Encuentro Inesperado ¿Será el destino?
Berlin...
En la vida, a veces las cosas no salen como queremos. Podemos tener planes que no se cumplen, podemos sufrir contratiempos o podemos simplemente ser víctimas de la mala suerte como yo.
No puedo creer que esto me esté pasando, justamente hoy, tengo que hacer la entrega de las muestras de dulces y no puedo quedar mal. Así que debo llamar al hotel para avisar, lo ocurrido. Entonces, tomo mi celular, tiene muy poca señal y con un frío aterrador, decido marcar el número del hotel.
- Hola buenas tardes, soy Jade, hablo departe de la dulcería Jade.
- Hola Señorita Milow, soy la recepcionista, Usted iva a traer unas muestras hoy ¿verdad? la estamos esperando- me contesta.
- Si, lo se, podrías comunicarme con el gerente o el Jefe de alimentos, por favor, he tenido un contratiempo.
- Ok, espere un momento por favor.
- Si, buenas tardes, habla el gerente del hotel...
- Señor Cari.
- ¿Señorita Jade?
- Si soy yo, lamento mucho informarle que tardaré un poco para llegar con las muestras de los dulces, mi auto se ha quedado en medio de la nieve y no he podido solucionar el problema por mi cuenta.
- Oh, ¡qué contratiempo! pero tranquila, entiendo.
- He intentado llamar a un mecánico, pero no hay ninguno disponible en la zona. También he intentado llamar a un taxi, pero no hay ninguno disponible tampoco. Estoy haciendo todo lo posible para llegar lo antes posible.
- Veré qué puedo hacer para mandarle ayuda lo más pronto posible.
- Esta bien, muchas gracias. Agradezco su comprensión. Fin de la llamada.
A veces, debemos estar preparados para adaptarnos a los cambios y encontrar soluciones creativas a los problemas, ya que en ciertas ocaciones, no podemos controlar lo que nos sucede. Estaba inmersa en mi pensamiento cuando, siento que alguien se acerca, me siento un poco asustada, y no tengo nada a mano para defenderme en el mayor de los casos, así que decido voltear lentamente, y, me quedo helada...
Era un hombre alto y musculoso, con el pelo castaño oscuro y los ojos azules. Llevaba una chaqueta de invierno gruesa y unos pantalones vaqueros. Se me acerca...
- Disculpa ¿Puedo ayudarte?
Me sentí aliviada. medio embobada le contesto.
- Sí, estoy tratando de arreglar mi auto, pero que no sé cómo.
- Vamos a ver-me dice.
Empezamos a revisar el auto, pasamos un largo tiempo buscando el problema. Era un trabajo duro, pero lo hicimos juntos. Después de un rato, encontramos el problema. Era una manguera del radiador que se había roto; pero, logramos arreglarla. Cuando terminamos, el auto estaba funcionando de nuevo.
Me miró con una sonrisa, era hermosa.
- ¿Estás bien?- me preguntó.
Asentí.
-Sí, gracias a ti"- dije- No sé qué habría hecho sin ti.
- No hay de qué -dijo- Siempre es un placer ayudar a una dama en apuros.
Me sonrojé.
- Gracias -dije- Te debo una.
- Entonces podrías encaminarme hasta el Hotel, me he alejado bastante, es duro regresar con este frío.
- Claro que si, será un placer, además, casualmente, voy hacia el hotel también.
Subimos al auto, el cual encendió como si nada hubiese pasado. Ya tenía dos horas de retraso.
- Jajajaja, mira que bien, ¿Será cosas del destino el que nos encontremos?- dijo- Por cierto Soy René.
- Jade, soy Jade, ése es mi nombre...
- Waooooo, hermoso nombre-dice- Igual que la piedra de Jade, la cual se opaca ante tu belleza.
- jajajaja -me sonrojo- ¿Me estás coqueteando? acabamos de conocernos...
- No, solo digo la verdad, por favor, perdóname, no lo tomes a mal.
- No está bien, ya casi llegamos.
Conduje hacia el frente del hotel, paré, el auto en un espacio vacío, cerca de la puerta.
- ¿No es problema que parquees aquí?-Me pregunta.
- Supongo que no, además, no tardaré mucho, solo llevo unas muestras de mi dulcería.
- ¿Haces dulces?
- Si, me han hecho un pedido del hotel, para el día de navidad, es una ocación especial, pero traje algunas muestras para que ellos escojan los que desean. Por cierto, ¿Te gustan los dulces?
-Si, pero en especial de chocolate- me dice con entusiasmo.
- Ok, tienes suerte, aquí tengo una muestra de más que traje por si acaso, así que tómala, es tuya.
Le extiendo la mano, y le paso la bandejita con los chocolates.
-Muchas gracias Jade, ¿Ves lo que te dije antes?¿será el destino?
