Mitad demonio... Mitad humano

Las cosas volvieron a la normalidad nuevamente después del lamentable malentendido entre Sesshoumaru y Rin, que se había resuelto al fin, para felicidad de todos. Las risas de la muchacha llenaban la casa de nuevo con una espontaneidad y naturalidad espléndidas y su apetito también había mejorado mucho, incluso parecía haber ganado un poco de peso en los últimos días.

"Si sigues tragando de esa manera, engordarás como una ballena" le advirtió Jaken a la muchacha, al verla desayunar tan desesperadamente, sentada a la mesa junto a su amo.

"Ya déjala tranquila, Jaken" dijo Sesshoumaru sonriendo suavemente, apartándole los cabellos a Rin del rostro, para que no se manchara.

"Más leche" demandó Rin a Jaken, tragando el último bocado de tostada que le quedaba y depositando firmemente el tazón sobre la mesa.

La criatura verde entornó los ojos y luego soltó un suspiro, volviendo a llenarle el tazón. Estuvo a punto de decirle: "Rin, si te pones gorda, el amo Sesshoumaru ya no querrá nada contigo" pero se arrepintió. Mal que mal, tenía a Sesshoumaru sentado al frente y no quería ni imaginar lo que le diría si se atrevía a hacer un comentario como ése en su presencia. Tragó saliva y la mano le tembló al poner la jarra vacía de nuevo en su sitio.

"Ve a lavarte los dientes para que te lleve a la escuela" le dijo el demonio a Rin, acariciándole la mejilla. Luego se puso de pie él también y se dirigió a su habitación. Todavía tenía que buscar los planos para el nuevo proyecto que desarrollarían en su empresa constructora. Sí... Su empresa, ya que él era uno de los socios mayoritarios de la firma, además de ser el arquitecto más aclamado por todos debido a su increíble talento.

Una vez listos, Sesshoumaru tomó las llaves de su auto y llamó a Jaken con una seña.

"Hoy no regresaré a casa hasta después de las ocho, así que no me esperen a cenar" le dijo, volteándose también en dirección a Rin para que ésta escuchara.

"Está bien, amo. Lo que usted diga" respondió el sirviente, haciendo una elegante reverencia. "¿Quiere que vaya por Rin a la salida de la escuela?"

"No, no es necesario" dijo Sesshoumaru, sonriéndole a Rin desde lejos, quien lo incitaba a darse prisa. "Ella se sabe cuidar muy bien"

Esta respuesta ya no era motivo de alarma para el sirviente, ya que, luego de todo lo que había pasado entre su amo y Rin, éste parecía haber cambiado en cuanto a su forma de pensar y ahora se mostraba más dispuesto a darle mayor libertad que antes a la muchacha. Era un gran alivio verlo así de seguro, en paz. Jaken sólo esperaba que continuara igual de tranquilo para siempre.

Aquel día, Rin tendría que rendir un examen de educación física junto a sus compañeros. La prueba abarcaría atletismo y basketball, dos de sus deportes favoritos. Ya en el camarín, mientras se cambiaba de ropa, oyó a algunas de sus amigas que comentaban acerca de la realización de un campeonato nacional que incluiría tanto a escuelas públicas como privadas, lo que le pareció de lo más interesante. Ella ya había participado en otros campeonatos, pero nunca en uno a nivel nacional. De pronto, se sintió tan emocionada que se terminó de vestir rápidamente para salir al gimnasio, pero antes de que pudiera cerrar su casillero, cayó desplomada al suelo de manera inesperada...

¿Niña Escuchaba que la llamaban a lo lejos, una y otra vez, y las palabras resonaban como un eco dentro de su cabeza. ¿Niña, te encuentras bien? seguía diciendo la voz, que resultó ser de la enfermera, quien le daba ahora suaves golpes en las mejillas para hacerla reaccionar.

"¿Dónde... estoy?" balbuceó Rin desorientada, recostada sobre una de las pulcras camillas de la enfermería.

"No te preocupes, pronto te sentirás mejor" le dijo la enfermera amablemente, mientras le colocaba un aparato en el brazo para medirle la presión. "Dime, linda ¿te has estado alimentando bien últimamente?"

