Extra 1. Amor a primer insulto
Jonah
Estaba demasiado ocupado.
Pero para mi mala suerte, muy dentro de mí, había algo de orgullo que no me permitía decírselo a mi jefe —y hermano—, que le había prometido que lo ayudaría tanto como pudiera en el bar. Dos meses habían pasado desde la apertura, y en lugar de que las ventas bajaran, estaban subiendo más y más.
Gracias a eso, estaba con el tiempo corto, me la pasaba de la universidad a mi departamento, dormía una hora y luego iba al bar a trabajar, regresaba a casa y hacía mi tarea. Esa era mi rutina, y la verdad me daba miedo desmayarme uno de estos días por no tener un descanso, pero se lo había prometido a mi hermano y no lo defraudaría, entonces aquí estaba de nuevo, entrando al bar y saludando a mis compañeros de trabajo que se veían igual de cansados que yo, sus rostros demacrados y sus inmensas ojeras, me decían que se morían por descansar y dormir aunque fuera unas siete horas seguidas.
Fui hacia las habitaciones traseras y abrí mi locker, donde tenía mi uniforme y demás cosas, pero como aún faltaban dos horas para abrir, lo único que hice fue meter mi mochila ahí y salir de nuevo, para ayudar a limpiar el lugar y asegurar que todo estuviera listo a tiempo, pero a penas había tomado la escoba cuando mi hermano apareció frente a mí, con una gran sonrisa en el rostro y como si el no estuviera muriendo por tener un día de descanso.
—¡Hola, hermanito! —me saludó con una sonrisa.
Lo vi con ojos entrecerrados y la duda se formó en mi rostro, ¿Cómo era posible que se viera tan bien, después de tantas noches de trabajo duro? Si algo envidiaba de mi hermano era su habilidad para siempre verse bien.
—¿Qué? —preguntó confundido al ver que no le devolvía el saludo.
—Te odio, Alex, justo ahora de verdad te odio.
—¿Ahora qué hice? ¿Derramé de nuevo tu acondicionador y no me enteré?
—Nada de eso... Solo vete y déjame limpiar, tu buena vibra me enferma —dije con una mueca de asco.
Ignoré la dramática escena que hacía al llevarse una de sus manos al corazón, y pasé por su lado para poder llegar a la barra, donde comencé a quitar toda la basura que se había hecho la noche anterior, pero con solo ver todo el confeti en el suelo, me dio dolor de cabeza. Alex debería dejar de usar tanto esas porquerías de cañones de confeti. ¡Hacen mucha basura!
—Me lastimas, hermano —soltó con sarcasmo—. Pero dejando de lado tu mal humor, te tengo nuevas noticias.
—¿Conseguiste que Rick te hablara de nuevo?—pregunté al escuchar el entusiasmo en su voz.
—Ojalá fuera eso. Mi pequeño ratón aún no quiere verme ni siquiera en nuestra casa —susurró, aunque logré escucharlo—. ¡Hace unas semanas puse un anuncio para nuevos trabajadores!
La forma en la que lo dijo me confundió aún más, parecía que me acababa de decir que se había ganado la lotería, y solo lo vi con una ceja enmarcada. Ante mi silencio, su sonrisa se iba desvanecido y pasó a ser un puchero.
—¡Dios! ¡¿Por qué me diste a este ser como hermano?! —exclamó elevando sus manos al cielo de manera exagerada.
—¿Qué se suponga que tenga decir ante ello? ¿Felicidades? —pregunté confuso ante su reacción.
—¡Jonah! ¡Reacciona! Sé que estamos muy cortos de personal, así que puse el anuncio y hoy tenemos algunas entrevistas para reclutar a nuevos chicos —me dijo exasperado—. Sé que los chicos y tú se están sobrecargando, y que ya no pueden seguir igual.
Al escuchar eso de Alex, me sentí aliviado... no quería ser un mal hermano y decirle que ya no podía seguir igual, que él se haya dado cuenta de eso solo me hizo sentir muy bien. Con nuevo personal, podría variar mis horarios y así descansaría más de una hora al día.
—Vaya, Alex. ¡Gracias! —dije aún sorprendido—. No sabes cómo nos ayudaría eso.
—No te preocupes, hermano, sé que están haciendo un gran esfuerzo estudiando y trabajando al mismo tiempo.
Me dedicó una sonrisa que yo no dudé en corresponder. Alex era así, tal vez pensaba que era alguien muy distraído y que no le ponía atención a las cosas, pero no era así, era muy observador y como lo había demostrado desde que éramos niños, era alguien muy sobreprotector, su instinto de hermano mayor salía con toda persona que lo necesitara.
El sonido de su teléfono nos sacó de nuestros pensamientos y el lo sacó sin dudar, la sonrisa en su rostro se hizo más grande y sus ojos brillaron de felicidad, al terminar de leer lo que supuse que era un mensaje.