- René, por favor, es algo normal- le digo- Yo siempre estoy preparada para cualquier eventualidad. Mi madre siempre me decía..."A veces, no importa lo bien que planeemos, siempre habrá imprevistos. Lo importante es no rendirse y seguir adelante." Eso lo comprobé hoy.
- Waoooo, lindas palabras. Bueno, ya me voy, gracias por los chocolates; me quedaré unos días aquí en el hotel, cualquier cosa que necesites, me avisas.
- Gracias a tí por tu ayuda incondicional, ya sabes, aqui tienes una amiga-le digo- ah, puedes encontrar mi número en la etiqueta de los chocolates, son mi especialidad. Espero te gusten.
Nos despedimos y se fue. igual yo, fui a información y luego subí a la oficina del gerente, al cual le pedí disculpas, era un señor muy amable y comprensivo, pues me recibió como si no hubiese pasado nada; me brindó un chocolate caliente con unas galleticas de jengibre.
Quedó fascinado con mis dulces, y le agregó al pedido, dos bandejas extras, para mandarlas como regalo a los padres, según él, del dueño del hotel; el cual a mi entender, debía ser un señor muy bueno y distinguido, para que el gerente se moleste en darle regalos.
Al bajar por el ascensor, me quedé pensando en ese encuentro inesperado que tuve hace una hora atrás. Era un hombre guapo, pero lo que lo hacía aún más atractivo era su amabilidad y su disposición a ayudar a los demás. Era un hombre que valió la pena conocer. Sabía, que no iva a dejar de pensar en él.
Saliendo del ascensor, alcanzo a escuchar una bocesita cantarina pero con un acento diferente al de Berlin...
- Señorita por favor quiero un helado de chocolate...
- Es que no tenemos ahora querida-le dice la camarera.
Me acerco, y ahí está, no podía creerlo, era una pequeña niña muy hermosa de piel clara y ojitos claros y llorosos, de a penas unos cinco o seis años, estaba dispuesta a no irse sino recibía su helado.
- ¿Qué sucede? -le pregunto a la camarera.
- La niña quiere un helado de chocolate, pero en realidad no tenemos, solo de vainilla nos queda.
- A ver mi niña hermosa- me acerco a la niña, me siento a su lado, tratando de consolarla- ¿No te gusta de vainilla?
- No, me gusta el de chocolate igual que a mi Papito.
- A ver, te entiendo, también me gusta el chocolate, es delicioso, pero, si en ocasiones no aparece y me apetece un helado, pues tomo otro en su lugar.
- Pero ahora, no me apetece otro, sino chocolate-insistía la niña.
- Bueno en este caso, creo que podemos resolverlo.
- ¿Si? -me dice- ¿Sabes donde hay de chocolates?- cambia su expresión y me pregunta con su carita sonriente.
- No, no se donde hay helados de chocolate, pero sí dulces de chocolate-le digo- ¿te gustan?
- Siii,siii, quiero- bajó de la silla y empezó a dar saltos, era muy linda- espera, ¿dónde están?
- Pues aquí-le muestro la bandeja tapada que tenía en la mano, parte de las muestras que habían quedado- Toma, es todo tuyo.
- Waoooo, muchas gracias- ¿tu los hiciste?
- Si cariño, tengo una dulcería; así que cuando quieras puedes decirle a tus padres que te lleven, es en Templin.
- ¿Eso es muy lejos? yo no soy de aquí, vine con mi Papi.
- No, es cerca de aquí. Y... ¿dónde está tu Papi que estás aquí solita? y ¿tu mami?
- Mi Papi está en reunión de negocios y no tengo mami- bajó su cabesita con tristeza- pero, ¿sabes? te diré un secreto... Le escribí una cartica a Santa para que me de una mamita para regalo de navidad.
No pude contenerme, se me hizo un nudo en la garganta, y le di un abrazo, ella me rodeo con sus pequeños brazos. Era una niña muy pequeña, pero, a pesar de su corta edad, era bastante despierta e inteligente; aún así, pude notar que estaba triste y que necesitaba de verdad una madre, ¿qué habrá pasado? ¿Habrá muerto su madre?. Por otro lado, algo pasó por mi cabeza, quizás mi niño se siente igual que ella, pero en este caso, no tiene un padre; Martín, solo tenía un año más misma, que ella. No me había percatado de ello.
Quizás ya era tiempo de tomar en cuenta lo que decía Julia y tía Lucía, de buscar un esposo el cual pueda ser buen padre para mi niño.
La miré de nuevo, disfrutaba uno de los chocolates con tal deseo que me sorprendía...
De pronto alguien se acerca a la niña, es una chica, pero se ve un poco mayor que yo...
- Mi niña, te he estado buscando, te dejé en la habitación... ¿qué haces aquí?
- Bajé a buscar un helado nana...
- ¿Y esta señorita? sabes que no debes hablar con extraños.
- Ella no es una extraña, ya es mi amiga, y además, me regaló estos chocolates, mira-la niña le mostró la caja en su manito con una amplia sonrisa.
