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Capítulo 9; Visita.

—Ya estoy en casa.— Habló en voz fuerte el peli-morado una vez entró a casa.

—Esto...— Dijo la chica parada en el marco de la puerta.

—Quedate en medias.— Respondió simple mientras se ponía pantuflas.

—Oki doki.— Se quitó los zapatos para seguir al chico.—Aww.— Comentó viendo una foto enmarcada de un posible Shinsou de pequeño junto a los que podrían ser sus padres.—¿Son tus padres?— Preguntó señalando la foto.

Él volteó un segundo y asintió.  —Voy a buscar si está mi mamá.— Dijo avanzando hacia la cocina.

Ah, pero que rico.— Habló en voz alta mientras veía al niño en la foto.

—Oh, Hitoshi, bienvenido a casa.— Se oyó una voz femenina.

—Madre, he traído a alguien.— Notó la voz incómoda del chico, haciendo que la muchacha se limpiase la falda.

—¿Ah, sí? — Oyó las voces más cerca.—Oh.— Dijo con sorpresa viendo a la castaña en frente.

—Un gusto conocerla, señora Shinsou.— Hizo una reverencia.

—Ah, el gusto es mío, querida.— La chica se levantó.

—Mamá, ella es Aleska.— Dijo señalándola.

—¿Areska?— Regresó su vista a la de ojos azabache.— ¿Eres extranjera?— Ella asintió contenta.— Espera, no me digas que eres novia de mi hijo.— Dijo acercándose a tomarla por los hombros con alegría.

—¿Qué?— Preguntó desconcertado un rojo Shinsou.

—No.-— Dijo delicadamente. — Somos amigos, compañeros de clase.—

—Oh, es una pena.— Puso una mano en la mejilla.

—Mamá... — Suplicó el chico.

—¿Y entonces para qué ha venido?—

—Tenemos que hacer un trabajo, y decidimos hacerlo en mi casa.—

—Oh, pues espero que nos visites más seguido.— Tomó las manos de la castaña.

—Si es que a Shinsou le parece bien.— Respondió con una sonrisa.

—Por supuesto que le parece bien.— Habló la mujer por su hijo.

—Bueno, mamá, vamos a hacer el trabajo en mi habitación. — Agarró a la chica de la muñeca, jalandola con él para subir las escaleras.

—Un gusto conocerla.— Dijo antes de desaparecer.

El chico suspiró mientras la castaña saltaba a la cama del chico. —Claro, ponte cómoda.— Dijo sarcástico mientras sacaba las cosas de su mochila.

—Tu mamá es un encanto. — Respondió estirándose.— Busca en mi mochila la hoja con las indicaciones del trabajo.— Se refirió a la mochila que estaba en la base de la cama del chico.

—Bien, ahora bajate de mi cama.—

—Pero es muy cómoda. — Volvió a estirarse, pero terminó cediendo, para levantarse. — Aunque sea dejame estar sentada.— Pidió.

—Sólo esta vez.— Ella le sonrió
  
  
   
—¡Al fin acabamos! — Volvió a tirarse a la cama del chico.

—Bien, creo que ya deberías irte.— Dijo guardando sus cosas.— Yo llevaré el trabajo mañana.—

—¿Eh? ¿Ya me estás botando de tu casa? — Se sentó en el borde de la cama.— Que feo, yo siempre te dejo quedarte un rato más en la mía.—

—Eso es por Erased y porque tu conexión WiFi es mejor que la mía. — Respondió simple.

—Ugh, está bien.— Se rindió pensando en que su gato estaba solo.
  
  
   
—Mamá, Aleska ya se va.— Gritó desde la puerta junto a la castaña.

—¿Eh?— La mujer vino corriendo hacia ellos. — ¿Tan rápido? — Dijo viéndola en el marco de la puerta.— ¿No quieres quedarte un rato más a comer algo?— Propuso sonriendo.

—Yo...— Dijo sin saber muy bien que responder, dirigiendo su vista al peli-morado.

Él chico vio la sonrisa de su madre y no se resistió. — Supongo que puede quedarse un rato más. — Cedió rascando su nuca.

—¡Qué bien!— Dijo antes de jalar a la chica hasta el comedor y comenzar a conversar.

El chico sólo suspiró y las siguió.

—Espero que te gusten.— La mujer dejó con delicadeza un plato con una rebanada de pastel de fresa.

—Se ve muy bien.— La halagó.

—Esta muy rico.— Siguió el chico con un poco del pastel en su boca.

—¡Ya estoy en casa!— Oyeron una voz seguida del sonido de la puerta cerrándose.

—¡Ah, cariño, ven, Hitoshi ha traído a su novia!— Gritó la peli-lila levantándose para servir una rebanada de pastel a su marido.