—¡Es mi ratoncito! —chilló.
Todos los chicos voltearon a verlo con una sonrisa al escuchar su grito, algo que también caracterizaba a mi hermano era el gran amor que tenía por su esposo. Llevaban una semana sin hablarse, ¿Cuál había sido el problema? No lo sabía con exactitud, pero desde aquello, mi hermano se la había pasado como alma en pena todos los días, y solo sabía que mi cuñado no le hablaba y cuando estaban en su casa lo evitaba, algo que a mi hermano... no le gustó para nada. Intenté preguntarle un día qué era lo que había pasado y su respuesta fue: «es mi castigo por olvidarlo, mi ratoncito es muy malo». Después de eso no intenté preguntarle nada más.
—¡Oh! ¿Qué hago, Jonah? ¡Quiere que vaya a casa! —gritó, clavando la pantalla de su teléfono en mi cara—. Tengo las entrevistas de los chicos nuevos... pero mi ratoncito... ¡Es el primer mensaje que me manda desde una semana!
Su emoción era evidente y las ganas de correr a los brazos de su esposo eran inmensas, pero la responsabilidad de su trabajo también le pesaba, veía como el rostro de mi hermano se desfiguraba ante la indecisión. Y me hizo algo de gracia verlo así.
—Ve con él. —Se detuvo en seco y me observó con la duda aún en su rostro—. Yo me haré cargo de las entrevistas.
—¿En serio lo harías?
—Claro, yo te ayudé a hacerlo cuando abrimos. Aprendí algo así que no te preocupes.
—¡Te amo, hermano!
Alex saltó la barra y cuando estuvo del otro lado conmigo, se lanzó hacia mi llenando de besos mi rostro, y aunque yo intentaba apartarlo por asco —ademas de vergüenza ya que los demás nos estaban viendo —fue imposible y terminé cediendo a sus muestras de afecto.
—¡Ve a mi oficina! —Un beso—. La información de los chicos está ahí. —Otro beso—. Y luego ve a nuestra zona VIP, puedes hacer ahí las entrevistas. —Un beso más.
—Ya entendí, ahora deja de dejar tu baba en mí y ve con tu esposo.
Con esas palabras se separó de mí, saltó de nuevo la barra y salió corriendo del bar, gritando «¡ahí voy, ratoncito!» a todo pulmón.
Solté un suspiro y luego recordé lo que estaba haciendo, la basura de confeti seguía en el suelo, y gracias a Alex no había avanzado nada. Vi la hora en el reloj... era mejor que me diera prisa.
(...)
Las cosas no estaban saliendo como yo quería...
Al parecer muchas personas se habían confundido con el anuncio de trabajo, era cierto que buscábamos tanto meseros como bartenders, pero la mayoría se iba cuando sabían que este era un bar gay y hasta llegué a recibir insultos, sobre que era un pervertido por abrir un bar de «este tipo», cosa con la que me molesté y casi... casi suelto un golpe. Pero me contuve y lo único que hice fue darles mi sonrisa más forzada y aguantar hasta el final.
Al final del día solo había contratado a cinco chicos, que tenían muy buenas referencias y que eran muy guapos, cosa que llamaría la atención de nuevos clientes.
Ya era hora de abrir y aún tenía una entrevista más de trabajo. Por alguna razón me sentía más cansado —frustrado— por todo, tal vez después llamaría a Alex y aunque no quería pedírselo, me tomaría solo este día. Solté un suspiro y me recosté en los sillones, solo unos minutos más y el mal rato acabaría.
—Hola —murmuró una voz.
Sabía de quién se trataba, el último chico de la entrevista, me acomodé de nuevo en los sillones, ni siquiera vi al chico, fui directo hacia los papeles y los leí.
Se llamaba Nathan Lay, tenía diecinueve años y ha trabajado de mesero en tres restaurantes antes, por muy poco tiempo, pero tenía muy buenas referencias, solo esperaba que no fuera otro imbécil con prejuicios.
—¿Solo has trabajado como mesero? —pregunté aun sin verlo, revisando su currículum.
—Sí... pero si lo necesita, puedo hacer cualquier otra cosa, aprendo rápido.
—Bueno, eso ya lo veremos —murmuré—. ¿Cuál fue el motivo de que dejaras tus antiguos trabajos? Es decir, tienes muy buenas referencias, pero no entiendo por qué has durado tan poco en ellos.
—Sobre eso... prefiero no contestar—masculló.
Mi ceño se frunció.
—¿Por qué no puedes decírmelo?
—Señor, creo que mi vida privada no le importa —contestó tajantemente.
Si era posible, mi ceño se frunció aún más ante el tono de su voz.
En ese momento levanté mi mirada y me atreví a ver al chico, y me llevé una gran sorpresa. El perfil de chico de diecinueve años no coincidía para nada con el chico frente a mí.
