El retoño del amor
Pasaron los meses y, tal como lo previó el doctor, la criatura que Rin llevaba en su vientre comenzó a manifestar su poder a través de la madre, pero gracias al control médico que se hacía a diario, la muchacha no tuvo mayores problemas para contrarrestar el gran poder que se gestaba en ella. Además, para sorpresa de todos, como consecuencia del alumbramiento, la juventud de Rin se prolongaría por largo tiempo y lo mismo ocurriría cada vez que diera a luz otra criatura sobrenatural, hijo de Sesshoumaru por supuesto. Tal era la majestuosidad del demonio.
Por otro lado, Inuyasha y su familia continuaban viviendo una tranquila existencia, gracias a que por fin Kagome había desistido de continuar intrigando con Jaken para separar a la feliz pareja. No es que Kagome hubiera obrado de mala voluntad, sino todo lo contrario; siempre tuvo la felicidad de Rin en mente. Solía pensar mucho en ella, deseando que todo estuviera bien. Y muy pronto tuvo suculentas noticias suyas, en forma de un elegante sobre color crema.
"De parte del señor Sesshoumaru, señora" dijo el cartero, ofreciéndole a Kagome el lápiz y el papel donde debería firmar para hacer efectiva la entrega del misterioso sobre.
"Gracias" contestó Kagome, firmando el papel, para luego despedirse del muchacho y entrar en la casa. Para Kagome e Inuyasha decía el sobre. Se apresuró a abrirlo con la ayuda de una corta plumas, pues era bastante grueso, y tras leer el contenido, lanzó un alarmante grito.
"¡¿Qué pasa?!" exclamó Inuyasha, preocupado, desde el segundo piso.
"¡Ven rápido!" siguió gritando Kagome, con angustia en su tono de voz. "¡Inuyasha!"
"¿Dónde estás?" preguntó él, sin pensar. Solamente le interesaba llegar donde su esposa.
"¡Estoy aquí!" respondió ella "¡ABAJO!"
Acto seguido, Inuyasha cayó abruptamente de cara al primer piso. Definitivamente, deberían tener más cuidado en la elección de palabras para la próxima.
"Arg..." se quejó el hombre mitad bestia, intentando incorporarse. "Un día de estos vas a matarme, mujer"
"Inuyasha... ¡esto es terrible!" continuó ella, arrodillándose a su lado. "¡Mira!
"Déjame ver..." dijo Inuyasha, de mala gana, recibiendo la carta que le extendía su esposa. Para Kagome e Inuyasha...leyó. Tenemos el agrado de invitarlos a nuestra ceremonia de matrimonio, que se llevará a cabo el sábado 15 de mayo, en la parcela del novio, la gran casona de Campo Real...
Qué demonios... pensó Inuyasha, una vez terminó de leer. Luego, mirando a Kagome, se dio cuenta de que ésta estaba al borde de las lágrimas, las manos juntas en señal de preocupación. "Este... Kagome... estoy seguro de que hay una explicación..." comenzó a decir, nerviosamente, y al ver que ella tenía la intención de articular palabra, cerró los ojos y apretó los dientes, como preparándose para una gran reprimenda.
"¡Es terrible!" lloró Kagome. "¡¿No te das cuenta de que no tengo qué ponerme?!"
"¿Ah?" balbuceó Inuyasha, con la boca abierta, volviendo a caer pesadamente al suelo. No podía creer lo que acababa de escuchar. "¿Tanto escándalo por un par de pilchas?"
"Nada de pilchas" gruñó Kagome, arrebatándole la carta de las manos para ponerse de pie. "¡No sé cómo puedes ser tan insensible!"
"¿Yo, insensible?" exclamó.
"Sí, tú" le contestó ella, amurrada. "Y de castigo, mañana tendrás que acompañarme a hacer las compras para la boda, incluyendo el regalo" sentenció.
"Está bien, está bien" respondió, rendido. "Ahora, ayúdame a poner de pie ¿sí?" pero Kagome ya se había ido. En su lugar, vio al pequeño Tsubaru que lo miraba con una inocente expresión.
