demonio. Qué redondito... pensó, relamiéndose los labios. Tal como me gustan...

"De Kagome, no me extraña" le contestó de pronto el demonio, volteando y sacándola de su contemplación. "Pero se ve que Inuyasha ha cambiado mucho"

"¿De verdad?" preguntó Kagura, divertida. "Aunque, pensándolo bien, ustedes dos no se parecen en nada..."

Kagura se acercó a Sesshoumaru hasta quedar a unos pocos centímetros de él. "Inuyasha es algo bruto, pero usted es tan elegante..." le dijo, bajando el tono de la voz, dejando su trago a un lado. El demonio bebió de su copa, mirándola a través del vidrio, percibiendo su interés y poniendo los sentidos alerta. Kagura parecía ser una mujer de armas tomar y tenía que ser muy cuidadoso en cuanto a cómo reaccionar ante sus avances.

"Mire, Kagura, yo..." había comenzado a decir, pero ella lo interrumpió apegándose a él, haciéndolo retroceder hasta topar el mueble del lavaplatos.

"Ya no nos tratemos más de usted" le dijo, acariciando la mejilla del demonio. "No tiene sentido"

De espaldas al lavaplatos, Sesshoumaru se sentía completamente acorralado. El cálido cuerpo de Kagura estaba ejerciendo tal presión que se vio obligado a apartarla con un solo movimiento.

"Lo siento, pero no puede ser" le dijo, mirándola fijamente a los ojos.

"Pero... Kagome me dijo que era soltero..." balbuceó Kagura, ofendida por el rechazo.

"No se trata de eso" le contestó él, dejando la copa de vino sobre el mueble.

"¿Entonces qué pasa?" insistió ella, acercándose nuevamente. Su figura era bastante atractiva, por cierto, y sus pechos abultados sobresaliendo del escote eran una constante distracción para el demonio.

"Es algo personal" fue su breve y cortante respuesta.

Kagura frunció el ceño.

"¿Hay otra mujer?" preguntó, con tono desafiante, pero el demonio no respondió. En su lugar, quiso salir de la cocina, pero Kagome le salió al paso.

"¡Esto no puede seguir así, Sesshoumaru!" exclamó ésta, bloqueando la salida luego de haber escuchado gran parte de la conversación. "¡Debes dejar a esa niña en paz de una vez por todas!"

"¡¿Y quién eres tú para decirme lo que tengo que hacer?!" le gritó él, exasperado, intentando apartarla.

"¿De qué hablan?" preguntó Kagura, confundida.

"¡¿No ves que la estás perjudicando?!" continuó Kagome, con rabia. "¡Sólo piensas en ti, egoísta!"

"¡¿Por qué tanta gritería?!" exclamó Inuyasha, quien venía recién llegando. "Se escucha todo allá afuera"

"Es mejor que le digas a tu mujercita que no ande metiendo las narices donde no la llaman" le dijo Sesshoumaru, con tono seco y frío.

"¿Qué hiciste, Kagome?" le preguntó Inuyasha a su mujer, tomándola de un brazo.

"¡Sólo intentaba ayudar a la pobre Rin!" gritó Kagome enfadada, desprendiéndose de Inuyasha.

"¿De qué diablos hablas?" volvió a preguntarle el hombre mitad bestia, igual de confundido que Kagura.

"Les diré algo a los dos" sentenció Sesshoumaru, más siniestro que nunca. "Si se vuelven a meter conmigo o con Rin, lo van a lamentar. Y esto no es una amenaza, Inuyasha. Sólo les estoy avisando" y, con esto, el demonio salió enfurecido de la cocina y azotó la puerta de calle al irse.

"Kagome..." balbuceó Inuyasha una vez que Sesshoumaru se fue. "¡Te dije que no te metieras!"

"¡No podía permitirlo, Inuyasha, entiéndelo!" exclamó ella, desconsolada.

"¿Quién es Rin?" preguntó Kagura, estupefacta.

"Es una larga historia" le contestó Inuyasha, abrazando a Kagome, que se había puesto a llorar. "Una larga historia..."