"Ehh... Sí, claro" respondió la muchacha débilmente, sintiendo cómo su brazo era exprimido por aquel aparato tan desagradable, que bombeaba aire sin cesar.

"La presión está algo inestable..." murmuró la enfermera, como para sí misma, quitándole el accesorio y ayudándola a incorporarse cuidadosamente para que no volviera a marearse.

"Tengo que volver al gimnasio" dijo Rin, apoyando los pies finalmente en el suelo.

"¡Imposible!" saltó la enfermera, dejándola pegada al techo con su exabrupto. "Tú, linda, tienes que irte directo para tu casa ahora mismo"

"Pero si me siento bien..." insistió Rin, que por nada del mundo quería perderse ese examen. "Usted no me puede obligar..."

"Obligarte, no, pero persuadirte, sí" le contestó ésta rápidamente, sonriendo de oreja a oreja. "Además, ya he llamado a tu casa para que vinieran por ti"

Y ahí, parado en un rincón, se encontraba Jaken, con la mochila de Rin en las manos, dando pequeños golpes en el suelo con el pie mientras esperaba impacientemente.

"¿Se puede saber qué te pasó ahora?" le preguntó a la muchacha, entornando los ojos.

"Oh... no se preocupe, señor" intervino la enfermera, sonriendo. "No debe ser nada grave, pero igualmente le recomiendo que visite a un doctor"

"¿Un doctor?" repitió la criatura verde, suspicaz. "Pero si esta niña está más saludable que nunca..."

"¿Es que acaso no sabe que la pobre muchacha cayó desmayada frente a todo su grupo?" dijo la enfermera, con tono serio. "Además, hay algo extraño en su presión sanguínea. Por eso necesita una opinión médica"

"¿Pero no se supone que usted entiende de eso? Usted debería saberlo..." le gruñó Jaken, impaciente.

"Le recuerdo que soy enfermera, señor, no doctora" le respondió ella, rápidamente.

"Y una muy mala, por cierto..." balbuceó Jaken, mirando hacia otro lado.

"Está bien, ya no importa..." dijo Rin, de repente, arreglándose el cabello y la ropa, cansada de tanta discusión. "Me iré a casa y mañana daré el examen"

"Eso depende de lo que te diga el médico, querida" le dijo la enfermera, poniéndole una mano sobre el hombro. "Sólo no olvides traer el certificado médico cuando vuelvas, además de justificativo si faltas a clases" y, diciendo esto, los guió a los dos hacia la puerta, prácticamente echándolos.

"Qué extraña mujer..." dijo Jaken, irritado.

"Dicen que la pobre es lunática, o algo así" le comentó Rin, por lo bajo, mientras iban caminando. "Que se volvió loca luego de que su novio la dejó plantada en el altar... Eso es lo que se comenta"

"Vaya, qué interesante" volvió a decir Jaken, con tono irónico. "¿Y tú?, ¿te sientes mejor?"

"¡Claro!" respondió Rin, animosa. "Nunca me había sentido mejor en mi vida"

Sin embargo, al llegar a la casa, aquella afirmación quedó totalmente desacreditada cuando Jaken vio a Rin desmayarse a los pies de la escalera.

"¡Por los dioses, chiquilla!" exclamó Jaken sorprendido, yendo a su lado de inmediato. "¡¿Qué te pasó?!"

"No sé..." balbuceó Rin, volviendo en sí casi al instante. "Me siento mareada..."

"La enfermera tenía razón entonces. Hay que llamar a un médico" dijo el sirviente, abriendo bien los ojos. "Espérame aquí, que voy por el teléfono"

Mientras Jaken hacía la llamada, Rin se incorporó lentamente hasta quedar sentada en el primer peldaño de las escaleras. La cabeza le daba vueltas y vueltas y de pronto sintió el estómago tan revuelto que no pudo esperar a que Jaken volviera, teniendo que salir ella misma corriendo al baño en un acto reflejo. Cuando el sirviente se reunió con ella, la ayudó a limpiarse y la llevó hasta su habitación, procurando ir lo más lentamente posible para que la chica no volviera a marearse. Una vez allí, Rin se metió bajo las sábanas de su cama sin siquiera tener fuerzas para sacarse el equipo de gimnasia.