"¿Y tú qué?" le dijo, poniendo cara de dolor debido al golpe.
"Nada" contestó el pequeño, negando con la cabeza. "Es que estaba pensando..." se interrumpió.
"¿Qué cosa?" quiso saber Inuyasha, poniéndose finalmente de pie para sacudirse el polvo.
"Mmm..." vaciló por algunos segundos. "¡Nada! Olvídalo, papá" y se alejó cantando, alegremente.
"Mujeres... niños..." gruñó Inuyasha, para sus adentros. "Quién rayos los entiende..."
A esa misma hora, en casa de Sesshoumaru, también se estaba llevando a cabo una importante conversación. Bueno, más bien, una tortura...
"Amo, ya le dije que lo siento" lloró Jaken, poniéndose de rodillas ante un molesto Sesshoumaru.
"¿Entonces no volverás a decirle boberías a Rin?" dijo el demonio, secamente, cruzando los brazos sobre el pecho.
"No, amo lindo. ¡Se lo juro! No le diré más tonterías a esa niña"
"¡Oiga!" saltó Rin, a un lado de Sesshoumaru. "¡No olvide que yo también estoy presente!"
"¡Ay, está bien!" se apresuró a contestar el sirviente, amedrentado por la fuerza demoníaca que de pronto comenzaba a proyectar la muchacha. "¡Pero, por favor, ya no hagas eso! Qué miedo..."
"Rin, ten cuidado" le susurró Sesshoumaru a la muchacha, poniéndole la mano sobre la barriga, que ya había alcanzado su tamaño máximo. "Te puede hacer daño"
"Bueno..." se resignó Rin, disipando el aura maligna que se cernía sobre ella.
Sesshoumaru soltó un hondo suspiro.
"Me parece que ya fue suficiente" dijo, con tono serio y resuelto. "Ya aprendiste tu lección, ¿no, Jaken?"
"¡Sí, amo! Se lo juro..."
"Bueno... de alguna manera me siento responsable" siguió diciendo el demonio. "Si te hubiera revelado mi verdadero carácter desde el principio, no hubieran habido tantos malentendidos con respecto a mi hijo. Finalmente, eres mi sirviente y debí haberte instruido mejor"
"Amo, es usted tan bueno" lloriqueó el fiel sirviente, emocionado.
"Sí... es usted tan bueno, amo Sesshoumaru" dijo Rin, acercándose al demonio para abrazarlo, cuando, de pronto, se detuvo. Un intenso dolor en el vientre la había dejado paralizada.
"¡Ya es hora!" exclamó Sesshoumaru, preocupado, sujetando a Rin de la cintura para evitar una caída. "¡Jaken, lleva las maletas al auto!"
"¡Sí, amo!" respondió el sirviente de inmediato y salió corriendo.
"Espere... amo..." balbuceó Rin, con el rostro contraído de dolor, sujetándose al demonio con todas sus fuerzas.
"¡La bolsa!" saltó nuevamente Sesshoumaru, al ver que un líquido corría por entre medio de las piernas de la muchacha. "¡SE HA ROTO!"
Tomó a Rin en brazos y fue directamente hasta su auto, en donde se encontraba Jaken colocando unos cojines en el asiento delantero para que Rin estuviera más cómoda. Encendió el auto y partió a toda velocidad. Nunca antes había estado tan nervioso en su vida.
"¿Cómo te sientes, pequeña?" le preguntaba a Rin cada 5 segundos, volteando a verla todas las veces que fuera necesario. La pobre apenas y podía contestarle, pues las contracciones se iban haciendo cada vez más dolorosas.
"¡Amo, doble aquí!" le indicó Jaken, de repente, señalándole el camino. "¡Hay que entrar por urgencias!"
Siguiendo las instrucciones de su sirviente, Sesshoumaru se estacionó justo en la entrada de urgencias. No era precisamente el área de maternidad, pero a él no le importaba, con tal de que atendieran a Rin...
