Líos de familia
Como ya eran pasadas las dos de la tarde, Jaken decidió que era tiempo de servir el almuerzo. Se sintió emocionado a verlos a todos reunidos en familia...
"¿Qué es esto? Está muy bueno..." dijo la madre demonio, engullendo otro bocado del inusual platillo que tenía enfrente.
"Son huevos con tocino, su reverencia" contestó el sirviente, satisfecho. "Los he preparado especialmente para usted" hizo una reverencia.
Sesshoumaru lo miró con disgusto.
"Retírate, Jaken. Los sirvientes no deben involucrarse en los temas de los señores..." iba a continuar con su reprimenda cuando sintió la delicada mano de Rin sobre su brazo. La muchacha le estaba haciendo un gesto con los ojos para que volviera su atención a la madre.
"Veo que te has vuelto toda una mujer, y bastante hermosa por cierto" dijo la poderosa demonio, dirigiéndose a ella. "Si mi hijo inepto no me lo hubiera dicho, te juro que ni habría imaginado que se trataba de la misma niñita debilucha y desarrapada que conocí hace algunos años atrás"
"Eso es porque el amo Sesshoumaru me ha cuidado muy bien durante todo este tiempo" respondió ella, sonriéndole amigablemente, mientras arrullaba a su bebé.
"Así veo..." suspiró la madre, con una ambigua expresión en el rostro. No sabía si era por celos o escrúpulos, pero toda esta situación con la humana no le gustaba. Sin embargo, percibía una energía distinta en el bebé, una esencia más sobrenatural. Era poco común en un híbrido, ya que las mezclas eran impuras. Tal vez todo se debía a que la niña era hija de Sesshoumaru, el príncipe demonio más poderoso de su época.
"¿Estás satisfecha, madre?" le preguntó de pronto su hijo, sacándola de sus cavilaciones más profundas.
"Pensaba... pedirle un postre al hombrecito verde..."
"No me refiero a eso" contestó Sesshoumaru, un tanto seco. "Quiero decir que, como está todo bien por acá, ya no es necesario que te quedes más tiempo con nosotros"
"Ay, ama ¿ya se va?" preguntó Jaken, con tristeza, llegando en ese instante con un trozo de pastel para ella. Sesshoumaru le dirigió una mirada tan gélida que casi le convierte la torta en torta helada.
"¿Tanto te molesta mi presencia, hijo?" los ojos de la madre demonio se llenaron de lágrimas y un sollozo se ahogó en su garganta.
Al verla en ese estado, Rin intervino.
"No, amo. Por favor, deje que se quede ¿sí?"
Sesshoumaru frunció el ceño. No le sorprendía para nada la reacción de su madre. Era la misma treta que utilizaba con su padre hace siglos atrás, cierto tipo de manipulación, con la que siempre se salía con la suya. Bueno, hasta que su padre se aburrió y se buscó a otra. Pero esa ya era otra historia.
"¡Sí, amo! Será un honor hospedar a su ilustrísima madre" decía Jaken, emocionado.
Sesshoumaru seguía cruzado de brazos.
"Amo... diga que sí" le susurró Rin, apegándose a él, acariciando la punta de uno de sus largos mechones plateados. El demonio sintió cómo el corazón le retumbaba dentro del pecho y su masculinidad comenzaba a reaccionar.
"Pero... es que..." dijo, respirando entrecortado, alejando a la muchacha y al bebé de él.
La madre se cubrió la boca con la mano para no largarse a reír ahí mismo.
"Hijo mío ¿no te parece que hace ya bastante tiempo que no nos veíamos?... ¿No me extrañaste ni un poquito?" le dijo, con la misma expresión de mártir. Para empeorar las cosas, Rin no dejaba de mirarlo de esa manera tan suplicante y ardiente, como cuando hacían el amor y ella le pedía más y más... En cuanto sintió que nuevamente lo invadía el deseo, volvió en sí sólo para dar su respuesta definitiva.