Cuando llegó el doctor, un hombre de la tercera edad, canoso, que llevaba su maletín negro a todas partes, Jaken lo hizo pasar a la habitación de Rin, sintiéndose tan nervioso como nunca lo había estado antes. Algo le decía que el repentino malestar de la muchacha no podía significar nada más que una catástrofe.

"Dígame, doctor. ¿Es muy grave lo que tiene?" preguntó Jaken, sudando la gota gorda y encomendándose a todos sus dioses.

"Aún tengo que examinarla" contestó el médico, abriendo su maletín y sacando el estetoscopio para revisar el estado de los órganos internos de la muchacha. "Ahora te voy a pedir que te levantes la sudadera un poco y te inclines hacia delante, querida" le dijo después a Rin, sonriéndole con ternura, colocándose los tubos en los oídos y apoyando la trompetilla acústica sobre su espalda. Luego, le indicó que se echara para atrás y le examinó el pecho, sintiendo los incesantes latidos de su corazón. Después, sacó el mismo aparato que le había puesto la enfermera para medirle la presión y comenzó a bombear hasta llegar al tope, fijándose en la cifra que se veía en el medidor. Frunció el ceño y torció la boca, en señal de que había encontrado algo fuera de lo común. Luego, le quitó el aparato y le pidió que se bajara el calzón a la altura del pubis, para poder continuar con el examen completo. Le estuvo palpando el bajo vientre por un buen rato, llegando por fin a una zona que definiría todo el diagnóstico: No cabía la menor duda de que la muchacha estaba embarazada.

"Bueno, no es nada grave" dijo el doctor, tras toser un par de veces, volviendo a guardar sus instrumentos médicos en el maletín.

"Ay, qué alivio..." suspiró Jaken, relajando los hombros y el cuerpo.

"Pero todavía tengo que hacerle algunas preguntas" siguió el doctor, sacando un cuadernillo y un lápiz del bolsillo de su chaqueta para disponerse a tomar apuntes. "¿Qué edad tienes, querida?"

"Diecisiete, señor" se le adelantó Jaken.

"¿Dónde están los padres?"

"Murieron cuando yo era pequeña" dijo Rin, en un hilo de voz. "Se los comieron los lobos en la aldea y..."

"¡No es necesario entrar en tantos detalles, niña!" saltó Jaken, interrumpiéndola violentamente, intentando fingir una sonrisa. "Como dijo ella, murieron hace mucho tiempo"

"¿Entonces quién está a cargo de su cuidado?"

"Vivimos con nuestro amo" contestó Jaken, con naturalidad.

"¿Su amo?" preguntó el doctor, algo extrañado. Que él supiera, los tiempos de la esclavitud ya habían pasado hace rato. "Supongo que se refiere al dueño de esta casa..."

"¡Eso, eso!" se apresuró a afirmar Jaken, advirtiendo el malentendido. "Mi patrón es quien cuida de nosotros"

"¿Y qué relación tiene la muchacha con su patrón?" continuó el doctor, sin dejar de tomar nota.

Jaken vaciló por algunos momentos. Debía ser muy cuidadoso con su respuesta. Por su parte, Rin permaneció en silencio.

"Mi patrón es como un padre para Rin" contestó, sintiéndose el peor de los mentirosos, pero era necesario para que el doctor quedara satisfecho y no indagara más en el asunto. "Él la adoptó cuando sus padres murieron"

"Mm... Ya veo" balbuceó el doctor, asintiendo con la cabeza.

El sirviente suspiró de alivio, secándose el sudor de la frente con la manga de su túnica.

"¿Y hace cuánto que la muchacha tiene novio?"

De pronto, Jaken se quedó paralizado al escuchar la pregunta del doctor.

"¿Cómo dijo?" preguntó de vuelta, extrañado. No lograba comprender de dónde había salido esa pregunta tan fuera de contexto.

"En estos casos, es necesario informarle al padre para que responda" continuó diciendo el doctor, dejando el cuadernillo de notas a un lado. "El bebé necesitará de ambos para poder crecer sanamente"

"¿Dijo... el bebé?" balbuceó Jaken, boquiabierto, sintiendo de pronto cómo el alma se le escapaba del cuerpo por un segundo.