Muy pronto llegaron los paramédicos para llevarse a la muchacha al área correspondiente. Al llegar a pabellón, le indicaron a Sesshoumaru quedarse afuera, en la sala de espera, pero se resistió.
"¡¿Está usted loco?!" le gritó a uno de los enfermeros, tomándolo fuertemente por el cuello de la camisa. "¡¿Cree que voy a dejarla sola con ustedes, pila de incompetentes?!"
"Amo, tranquilícese" trataba de calmarlo Jaken, ya que el demonio parecía fuera de sus casillas. Tanto intimidó al personal de maternidad que acabaron por dejarlo pasar.
"Póngase esto" le dijo una enfermera, extendiéndole un delantal de médico al demonio, junto con un gorro y una mascarilla.
"¿Y esto, para qué?" dijo él, extrañado.
"Es por precaución. Para proteger a la madre y al niño al momento de dar a luz" le explicó.
"Está bien" aceptó el demonio, colocándose el atuendo completo. Al verlo, Jaken casi rompió a llorar.
"Amo, se ve usted tan bien con esa ropa... ¡Si hasta parece un médico de verdad!"
"¡Ya deja de adularme, y ponte esto!" le contestó, molesto, arrojándole un delantal más chico por encima de la cabeza. "Si te lo sacas allá adentro, te mato ¿entendido?"
"Señor" lo increpó otra enfermera, saliéndoles al paso. "Las mascotas tienen prohibido el paso..."
"¡Óigame, que no soy ningún animal!" le gritó Jaken, furioso. "Cómo se atreve..."
"Los dos vienen conmigo" dijo de pronto una voz familiar, desde atrás. Era el doctor de Rin, que llegaba justo a tiempo para el nacimiento. "Por favor, señores. Por aquí" y los condujo sin problemas hasta la sala de parto.
Al interior, se encontraba Rin, con una cara de sufrimiento que Sesshoumaru apenas y pudo resistir. No soportaba verla así, sintiendo dolor, pues sabía que nada podía hacer para aliviar su agonía. La pobre respiraba con dificultad y de vez en cuando emitía jadeos forzados, debido a las contracciones.
"Tome su mano" dijo el doctor al demonio, que se había quedado paralizado en la puerta de la sala.
"Si" contestó Sesshoumaru, corriendo al lado de Rin, quien sostuvo fuertemente su mano y lo miró con ternura, a pesar de todo el dolor que estaba sintiendo en ese momento.
"Bueno, bueno, vamos a ver" balbuceó el doctor, colocándose entre las piernas de Rin. Estaba emocionado con el nacimiento, pues sería la primera vez que presenciaría la venida al mundo de una criatura sobrenatural. "¡Anestesia, ahora!"
Llegó entonces el anestesista a asistir a la paciente, pero, al ver el tamaño de la aguja, Sesshoumaru le salió al paso.
"¡¿Qué diablos le va hacer?!" gruñó, sujetando firmemente la muñeca del hombre.
"Es... anestesia, señor" contestó el otro, intimidado. "La hará sentirse mejor"
"Vamos, señor Sesshoumaru. Es por su bien" lo tranquilizó el doctor jefe. "Ya verá cómo se le quitan los dolores"
"Más vale que sea sí" dijo el demonio, soltando finalmente al anestesista tras una breve pausa.
"¡Por los dioses!" exclamó en esas Jaken. "¡Creo que ahí viene!"
"¡¿Cómo te atreves a mirar a Rin?!" le gritó Sesshoumaru, apartándolo de un puntapié. Pero cuando él mismo miró por encima del hombro del doctor, casi le da un ataque.
"Señor, no se ponga tan cerca" le dijo una enfermera, tratando de hacerlo a un lado.
"Es... es..." tartamudeó el demonio, con las pupilas totalmente dilatadas. "Ya viene... ¡YA VIENE!"
"¡No grite!" lo reprendió la misma enfermera.
