La infame prometida de Sesshoumaru

Ya había pasado una semana desde que la madre demonio hubiera abandonado la casa de su hijo de esa forma tan desagradable. Su propio hijo, ¿echándola como si fuera un trapo sucio? Se sentía tan humillada que ni quería acordarse del incidente... Era imperativo, para el bien de todos, actuar de la manera más eficaz y rápida posible, ya que había que evitar a toda costa la tragedia que se desencadenaría muy pronto si Sesshoumaru seguía con esos planes tan absurdos.

Pidió al garzón otro Martini, mientras bebía el último sorbo del vaso. Se había sentado en el bar del hotel ya hacía dos horas, lo que no le hacía nada de gracia, pues odiaba la impuntualidad de la gente, aunque fuera la de su propia sobrina y futura nuera.

"¡Llegas tarde!" exclamó la madre, con tono seco e impaciente.

"Perdón, perdón" dijo la mujer que venía llegando. A simple vista, parecía ser alguien común y corriente, excepto por la gran cantidad de piercings y un par de tatuajes que le daban un aspecto un tanto amenazador; llevaba puestos unos bototos, pantalones de cuero y una sudadera negra ceñida con el logo de una banda de rock. Su cabello era ondulado, de un color rojo intenso, que le caía libremente sobre los hombros y alcanzaba a tapar sus orejas de demonio. El rímel y delineador negros resaltaban sus brillantes ojos verdes y se podía ver una pequeña luna invertida sobre su frente. De seguro que los demás pensaban que era otro de sus tatuajes, pero en verdad era la marca que llevaban los nobles de su clan.

La madre demonio la miró horrorizada. "¿Y esas fachas?" exclamó. "No recuerdo que mi difunta hermana te enseñara a vestir de esa manera"

"A mí no me parece nada de malo" contestó ella, mirándose. "Además, así me visto desde hace mucho tiempo"

"Por todos los dioses, Arya..." suspiró la otra, poniéndose una mano en la frente, con el codo apoyado en el mesón. "¡Qué vergüenza!"

"Bueno, supongo que no me llamaste para darme una lección de glamour" dijo Arya, sentándose con agilidad en otra de las sillas altas del bar. "Dime, Irasue, ¿cómo es eso de que ya es hora? En tu carta no explicabas nada, ni siquiera la entendí"

"No quise mencionar nada comprometedor allí, pero ahora que te veo en persona puedo decírtelo con toda claridad" empezó a contarle, mientras el garzón le traía el otro Martini. "Ya es tiempo de que tú y tu primo Sesshoumaru se casen"

"¡¿Qué?!" exclamó Arya, sorprendida. "¿De qué rayos estás hablando?"

"¿Acaso ya olvidaste que están comprometidos?" dijo la madre demonio, con mucha tranquilidad. "Estoy segura de que recuerdas que ese matrimonio entre ustedes fue concertado por tus padres y yo misma, cuando aún eran muy pequeños. Ahora ya es tiempo de cumplir esa promesa: tú, como heredera del clan de los zorros de montaña, te unirás al príncipe heredero del clan de los perros, es decir, mi hijo, y debe hacerse cuanto antes"

"¿Pero por qué el apuro? Digo, tan de repente..."

"Presta mucha atención, porque te lo voy a contar desde el principio" comenzó a decirle, con una expresión seria en el rostro que llamó la atención de la joven demonio, pues la Irasue que recordaba no solía ser así de... ¿o sí? Bueno, la verdad es que habían pasado varios siglos desde que se vieran por última vez.

Por su parte, Sesshoumaru había salido del trabajo más temprano ese día, ya que planeaba comprar el anillo de compromiso para Rin. Afortunadamente, sabía cuál era la medida exacta, y todo gracias a los aros de cebolla de Wackdonnald's, el restorán de comida rápida más famoso del mundo. Ese día, Jaken y Rin se habían puesto a jugar con los aros, poniéndoselos en los dedos para luego comérselos, y él, sin que nadie se diera cuenta, había guardado el que le quedó bien a Rin en el dedo.