"Si" contestó el doctor tranquilamente, mirando luego a la muchacha. "Vas a tener un hijo, querida. Sólo espero que tu padre adoptivo sea comprensivo contigo, ya que aún no has terminado la escuela"

"¿Un... hijo?" dijo Rin, al borde de las lágrimas. Sin duda, no se lo esperaba, pero no pudo evitar sentir una alegría inmensa al escuchar la noticia. Un hijo de mi amo Sesshoumaru... pensó, tratando de contenerse.

"Así es" le respondió el doctor, sonriéndole cariñosamente. "Espero que vayas a mi consultorio dentro de tres meses, ya que el bebé no tiene mucho de tiempo de gestación" y, diciendo esto, tomó su maletín, guardando también el cuadernillo y el lápiz en el bolsillo de su chaqueta. "Ahora, si me disculpan, debo retirarme. ¿Me señala la salida, por favor?"

"Sí... claro..." contestó Jaken, guiándolo hacia la puerta por inercia, caminando delante de él como si fuera un zombi.

"Este caso me interesa mucho. Quisiera hablar con su patrón lo antes posible, así que acá le dejo mi tarjeta" le dijo el doctor antes de marcharse, ofreciéndole su tarjeta de presentación al sirviente.

"Yo le digo..." balbuceó Jaken, recibiéndole la tarjeta y pagándole la visita a cambio, cerrando la puerta una vez que el doctor se fue. Estaba tan choqueado que ni siquiera sentía las partes de su propio cuerpo. Inspiró profundamente, intentando recobrarse del impacto y luego subió las escaleras apoyándose en el pasamano, para evitar caer desplomado él también. Cuando llegó a la habitación de Rin, la encontró de pie frente al espejo del tocador, tocándose el vientre de lo más feliz.

"¡¿Y ahora qué voy a hacer?!" se lamentó la criatura verde, tomándose la cabeza con las manos. "¡El amo Sesshoumaru va a matarme!"

"¿Matarlo?" preguntó la muchacha, frunciendo el ceño. "No veo por qué tendría que matarlo"

"¡Cómo pude permitir que esto pasara!" lloró Jaken, caminando de aquí para allá. "¡Esto es una catástrofe!"

"Ninguna catástrofe... ¡Es un milagro!" exclamó Rin, dichosa. "¡Voy a tener un hijo del amo Sesshoumaru!"

"¡A eso mismo me refiero!" le recriminó Jaken, en seguida, obligándola a sentarse en la cama para que lo escuchara con atención. "¿Acaso no sabes lo que eso significa?"

Rin pestañeó, confundida. No sabía por qué tenía que armar tanta alharaca sobre un asunto que ni siquiera le afectaba a él directamente.

"¡¿Es que no sabes qué es lo que llevas en el vientre, niña tonta?!"

"No entiendo qué quiere decirme, pero se le está pasando la mano..." le contestó Rin, comenzando a molestarse.

"¿Por qué rayos no te cuidaste?" continuó Jaken, con la vena marcada en la sien. "¿Qué clase de educación te dan en tu escuela?"

"¿Cuidarme de qué?" respondió Rin, extrañada.

El sirviente casi se cayó de espaldas.

"¿En verdad nadie te dijo de dónde venían los bebés?"

"Por supuesto que sé de dónde vienen, no soy ninguna tonta" le respondió ella, soltando un hondo suspiro.

"¡ENTONCES, CÓMO PUDISTE!" le gritó Jaken, tomándola de los brazos para sacudirla. "¡Tendrías que haberte cuidado de no quedar embarazada!"

"¡Ya suélteme!" le dijo ella, tirándolo lejos. "No sé por qué exagera tanto..."

"¿De verdad quieres saberlo?" la amenazó él, con el dedo. "¿Quieres saber por qué es tan grave este asunto? Pues te lo diré" y, aclarándose la garganta, continuó "¡Porque lo que vas a dar a luz dentro de un par de meses será nada más ni nada menos que un HÍBRIDO!"

"¿Híbrido?" repitió la muchacha, pasmada.