"¡Nadie hace callar al gran Sesshoumaru!" le volvió a gritar el demonio, alzándose sobre ella con su imponente figura.
"¡AHH!" gritó de pronto Rin, arqueando la espalda sobre la camilla. "¡MALDITO SEA, MALDITO SEA, SEÑOR JAKEN!"
"¿Y yo qué hice?" preguntó Jaken, confundido, tratando de ponerse de pie tras el golpe de su amo.
"¡Rin!" Sesshoumaru corrió al lado de la muchacha para cogerle nuevamente la mano. "No te preocupes, amor, todo saldrá bien"
"¿Usted es el padre de la criatura?" quiso saber la enfermera, poniendo cara de susto.
"Sí, ¿algún problema?" la miró fríamente Sesshoumaru.
"Bueno, este... efectivamente el señor Sesshoumaru es el padre, je je" dijo nerviosamente el doctor para mediar el pleito. Resultaba obvia la animadversión entre ambos personajes.
"Jaken... el señor Jaken" decía Rin, entre jadeos, llamando al sirviente.
"¡JAKEN! Ven inmediatamente" le ordenó el demonio a su sirviente, sintiendo cómo la sangre se le subía a la cabeza.
"¿Qué pasa, Rin?" Jaken le preguntó al llegar a su lado. "¿Necesitas que te traiga algo?"
"¡NO!" le gritó Rin, agarrándolo violentamente por las ropas. "¡QUIERO QUE SE VAYA AL INFIERNO, MALDITO ENANO DEL DEMONIO!" lo sacudió fuerte en el aire para luego arrojarlo al piso.
"¡Aquí viene!" exclamó eufórico el doctor, viendo cómo la criatura finalmente se deslizaba por el canal de parto y alcanzaba sus manos.
"¡¿QUÉ COSA?!" volvió a gritar Sesshoumaru, yendo al lado del doctor. Mientras tanto, Jaken yacía inconciente en el suelo.
"Observe bien, señor Sesshoumaru" dijo el doctor, haciéndose a un lado para permitirle mirar.
El demonio no tenía palabras para explicar lo que estaba sintiendo en esos momentos. La sola visión de esa pequeña criatura que ahora se encontraba dormida en las manos del doctor lo hizo estremecerse hasta lo más profundo de su ser. Sintió un ardor en los ojos... ¿lágrimas, tal vez? Puede ser...
"Es... lo más hermoso que he visto en mi vida" murmuró, lleno de emoción, al momento que la enfermera le mostraba la criatura, envuelta en una sábana.
"Es una niña" le dijo la enfermera, sonriendo. Luego, se la puso a Rin sobre el pecho para que la viera también.
"Mire, amo" dijo la muchacha, llorando. "Es nuestra hija... nuestra pequeña"
Sesshoumaru se inclinó sobre ella y la besó en la frente, cuidando no rozar al bebé con sus largos cabellos.
"Es maravillosa" suspiró el demonio, esbozando una tierna sonrisa. "Se parece a ti, mi amor"
Rin sonrió, sintiéndose avergonzada. A pesar de que tenía la cara roja de tanto hacer fuerzas, Sesshoumaru sí pudo notar su sonrojo. Era tan adorable cuando se mostraba tímida con él. Le parecía de lo más atractivo...
"¿Y cómo se va a llamar esta preciosura?" preguntó el doctor, mientras se lavaba las manos en el lavatorio de médico.
"¿Qué dices?" le sonrió Sesshoumaru a Rin, sin dejar de acariciarle el rostro al bebé. "¿Cómo se va a llamar nuestra hija?"
"Hikaru" dijo la muchacha, firmemente. "Se llamará Hikaru"
"Pues que así sea" contestó el demonio, inclinándose nuevamente para besar a su mujer.
Sí... su mujer. La mujer que había sido capaz de darle la mayor alegría del mundo.
Ya casi no podía esperar a que la niña le dijera papá...
SI VOTAS, COMPARTIS, O COMENTAS
Continuará...
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