"A ver, muéstreme ESE" le dijo a la vendedora, quien sacó, con mucho cuidado, la bandeja de anillos de compromiso de la vitrina.

"Este es un diseño exclusivo, nos acaba de llegar directo desde Milán" le dijo la vendedora, sonriendo de oreja a oreja. Si lograba venderlo, seguramente le darían una buena comisión. "Es de plata genuina y los zircones que rodean al diamante fueron manufacturados por los mejores maestros artesanos del viejo mundo"

Sesshoumaru lo tomó entre sus garras y, comparándolo con el aro de cebolla, vio que coincidían a la perfección.

"Sí... me gusta" contestó el demonio, sonriendo levemente. "Lo llevo, pero eso sí, envuélvalo en la mejor cajita que tenga. No importa si tengo que pagar de más"

"No, señor, no se preocupe que cada uno viene con su propia cajita"

Sesshoumaru la miró fríamente.

"S...sí, ahora que recuerdo, creo que tengo una caja mucho mejor para ese anillo en particular" rio nerviosamente la vendedora.

"¡Perfecto!"

Ya de vuelta en casa, Sesshoumaru se dirigió silenciosamente a su habitación para ir a esconder el anillo de compromiso, donde Rin no pudiera encontrarlo, pero justo en ese momento entró Jaken, con la ropa limpia.

"¡Amo precioso! Ya está de vuelta en casa" exclamó, con lágrimas de felicidad en los ojos.

Sesshoumaru escondió rápidamente la cajita debajo de su almohada, sin que Jaken pudiera ver claramente sus movimientos. "Qué ocurrencias tienes" tosió, incómodo y un tanto avergonzado.

"¿Quiere que le prepare un cafecito? Se ve bastante cansado..."

"Está bien" contestó el demonio. "Lo tomaré en el living"

"¡A su orden!" y dicho esto, el sirviente salió corriendo a cumplir la tarea encomendada.

"¡AMO, ya llegó!" se oyó la dulce y exaltada voz de Rin, quien entró a la habitación justo cuando Jaken salía.

"¡RIN!" exclamó él, yendo hacia ella para abrazarla y, de paso, llevarla fuera del lugar. Por nada del mundo quería que se arruinara la sorpresa, ya que tenía todo preparado para la gran propuesta. "¿Estabas con Hikaru?"

"Sí, acabo de terminar de darle de comer" le sonrió Rin. "Es muy obediente, se ha quedado dormida de inmediato... Creo que salió más a usted que a mí"

"¿Tú crees?"

Rin asintió.

"¿Entonces debo considerar que soy más obediente?"

Rin asintió de nuevo, pero ahora de una manera pícara, a lo que Sesshoumaru contestó con una leve mordida en su cuello. "Ten cuidado, que no soy tan manso como crees" le dijo, sonriéndole tiernamente.

En eso estaban cuando oyeron voces en el living. ¿Quién sería a esas horas?

"Dile que vengo de parte de Irasue" le decía Arya a Jaken, quien la miraba con desconfianza, debido a su aspecto tan rebelde. "Él sabrá de inmediato quién soy..."

En eso, llegó Sesshomaru, seguido de Rin. Casi le dio un ataque al corazón cuando vio a la prima.

"¡¿ARYA?!" gritó, y las pupilas se le contrajeron como si de un gato expuesto directamente a la luz se tratase.

"Hola, primo. A mí también me da gusto verte" dijo ella, moviendo la mano para saludar a todos.

"¿Cómo diablos me encontraste?... ¿Cómo sabes donde vivo?"

"Me lo dijo Irasue... pensé que lo sabrías"

"¿Irasue?" preguntó Rin, tímidamente, mientras se escondía tras Sesshoumaru. Aquella mujer lucía muy audaz y decidida. ¿Sería su atuendo?

"Mi madre" contestó el demonio, sin mirar a Rin. Sus ojos despedían fuego y tenía las garras como para dar un zarpazo.

Rin lo miró sorprendida. Se dio cuenta de que nunca se molestó en saber el verdadero nombre de la madre de Sesshoumaru, por lo que sintió un poco de tristeza.

