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Capitulo 32; Eres mi ruina
¿Cómo había pasado todo esto? ¿En que momento habían llegado hasta este punto?
Son algunas de las preguntas que pasaban en la mente del japonés, quien aún no podía procesar lo que había ocurrido.
— Maldición, soy un estúpido.— Tomó su cabeza con ambas manos, mientras se regañaba mentalmente por sus precipitadas acciones.
Pero... ¿Qué había pasado?
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10 horas antes del incidente
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—Gracias por ayudar con la decoración, Shinsou.— Sonrió la castaña mientras que con su quirk colgaba los adornos del techo.
—Es lo menos que puedo hacer por tu cumpleaños.— Le mostró una pequeña sonrisa antes de seguir con su trabajo.
Era 3 de diciembre, es decir, el cumpleaños de la latina, quien había decidido celebrarlo invitando a todos sus conocidos de la academia.
—¿Sabías que hay otras dos chicas con corte de honguito? — Comenzó para sacar un tema de conversación. — Hay una en la clase A y otra en la B, y conmigo, ya somos tres en diferentes aulas, ¿Curioso, no? — Mordisqueó un poco el popote de su bebida.
—Mm, supongo. — Siguió cortando las serpentinas.
—Ahh, estoy muy emocionada de pasar mi primer cumpleaños contigo. — Dio pequeños saltos de felicidad mientras revisaba la hora en su celular.
—¿Quiénes van a venir? —
—¿A parte de los de nuestro año? — Recibió una afirmación de parte de él. — Obviamente Leo ya que está de pasada, mis padres y mis hermanos están muy ocupados así que no... Pero mi tía va a venir. —
—Ya veo...—
—Aún no puedo superarlo. — Se sentó a su lado.
—¿Qué cosa? — Preguntó desubicado.
Sus mejillas se enrojecieron levemente, sorprendiendo al chico.
—Que estés junto a mí...— Desvió la mirada, un poco avergonzada.
Aquel acto solo logró enternecer al chico, quien dejó lo que estaba cortando para sostener su rostro por la barbilla, para conseguir que lo mirara.
Y con delicadeza se acercó para besar fugazmente sus labios y seguir con su labor.
La chica gritó internamente mientras se levantaba para seguir con lo suyo de la misma manera.
¿Quién pensaría que todo terminaría mal?
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6 horas antes del incidente
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—¡Ven y sana mi dolooor! — Cantó la chica mientras se movía con alegría por la pista de baile.
—¡Tienes la cura de este amor! — Le siguió el de orbes verdes, mientras bailaban pegado al ritmo de la canción.
Los demás invitados veían con alegría la manera en la que ambos extranjeros bailaban, pero no tenían tanto entusiasmo por hacer el ridículo.
—¿No crees que se ve divertido, Shinsou-san? — Preguntó el peli-verde mientras admiraba desde la distancia como la gente los rodeaba.
—Supongo que sí, pero digamos que no es de mi gusto. — Respondió sin interés mientras seguía devorando sus bocaditos.
Desde donde estaba tenía una vista perfecta del atuendo de la chica, un vestido corto de color vino, que hacía juego con su maquillaje y los tacones negros que llevaba, conseguían estilizar aún más su figura.
—¡Pongan reggaetón del viejito! — Gritó mientras se sostenía de Leonardo, y recién había comenzado la fiesta.
—Marica, suéltame. — Rió mientras la sostenía para que no se diera de cara contra el suelo.
Comenzó a sonar una canción más lenta, pero nostálgica para ambos.
—El amor es una magia, una simple fantasía. — Empezó a bailar más lento junto a él.
—Es como un sueño que al fin encontré. — Le siguió a la canción.
El de orbes violetas respiró hondo otra vez, mientras se acercaba a donde ambos estaban, todas las clases de baile tendrían que valer algo ahora.
—Disculpa. — Tocó el hombro del de cabello claro, provocando sorpresa en ambos. — Aleska, ¿Bailamos? —
Está de más decir que la chica no desaprovechó la oportunidad de soltarse e ir junto a él.
Comenzando a bailar un poco avergonzados al principio, con el corazón latiendo a mil por hora, nerviosos y torpes.
