Preguntas sin respuesta...
Amo... ¿dónde está?... ¿por qué se demora tanto?, se preguntaba Rin, dando vueltas impacientemente por el living de la casa. Ya hace dos horas que Sesshoumaru había salido, en compañía de su "prometida"... bueno," ex prometida"... o lo que sea, y el hecho de no saber qué estaba pasando entre ellos en esos momentos le inquietaba sobremanera.
Jaken fue de compras, pero no llegaría hasta tarde, pues pasaría a visitar a su abuelita, según él. Hikaru dormía plácidamente en su cuna, ajena a los problemas del mundo, el dolor, la traición. De alguna forma, la envidiaba. Pero ¿en verdad Sesshoumaru la estaría traicionando justo ahora? Su cabeza le decía que no, de ninguna manera, pero su corazón no dejaba de sentirse inseguro al no tenerlo cerca y, más importante, saberlo cerca de esa mujer... Esa Arya quería quitárselo, que tal vez de qué artimañas se valdría para convencerlo de que una unión con ella sería más beneficiosa. Dios, la espera la estaba matando. Caminó a través del pasillo, en dirección a la habitación de Sesshoumaru; cerró la puerta tras de sí y se recostó sobre la cama, apoyando la cabeza en una de las blandas almohadas de su amo, que olían a él, a su cuerpo, a la fragancia de sus cabellos. Se abrazó a una y la aspiró fuerte, sintiendo repentinamente la urgencia de tenerlo a su lado, acariciándola, besándola... Lentamente, se desabrochó los primeros botones de su blusa y empezó a masajear uno de sus abultados senos por encima del sostén, a la vez que suspiraba y bajaba la otra mano por su entrepierna. Pronto se encontró jadeando, suspirando el nombre de su amo, acelerando el ritmo de las caricias al imaginar que eran propinadas por el propio demonio. Con las mejillas ligeramente sonrojadas, se tocó por debajo del calzón, emitiendo un sonoro quejido cuando llegó a su centro de placer, en medio de los húmedos pliegues de su sexo. Arqueó la espalda al sentirse cada vez más cerca de la liberación y no había alcanzado a gemir de nuevo cuando, de repente, se abrió la puerta. Era Sesshoumaru, quien se había quedado con la boca abierta apenas la vio.
"¡Amo Sesshoumaru!" exclamó, retirando rápidamente la mano. "Yo... yo...
Sesshoumaru se quedó inmóvil junto a la puerta, los ojos ya comenzando a destellar de puro deseo. La sola visión de Rin en esa pose tan tentadora, con sus delicadas manos sobre sus partes, la camisa abierta y el sostén mostrando parte del rosado pezón le provocó un doloroso ardor en la ingle y se puso duro al instante.
"Continúa" le ordenó suavemente, con voz grave. Sin quitarle los ojos de encima, cerró la puerta tras de sí, colocándole el pestillo. "Vamos, no te cortes. Quiero verte"
Rin dudó unos segundos, pero pronto retomó su tarea. Posó sus dedos temblorosos sobre el calzón, estimulándose justo en la húmeda zona de la que Sesshoumaru no podía apartar la vista. Observó que ya estaba muy mojada y captó los gemidos crecientes que iba emitiendo cada vez que se pasaba a llevar el endurecido pezón por debajo del sostén. Se contorsionó en la cama, ascendiendo paulatinamente por la espiral de placer, suspirando y aumentando las arremetidas de sus dedos en su interior. Sesshoumaru tragó fuerte y sintió un deseo indescriptible al ver que Rin lo miraba directamente a los ojos con una expresión ardiente, los labios entreabiertos y la respiración entre cortada.
"Amo... Sesshoumaru" jadeó, pellizcándose un pezón, haciendo que este se pusiera más duro a la vista del demonio.