"Está bien" dijo finalmente, derrotado. Cómo resistir los ruegos de la muchacha... ahora sí que no podía pasar un día más sin hacerla suya.
"¡Señora, me da tanto gusto de que se quede con nosotros!" exclamó Rin, tomándola de las manos. "La verdad es que hace tiempo que quería darle las gracias por salvar mi vida aquella vez. ¡Le juro que se lo compensaré con creces!"
Sesshoumaru no pudo evitar sonreír para sus adentros. Claro que lo compensaría con creces, pero a él, esa misma noche.
"¡Prepararé la habitación del amo Sesshoumaru para usted, su alteza!" saltó Jaken, yendo enseguida a cambiar las sábanas y abrir las ventanas para ventilar un poco.
"No sé qué decir" sollozó la madre demonio, limpiándose la nariz. "Me conmueve tanto su insistencia..." dijo por último, soltando un sonoro llanto sobre el hombro de Rin.
"Ya que es un hecho que te quedas, te pido al menos que no me causes demasiados problemas. Y tú sabes a lo que me refiero" le advirtió el demonio.
"¿Cómo crees que yo haría algo para molestarte, hijito?" dijo parando de llorar en seco.
"Porque te conozco, madre"
"Qué mala opinión tienes de mí. Pero ya te darás cuenta de que lo único que deseo es tu felicidad..." le respondió, tomando al bebé de los brazos de Rin.
"Más te vale..." balbuceó el demonio, quitándole al bebé de las manos, que se había puesto a llorar. Rin se acercó para calmar a la niña con su voz y sus caricias, hasta que se esta se quedó dormida en los brazos de Sesshoumaru. El aroma de Rin le llegaba directo a las fosas nasales; era realmente delicioso, intenso, perturbador. La miró a su lado, hacia abajo, y pudo ver sus pechos abultados presionando contra su brazo. Cuántas ganas tenía de saborearlos una vez más, pasar su lengua por alrededor de sus pezones bañados en leche materna y, por qué no, beber un poco de ella...
"Vuelvo a clases, amo. Nos vemos más tarde" oyó que le decía la muchacha, tras besarlo en la mejilla para sacarlo de sus pensamientos.
"Cla... claro" tartamudeó, sonrojándose hasta el cuello, tratando de ocultar su entusiasmo. Ni se había dado cuenta de que su madre lo había estado observando desde una esquina.
Finalmente, al irse Rin, los dos demonios quedaron solos en el living de la casa.
"Hijo, te aconsejo que te controles enfrente de tu madre" lo reprendió ella, cruzándose de brazos.
"¿A qué te refieres?" preguntó, confundido.
"Tu humana ya está en celo de nuevo y es demasiado evidente que no puedes más con la frustración"
Sesshoumaru se sonrojó hasta las sienes.
"Madre, por favor..."
"No has cambiado nada, Sesshoumaru" le dijo ella, cambiando su expresión por una de ternura. "Veo que sigues tan reservado como siempre. Te pareces tanto a tu padre..."
Sesshoumaru la miró detenidamente. Sus ojos brillaban y la tristeza se podía reflejar en su hermoso e inmutable rostro. No pudo evitar sentir lástima por ella; había conocido el amor, pero no pudo retenerlo y, además, éste había preferido a una humana. Cuán humillada se debe haber sentido, cuán grande debe haber sido su vergüenza. Dirigió la mirada hacia su hija y supo que él y Rin no correrían con la misma suerte. Se amaban demasiado y la pasión que sentían el uno por el otro jamás acabaría. Era una pasión endemoniada que arrasaba con todo a su paso.
"Debes estar agotada por el viaje" le dijo, cambiando de tema. "¿Por qué no descansas un poco? Yo me tengo que ir al trabajo"
"No estoy cansada. De hecho, esperaba que me dieras un paseo por esta ciudad tan... pintoresca"
Sesshoumaru soltó un pequeño gruñido.