Pero no pasó mucho para que se relajaran y empezaran a disfrutar.
—Eh, que bien bailas. — Mencionó coqueta mientras lo observaba directo a los ojos.
—¿Qué te puedo decir? — Sonrió de lado antes de tomar sus manos y seguir bailando.
Todo el mundo disfrutaba del ambiente, pero había un par de ojos que no dejaba de estar atento a ambos.
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8 horas antes de la tragedia
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—Ah, estoy cansada. — Suspiró mientras se sentaba en uno de los muebles que había en el lugar.
Observó a Leo bailar a la distancia con un grupo de chicas de entre el A y el B, sonriendo instintivamente.
—Tu amigo parece estarla pasando bien. — Comentó su pareja mientras se sentaba a su lado y le extendía una botella de agua.
—Gracias. — La abrió y tomó un sorbo antes de seguir hablando. — Leonardo es todo un Don Juan. — Rió de su propio chiste.
—¿Ya no bailas? — Ella negó.
—Ya pusieron el reggaetón actual, ese no me motiva mucho que digamos, pero a Leo le encanta, así que voy a esperar a que se canse para volver a pedir mis canciones. —
—Entiendo. —
—¿Y cómo te la estás pasando? —
—Bien, supongo, nunca me imaginé estar en una fiesta como esta.— La chica sonrió.
Una nueva canción comenzó, haciendo que la chica se levantara inmediatamente. — ¡Esa es mi canción! — Tomó del brazo del chico. — Vamos. —
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1 hora antes del incidente
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La chica se había alejado un poco de la multitud para devorar lo que había en la mesa.
Y hubiera seguido de no ser por el bicolor.
—De La Cruz. — Habló educadamente, como de costumbre.
—Todoroki. — Respondió con alegría, aquel chico le agradaba, era de los pocos que lograba pronunciar su apellido. —¿Pasa algo? —
El negó. —¿Podemos hablar un momento? —
—Eso estamos haciendo ahora. — Respondió divertida, aunque no lo dejó responder. —Es broma, venga, yo te sigo. — Dijo antes de agarrar un puñado de minis empanaditas y comenzar a caminar atrás de él.
Terminaron por ir al patio trasero del lugar, el cielo azul de la noche, junto a la poca luna que había le daban aquel aspecto fantasioso.
El perfecto lugar para un par de enamorados.
"Caray, voy a traer a Hitoshi aquí luego de que el Todoriko hable.", pensó mientras tragaba la última empanada.
Observó al chico frente a ella, quien miraba la luna como faltante, sus manos en los bolsillos, sus ojos brillaban levemente por tener el rostro levantado.
"Tengo que admitir que Todoroki es guapo.", lo observó de pies a cabeza, viendo las facciones de su rostro con detenimiento.
"No, no" negó con la cabeza, regañándose por haberlo visto por tanto tiempo.
"Soy papa casada, soy papa casada... Pero, los ojos están para mirar, ¿verdad?"
—De La Cruz. — Llamó a la chica, quien se sobresaltó por distraída.
—Sí, ¿Qué era lo que ibas a decirme? — Se palmeó las mejillas.
Él suspiró. — Sé que no nos conocemos mucho, o que la manera en la que nos hayamos conocido no fue la más adecuada. — Se pasó un brazo por la nuca mientras desviaba la mirada. — Pero debo ser sincero contigo, cuando te vi por primera vez creí que serías como las demás chicas que mi padre me había presentado... Pero me equivoqué, no eras como las demás, en realidad, creo que no hay nadie igual a ti en este mundo. — Volvió la vista hacia ella.
"No me gusta cómo suena esto", tragó con dificultad mientras seguía escuchando.
—Gracias, Todoroki, ¿Eso es todo, verdad? — Preguntó inclinándose un poco.
—En realidad no. — Volvió a suspirar. — Desde la pelea que tuvimos en el festival deportivo no he podido sacarte de mi mente. — Observó su mano derecha. — Pensaba decirte esto antes, pero cuando te vi en el campamento junto a aquel chico que parece ser el hijo ilegítimo de Aizawa-sensei, yo...—
—¿Qué? — Rió sorpresivamente, pero ante el rostro del chico se disculpó. — Perdona, esto, continúa. — Bajó levemente el rostro.