—Mamá...— Suplicó el chico con las mejillas rojas, la castaña sólo se rió antes de continuar con su dulce.

—¿Que Hitoshi qué?— Dijo un hombre con bata y un maletín pasando por la puerta de el comedor.

—Un gusto conocerlo, Señor Shinsou.— La chica se levantó de la silla y se acercó al mayor.— Soy Aleska, amiga de Hitoshi.— Se inclinó levemente.

—Oh, pero que linda es.— Susurró para si mismo mientras la observaba. — El gusto es mío, Areska.— Hizo una reverencia.

—Sientate con nosotros.— Pidió su esposa.— Estábamos comiendo pastel.— Dijo levantando el plato que le correspondía.

—Está bien.— Contestó asintiendo mientras se sentaba al igual que la castaña.—¿Y de dónde conoces a mi hijo?— Preguntó mientras se quitaba la bata y la doblaba.

—Somos compañeros de clase.— Respondió mientras se llevaba una cucharada de pastel a la boca.

—¿Estás en Estudios Generales?— El chico asintió por ella.

—Eso significa que debes de tener un quirk asombroso. — Dedujo la mujer mientras se sentaba nuevamente.

—¡Pero no más que el de Shinsou!— Exclamó feliz.

El chico seguía rojo mientras se quedaba callado.—¡Tienes razón! — La apoyó el mayor.—¿Sabías que Shinsou heredó su quirk de su madre?— La chica negó interesada. — ¡Yo también creía que tenía un quirk genial cuando la conocí! — Ambos sonrieron.

—Basta, me vas a hacer sonrojar.— Dijo la mujer con una mano en su mejilla.

—Pero es verdad.— Volvió a afirmar el hombre.— Comparado con el mío. — Dijo riendo.

—Oh, ¿Cuál es su kousei, señor?— Preguntó la chica interesada, ya había acabado su dulce.

—No dormir. — Dijo rascándose la nuca.— Pero me viene muy bien para mi trabajo.— Asintió mientras sonreía.

—¡Tus padres son asombrosos!— Halagó la castaña a su amigo, quien solo asintió con una pequeña sonrisa sincera.

—¿Y cuál es tu singularidad? — Preguntó la mujer.

—Ehm.— Se rió nerviosa.

Aunque de pronto el chico de cabellos morados agarró una taza pequeña y la lanzó por encima de las cabezas de sus padres.

Ahora todos estaban en silencio luego de oír el sonido característico de la porcelana rompiéndose.

—¿Hitoshi?— Preguntó intrigada su madre.

—¡Tenías que detenerlo antes de que cayera!— Le dijo rojo a su amiga.

—¡¿Ehh?!— Exclamó sorprendida.— ¡Me hubieras avisado antes, yo no leo mentes! — Dijo en el mismo tono que él había usado.

—Bueno, voy a recogerlo.— La mujer estaba a punto de levantarse, pero la chica la detuvo con una seña.

—No es necesario.— Comentó más calmada, mientras los trozos en el suelo volvían ordenadamente a la mesa en donde estaba hace segundos, juntándose y volviendo a armarse a como era antes.

—Ohh.— Dijeron sorprendidos los dos mayores.

—El kousei de Aleska es Telequinesis.— Explicó el oji-morado, a su vez que la taza iba sola hasta las manos de la mujer.— Como habrán visto puede mover cosas con su mente.—

—Increíble.— Dijo la mujer, su esposo asintió.

—Tienes una singularidad asombrosa.— El hombre la halagó, ella solo asintió.

—Entonces...— Dijo mientras todos ponían su vista en ella. — Dejenme quedarme al lado de Shinsou.— Habló expectante.

Toda se sorprendieron ante la declaración.— Por supuesto. — Comenzó la mujer.

—Eres más que bienvenida. — Le siguió el hombre.

La sonrisa de la castaña se ensanchó. —¡Muchas gracias!— Esta dirigió su vista a su amigo.—¡Dejame estar contigo hasta que te hagas un héroe! — Dijo determinada.

El chico se sorprendió, pero asintió. — No te defraudaré. — Dijo viéndola a los ojos.— Ni a ustedes.— Observó a sus padres.

 
   
—¡Vuelve pronto!— Dijeron ambos adultos desde la puerta de su casa, despidiéndose con su mano, al igual que el chico.

—¡Muchas gracias! — Dijo la chica desde la distancia, comenzando a correr para llegar a su departamento antes de que anocheciera.

Su amigo solo se dedicó a observarla hasta que no pudiera verla más.

—Ojalá la próxima vez que la traigas sea tu novia.— Suspiró la mujer mientras era apoyada por su esposo.

El chico no pudo evitar sonrojarse mientras pensaba en que la idea no sonaba del todo mal.

 

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