Aquello fue la perdición de Sesshoumaru, que, no pudiendo aguantar más, se abalanzó sobre ella en la cama, sujetándola de las muñecas y besándola apasionadamente, haciéndola gemir de placer. Presionó a propósito su miembro erecto sobre la cadera de ella, frotándose seductoramente entre sus piernas, provocándole espasmos por todo el cuerpo; terminó de arrancarle la blusa de un tirón y desabrochó el sostén, para luego ahuecar sus grandes manos sobre los generosos pechos y juguetear con sus pezones, lamiendo primero uno y luego el otro.
"Oh, pequeña... me vuelves loco" suspiró un momento sobre su piel, succionándole el amplio pezón con fuerza, lo que la hizo contorsionarse entera. Echó la cabeza hacia atrás, dejándose llevar por la sensación de los labios y la lengua del demonio sobre ella, sintiendo las lamidas que le daba por todos lados. Sesshoumaru se alzó para besarla con fuerza, tomando las sonrosadas mejillas entre sus manos, metiendo la lengua hasta el fondo, traspasándole la leche materna que había chupado de sus senos hinchados. Eso la hizo enloquecer de pasión, así que, a la vez que se abandonaba al ardiente y posesivo beso, subió las manos por el torso de Sesshoumaru y lo instó a sacarse la sudadera que llevaba puesta.
"Déjeme a mí" le dijo tentadoramente, y luego se introdujo en la boca uno de los pezones masculinos y lo chupó con ansias, sin despegarse de él en ningún momento. Sesshoumaru gimió fuerte al sentir la oleada de sensaciones que comenzaban en ese punto tan sensible para terminar en su entrepierna. La agarró firmemente de los hombros para resistir el gran placer que le estaba proporcionando; apretando ojos y dientes, dejó escapar un doloroso quejido al notar que ella se retiraba bruscamente. No alcanzó a rechistar al ver el notorio chupón que le había dejado justo ahí, cuando ella lo empujó suavemente sobre las almohadas y bajó lentamente por sus piernas.
Descubrió sus intenciones al verla desabrochar el cierre de su pantalón.
"Rin, déjame hacerte el amor..." dijo, en un hilo de voz, pero su respuesta fue clara: sería ella la que llevaría el mando esta vez, y eso lo frustraba un poco, pero también lo excitaba como nunca.
"Mmm, qué rico" gimió Rin, lamiendo la cabeza del miembro con la punta de la lengua, para luego metérselo en la boca y empezar a succionar con ganas, acariciándole los testículos por detrás mientras le daba placer. Sesshoumaru se excitaba cada vez más al verla, tan inocente y tan dulce, y tan arrebatadoramente irresistible. Y fue entonces cuando lo vio de nuevo: ese destello rojizo en los ojos de ella cuando sus miradas se cruzaron; esa aura potente que lo envolvía de una manera tan abrumadora como ardiente. Pero sus pensamientos se nublaron una vez que llegó al éxtasis, derramando su semilla en la boca de Rin, quien, al lamerse los labios, dejó entrever un par de pequeños colmillos.
"¿Qué?" exclamó Sesshoumaru, tomándola del brazo para acercarla a él. "¿Estos de nuevo?" pero, una vez le abrió la boca, los colmillos habían desaparecido, al igual que el rojo de sus ojos.
"¿Ocurre algo malo?" preguntó ella, mirándolo preocupada. "¿No le gustó?"
"No es eso, amor. No me hagas caso" le sonrió para tranquilizarla. Aunque era un asunto que necesitaba aclarar lo antes posible. "Estuviste maravillosa", murmuró, dándole un beso detrás de la oreja. Eso la hizo estremecerse nuevamente y una creciente necesidad surgió en lo más profundo de sus entrañas, clamando por ser satisfecha. La sola mirada de amor de él le bastó para volver a abalanzarse sobre su entrepierna y lamer los sobrantes de su descarga. Sesshoumaru dio un respingo al sentir que la cálida lengua de Rin le succionaba la punta del pene para aprovechar al máximo el espeso fluido. Sin poder esperar más y, a sabiendas de que su miembro había crecido nuevamente, puso a Rin de espaldas sobre la cama y lentamente le quitó los calzones por debajo de la falda, rozándole las blancas y sedosas piernas con sus largos cabellos, que se esparcían sobre el colchón, protegiéndola, adorándola.