"¡Mitad demonio, mitad humano!" dijo Jaken, llevándose las manos a la cabeza nuevamente.

"¿Pero y eso qué tiene que ver?" preguntó Rin, cada vez más confundida.

"¡Tiene todo que ver!" exclamó el sirviente. "¡El amo Sesshoumaru detesta a los híbridos!... ¡A estas alturas ya deberías saberlo!"

"Eso era antes" le contestó ella, convencida. "Ahora hasta se ha reconciliado con Inuyasha..."

"¡No seas ilusa!" le gritó Jaken. "¿Acaso crees que el amo lo considerará alguna vez como su igual? En el fondo lo desprecia, de eso estoy seguro. Conozco al amo Sesshoumaru mejor de lo que piensas..."

"No puede ser..." balbuceó Rin, dejándose caer pesadamente al suelo desde la cama.

"No quiero ni pensar lo que pasará cuando se entere" se lamentó Jaken, sintiendo un repentino dolor de cabeza. "Se molestará tanto que hasta puede que nos eche a los dos a la calle"

"¡Pero el amo Sesshoumaru jamás haría eso!" exclamó la muchacha, negándose a creer en las palabras de Jaken. "¡Él prometió que jamás me apartaría de su lado!"

"Ay, Rin..." suspiró el sirviente, yendo a sentarse con ella. "Cómo me gustaría no tener razón, pero lo conozco... créeme que lo conozco mejor que nadie en el mundo"

Rin y Jaken se quedaron conversando toda la tarde, tratando de hallarle alguna solución al asunto, pero, por más que lo intentaban, no lograban sacar conclusión alguna. En un momento de desesperación, la criatura verde hasta había llegado a insinuarle que se deshiciera del bebé, lo que Rin descartó inmediatamente, ya que lo último que se le ocurriría hacer en la vida sería abandonar a un hijo, y mucho menos si se trataba de un hijo del hombre que amaba.

"Bueno, discúlpame" se había excusado Jaken. "Es que no se me ocurre nada..."

"¡Yo nunca me separaría de mi bebé!" le recriminó Rin, poniéndose de pie abruptamente. "Que le quede claro..."

En eso estaban, cuando sintieron la puerta de calle.

"¡Es el amo Sesshoumaru!" dijo Jaken, alarmado. "Rápido, Rin, ponte tu piyamas y métete en la cama. Le diré que te fuiste a dormir sin cenar porque estabas exhausta"

"Está bien" contestó ella, comenzando a desvestirse.

Por su parte, Jaken bajó rápidamente las escaleras para recibir a su amo, quien le salió al paso al instante.

"¿Ya comieron?" le preguntó el demonio, tras dejar las llaves del auto sobre la mesa.

"Este... Todavía no, amo" respondió el sirviente, sonriendo nerviosamente.

"¿Y Rin?"

"En su habitación. Estaba tan cansada que no tuvo ganas ni de cenar"

"¿Le pasó algo malo?" quiso saber Sesshoumaru, preocupado.

"No, amo, claro que no" respondió Jaken, haciendo un gesto con la mano. "Estaba cansada, eso es todo"

El demonio no dijo nada, sino que decidió cerciorarse él mismo de que nada malo estaba pasando. Subió las escaleras entonces y se dirigió directamente a la habitación de Rin. Allí, la encontró dormida, tapada con las cobijas hasta el cuello, con una expresión de paz y tranquilidad que sólo podía encontrarse en el sueño profundo. Se quedó mirándola por algunos instantes, conmovido ante aquella visión tan serena, cuando de pronto fue la misma Rin quien emergió desde el interior de las sábanas para evitar su partida.

"Pensé que estabas dormida" le dijo Sesshoumaru, sobresaltado con la repentina aparición.

"Amo Sesshoumaru, venga" dijo ella, tomando la mano del demonio para obligarlo a sentarse en la cama.

"¿Qué pasa, pequeña?" le preguntó él, dejándose llevar. "¿Tuviste algún problema?"