Ya que estaba de pie, pude ver lo bajo que era, le sacaba al menos una cabeza y media, era rubio, su piel tenía un tono bronceado pero no de manera exagerada, los rasgos de su rostro eran aniñados, con su nariz pequeña, al igual que sus labios de un color rosa, pero lo que más me llamó la atención fueron sus ojos negros, eran hermosos. Pero eran opacados por su ceño fruncido.
Tenía frente a mi a un chico de secundaria o que acababa de entrar en preparatoria. ¡Eso seguro!
Entonces algo en mi mente hizo clic, y el por qué de sus respuestas, seguro que la información que tenía en mis manos era falsa y que el pobre no sabía cómo responderme.
—Chico, es mejor que te vayas. —Me levanto y le entrego su currículum—. Ya me di cuenta de tu broma, mejor regresa con tu madre y pídele algo de dinero.
—¿Broma? No sé de me está hablando, señor... ¿Acaso no cumplo los requisitos del trabajo? —preguntó confundido.
—Los cumples, pero solo si tuviera al verdadero chico frente a mí. Es obvio que no eres él. —Lo escaneé de pies a cabeza—. ¿En qué grado de secundaria estás?
—¿Secundaria? Señor, no sé si leyó mi información, pero soy mayor de edad y estoy en la universidad.
—Chico, por favor, no logras engañarme. Con tu apariencia te delatas solo. Mejor haz lo que te digo y vete, no contrataré a nadie menor de edad.
Le di la espalda al pobre chico, y comencé a recoger todo a mi alrededor, si tenía suerte podría descansar unos minutos antes de...
—¡Imbécil!
Paré en seco al escuchar al chico de antes insultarme. Volteé de nuevo a verlo y la rabia era evidente en su rostro, tenía las manos en puños a sus costados y sus mejillas estaban tan rojas que me preocupé, además de que su nariz estaba un tanto arrugada. Estaba molesto, eso era muy evidente, pero de una manera algo loca, él ahora se veía...
«Adorable».
Dejé de lado ese absurdo pensamiento, y por una vez más en este día, me vi forzado a poner una sonrisa. Tendría que lidiar con otra pelea. ¡Genial!
—Oye, chico, sé que estás molesto, pero en serio no puedo contratarte. Falsificaste información y eres menor de edad...
—¡No soy menor de edad! —gruñó.
—Deja de mentir, chico...
—¡No estoy mintiendo! Y deja de llamarme «chico». Me llamo Nathan. ¡Nathan! Y tengo diecinueve años, ¡Toda la infografía de mi currículum es de verdad! —Él sacó algo de su bolsillo y me lo tiró en la cara sin darme tiempo a reaccionar—. Esa es mi puta identificación, y asisto a la universidad Marshall. ¡Estúpido!
—Oye, cálmate...
Traté de tocarlo para poder calmarlo, pero lo único que logré conseguir fue enfadarlo más.
—¡No me toques, idiota! —chilló—. Y no es necesario que busques otra excusa para contratarme, puedes meterte tu estúpido trabajo por donde te quepa.
Con esas palabras el se dio la vuelta y fue directo hacia la salida, y cuando yo pensé que se iría, se detuvo y regresó casi corriendo hacia mí, mi primer impulso fue taparme el rostro pensando que me lanzaría algo más, pero lo único que hizo fue agacharse y recoger su identificación.
—¡Jódete, estúpido! —fue lo último que me gritó, antes de salir y dejarme sin palabras.
¡Qué exagerado! Yo solo pensé que me estaba mintiendo, con solo mostrarme su identificación le hubiera creído.
«Y te la mostró, es más, te la lanzo en la cara».
—¡Jonah! ¡Reacciona, ya es hora de abrir!
Hice caso de lo que me decían, ordené todo en la zona VIP y fui hacia los vestuarios para poder ponerme mi uniforme, minutos después ya estaba detrás de la barra, sirviendo tragos y atrayendo nuevos clientes para el bar, mientras hacia todo eso mi mente no dejaba de recordar al chico rubio, sus mejillas sonrojadas, la forma en que arrugaba su nariz cada vez que me insultaba, nada de lo que decía era bueno, pero sus expresiones eran las más lindas del mundo.
Y sus ojos... esos hermosos ojos negros. Me habían cautivado.
«Me llamo Nathan, ¡Nathan!».
—Nathan, ¿eh? —Una sonrisa apareció en mi rostro—. Creo que tendremos a un pequeño niño trabajando con nosotros.
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Jeje ¿Qué les parece este primer extra? Ahora ya saben, cómo fue el primer encuentro de este par de melososo y solo les digo que pasaron muchas cosas, ¡Muchas! Antes de llegar a ser cariñosos.
¿Les gustó este extra?
Ya saben cómo deben de conquistar a Jonah, solo deben insultarlo un poquito y cae por completo.
Este extra es para EliShivers ¡Que me inspiro a escribirlo! Todo tuyo bella ♥️
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