"Lo siento, pero no puedo seguir descuidando mis asuntos. Mi hija ha ocupado prácticamente todo mi tiempo"
"¡Ya sé! Podrías llevarme de compras" siguió ella, ignorando por completo las palabras de su hijo. "Porque supongo que hay tiendas por aquí, ¿o no?"
"Madre..." suspiró Sesshoumaru, tratando de no perder la paciencia. "¿No escuchaste lo que acabo de decirte?"
"Sí, pero también me dijiste que eras tu propio jefe y que te mandabas solo, así que no veo ninguna razón para que no saques a tu madre a dar una vuelta por ahí"
"Si sé, pero es que..." comenzó a decir, pero luego se rindió. Sabía que su madre se saldría con la suya tarde o temprano y estaba demasiado agobiado como para contrariarla. "De acuerdo. Iremos a donde tú quieras" suspiró.
"¡Qué maravilla!" exclamó la mujer demonio, dando de aplausos. "Iré a darme un retoque y nos vamos. No olvides traer al hombrecito verde para que nos ayude"
¿Ayudarles?... ¿ayudarles a qué? Lo descubrió tan pronto como su madre comenzó una compra desenfrenada por las tiendas más exclusivas del centro comercial, gastando grandes sumas de dinero que, por supuesto, salía del holgado bolsillo de su hijo.
"Madre ¿no crees que ya es suficiente?" le preguntó, tratando de mantener el equilibrio mientras, por un lado, cargaba a su hija en su espalda con la ayuda de un arnés, y por otro sostenía más de una docena de pesados paquetes.
"Pero si ni siquiera hemos pasado por el departamento de perfumería" decía la madre, arrojando sobre Jaken los paquetes. El pobre sirviente ya no se distinguía por debajo de todas esas cosas.
"Es... un verdadero... honor llevar sus pertenencias, su reverencia" decía Jaken, con dificultad, tratando de mirar por un lado de la torre de paquetes. "¡Soy tan feliz!"
"Sí, claro" contestó la madre, de manera bastante despreocupada, reanudando la marcha. "¡Y ahora a apurar el paso, que escuché por ahí que estaban liquidando carteras DOLCE en la sección de accesorios!"
Una enorme gota apareció en la frente de Sesshoumaru y sus ojos se volvieron un par de puntos.
Que alguien me asesine...
Cuando regresaron a casa ya era tarde en la noche.
"¿Dónde estaban? Me tenían muy preocupada" dijo Rin, molesta, tomando a la niña de los brazos de Sesshoumaru. "¿Es tan difícil avisar por teléfono?"
"No pensé que nos demoraríamos tanto..." suspiró Sesshoumaru, dejándose caer sobre su sofá favorito. "La señora aquí se compró prácticamente todo el centro comercial"
"¿De verdad?" preguntó Rin, pestañeando un par de veces. Le sorprendió que las relaciones entre madre e hijo estuvieran evolucionando de manera tan favorable en tan poco tiempo.
"No creas que me olvidé de ti, linda" dijo la mujer demonio, buscando en uno de los paquetes que puso sobre la mesita de centro. Era una pequeña botellita con líquido adentro.
"¿Un perfume?"
"Sí... se podría decir que es un perfume" le respondió la madre, sonriendo inocentemente. Pero no se trataba precisamente de un perfume, sino de un repelente contra mascotas, de suave aroma por suerte.
Sesshoumaru miró la botellita con suspicacia.
"Ha sido un día bastante pesado para todos" sentenció, poniéndose de pie. "Es mejor que nos vayamos a dormir"
"¿No vamos a cenar?"
"No, madre. ¿Y sabes por qué?... ¡PORQUE YA ES MUY TARDE PARA ESO!"
Lo último que se escuchó fue el llanto del bebé, quien solo pudo tranquilizarse al contacto del pecho de su madre.
"Te digo que ya no la soporto" se quejaba Sesshoumaru, tendido en la cama, desnudo de la cintura para arriba, mientras Rin se encontraba en camisa de dormir a su lado, dándole de comer a la niña.