Sesshoumaru condujo hasta la casa a toda velocidad. Estaba indignado, irritado, furioso... ¿Cómo se atrevían a inmiscuirse así en su vida? Ciertamente, Inuyasha tendría que controlar a su mujer si no quería tener más problemas con él. La antigua enemistad volvería a darse tarde o temprano si seguían empeñados en interponerse en su camino, ya que no estaba dispuesto a renunciar a Rin por nada del mundo.

Estaba tan tenso que decidió ir directamente al baño para darse una ducha. Le molestaba el hecho de que sus ropas hubiesen quedado impregnadas con el olor del cigarro y, también, con el olor de esa mujer... Arrojó lejos la camisa y se desabrochó el pantalón, dejando los zapatos a un lado junto con la chaqueta. Cuando iba a deshacerse del pantalón, sintió a sus espaldas que la puerta del baño se abría y se cerraba casi inmediatamente. Era Rin.

"Ya regresó..." balbuceó la muchacha, apoyada en la puerta. Llevaba puesto el "baby doll" transparente que le había comprado Sesshoumaru, y un "colaless". El demonio no podía apartar la vista de tan sublime visión, sintiendo cómo la sangre se le subía a la cabeza y las palpitaciones de su corazón se aceleraban paulatinamente. Rin, por su parte, lo observaba desde la puerta, deleitándose con su cuerpo desnudo y la contemplación de su tentador miembro.

"Te dije que volvería pronto..." le dijo Sesshoumaru seductoramente, haciéndole una seña para que se acercara. Una vez que la tuvo enfrente, la tomó de la cintura y la observó de arriba a abajo, con ojos lujuriosos y la boca entreabierta. "Te ves tan hermosa..."

"¿Cómo estuvo?" le preguntó Rin, dejándose acariciar por el demonio, quien le lamía el cuello y le apretaba suavemente los pechos, sintiendo los pezones endurecerse fácilmente.

"¿Cómo estuvo qué?" preguntó él de vuelta como si no la hubiese escuchado, sin dejar de acariciarla por todos lados.

"La fiesta" susurró ella, emitiendo un ahogado gemido cuando Sesshoumaru la tocó por entremedio de las piernas. "¿Estuvo... buena?"

"No sé..." suspiró el demonio, sin poder contenerse más. No podía pensar, no quería hablar, sólo deseaba poseerla lo antes posible.

"Ay, amo Sesshoumaru..." jadeó Rin, al sentir que el demonio la obligaba a inclinarse sobre el lavamanos, acariciándole la pierna de abajo hacia arriba y bajándole el "colaless" finalmente.

"Te deseo tanto..." gemía el demonio, enardecido, masajeándole con ganas los senos por debajo del "baby doll" y separándole las piernas para tener acceso a su sexo. Su miembro completamente erecto la penetró entonces ansiosamente, entrando y saliendo una y otra vez, mientras contemplaba su delgada espalda arquearse con cada movimiento de su propia pelvis. Las embestidas aumentaron en velocidad y profundidad y Rin gritaba de placer, reflejándose la ardiente expresión de su rostro en el espejo que tenían en frente. Gracias a éste, sus miradas pudieron encontrarse, intensas y delirantes, haciendo que el deseo de ambos creciera. Aferrado a su cintura, Sesshoumaru golpeaba su pelvis con fuerza contra los tiernos glúteos de la muchacha, acelerando el ritmo de las embestidas y provocando que ella se sacudiera entera. Rin hacía cada vez más ruido, sintiendo cómo sus senos rebotaban dolorosamente atraídos por la fuerza de gravedad. El demonio se inclinó sobre ella para besarle la espalda y, tomándole la cintura firmemente, embistió tres veces más, para luego acabar en una cuarta y última embestida, la más intensa y húmeda de todas.