"Ahhh, amo Sesshoumaru..." gimió Rin al sentir el cálido aliento del demonio sobre su vagina, que ya comenzaba a estar mojada de nuevo. Ahogó un profundo gemido cuando la lengua de él se introdujo entre sus pliegues para acariciarla adentro, describiendo círculos profundos y pausados sobre su clítoris. Aferrada a los cabellos del demonio, gimió a un ritmo cada vez más acelerado, sintiendo cómo los jugos brotaban desde su interior. Sesshoumaru lamió y succionó su flujo con una devoción implacable, sorbiendo cada gota que salía de ella, lo que bastó para llevarla al éxtasis justo en el momento en que el demonio se retiraba. Experimentando aún las últimas oleadas del orgasmo, sintió el miembro grande y duro del demonio entrar de una sola embestida; Sesshoumaru respiraba con dificultad, sin dejar de mirarla a los ojos con deseo, sus cabellos cayendo lacios sobre la piel sensible de ella, ansioso por volver a llenarla con todo su ser. Entonces, comenzó a moverse despacio, jadeando con cada roce, llevándola a la locura, apretando los glúteos a la vez que le alzaba las caderas para penetrar más profundo, moviéndose rápido hasta sacarle lloriqueos de placer. Rin gemía cada vez más fuerte y, rodeándole el cuello con los brazos y las caderas con las piernas, comenzó a moverse frenéticamente al mismo ritmo, empujando hacia arriba para sentir el cálido miembro más adentro. La fricción era dolorosa, como una bomba a punto de explotar, pero debían soportarlo, pues se anhelaban tanto que no podrían ser capaces de separarse. Sin dejar de empujar, Sesshoumaru la tomó de una pierna y la puso boca abajo en la cama. Apoyada sobre los codos, Rin se sintió abrumada por la insistente penetración del demonio, quien golpeaba las caderas contra su trasero, sacudiéndola a un ritmo cada vez más acelerado. Rin gritaba de puro goce, instándolo a entrar más profundo, a lo que Sesshoumaru respondió enseguida con una serie de embestidas brutales que casi la hicieron acabar ahí mismo. Agarrándole los pechos mientras seguía golpeándola con sus caderas, Sesshoumaru masajeó sus duros pezones, que derraban leche sobre las sábanas con cada brusca embestida. La estimulación de los dedos del demonio fue demasiado para ella, que, apretando el miembro de él con fuerza en su interior, no pudo evitar correrse de manera ruidosa y prolongada. Unos segundos después, él la siguió, embistiendo bruscamente una última vez para luego llenarla con su semilla. Tras emitir un ruido gutural, Sesshoumaru se apartó suavemente, viendo cómo su propio fluido se desbordaba de su húmeda vagina. Rin cayó sobre la cama exhausta, con la cara transpirada y la entrepierna palpitante, y Sesshoumaru se dejó caer a su lado, igual de saciado. Su torso subía y bajaba con cada respiración, sudado, caliente y poderoso. Cuando se volvió a mirarla, Rin yacía de lado, observándolo con una ardiente expresión en el rostro, como si lo invitara a tomar más. Sesshoumaru se conmovió ante su inocencia y depositó un dulce beso sobre su frente, frotando la nariz con delicadeza.
"Te amo, Rin. Nunca querré a nadie más" le dijo, abrazándola con fuerza. A lo que ella respondió con un profundo beso, lleno de amor y de anhelo. Y, sin que Rin se diera cuenta, rescató la cajita con el anillo, que seguía sano y salvo bajo la almohada que no se había movido, y lo guardó dentro del velador.
Era como para derretirse, pero a Arya eso de tanta predilección y expresiones de amor tan apasionadas le provocaban náuseas. Nunca se había enamorado y, en verdad, lo agradecía. Si iba a ponerse tan tonta como su primo, prefería seguir siendo libre.