"Pero es su madre, amo. Quien le dio la vida" le respondió ella, sonriendo dulcemente. "Y se nota que lo extraña mucho"
"Tanta amabilidad de repente ¡y esa condenada obsesión consumista!... algo debe estar planeando" balbuceó, como si hablara consigo mismo.
Rin lo miró con ternura. Le gustaba mucho verlo así, como un niño pequeño que es regañado por su madre. Sintió muchas ganas de abrazarlo y mimarlo, estrecharlo contra su pecho y... De pronto se sonrojó con sus propios pensamientos.
"Rin, te necesito" le decía Sesshoumaru, bajando el tirante de su camisón y paseando los labios por su hombro desnudo. "Por favor, vamos al baño"
"Mejor no..." suspiraba Rin, invadida por el mismo deseo. "Es que, su madre..."
"No me importa" seguía diciéndole, apretando suavemente el pecho que le quedaba libre por sobre la camisa de dormir.
Rin se despegó de la niña y se subió los dos tirantes.
"No"
"¿Estás segura?" Sesshoumaru le sonrió de manera maliciosa, pasándose la lengua por los labios, mostrando sus colmillos y sus ojos encendidos por el deseo. Rin tragó una bocanada de aire para contener la respiración y no dejar salir las palabras que tanto quería decir: Sí, amo Sesshoumaru... ¡Tómeme, muérdame, haga lo que quiera conmigo!
El demonio se acercó a su boca y la besó lentamente al principio, y muy pronto su lengua comenzó a masajear la de ella cada vez con más ímpetu, estimulando todos sus puntos sensibles. Sintió la humedad y calidez provenir de su entrepierna y supo que ya no podría negarse más. Necesitaba pasear sus manos por ese amplio torso desnudo, por sus glúteos tan bien formados y su miembro totalmente erecto. Cuando el demonio rozó su entrepierna, emitió un ahogado gemido.
"Está bien" terminó por responder, con las mejillas rojas, encendidas por el deseo. "Hago dormir a la niña y voy..."
El demonio sonrió con satisfacción, saltando de la cama de inmediato, pues ya le había llegado su hora. De verdad no le importaba si su madre los escuchaba y, por otro lado, la niña estaba tan cansada por el ajetreo del día que dudaba pudiera volver a despertarse con cualquier ruido, por más fuerte que éste fuera. Tal vez era exceso de confianza, o de calentura, pero esta vez estaba dispuesto a todo, pues ya había esperado demasiado.
Mientras esperaba a Rin, se dio una ducha caliente, pasando sus manos por sus cabellos, su pecho, abdomen, hasta bajar finalmente a su miembro, que ya estaba erecto. Comenzó entonces a estimularse, pensando en todo lo que haría con ella; la haría gritar, llorar, rogar por su vida, porque eso era lo que él quería, matarla de tanta pasión. Acabó un par de veces antes de cortar la llave del agua y salió entero mojado de la tina, sacudiendo su cabello frente al espejo empañado. Estaba en eso cuando sintió la puerta abrirse.
"Te tardaste mucho, ya no podía esperar" dijo en un tono sensual, aproximándose a la figura que entraba en ese momento. Había tanto vapor que no podía ver su rostro, pero de todas formas extendió sus brazos hacia ella y la estrechó con toda la fuerza de su ser. En ese momento, su miembro se levantó nuevamente. "Me hiciste tanta falta, mi amor" le susurró al oído, con ardor, y cual fue su sorpresa al ver que ella lo empujaba lejos.
"¿Qué pasa?" le preguntó, confundido. Y de pronto, al disiparse un poco el vapor, se dio cuenta de lo que realmente estaba pasando al ver a su propia madre frente a él, de brazos cruzados y el ceño fruncido.
"¡MA... MAMÁ?" gritó despavorido, cayendo al suelo de tanta impresión.
SI VOTAS, COMPATRIS O COMENTAS SE AGRADESE
Continuará...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top