Ah, era su nana... al ver los reproches que le hacía a la niña, me le acerco...
- Hola, soy jade, me la encontré en el restaurante, lloraba por un helado de chocolate, pero no había, así que, le brindé unos chocolates, espero no haber hecho mal.
- Hola Jade, soy Sara, la nana de Ketleen, disculpa por mi comentario-dijo la chica- No somos de aquí, el padre de la niña vino por negocios, y la niña quiso venir.
- Ok, entiendo, no te preocupes.
A mis espalda se escucha una voz en tono fuerte.
- Tremenda osadía la tuya, ¿porqué tienes que hablar y dar explicaciones de esa manera a una simple empleada?
- Señorita Sofía- dijo Sara. Disculpe.
Me di media vuelta, para ver quien hablaba con tal ímpetu y autoridad; y ahí estaba una joven como de la misma edad que Sara, pero muy distinguida, vestía ropas finas y su semblante era de personas de la alta sociedad, era muy seria, pero, bonita; parecía una modelo con lentes oscuros, un abrigo muy hermoso, vestía según la ocación.
- Ella no es empleada, es mi amiga- le dijo la niña.
- No digas nada, Ketleen, tu no sabes nada, eres solo una niña.
Tomó a la niña de las manos, y continuó caminando, como si llevara una maleta a rastras y Sara detrás.
- Te veré luego Jade, le diré a Papi que me lleve a tu dulcería- dijo la niña mientras casi corría.
- Está bien Ketleen, te esperaré, cuídate- solo logré decir.
La niña alzó la manito en señal de que me había escuchado. Rápidamente desaparecieron en el pasillo que llevaba a los elevadores de las habitaciones. No sé quién era esa chica Sofía pero al parecer tenía mucha autoridad sobre la niña. Salí hacia el estacionamiento donde estaba mi auto para irme a casa. Debo darle la buena noticia a Julia de que nuestros dulces fueron aceptados. Encendí en auto y walá... directo a casa.
Antes de llegar a casa, decidí ir a darle la buena noticia a Julia de que todo había salido bien. Cuando entro a la dulcería, la sorpresa que recibí fué muy grande, ahí tomándose una tasa de chocolate como si nada, estaba alguien que no pensé volvería a ver, el cual, tan pronto me vió, salió a mi encuentro.
- Jade, llegaste, ¿cómo estas?
- ¿Raúl? ¿Qué haces aquí?
- Yo, vine a verte y a conocer a mi hijo.
- Jajajaja, ¿a verme y conocer a tu hijo, dices?, no sé de qué me hablas. No tienes ningún hijo.
- No me digas que... ¿decidiste no tener al niño?
- Claro que sí tuve a mi hijo, y de eso han pasado ya 7 años- le digo- Así que es solo mi hijo. Tu lo rechazaste ¿no lo recuerdas? dijiste que no era tuyo. Ahora vete, no haces nada aquí.
- Lo siento Jade, sé que hice mal, perdóname por favor y dame una oportunidad, quiero estar contigo y con mi hijo.
- Lo siento, eso no lo pensaste antes, ya es tarde. Además aquella vez me dijiste que tenías a alguien más ¿qué pasó? ¿te cansaste de ella?
- No, ella me dejó por otro, estaba comprometida, jugó conmigo.
- ¡Qué mal! tal vez eran el uno para el otro.
- Quiero ver a mi hijo, el tiene que saber que soy su padre, ¿ ya no me amas?
- jajajaj ¿amarte? Por favor... No me vengas con eso ahora. Fuí una verdadera estúpida e idiota en confiar en tí. Pero aún así, agradezco ese gran regalo que me diste, a mi hijo- le dije-pero ¿sabes qué? Necesito que te vayas, ya vamos a cerrar.
- Mira Jade, veré a mi hijo, quieras o no, ya verás.
- No te atrevas a buscarlo o me vas a conocer... Te lo advierto, no vuelvas por aquí.
Se levantó molesto y salió de la dulcería como un torbellino, no tenía ningún derecho a venir ahora a involucrarse en nuestras vidas.
- Jade, ¿Estás bien? me dijo Julia... Lo siento, no sabía quién era, solo me pidió una tasa de chocolate y se sentó ahí, no sabía que era el padre de Martín- me dice Julia preocupada- ¿qué vas a hacer?
- No te preocupes amiga, tú no lo conocías, no tengo ni fotos de él; no sé qué voy a hacer.
- Cuentas conmigo, lo sabes, no creo que se atreverá a hacer algo, pero mantén los ojos abiertos.
- Si amiga, lo sé.
Cuando se trata de mi hijo soy como una loba, estoy dispuesta a hacer todo lo posible para proteger a mi hijo, incluso si eso significa arriesgar mi propia seguridad.
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Fin del capítulo.
Espero les guste. más adelante les estaré publicando los demás capítulos.
Muchas gracias por leer. Les quiero.
Besos robados.
Aini_m.
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