"¿Es ella?" preguntó Arya, acercándose a Rin. "Es muy bonita"

"¡Déjala en paz!" se interpuso el demonio, agarrándole el brazo violentamente.

"¡Ay, me haces daño!" se quejó Arya. "Ay, ay, ay"

"Ahora tú y yo vamos a aclarar algunas cosas" le dijo Sesshoumaru, con una mirada fría e implacable en el rostro. "¡Camina!"

El demonio abrió abruptamente la puerta de la calle para disponerse a salir con la mujer demonio.

"Rin, yo resolveré todo. Espérame tranquila" se volteó a decirle a la muchacha, con dulzura, antes de cerrar la puerta tras de sí.

"¡Sube al auto!" le ordenó Sesshoumaru, abriendo la puerta del copiloto.

"¡Está bien, pero suéltame!"

Arya se dejó caer en el asiento y el demonio le cerró la puerta. Entonces, él mismo fue a tomar su puesto y, poniendo el auto en marcha, se dirigieron, a toda carrera, a un lugar desconocido.

"Imagino a lo que viniste" dijo Sesshoumaru, sin apartar la mirada de la carretera. "Pero te advierto que ni mi madre ni tú podrán interferir en mis planes"

"Irasue está muy empecinada con lo tuyo; dice que se va a desencadenar una tragedia si no nos casamos de inmediato..."

De pronto, el auto frenó de un sopetón.

"¡¿CÓMO QUE CASARNOS?!" gritó, mostrándole los colmillos. "¿Acaso se ha vuelto loca?"

"¡Oye, no vuelvas a hacer eso! Casi salgo volando por el vidrio"

Sesshoumaru se inclinó entonces sobre ella y le abrochó el cinturón de seguridad.

"En verdad eres bruta"

Arya le sacó la lengua.

"Pues no me pienso casar contigo, si es a lo que viniste" le dijo, altanero. "Así que mi madre y tú pierden su tiempo"

"¿Y quién te dijo a ti que yo me quería casar contigo? Mírame, estoy en la flor de la juventud. ¡Yo solo quiero divertirme, y ser libre, LIBRE, LIBRE!"

"Estás loca" le dijo él, tras mirarla de arriba abajo.

"Entonces, ¿es verdad que pretendes casarte con tu humana?"

Sesshoumaru asintió. "Ya es un hecho. La boda será muy pronto... Pero ¿y a ti no te importa la unión de los clanes?"

"No, qué aburrido. Prefiero mil veces seguir viviendo entre los humanos, ¡Ellos sí que saben divertirse!"

A Sesshoumaru se le dibujó una gran gota en la frente. Nunca pensó que Arya le saldría con algo como eso. Rio para sus adentros al imaginar lo furiosa que se pondría su madre al ver sus planes frustrados.

"Y dime ¿la quieres mucho?"

"¿Eh?"

"Vamos, no te hagas. ¿Quieres mucho a tu humana?"

"No solo la amo con toda el alma, sino que también tengo una hija con ella"

"¿DE VERDAD? Qué tierno!" exclamó Arya, emocionada. "¿Y Uri lo sabe?"

El demonio asintió. "Lo sabe muy bien"

"Pues vaya lío, primo" suspiró ella, desparramándose en el asiento con desidia. "No me gustaría estar en tus zapatos en este momento"

Sesshoumaru sonrió y, mientras hacía partir el auto de nuevo, notó por primera vez los bototos.

"¡Oye, quién te dio mis bototos!" le gritó, molesto.

"¿Qué? Ah, sí... bueno, pues, me los dio mi madre, hace mucho..." rio ella, nerviosa, rascándose la cabeza.

"Son míos... nadie tiene derecho a sacarlos del tesoro personal del príncipe de palacio"

Arya lo miró, sorprendida, y luego se largó a reír. "¡Ahora recuerdo por qué me caías tan mal!; eras un egoísta de lo peor. ¡Nunca me prestabas tus cosas!"

Sesshoumaru le mostró los colmillos y, refunfuñando, pisó el acelerador a full, haciendo que Arya nuevamente se diera con el vidrio en la cabeza.

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Y PERDON ES KE NO AVIA TENIDO TIEMPO

Continuará...

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