"No es eso. Es que..." dudó la muchacha, echándose el cabello hacia atrás con la mano. Quería decírselo, pero no sabía cómo. Estaba ansiosa de ver su reacción al conocer la verdad, pero al mismo tiempo tenía miedo de que el asunto tomara un rumbo diferente, que, en vez de favorecerla, pudiera perjudicarla. No podía sacarse de la mente las palabras de Jaken: "El amo Sesshoumaru desprecia a los híbridos..." porque, en el fondo, sabía que algo de cierto había en ellas. ¿No era ésa la razón de su aversión por Inuyasha desde un principio? Aunque Sesshoumaru nunca había tocado ese tema con ella, le resultaba bastante obvio por su manera de comportarse. ¿Sería posible que las cosas hubieran cambiado de repente?, ¿O era que su corazón todavía abrigaba odio por la criatura inferior que un día le hubiera arrebatado el afecto de su padre y el respeto por su propio linaje?

"¿Rin, sigues aquí?" le preguntó Sesshoumaru, sacándola de sus pensamientos. "Por un momento pensé que te habías ido de viaje a la luna"

"¿La luna?" repitió Rin, desorientada. Había estado tan sumergida en sus propias reflexiones que hasta se le había olvidado que el demonio continuaba ahí, con ella. "Es que me quedé pensando en una cosa"

"¿Qué es?"

"Que... usted y yo podríamos..." balbuceó, sin saber qué decir. Ya había metido la pata al comenzar a hablar y ahora tenía que solucionarlo de la mejor manera. "Podríamos... ¿jugar a las cartas?"

Sesshoumaru rió con ganas.

"¿A las cartas?" dijo entre risas, viendo con ternura cómo ella se sonrojaba notoriamente. "¿Y eso a qué viene?"

"No sé..." contestó ella, mordiéndose el labio. "De pronto se me ocurrió que..."

Pero Sesshoumaru no la dejó hablar, pues le había plantado un beso en los labios.

"¿Sabes qué sería mejor que jugar a las cartas?" le preguntó seductoramente, paseando su mano suavemente por el hombro de la muchacha.

"¿Qué cosa?" dijo ella comenzando a temblar, adivinando las intenciones de su amo. Al notar la mirada de deseo que despedían sus ojos, Rin se echó hacia atrás en la cama y permitió que Sesshoumaru se inclinara sobre ella y le desabrochara uno por uno los botones de la parte de arriba del piyamas.

"Tan tiernos... tan suaves" murmuró el demonio, acariciándole los pechos con cuidado y luego pegando su boca a uno de los rosados pezones. Rin emitió un leve quejido al sentir la succión, poniendo los brazos alrededor de Sesshoumaru, acariciándole los cabellos, abrigándolo entre sus piernas. Lentamente lo ayudó a desvestirse y muy pronto se pusieron a hacer el amor, como de costumbre. El demonio entraba y salía con un vigor que iba creciendo gradualmente, provocando orgasmos múltiples en la muchacha cada vez que el enardecido miembro rozaba su clítoris. Ella jadeaba y transpiraba sin cesar bajo el cálido cuerpo de Sesshoumaru, quien la besaba en el cuello y mordía su oreja suavemente mientras continuaba embistiéndola. Acabaron una vez, y luego otra, y después otra, todas seguidas, y de repente Sesshoumaru se dio cuenta de que algo no andaba bien con Rin.

"¿Qué... pasa?" preguntó entre jadeos, mirando a Rin con extrañeza. La chica parecía estar ausente, con la mirada perdida en alguna parte de la habitación.

"Amo... Sesshoumaru..." jadeó, mirándolo fijamente a los ojos. "¿Le gustan los bebés?

"¿Qué?" preguntó él de nuevo, más extrañado que antes.

"Que... si le gustan los bebés..." dijo ella, tratando de recuperar el aliento.

"No sé..." balbuceó Sesshoumaru, sintiendo la necesidad imperiosa de continuar con las embestidas. "Nunca me lo he preguntado..." y, tras decir esto, la besó apasionadamente en los labios, casi cortándole la respiración, a lo que ella respondió sumisamente. Tanto así era el deseo que despertaba en ella que tuvo que alejar sus preocupaciones por un buen rato, total, mañana sería otro día...

Otro día para tratar de hallarle una solución al problema que tanto la aquejaba.

Continuará...

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