"Rin..." balbuceó el demonio, con la respiración entre cortada, levantándola con facilidad para sentarla sobre el lavamanos, en donde pretendía continuar con su tarea. Le bajó las tiritas del "baby doll" y le dejó los senos al descubierto, que lamió y succionó por un buen rato, haciendo que Rin arqueara la espalda de puro placer. Abriendo las piernas, la muchacha lo dejó entrar nuevamente, adoptando un ritmo acelerado de inmediato, aferrándose al cuello del demonio con una mano, mientras que con la otra se apoyaba en el lavamanos. Sesshoumaru la hacía saltar cada vez que la embestía, con fuerza, poniéndola a gemir al chupar sus senos con insistencia cuando éstos le rebotaban en medio de la cara. Al ver que Rin ya se estaba incomodando con la posición, el demonio la alzó de nuevo, sin separarse de ella, y fue hacia la taza del baño para sentarse sobre la tapa y colocar a la muchacha encima de él, girándola cuidadosamente de modo que le diera la espalda. Así, continuaron moviéndose a un ritmo constante, mientras él le estimulaba el clítoris por delante, haciéndola gemir con ganas, sintiendo cómo se le mojaba el dedo en esa zona. Rin se sobaba los senos y pellizcaba sus pezones, jadeando entre cortadamente con cada salto, echando la cabeza hacia atrás para encontrarse con la boca del demonio. Lo besó apasionadamente, metiendo su lengua por todos lados, masajeándosela suavemente, a lo que Sesshoumaru respondió con más caricias en sus senos. Cuando por fin terminaron, el semen se desbordó por la entrepierna de la muchacha.

"Mi amo precioso..." suspiró Rin, volteando para darle un prolongado y ardiente beso al demonio. Ambos estaban bañados en sudor, de tanto hacer el amor, por lo que a Sesshoumaru se le ocurrió que lo mejor sería tomar una ducha para refrescarse y limpiarse. La tomó entonces y se la llevó a la ducha, descorriendo la cortina de baño y dando el agua.

"Levanta los brazos" le dijo Sesshoumaru, sacándole el "baby doll" y tirándolo a un lado. "Ahora te limpiaré"

El demonio dio la ducha y él y Rin se metieron debajo, recibiendo el cálido chorro de agua que chocaba contra sus cuerpos de manera tan suave. Él empezó a enjabonarla en el pecho y los brazos para luego inclinarse y bajar a su entrepierna. Rin se abandonaba a las caricias de Sesshoumaru, que con la esponja la tocaba en sus zonas más sensibles, a propósito. Cuando bajó la vista y lo miró a los ojos con deseo, el demonio supo que estaba listo de nuevo. Se incorporó entonces para tomar su propio miembro y comenzar a frotarlo, echando la cabeza hacia atrás, sintiendo cómo el agua le peinaba los largos cabellos que le llegaban hasta más abajo del trasero. Mientras se masturbaba frente a ella, Rin no lo pensó dos veces y se arrodilló, metiéndose el pene en la boca apenas él se lo ofreció. Esto llevó a que el demonio emitiera un gutural sonido, ya que la lengua de la joven actuaba milagrosamente, abarcándolo casi por completo, succionando y lamiendo como si de un helado se tratase. Aferrada a los glúteos de él, Rin lo atraía y alejaba con insistencia, adoptando un ritmo pausado que se fue acelerando lentamente hasta que Sesshoumaru ya no pudo más y eyaculó, soltando un sonoro quejido. Rin se puso de pie y abrió la boca para limpiarse el semen que le había quedado, y luego tomó la esponja y empezó a enjabonar a su amo, quien parecía más que cansado.

"Pobrecito. Está cansadito..." suspiró Rin, enjabonándole el pecho y el estómago con ternura. Su cabello castaño le caía en largos mechones que le llegaban hasta más allá de la cintura, lo que la hacía ver mucho más atractiva a los ojos de Sesshoumaru.

"Deberías dejarte crecer más el pelo" le dijo el demonio tomándole algunos mechones.

"Si usted quiere" le contestó Rin, lavándole el miembro suavemente con la esponja. El demonio se estremeció y apretó los músculos de la espalda al contacto con los finos dedos de la muchacha.

"No puedo creer que todavía tenga ganas..." le dijo sonriendo, sorprendida al ver que Sesshoumaru reaccionaba una vez más. "Se ve que es un verdadero demonio"

"Vamos a la cama" le susurró él, al tiempo que apagaba la ducha. "Mañana te llevaré de paseo. Te va a encantar"

Continuará...

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