Cuando vio salir a Sesshoumaru del dormitorio todo despeinado y solo con pantalones de buzo, no pudo evitar que se le saliera un picante comentario:
"Estuvo movida la tarde parece ¿no?" rió por lo bajo.
Sesshoumaru le dirigió una gélida mirada. "¿Y a ti qué te importa?... Además ¿por qué sigues aquí? Te dije que no podías quedarte..."
"Pero si mi avión sale recién mañana por la mañana" respondió Arya, haciendo un mohín. "¿Qué te cuesta alojarme esta noche en tu casa?"
"Debiste haberte ido con mi madre" gruñó el otro. "No quiero que Rin se sienta incómoda"
"Creo que ya la incomodaste bastante hasta el punto de hacerla llorar hace un rato..." dijo, con picardía. Sabía que lo lamentaría, pero no podía dejar pasar la oportunidad de molestarlo. Era tan 'molestable' después de todo.
"Mira, no te respondo porque me tiene sin cuidado lo que pienses. Pero a ella no vas a decirle nada, ¿escuchaste?"
Vaya, al final no había logrado que se le moviera un pelo. Lástima... se dijo.
"Descuida, no interferiré. Lo que sí, hay que aclarar este asunto del matrimonio arreglado pronto, porque no quiero casarme y está claro que tú tampoco quieres casarte conmigo"
"Sí" suspiró Sesshoumaru, cruzando sus musculosos brazos sobre el amplio pecho desnudo. "Además, hay un asunto urgente del que necesito hablar con mi madre... ¿Sabes si sigue en la ciudad?" al ver que Arya se encogía de hombros, continuó como hablando para sí mismo: "Me temo entonces que tendré que ir a verla en persona"
"¿Vas a volver al reino?" le preguntó ella, abriendo los ojos con sorpresa. "No creo que sea una buena idea..."
Sesshoumaru no alcanzó a contestar cuando la puerta del dormitorio se entreabrió despacio.
"Oh, perdón. No quería interrumpir" dijo Rin, no pudiendo evitar el dolor reflejado en su rostro. "Iba por un vaso de agua y algo de comer"
"Vuelve a la cama, amor" le dijo Sesshoumaru, acercándose para besarla en la frente. "Recuerda que aún no hemos terminado" le susurró al oído, haciéndola estremecer.
Arya hizo una mueca de asco. Obviamente, lo había oído.
"Haré algo de comer. No me demoraré nada" le respondió Rin, sonriéndole con dulzura. Sorprendentemente, su miembro comenzó a reaccionar, oculto bajo el buzo. La vio alejarse, con ese tentador camisón de seda que muy pronto arrancaría con los dientes. Ansiaba saborearla entera, desde el pelo hasta la punta del pie. Por supuesto que sus pechos eran sus partes favoritas, tan generosos y deliciosos, llenos de una leche cálida y tan dulce como ella misma.
Aún seguía en sus ensoñaciones cuando notó que Arya olfateaba el aire con insistencia.
"¿Y ahora qué?" preguntó el demonio, desconcertado.
"¿Acaso no lo hueles?" siguió olfateando, ahora en dirección a él.
"¡¿Qué cosa?!" exclamó, echándose hacia atrás.
"Tú humana" contestó Arya, con expresión divertida en el rostro. "Está preñada. Y son dos. No sé cómo no lo percibes. El olor es fuerte"
Sesshoumaru se quedó de una pieza. Rin ¿embarazada de nuevo?. ¿Tan pronto? Y él no lo había sentido. ¿Por qué?
"¿Estás segura?" sacudió a Arya por los hombros, quien reconoció un creciente destello de esperanza en los ojos de su primo.
Ella asintió, sonriendo.
"Necesito hablar con mi madre" dijo Sesshoumaru, con tono ansioso en la voz, poniéndose una mano en la frente. "Lo antes posible"...
si conpartis votas o comentas se agradese
Continuará...
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