—... Yo me di cuenta que alguien se me había adelantado. — Cerró los ojos con fuerza, para volver a abrirlos llenos de determinación. — Pero he decidido que no me dejaré vencer tan fácilmente. —
—Okay, creo que he escuchado suficiente. — Suspiró. — Yo no siento nada por ti, Todoroki, así que puedes desistir de aquella idea. —
—Esta sólo ha sido mi declaración de guerra, no voy a darme por vencido. —
—Sólo vas a terminar lastimándote, por favor, olvida esto. — Comenzó a caminar de frente, lista para regresar al local, con dirección a buscar a Hitoshi.
Quien lamentablemente, había tenido la misma idea, y estaba buscándola.
—Aleska. — Dijo deteniéndola, tomando de su brazo.
Y en un impulso, que había tenido su corazón y no su cabeza, jaló de ella para que no se fuera todavía.
Pero no tuvo en cuenta que los zapatos harían que tropezara por culpa del césped, mandándola de cara contra el rostro del de quirk de hielo y fuego.
Haciendo que se besaran accidentalmente y que para no caer tuviera que sostenerse del cuello de él, y este de la misma manera la sujetaba por su cintura.
Para terminar con la mala suerte, el de orbes violetas había entrado al lugar en aquel momento, que no esperó tiempo de explicaciones, pues en menos de un segundo se había dado la vuelta, y estaba regresando al local, tratando de olvidar lo que había visto.
—¿Estás bien? — Preguntó algo avergonzado una vez se separaron.
Ella asintió, soltándolo. — Nunca hablaremos de esto, lo que ha pasado ha sido un accidente, ¿De acuerdo? — El chico sólo asintió.
—Eso no va a cambiar los sentimientos que tengo por ti. — Le dijo mientras ella se iba alejando.
—Lo que digas. — Extendió levemente el brazo. — Espero te diviertas en la fiesta. — Comentó antes de irse.
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La chica estaba lista para regresar a su casa, pues ya había acabado la fiesta.
Observó como el peli-morado estaba a punto de salir, alcanzándolo y subiéndose a su espalda.
—¡Hitoshi! ¿Pensabas irte sin mí? Eres un infeliz. — Rió, pero se extrañó cuando sintió que él se enderezaba para que ella bajara. — ¿Hitoshi? ¿Pasa algo? — Preguntó preocupada.
—¿Por qué no te vas con Todoroki? — Sonrió amargamente.
—¿Todoroki? ¿Qué tiene que ver él? — Preguntó sin entender.
—Los vi. — Ella siguió sin entender. — Los vi besarse. — Declaró con un nudo en la garganta.
Rápidamente la chica recordó lo que había pasado con él, mostrando una expresión de cansancio.
—Puedo explicarlo. — Comenzó con la voz seria.
—¿Puedes explicarlo? — Rió con amargura. — Creo que no es necesario, lo vi con mis propios ojos, ¿Qué me va a explicar? ¿Qué lo disfrutaste? — La vio con repugnancia.
—No te refieras a mí de esa forma. — Dijo ahora molesta.
Él sólo rodó los ojos divertido. — Claro, vamos, dime, ¿Desde cuándo jugabas conmigo? Porque claro, para ti todo es un juego. —
—¿Qué me estas tratando de decir? Venga, dímelo en la cara si tan machito te crees. — Infló el pecho mientras se acercaba a él.
—Eres una hipócrita, eso es lo que eres, confié en ti y con esto me pagas. —
—Ni siquiera me has dejado explicarte lo que pasó. — Lo interrumpió.
—No necesito tus malditas explicaciones, tenían razón, que no saliera con una latina porque en el menor descuido me iba a ver la cara de idiota, ¿Y sabes qué? — La chica lo observaba con impotencia. — Tenían razón. —
—Tienes razón, ¿Quieres que sea una perra? Entonces lo seré, vete de mi vida y no vuelvas, y espero que no regreses arrepentido una vez que hayas bajado en la nube en la que estás, puedo aguantar a que un desconocido me diga eso, pero no dejare que mi supuesta pareja lo haga. — Pasó por su costado y comenzó a avanzar.
—¡Entonces creo que no podemos ser pareja! — Gritó aun enfurecido.
—¡Bien por ti! — Respondió sin voltear, porque temía que viera las lágrimas que se estaban formando en sus ojos.
—¡Vete al diablo, Aleska! — Gritó enfurecido una vez más.
—¡Adivina donde estoy! — Luego de esa última oración, su silueta se perdió entre los diferentes caminos de la ciudad.
—Tsk. — Pateó la pared con impotencia, siguiendo su camino, al contrario del que ella había tomado.
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—Aleska, aquí estas, no me respondías...— Observó el rostro de la cumpleañera. — Aleska, dios, ¿Qué pasó? — La envolvió en sus brazos mientras ella ocultaba su rostro en el pecho de su amigo.
—Él me dijo cosas muy crueles, Leo. — Sorbió su nariz. — Ese maldito hijo de la chingada, ¡Me dejó!, ¡¿Lo puedes creer, Leo?! — Se aferró más a su pecho. —¡¿Recuerdas que te dije que creí que él era el amor de mi vida?! ¿Lo recuerdas? ¡¿Quién lo diría, no?! ¿No crees que es gracioso, Leo? ¡Qué él me haya dicho cosas que me hayan hecho sentir como una mierda! ¿No es gracioso, Leo? — No pudo más y sus piernas le fallaron, a la vez que rompía en llanto.
—Está bien, Ale, llora todo lo que quieras. — Acarició su espalda, sosteniéndola temiendo que desapareciera.
—No, Leo, no quiero llorar por él, pensé que la primera vez que llorara por su culpa sería cuando comenzara su trabajo de héroe y saliera lastimado, o el día en que me pidiera matrimonio, pero...— Más lágrimas salieron de sus ojos. — Valgo más que eso para estar llorando por algo tan estúpido... ¿Verdad? —
—Por supuesto, Ale, tú vales mucho, está bien, mírame. — La separó para que pudiera verle el rostro. — Repite conmigo. — Ella asintió aun derramando lágrimas. — No voy a llorar por Hitoshi Shinsou. —
—No voy a llorar por...— Su voz se quebró. — No puedo, Leo, no puedo, tengo miedo, ¿Crees que me haya hecho un amarre? ¿Es posible que llegue a amar tanto así a una persona? — Su voz salía entrecortada debido al hipo.
—Ay, Ale, no lo sé, pero descuida, yo estoy aquí. — Volvió a abrazarla, rezando por que se calmara rápido.
Observó con miedo las grietas que se habían formado en el suelo, amenazando con abrir el suelo, pero a su vez agradeciendo haber llegado a tiempo.
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El camino se hizo eterno para Hitoshi Shinsou, quien no podía negar el dolor que estaba sintiendo su corazón.
Ahora que estaba más calmado, entendió que no estuvo bien algunas de las cosas que le dijo, tal vez pudo haber oído su explicación y luego se hubiera ido, tantos "pude haber".
Observó al bicolor sentado esperando el tren, bufó, comenzando a caminar en su dirección.
—Todoroki. — Lo nombró con algo de fastidio.
—¿Pasa algo? — Respondió por educación.
—Sólo quería felicitarte, y espero que tú y Aleska sean felices. — Sonrió con fastidio antes de volverse.
—¿A qué te refieres? — Preguntó antes de que él se alejara.
Volvió resignado a la vez que suspiraba. — Ya no tienes que fingir, los vi besarse en el jardín. —
—Ah, eso, hubiera deseado que lo hiciera a su voluntad, pero bueno, tal vez con el tiempo sus sentimientos cambien. — Terminó asintiendo para si mismo.
—¿Espera qué? — Se acercó más. — ¿Ustedes dos no son amantes? — Él rió, confundiéndolo.
—Claro que no, nunca aceptaría algo tan bajo. — Respondió con la sinceridad y frialdad que lo caracterizaban.
—Entonces, ¿Quiere decir que el beso fue un accidente? — Comenzó a sudar frío.
—Lamentablemente. —
La temperatura corporal del chico bajó.
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Eso nos llevaba al presente, al caótico presente.
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